Capítulo X

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Recordando el gran pleito que armaron O'Neill y la Cavendish por una simple pequeñez, el rápido actuar de Jasminka y la excusa dudosa pero eficiente de la castaña para separar la pelinaranja de la rubia platinada. Nos encontramos en la actualidad con Akko y Diana caminando por los pasillos de la alucinante y legendaria mansión de Circe.

 Akko: (Aliviada piensa). Menos mal que Jasminka lanzó ese hechizo sino no se a que hubiesen llegado. (Choca).

— Diana: (Dándose media vuelta). Por dios Akko, que descuidada eres.

— Akko: (Sumida en sus pensamientos). Disculpa, no me fije que te detuviste.

— Diana: (Abriendo la puerta que se encontraba delante de ella). Pues si te hubieses dado cuenta no hubieses chocado. ¿Vas a pasar?

— Akko: (Confundida). ¿Pasar? ¿A dónde?

— Diana: A mi habitación. Dijiste que íbamos a hablar de las clases que no has tomado.

— Akko: Verdad, se me había olvidado.

— Diana: (Impaciente). Entonces, ¿pasas o no?

— Akko: Ah, sí

Así ambas brujas entraron en la habitación. Atsuko por un lado se sentó en la orilla de la cama sumiéndose en sus pensamientos, mientras por otro lado Diana buscaba unos libros en un librero que comenzaba en el suelo y crecía hasta el cielo del dormitorio.

— Diana: (Mientras apilaba algunos libros en un escritorio). Bueno, creo que la última vez quedamos en rituales sagrados, hitos importantes en la historia de las brujas y alquimia.

— Akko: (Piensa). "¿Por qué Amanda se abra enojado tanto? Se que no le cae bien Diana, pero... j*der. ¿Por qué tienes que ser tan impulsiva? Además, que tiene de malo que Diana nos acompañe. Y eso de decirle "princesita", "barbie", ¿qué rayos le pasa? ¡Y, oh por dios! ¡Amanda insulto el apellido Cavendish! ¡Estuve a punto de estar en línea cruzada de la mismísima Tercera Guerra Mundial! Todo pasó tan rápido, y si... ¡¿Y si mañana si se arma la Tercera Guerra Mundial?! ¿Qué vamos a hacer toda una semana con Diana y Amada en la misma habitación? Vamos a morir, sí eso es seguro"

— Diana: (Molesta y con los brazos cruzados). ¡Atsuko Kagari!

— Akko: (Sobresaltada). ¡Sí, presente! ¡O sea, atenta! ¡Perdón, aquí estoy!

— Diana: ¿Por qué rayos estás tan distraída? Llevo hablándote un montón de rato y no has prestado nada de atención, estás sumergida en tus pensamientos. Espera. (Frunce el ceño). ¿No me digas que estás preocupada por la incivilizada de O'Neill?

— Akko: (Piensa mientras se muerde el labio inferior). "Ay Akko, aequam memento rebus in arduis servare mentem"— ¿Preocupada? ¿Por qué debería?

— Diana: (Rodando los ojos). Vamos Akko, estás mintiendo. Se te nota. Estas moviendo las manos y desvías la mirada. Además, te muerdes el labio. (Piensa). 'Aunque lo último es muy sexy, ¿por qué debe de provocarlo Amanda?'

  — Akko: (Se recompone en postura). Yo... no estoy preocupada por Amanda.

— Diana: Sì, como no. Por què no vas a verla y terminamos aquí por hoy.

— Akko: (Piensa) "Vamos Akko piensa en algo que le quite el enojo"

— Diana: Además no es como que me estés proporcionando mucho interés que diga...

— Akko: ¡Estoy preocupada por ti!

— Diana: (Completamente estupefacta y con un leve sonrojo). mos.

— Akko: 'Mierd* se enojó más'. – Digo, me preocupo por ambas. Por ti y Amanda. Se pelearon muy feo. Asimismo, insulto tu familia y sé que es muy importante para ti. Sobre todo, por el legado y la tradición que te han dejado.

— Diana sonriendo levemente y casi en un susurro dijo; — ¿Te preocupas por mí? 

— Akko: Por supuesto. (Alterada y haciendo ademanes). ¡Por ti y por Amanda! ¡¿Por qué mejor no estudiamos?! Prometo prestar atención ahora.

A lo que Diana asintió con mucha seriedad. Mientras estudiaban y entre libros, cuadernos y varitas la peli plateada no podía de dejar de pensar en la confesión que le había dicho Atsuko. Y es que se le hacía casi imposible creer que le importara a la castaña. Aunque claro lo podía estar transgiversando en demasía la situación, en su mente solo repetía una y otra vez "Recuerda mantener la mente serena en momentos difíciles". 

Por otro lado, completamente opuesta a la situación que vivían la castaña con la peli plateada. Amanda estaba completamente furiosa y fuera de sí.

— Jasminka: (Tan tranquila como siempre). Amanda, ¿Qué rayos fue eso?

— Amanda: (Caminando de un lado a otro). ¿Qué rayos fue qué?

— Jasminka: Vamos Amanda tu sabes perfectamente de lo que hablo. Te descontrolaste por completo.

— Amanda: Claro que no. No me descontrole. Además, fue la princesita la que empezó todo, con su show de niña obediente y controladora, y ama y señora, y ¡no la soporto!

— Jasminka: Ves. Ahí vas de nuevo. Bueno, no es ningún secreto de que Diana te cae mal. Pero, insultar el apellido Cavendish sobre pasa todos los límites, y eso que te lo estoy diciendo yo como amiga.

— Amanda: ¿¡Te vas a poner del lado de la barbie!? Yo en verdad no tengo ni la menor idea de cómo la soportan. Sobre todo mi Akko. Pasa todos los santo días con ella estudiando, horas y horas de su tiempo con la Cavendish esa. (Hace un resoplido).

— Jasminka: (Con una sonrisa). Acaso, ¿no será ese el problema?

— Amanda: ¿Cuál? ¿Qué es una burguesa sinvergüenza?

— Jasminka: Que pasa mucho tiempo con tu apreciada Akko.

— Amanda: (Con los ojos abiertos como plato). ¡A qué caraj* te refieres! ¡Claro que no!

— Jasminka: (Entre risitas). Ay Amanda, ya te atrapé.

— Amanda: Deja de decir tonterías. Sabes, mejor voy a salir a caminar un rato por ahí.

— Jasminka: Ten cuidado, no vaya a ser que comiences a perderte en sueños con tu Akko.

Así la pelirroja se perdía en un manojo de enredos por los frondosos bosques, la brujita rusa se encaminaba a su habitación entre sumisas risitas y una que otra sonrisa. 

El amor es la esencia de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora