Luna de Miel

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Joaquín POV

Desperté envuelto por el cuerpo de Emilio, nos habíamos girado hasta terminar abrazados con mi espalda pegada a su pecho, nuestras piernas entrelazadas y mis manos aferradas a las suyas, podía sentir su respiración en mi cuello y aunque el sol ya había salido, quería quedarme ahí hundido en su pecho hasta que no tuviera más opción que levantarme.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que dormimos juntos, antes de que pusiera mi regla del sexo, era normal que mi rizado se quedará aquí siempre que tenía un descanso de la gira o en su caso, me iba a quedar yo a su piso, incluso tenía el mismo paquete de cosas en su apartamento, que él tenía aquí, por si pasaba la noche ahí.

No todo era sexo, a veces solo nos echábamos de menos y necesitábamos pasar unos días juntos, Niko decía que teníamos una luna de miel cada tres meses, nos olvidábamos del tiempo afuera y del resto de las personas, solo existíamos nosotros en esas cuatro paredes. Era lindo. A veces extrañaba algunas partes de nuestra relación más de lo que me gustaría y ésta era una de ellas, si encontrara un punto medio donde pudiera tener todo sin compromisos, lo tomaría.

Me giré entre sus brazos para poder ver su rostro, su agarré se cerró un poco más en mi cintura, pegándonos aún más, sonreí estirándome parada dejar un beso en su mandíbula, siempre fue así de dulce cuando dormíamos juntos, fue una de las razones por las que termine perdidamente enamorado de él, en la preparatoria yo era un poco empalagoso y él me dejaba tratarlo como mi oso de peluche, podía pasarme el día entero aferrado a su cuerpo y él no diría nada, en cambio me abrazaría de vuelta con una sonrisa enternecida.

Nunca le pregunte si era así con cualquier persona a quien llegaba a conocer tanto como a mí, en realidad me gustaba creer que tenía esa exclusividad, porque yo tenía un montón de excepciones con él, como dejarlo dormir en mi cama o besarnos sin restricciones.

Quería creer que también era el único que dormía en su casa y al único que besaba sin importarle si estábamos solos o acompañados, pero lo más importante era ser el único que veía la parte más vulnerable de Emilio, su lado más suave como cuando me invitaba a sus escondites y me hablaba de su vida, con sus miedos y metas.

No se lo decía a nadie porque no quería poner más peso sobre nosotros, no pretendía confundirnos de nuevo, ni tener intervenciones de todo el mundo sobre nuestra relación, diciendo que eso era amor romántico y no simple amor de familia, ellos no entendía que hacía años eso éramos, familia.

Metí mis brazos entre los suyos para rodear su cuerpo también, oculte mi rostro en su pecho y me embriague con los rastros de su colonia, si pudiera meter a Emilio en un frasquito para llevarlo a todos lados conmigo, lo haría, en especial cuando se iba por tanto tiempo.

Volví a quedarme dormido entre sus brazos sin darme cuenta, pero cuando desperté por segunda vez, él ya no estaba en el cuarto, pensé que se había ido y estaba por enviarle un mensaje, cuando note su teléfono en la mesita de noche.

Salí de la habitación en su búsqueda, lo encontré en la cocina preparando el desayuno para los dos, aun llevaba su pijama y se veía tan tranquilo como si estuviera en su propia casa, me senté en uno de los bancos altos de la barra mirándolo en silencio hasta que se giró encontrándose con mi mirada, me dedico una sonrisa y se acercó después de apagar el fuego en la estufa.

―Hola. ―murmuró girando el banco para meterse entre mis piernas y tomar mi rostro entre sus manos uniendo nuestros labios tiernamente, sonreí correspondiendo sus atenciones.

―Hola. ―susurré una vez se alejó para servir la comida. ―Te levantaste con mucha energía ¿no?

―En realidad quería desayunar contigo antes de irme. ―fruncí ligeramente el ceño, esperaba que se quedara todo el día, tomo asiento a mi lado con una sonrisa y se sirvió jugo de naranja.

Mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora