【 Ghostara 】

Parte 14 (Final)

Luego de que todos habían disfrutado el banquete, libre de veneno, en honor al regreso de la maestra, Zuko se dirigió a su habitación y se acostó pensando en todo lo que había ocurrido en ese día. Aún se encontraba desconcertado, no podía creer que Katara estuviese viva. Temía despertar a la mañana siguiente y ser golpeado por la realidad, temía que se burlase de él.

Fue sorprendido cuando la puerta se abrió de repente y encendió una pequeña llama para ver quién se atrevía a ingresar sin su permiso. Dichosa sorpresa se llevó al encontrarla ahí, acompañada de esa extravagante sonrisa.

–Zuko...–lo llamó mientras se acerba a la cama.

–¿Qué estás haciendo aquí?–se sentó y la miró con el ceño fruncido.

–Perdón–rió de manera nerviosa–creo que me acostumbré tanto a ti que me siento sola cuando no te tengo tan cerca.

Zuko bajó la mirada algo sonrojado. ¿Quizá está sugiriendo lo que él piensa que ella está sugiriendo?

–Puedo...–tragó nerviosamente–¿puedo dormir contigo?

Sí, lo hizo.

Pese a lo atónito que quedó, él levantó las sábanas para ella. Katara sonrió agradecida y se deslizó debajo de ellas, acomodándose a su lado. Zuko se sentía extraño, estaba tan acostumbrado a su forma fantasmal que se sorprendió un poco al sentir el peso de ella sobre la cama. Desde que Katara había recuperado su cuerpo, él aún no se atrevía a tocarla, una parte de él seguía temiendo que sus manos la atravesaran. Pero esta no era la misma situación, ahí estaba ella, estaba viva, radiante y aún así seguía aferrado a ese miedo. Inaudito.

Katara parecía leer sus pensamientos al sentir esos ambarinos ojos observándole hace unos minutos. Sacó una de sus manos y la posó enfrente de él.

–Tócame–Zuko parecía vacilante ante su orden, pero aún así acercó su mano, dejando un espacio mínimo entre sus dedos, provocando pequeños roce –No voy a desaparecer–le aseguró.

Quería que él cerrara la brecha entre los dos. El corazón de Zuko latía con tanta fuerza mientras la duda lo carcomía. No se sentía capaz de manejar la situación si tan solo su mano atravesara la de ella.

–¿Lo prometes?–susurró y la miró fijamente.

–Por supuesto–le regaló una sonrisa comprensiva.

Zuko tomó valor y sin más cerró la brecha entre los dos. Sus dedos se encontraron con los de ella, parecían viejos amantes. Él exhaló levemente y se sintió tan feliz de sentirla. Luego de medio año pudo volver a sentirla, creyendo que eso nunca sucedería.

La otra mano de Katara se acercó con suavidad al rostro de él, la parte herida. En ese instante, recordó aquella vez en el estanque cuando ella trató de tocarlo, sabiendo que solo lo atravesaría. Pero esta vez era distinto; él realmente podía sentir su mano tan suave, delicada y pequeña. Sin embargo, Katara sin dudarlo acercó su frente contra la de él y pudo percibir su calidez, se sentía eufórica.

–Por favor quédate conmigo...

–Te dije que lo haría–Su mano que estaba en el rostro de él ahora se dirigía al azabache cabello de Zuko, dándole caricias suaves.

El joven Señor del Fuego no pudo resistirse más y la besó. Fue un beso desesperado, de esos que llevaban rato queriéndose probar. Ella le correspondió con el mismo ritmo, ambos anhelándose profundamente. Al separarse, se miraron y rieron ante la intensidad de aquel beso.

–No tienes idea de cuánto tiempo he querido hacer eso.

–Yo también–admitió.

–Cuando moriste, yo también quise morir...–confesó.

–Me alegra de que no haya ocurrido o me hubiese enojado mucho–lo miró con cara de desaprobación, lo que generó una pequeña risa.

–Me temo que estoy tan enamorado de ti que a veces ni yo mismo me soporto.

–Bueno, tienes suerte, da la casualidad que ya tengo mucha experiencia de cómo es vivir contigo, y puedo soportarte el resto de mi vida–bromeó.

–Cuento contigo entonces–sonrió complacido.

–No podrías deshacerte de mí ni aunque trataran de matarme otra vez.

Y al decir eso, continuaron el beso anterior, y quién sabe qué habrá ocurrido después.

Fin. 🔥