Sobreviviendo en el harén || SasuHina

❝ CAPÍTULO 01 ❞ SEGUNDO ARCO

Título: Sobreviviendo En El Harén.

Los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Masashi K.

- Diálogos -

«Pensamientos»

"Escena del pasado/Narración de un PJ"

(...) cambio de lugar, tiempo o escena.

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Capítulo Uno.

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- Joven señorita, despierte. -Murmuró una voz afligida de manera repetitiva. Su amo parecía tener una pesadilla de la que no lograba salir aunque la llamara. Incluso ella estaba al borde de las lágrimas, puesto que su señoría ardía en fiebre, sollozaba, gritaba y murmuraba nombres que nunca había escuchado.

La azabache se veía que estaba sufriendo y todo por culpa de su hermana menor, quien la aventó al estanque y se excusó con que estaban jugando y que la primera hija Di se tropezó con su hanfu.

Todos en la mansion principal eran consciente de que era una mentira, pero el patriarca de la familia estaba a favor de aquella niña y su concubina.

Sí tan solo la señora de la casa no estuviera en cama, ella podría tomar su lugar y hacer justicia por su hija.

La primogénita Di poco a poco recobró su conciencia y sintió como su pecho y garganta dolía a altos niveles, recordando de inmediato todos los estragos pasados. Su rostro perdió aún más color, quedando tan blanca y pálida como un cuarzo. La expresión de miedo, terror y angustia en su rostro era alarmante y más el que no dijera alguna palabra.

La mucama solo podía pensar en que su guardiana estaba en estado de shock por lo ocurrido y no era para nada menos al tratarse de una niña doce años.- Iré a llamar a un médico, por favor espere. -Pidió con todo el respeto y preocupación. Tenían que revisar el estado ya consciente de la Hyuga, y sin más que decir, la esclava abandonó los aposentos.

- ¡Ughn!... -Gruñó la pequeña al sostener su cabeza con ambas manos para intentar soportar la sobrecarga de imágenes que comenzaron a aparecer frente a ella como una obra de teatro.

En ese instante pudo sentir las pequeñas patadas del infante que se desarrollaba y crecía en su vientre. No falta mucho para que pudiese tenerlo entre sus brazos y pueda observar el rostro que tanto aparece en sus sueños. Ikki también se encontraba ansioso por saber sí tendría una hermana o hermano menor.

El clima era tan agradable ese fatídico día en el que los guardias imperiales irrumpieron en su palacio, la tomaron a la fuerza y la sentenciaron a una apestosa y humeda oscuridad. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, en donde los colores y el calor del mundo se fueron desvaneciendo.

Los recuerdos de esa tortura aparecieron, y sintió de manera vivida los azotes contra su piel, la cual fue desgarrada con cada latigazo. Incluso puede recordar y percibir el asqueroso olor que desprendía su dermis al ser quedama por el hierro caliente. Y sin ningún tratamiento médico y en un lugar tan insalubre, sus heridas se infectaron y comenzaron a desprender secreciones de un apestoso color amarillo verdoso.

Tan doloroso, pero no tanto. Lo que en serio le hizo apretar su mandíbula de dolor y sudar frío mientras su cuerpo se convulsionaba, era el sentir como los sucios y gruesos dedos de aquellos hombres se incrustaban en sus heridas hasta hacerlas sangrar mientras penetran su vagina a un revoltoso y agresivo ritmo.