Una Sonrisa Colmilluda

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Severus suspiro mirando por la ventana del avión, cansando.
Tobias estaba muerto y su madre asesinada. Tenía 16, no podía tomar desiciones por si sólo a nivel legal, por poco termina en un orfanato, pero aún así fue el proceso más duro de todos, se alegraba pensando que al menos ahora su madre estaría tranquila y feliz, viviendo sin miedo a ser golpeada...lejos de él. Su madre le repitió mil veces que lo amaba, pero para Severus, él era el responsable del sufrimiento de Eileen.

Todo desde que recogió el cuerpo de su madre del suelo se volvió gris, tener que verla sin vida en un feretro fue horrible. Por Tobias ni se molesto en reclamar su cadáver, desde que ese malnacido mato a su madre había perdido total interés, había muerto en un bar de mala muerte por su adicción al alcohol. Al parecer "alguien" corrió el rumor de que ese tipo había asesinado a su esposa a golpes y entre todos los del bar lo agarraron a golpes, parece que no era una buena idea ser un maltratador cuando todos los que están en el bar que frecuentas son padres de hijas o devotos a sus esposas, cualidades raras en vándalos y sicarios, pero pasó así.

El colegio no era bueno, al parecer descendía de una línea de magos y brujas, por lo tanto asistió a una escuela para ellos, Hogwarts, el paraíso deseado. Sorteado en Slytherin, nadie lo molestaba en esa casa. El problema era la casa rival: Gryffindor.

En esa casa se creían los meros chingetas sólo por ser imprudentes, rivalizando con las serpientes. 4 de ellos eran su calvario. James Potter, un imbecil cabeza de chorlito, Sirius Black, un narcisista con moral cuestionable, Remus John Lupin, el callado que sólo miraba, y Peter Pettegrew, el inútil del grupo. Entre los 4 le hacían la vida imposible, y nunca entendio porque. Estudiaban 6 meses en Hogwarts y luego regresaban a su hogar.

Ahora él dejaría esa horrible casa en la hilandera e iniciaria una nueva....en un pueblo a la mitad del bosque. Estaba saliendo del airo puerto, en la banqueta frente al estacionamiento, el cielo estaba nublado, no creía ver el sol en un buen tiempo.

-¡Severus!

Severus alzo la cabeza y pudo observar un chico atractivo.

Cabello prácticamente blanco, con una piel tan clara carente de imperfecciones, con un elegante traje negro, el color de sus ojos era imposible decirlo ya que usaba una elegantes gafas de sol, estaba recargando en un costoso auto negro, llamandolo con la mano arriba y sonriendo, una sonrisa colmilluda a la que estaba acostumbrado. Se permitió sonreír por uno segundos.

-Lucius- saludo llendo a su encuentro.

Lucius sonrió y abrazo a Severus, con cuidado. El otro le devolvió el abrazo, se sentía bien tener alguien en quien confiar.

-¡Es tan bueno verte!- exclamó soltando a Severus- verás, la pasaremos genial, podrás vivir un poco finalmente.

-Algunos tenemos que dormir y comer, Lucius- se rio Severus viendo cómo Lucius subía su maleta a la cajuela cómo si pesará menos de dos kilos.

-¿Y eso que? Vamos, después de todo lo que haz pasado mereces algo de alegría, no te traje aquí para que sufras igual que en la Hilandera.

-Lo sé- suspiro, estaba aún conmocionado por lo que había pasado pero optimista, Lu parecía éstar feliz de que finalmente estuviese ahí.

Lucius abrió la puerta del acompañante del auto con coquetería sobre actuada, haciendo reir a Severus.

-Ahora adentro.

Severus rodo los ojos y se subió al coche, Lucius cerró la puerta y rodeó el auto para subir en el asiento del conductor, pero cuando cerró la puerta:

-¡SORPRESA! -dos voces conocidas saltaron del asiento trasero, Severus se sobresalto un poco pero al instante volteo.

-¡Reg! ¡Barty!

Bloody SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora