XXXI

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A la mañana siguiente, abandonamos el campamento antes de lo planeado.

Despierto y la bolsa de dormir está fría, y encuentro a Jungkook afuera, vestido. Él también es un manojo de nervios. Primero pienso que sigue el problema con los pumas, pero me asegura que ya están lejos. Hay otra cosa por la cual preocuparse.

Se aproxima una tormenta de verano. Una grande. Se ha formado después del paso de un frente tropical.

Si queremos llegar a la fiesta estelar, tenemos que cruzar hoy el Paso de la Reina, un cañón angosto entre dos montañas. U río pasa por él, y se inunda cuando hay tormentas. Se inunda el cañón entero.

-Hablé con el guardaparques. Me advirtió que tenemos que evitar quedar atrapados allí -explica Jungkook-. Así que debemos atravesarlo antes de que caiga la noche, o tendremos que quedarnos aquí una noche más. Pero existe la posibilidad de que si nos quedamos pase otro día hasta que se pueda pasar el cañón.

-¿Estas seguro de que podemos atravesarlo?

-Si la tormenta sigue la ruta en la que se encuentra ahora, no tendríamos que tener ningún problema. Pero debemos salir pronto. En la próxima hora.

-Ah, guau.

-¿Cómo está el sarpullido? -me levanta las mangas e inspecciona mis brazos-. Ya no asusta, pero sigue ahí.

-Por lo menos no me pica tanto.

Lo único que puedo hacer es estar atenta y tratar lo síntomas. Intentar bajar mi nivel de estrés y tomar la medicación. Todavía sigo grogui por el Benadryl, pero tomaré oto antihistamínico que no causa somnolencia con el desayuno. Y hay desayuno, descubro, porque Jungkook ya preparo todo, incluido lo más importante: café.

-Voy a necesitar esa cafeína en cuanto regrese del baño -le explico-. Toda la que puedas dejarme.

-Preparé café extra fuerte. Sabrá a lodo quemado. Tendrá la consistencia de un licuado.

-Había olvidado que me caías tan bien.

-Te aceré mejor si puedo llevarte a la fiesta estelar sin que nos ahoguemos por una tormenta, así que apresúrate -dice, con u atisbo de sonrisa.

-¡Me estoy apresurando!

Desayunamos y desarmamos el campamento con rapidez, y cubrimos las mochilas con bolsas de residuos por si llueve. Una vez que estamos listo, nos dirigimos al campamento con algunas otras almas que también se han levantado de madrugada. Pronto esos senderistas nos dejan para seguir el Sendero Plateado. Nuestro sendero se dirige al oeste y es mucho más pequeño. Que sea más pequeño, implica que hay menos senderistas -bien-, pero también significa que recorreremos lugares agrestes.

Sin letreros, sin baños, ni señal de celular.

Estamos solos.

La niebla matutina se levanta a medida que avanzamos en dirección a una pequeña cadena de montañas cubiertas de pinos ponderosa. Y después de enérgica caminata cuesta arriba, el bosque se nivela y se abre ante un río que serpentea a lo largo de un cañón: el Paso de la Reina.

El cañón es bastante angosto y repleto de helecho y musgo. A la derecha del río está el sendero que poco a poco se va inclinando, y donde apenas caben dos personas caminando lado a lado cómodamente, por lo que cada tanto me quedo atrás para no caer en la maleza. Vale la pena el esfuerzo -el camino dificultoso, las telas de araña y las ocasionales ramas bajas que casi me sacan un ojo- porque el lugar es una belleza espectacular. El río murmura y creo una ligera niebla cuando se cruza con pequeñas colinas de piedras pulidas por el agua, y los helechos sobrenaturales que cubren el suelo del cañón parecen ser más grandes y abundantes a medida que avanzamos. Es una exuberancia de helechos. Como si la naturaleza nos dijera: Toma, te mereces una porción más.

Estrellas  |  J.J.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora