Parte 10

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Resultó siendo cierta la intuición de Zuko. En el momento en que Zuko recibió la noticia de que el barco de su tío Iroh ya había llegado al puerto, envió una orden a la cocina para que prepararan un banquete de bienvenida y envió un carruaje al puerto para que fuesen a recogerle.

Zuko les avisó al grupo (Toph, Aang, Sokka y Suki) para ir a esperar ansiosamente la llegada de su tío.

Toph sin duda alguna estaba más emocionada, enumerando mentalmente todas las cosas que hablaría y los partidos de Pai Sho que tendría con su anciano favorito. Zuko, por su parte, estaba tratando de averiguar a quién había traído su tío y evitando ilusionarse con el tema de su madre.

–No te pongas nervioso–Katara se coloca enfrente de él y le sonríe–todo estará bien.

–¡Chicos creo que es él!–exclamó Sokka, señalando hacia el camino. Efectivamente, un carruaje rojo y dorado se acercaba al palacio.

Mientras observaban cómo se aproximaba el carruaje, todos ellos se apiñaron cuando la puerta del carruaje se abrió, y el tío salió. Él hizo una mueca de asombro fingido hacia ellos.

–¡Tantas caras jóvenes aquí para saludar a un anciano cansado!

Zuko sonrió ampliamente y corrió para abrazar a su tío. Iroh le devolvió el abrazo y luego lo miró a su sobrino.

–Señor del Fuego está muchísimo mejor que la última vez que vine.–dijo con una sonrisa de satisfacción.

–Y tú no te ves tan mal, viejo–dijo Toph abriéndose espacio entre ellos y alzando sus brazos para luego recibir un cálido abrazo del general.

–Joven señorita Bei Fong. Te has vuelto aún más hermosa desde la ultima vez que te vi.

–Gracias, viejo–contestó algo sonrojada y le dio un pequeño puño en el brazo antes de hacerse a un lado para que los demás pudiesen saludarlo.

Cuando terminaron al fin con los saludos, el ex-general Iroh se aclaró la garganta y anunció:

–Me alegra que estén todos presentes aquí, porque hoy he traído conmigo a alguien muy especial y creo que necesario que todos estén aquí para verla.

El corazón de Zuko se aceleró repentinamente. Parecía que su corazón había sido reemplazado por un tambor. Katara no dejaba de verlo, tratando de descubrir que pasaba por su mente.

Iroh se volvió hacia el carruaje y luego, para sorpresa de todos los presentes, salió del carruaje...

–¡KATARA!–dijeron todos al unísono, atónitos ante la figura reconocida que se encontraba enfrente de ellos. Todos estaban fuera de lugar.

El grupo se quedó allí paralizado, sin saber qué decir, la joven que se encontraba ahí era nada más y nada menos que la maestra agua. Tenía el mismo cabello, la tez bronceada, los ojos oceánicos y profundos...pero había algo diferente en esa mirada. Pudieron percibir que estaba "ida". Como si no fuese Katara completamente. Ella solo le limitó a observar a los demás sin ningún indicio de reconocimiento en su expresión. Es más, no tenía una expresión, más bien se encontraba "neutral". Parecía una muñeca de porcelana, hueca por dentro, linda por fuera. Ahí estaba, agarrada de la mano de Iroh y con esa mirada que solo logró entristecer a quiénes las veían hace un rato.

 【 Ghostara 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora