Las 12 hijas del Rey de Persse han descubierto un mágico mundo, en el cual podrán escapar de los males que amenazan a su reino.
Pero no serán las únicas en ese mágico mundo.
Ellas, junto con un grupo de desconocidos, tendrán que salvar a Persse de l...
Un estruendoso sonido hizo que todos los presentes se reunieran en el pabellón de la isla.
–¿Qué fue eso?–preguntó Capri. La chica se encontraba empapada luego del concurso de clavados que había tenido lugar unos cuantos minutos antes.
–Fue la primera campanada– le contestó Acuario al mismo tiempo que se quitaba a Géminis de encima.
–¿Tan rápido pasó el tiempo?– Can no quería irse de ahí.
–Parecieron ser sólo unos cuantos minutos– Scor miraba a las personas a su alrededor.
–El tiempo suele pasar más rápido aquí abajo– contestó Capricornio–, por lo menos ayer así fue.
–¿Cuánto tiempo tenemos para salir?– preguntó Virgy volteando a ver a su alrededor, asegurándose que todo seguía en su lugar.
–Calculo que unos 10 minutos– la miró Tauro.
–Entonces tenemos que apresurarnos a llegar a los botes–Aries escurría los bordes de su camisa, la cual seguía mojada por el agua del lago.
–¿No nos vamos a despedir?– la expresión en el rostro de Piscis reflejaba un sentimiento de decepción.
–Si no salimos de aquí ahorita, nos vamos a despedir de nuestras vidas. Tenemos que llegar a los botes antes de la segunda campanada.– Escorpio dijo tajantemente.
–¡Vamos ya!– Sagitario tomó la iniciativa y fue el primero en alejarse del pabellón y trotar hacia la orilla del mar. Al ver su acción, los demás lo siguieron.
Liv iba justo detrás de ellos, pero al seguir mojadas, sus zapatillas se resbalaron en el césped, ocasionándole una torcedura de tobillo que la tiró al piso inmediatamente.
Una pequeña queja de dolor hizo que algunos de las personas se dieran la vuelta y la miraran.
–¡Liv, levántate!– le gritó Aria.
–Si pudiera lo haría, ¿no crees?– Liv le brindó una mirada amenazante.
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–No tenemos tiempo para estar peleando– Acuario apareció junto a Liv y la ayudó a levantarse–. Apóyate en mí e intenta caminar, ¿si?– él joven príncipe la miró como si esta se fuera a romper.
–Gracias– Liv asentía mientras lo miraba. Ambos comenzaron a caminar, lento pero seguro.
Les llevó un poco más de tiempo, pero por fin llegaron a la orilla junto con los demás.
–Gracias por ayudarme– la chica agradeció a su salvador.
–¡Al fin! ¿Qué andaban hacien...
Las quejas de Leo fueron aplastadas por el sonido de la segunda campanada. Esta vez, el agua contenida en el mar sufrió de una pequeña vibración.
