Dom

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El edificio estaba en una buena ubicación de la ciudad, era discreto visto desde afuera, incluso si no se entraba a ninguna habitación, podía pasar como un despacho común.

«La terapeuta del señor Messer trabaja ahí, es la doctora a cargo del lugar» había explicado García por teléfono a su jefe, que justo ahora se encontraba en el lugar junto con Morgan y Reid.

—Bien hecho García ya estamos aquí— el hombre colgó el teléfono y avanzó delante de sus compañeros hacia el interior del lugar.

—Según la recepcionista...— habló Morgan mientras los tres abordaban el ascensor —La doctora Clarice atiende personalmente en el despacho #4.

El lugar estaba tan limpio que haría sentir incómodo a más de una persona pero el doctor Reid se veía bastante conforme luego de dar un vistazo a su alrededor. Cuando por fin llegaron al décimo piso caminaron por un pasillo hasta quedar frente a una puerta que tenía el número antes mencionado.

Los tres agentes se sintieron sumamente incómodos cuando abrió la puerta una dama de cabello rubio y lacio que llevaba puesto un vestido negro y tacones altos de aguja.

—Lo siento caballeros, no atiendo a más de uno a la vez— sonrió la joven que arreglada así parecía de unos 30 años, aunque la información decía 25.

Los agentes más jóvenes sintieron la sangre subir a sus rostros cuando comprendieron mejor dónde estaban metidos, pero el jefe mantuvo su apariencia estoica y mostró su placa —Somos del FBI, venimos a hablar de uno de sus pacientes, el señor John Messer ¿Podemos pasar?

La dama se hizo a un lado dejando pasar a los agentes que la siguieron dentro de una habitación maniáticamente organizada, aunque muchos detalles no escaparon a la observación y curiosidad de los más jóvenes, como una cruz de Saint Andrew en la pared y estantes con cajones, apagadores diferentes y alfombrado color negro... Al menos hasta donde se podía ver, por que la estancia parecía estar dividida en más de una sección.

—Quisiera saber qué clase de terapia era la que recibía John Messer como su paciente, señorita Clarice— habló el jefe, negándose implícitamente a la invitación que la menor le había hecho de sentarse.

Ella suspiró y se recargó en el respaldo de la silla forrada en cuero negro detrás de su escritorio —Caballeros, mi trabajo requiere discreción, así que, a menos que tengan una orden, no puedo hacer nada por ustedes...

—Doctora Daniels, ¿en qué consiste las terapias que imparte en este lugar?— preguntó el joven genio, que hasta ahora había ignorado su creciente deseo de curiosear por todo el lugar y abrir cada uno de los cajones y armarios que están aquí.

La rubia sonrió —Soy psicóloga y tengo especialidad en sexología, y todo lo que hago es ayudar a mis pacientes a sobrellevar la vida estresante a la que están acostumbrados...

—¿Y cómo hace eso?— preguntó Derek, y la dama se levantó de su asiento, caminando hacia ellos.

—Soy una dominatriz.

Los tres agentes sintieron un escalofrío pero mantuvieron su apariencia tranquila.

—Normalmente...— empezó a hablar la doctora mientras se paseaba entre ellos hasta quedar de pie frente al líder de unidad —Los hombres que tienen un cargo, los jefes, los alfa que están al mando de otras personas todo el tiempo...— miró por un momento a los ojos al mayor y luego siguió hablando hacia los demás —Me buscan, esperando que por un rato yo esté al mando, los saque de sus aburridas rutinas... Los hace sentir mejor que otra persona, muchas veces una mujer, los ponga en su lugar, los azote, ¿o por qué no? Hasta los folle— con una gran habilidad para la distracción visual, de pronto tenía entre los dedos una tarjeta de presentación que extendió hacia el azabache, que obviamente no la tomó.

Oneshot (Hotch x Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora