Capitulo 1: Artificial love

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Sanwoo
🌿Palabra clave: Maquina
🌿Android!Su/Hurt-confort/Utopía
🌿futurista-ciencia ficción)
🌿1050 palabras
🌿Advertencias: Grandes revelaciones.



Maquina


Cómo detestaba que lo llamarán de esa forma... Pensando que Wooyoung no podía entenderlos, que no lo hería ser llamado de aquella fría y despectiva forma por esos ojos que lo juzgaban de pies a cabeza, con miradas altaneras y cargadas de asco.

Él no era ninguna máquina. Era Wooyoung, su Wooyoung. Aquel que lo despertaba todos los días con un suave beso apenas las persianas se abrían automáticamente y la habitación entraba en modo activo, levantándolo de la cama para llevarlo al sanitario, mientras su hermoso acompañante recitaba con aquella melodiosa voz tan suya el clima del Domo, las últimas noticias y la agenda a cumplir.

Wooyoung quien se sentaba sobre su regazo a escuchar historias contadas por él, del pasado, de cuando todo era más bonito con sus largas pestañas y haciendo preguntas que, aunque supiera la respuesta en su base de datos, igual formulaba, por complacerlo.

Wooyoung que le le acariciaba los cabellos antes de dormir, cuya caja torácica emitía el suave murmuro que hacía a San dormír tranquilamente, abrazado de su androide, hasta que este entrara en suspensión y cerrara los ojos para recibir en los cables conectados a su espalda, la energía de carga necesaria para vivir otro día al lado de el.

—Máquina... Patrañas.—murmura el hombre de cabello ondulado negro que ya deja ver mechones plateados. Encoge los ojos bajo los lentes, enfocando automáticamente el aparato la zona que la pupila de San señala en el pecho abierto del androide.
—Eres más humano que todos esos bastardos...

El androide recostado en la mesa de examinación se mantiene con los ojos cerrados, con el rostro juvenil de un chico de veinticinco tan tranquilo como si estuviera durmiendo. En su pecho, con extremo cuidado de no dañar su delicado engranaje y sofisticado sistema, San mueve aquí y allá para  ajustar ese silbido que hace el ventilador y la noche anterior lo dejó con un malestar alarmante al escuchar que algo dentro de su perfecta creación, andaba muy mal.

—Vas a estar bien muy pronto, cielo mío...—San retira la válvula de nitrógeno, desconectando el paso del gas al sistema de tubos dentro de Wooyoung q mantiene frío su interior impidiendo que se sobrecaliente.
—Y vamos a ir al parque ¿Te gusta la idea? Podremos tomar el sol juntos, bajo la cúpula, como tanto te gusta.

El laboratorio se mantiene en absoluto silencio, interrumpido únicamente por el sonido de las herramientas de San al trabajar o sus murmuros espontáneos; dulces palabras dedicadas al castaño que alegra sus solitarios días.

Le dijeron que estaba loco, que debía superarlo, que a Wooyoung no le habría gustado la idea de que al morir, su prometido fabricara un robot a su imagen y semejanza. Pero San era necio, además de un obstinado genio que veía, día tras día, como su luz se apagaba entre sus manos conectado a todos los aparatos que lo mantenían con vida.

Seonghwa no pudo encontrar la cura, aún con sus conocimientos, sus investigaciones y los esfuerzos conjuntos que dejaron a San cansado, triste y solo, al pie de la cama que secuestró a Wooyoung y le robó su juventud.

"Déjame ir..."le pidió una noche, donde ya apenas su voz era un susurro. " No quiero que desperdicies tu vida aquí, San. No quiero que la última imagen que tengas de mí sea gris y desolada."

Lloró, lloró sobre sus manos y lo besó hasta el cansancio jurandole que lo vería pronto, que esperara un poco por él antes de desconectar las máquinas y dejarlo ir en paz, con los ojos cerrados y veinticinco años de sueños y risas bajo las sábanas.

—Vas a estar bien, mi amor, vas a estar bien muy pronto.

Se alejaron de él, lo llamaron loco, le dijeron que debía dejarlo ir. Pero nadie entendía, nadie podría jamás entender que sin Wooyoung, ya no tenía sentido seguir viviendo. Aún ahí, en su realidad que prometía una longeva vida plena y saludable, donde las enfermedades más terribles no existían más, aún ahí a la más brillante de las almas bajo ese domo que los mantiene alejados de los peligros fuera de Inception, Se la habían quitado sin justicia.

San tenía los recursos, la inteligencia y la firme convicción de devolver a la vida a ese que le había enseñado lo precioso de ella.

Y pasaron años en profunda soledad donde solamente los vídeos proyectados en la pared acompañaban al científico, mirando los ojos marrones de Wooyoung brillar, su sonrisa iluminar su rostro y su risa vibrar en la habitación. Intentos fallidos, prototipos mediocres, fallas tras fallas hasta que por fin, cu su cuarto androide abrió los ojos y pudo pronunciar una palabra, supo que lo había logrado.

Enseñó todo lo que tenía de su difunto prometido al androide, quien era su viva imagen a excepción de la luz de sus pupilas de un profundo azul cielo. Contó cómo se conocieron, sus días bajo la cúpula mirando en el domo la representación a millones de pixeles del cielo que alguna vez hubo en la tierra. Lo amo, con cada fibra de su ser y Wooyoung aprendió a ser como su creador contaba, había sido ese chico en vida.

Era el androide más avanzado de la época, llegando a la casi perfecta humanidad a medida que comprendía los sentimientos descritos en conceptos y definiciones que jamás pudo sentir. San le permitió sentír amor, tristeza, felicidad y enojo que insistía, no le gustaba la idea de programarlo para ello pero era necesario para su completa instrucción.

—Ellos no te conoce, Wooyoung, no saben lo mucho que vales.

Pero el androide no escucha, porque aunque San se esforzó hasta lo último que pudo lograr y aún más allá de eso, Wooyoung se fue cuando las máquinas se apagaron y ese a quien ama cada día, quién aprendió a ser la imagen de un humano difunto, quien sabe que hacer y que decir en el momento indicado y ha llegado, incluso, a sentir cariño real y cálido por San a base de algoritmos programados en su base de datos...


Sigue siendo una máquina.

31 Días de Amor~(Sanwoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora