Capítulo IX: Hechos, no palabras.

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Estaban todas las brujas reunidas en el comedor, la maestra Anne dio una información a la cual nadie prestó atención además de la Cavendish. Las estudiantes hablaban y se reían, mientras las profesoras se aseguraban de revisar el plan una y otra vez.

Al terminar de comer, las alumnas fueron a cambiarse su uniforme por ropa casual y guiadas por las maestras recorrieron parte del bosque. Las alumnas más aplicadas tomaban nota de cada pequeño detalle sobre todas las criaturas que vivían en la isla. Otras más despistadas como Akko, solo se concentraban en observar y maravillarse con cada pequeña situación que sucedía ante sus ojos.

Pasaron varias horas antes de volver al hogar de Circe, las alumnas agotadas se fueron a sus recamaras correspondientes al igual que las maestras. A pesar de que todo estaba sereno en la isla y ni siquiera el viento osaba a emitir sonido alguno, en la habitación de Amanda y Akko había un gran alboroto. Sucy, Lotte, Jasminka y Constanze estaban con ellas, mientras la castaña hacia un gran berrinche exclamando que no quería ordenar sus cosas por estar cansada. Sucy le recriminaba que si lo hubiese hecho temprano no tendría que estar rezongando por hacerlo ahora, Jasminka y Amanda comían una bolsa de papas fritas, y Lotte con Constanze planeaban los lugares que visitarán de la isla.

— Amanda: (Agregandose a la conversación)¿Por qué no vamos a la playa?

— Jasminka: También debemos ir al bosque.

— Sucy: Tenemos que ir al pantano.

—Akko: ¡Vayamos a la playa! (Mirando el mapa). Oigan, ¿y ese triángulo marcado en el mapa?

— Lotte: Es el Triángulo de la Muerte.

— Amanda: ¿De la muerte?

— Lotte: Si, se dice que en la isla de Circe se encuentra una de las entradas al inframundo. Esta entrada está protegida por Hécate, considerada la diosa y madre de todas las brujas, hechiceras y magos. Hécate es una entidad con mucha historia y poder, además se le atribuye control sobre varias cosas y rige sobre muchas otras. La gran hechicera tenía control sobre la luna, las mareas y el inframundo, además en muchas de sus representaciones es identificada como la diosa triplicada, puesto que representa la niñez, la madurez y la vejez. Por esto se dice que cada una de sus representaciones cuida una de las aristas del triángulo, creando así un poderoso hechizo de protección. Se dice que, aunque tenía total libertad de entrar y salir del inframundo al reino mortal ella prefería el pasadizo de esta isla, donde venia a visitar a Circe. Aunque esto son solo suposiciones, todas las brujas que han entrado en ese territorio no han vuelto y las que vuelven hablan de las misteriosas y peligrosas criaturas. No deberíamos ir ahí, es un sector prohibido.

— Sucy: (Con una gran sonrisa). Pero es uno de los lugares más misteriosos del mundo mágico. (Entusiasmada). Las pocas brujas que han visitado el lugar y han salido ilesas han conseguido hongos con características inimaginables. Deberíamos ir.

— Akko: (Entusiasmada). ¡Entonces debemos ir!

— Amanda: (Indiferente). A mí no me molestaría ir, podría ser una gran aventura o simplemente no ser nada.

— Jasminka: Si vamos todas juntas no le veo el problema a ir.

— Constanze: (A través de uno de sus robots). No deberíamos ir a las zonas que las profesoras nos dijeron explícitamente que no fuéramos.

— Lotte: (Pasiva). Deberíamos evitar más problemas.

Mientras las brujitas discutían sobre si ir o no al misterioso y tenebroso lugar la Cavendish entró a la habitación, escuchó atentamente toda la conversación sin que las demás se percatasen de su presencia y cuando vio que no iban a llegar a ningún lado decidió que era momento de intervenir.

— Diana: (Sorprendiendo a todas las encontradas en la habitación). No van a ir a ningún lado prohibido. No se puede acceder a ellos por algo, es por esto que debemos respetar las normas impuestas por nuestras maestras y acatar sus órdenes. 

— Amanda: (Molesta se para de una de las camas y se acerca a Diana). Hola princesita, ya ni te molestas en saludar. Y tus modales, ¿dónde se fueron? Oh claro, se me olvida que como crees que nosotras somos tus súbditos no merecemos saludo. Tu solo ordenas y mandas y además crees que vamos a quedarnos en silencio mientras acatamos todas tus órdenes.

— Diana: (Parándose firme a la defensiva). Vamos Amanda no me provoques. Solo estoy aquí porque todos los grupos ya están formados y las maestras me pidieron que me agrupara con ustedes, seguramente para que no provoquen algún desastre. (Mirando directamente a los ojos a la pelirroja) Además, ambas sabemos que por lo menos tú no puedes hacerme frente, por algo solo te queda acatar a todo lo que digo.

— Amanda: (Camina hasta Diana quedando en frente). ¿Qué dijiste barbie?

— Diana: (Molesta). Disculpa, se me olvida que tu comprensión es menor. (Sonriendo). Lo que quiero decir es que, eres a inferior a mi Amanda en todo sentido.

— Amanda: (Apretando los dientes). ¿Ah sí? (Apretando su puño derecho) ¿Qué tal si peleamos? A ver si eres capaz de ganarme princesita. Solo alardeas de lo fabulosa que eres y no haces nada. Vamos a resolver todo esto aquí y ahora, ¿o es que las barbies le temen a romperse las uñas?

— Jasminka: (Nerviosa). Amanda para, por favor.

— Diana: Jajaja res non verba. Vamos O'Neill, hazle caso a tu amiga. Aunque todos aquí sabemos que no ganarías nada conmigo, es evidente que todos los O'Neill son unos salvajes que resuelven todo a golpes.

— Amanda: (Completamente sin juicio). Así que todos los O'Neill somos salvajes. Bueno princesa cuando tú y tu familia le pidieron prestada una gran suma de dinero a mi familia, no pensabas así. Porque toda la familia Cavendish no son más que unos mediocres falsos, que se aferran a su gran apellido porque no tienen donde caerse muertos.

En ese momento la rubia platinada se dejó llevar por las emociones y ni siquiera lo pensó dos veces al reaccionar. Sacó su varita y la levantó para pronunciar el más de los terribles hechizos que se le vino en la cabeza. Al momento que la Cavendish izaba su varita la pelinaranja movía su puño con toda su fuerza directo a la cara de la rubia platinada.

Mientras todas estaban completamente perplejas por la rápida e inesperable vuelta que había dado el escenario, Jasminka utiliza su varita y lanza un hechizo de inmovilización sobre las protagonistas de la revuelta, dejándolas completamente paralizadas.

— Amanda: (Enojada). ¡Jasminka libérame ahora mismo!

— Jasminka: No, hasta que te calmes.

Atsuko aún atónita tratando de calmar la situación acercándose a la pelinaranja y a la rubia platinada dijo. — Por qué mejor mañana decidimos a qué lugar ir con más calma y bien descansadas.

— Lotte: Esa es una muy buena idea Akko, nosotras con Sucy ya nos íbamos a ir a nuestra pieza.

— Sucy: ¿Qué? Justo cuando se ponían interesante las cosas.

— Lotte: (Dándole un codazo a Sucy). Ya nos íbamos a ir a acostar, porque estamos muy cansadas y mañana nos espera un gran día.

— Sucy: Bueno, que duerman profunda y funestamente.

— Akko: (Sonriéndole a la Cavendish). Bueno, porque no te acompaño a tu habitación Diana. Así nos ponemos al día sobre los estudios que me he saltado.

— Diana: (Mientras Jasminka deshacía su hechizo). Como quieras.

Así la castaña y la rubia salieron de la habitación introduciéndose en los oscuros pasillos sumergidos en la noche tensa y llena de sentimientos. Por otro lado, la pelirroja quedándose con Jasminka en la habitación solo se sumergía cada vez más y más en sus pensamientos, — "¿Por qué caraj* se va con ella? ¿Por qué mierd* estoy sintiendo esto sin ti? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti Akko? ¿Por qué tengo estos jodid*s celos?"

El amor es la esencia de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora