XVIII

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Cuando despierto, veo una luz gris pálida y siento frío. Tengo los dedos y la nariz helados, y al tratar de moverme, me doy cuenta de que me dormí vestida. Tampoco moví la piedra que está debajo de la carpa, y ahora siento como si me hubiera quebrado las caderas.

Además de todo eso, tuve unos sueños extraños acerca de Jungkook. Muy retorcidos, y muy eróticos. Mataba al oso, y maldita sea, ¿por qué tengo tanto lío en la cabeza? Debe tener que ver con lo que dijo Seungun acerca de Jungkook está enamorado de mí. Lo cual es una estupides, porque Jungkook no está para nada enamorado de mí. Es imposible, porque yo soy la de los sentimientos no correspondidos. Yo soy la enamorada. Jungkook me dejó a mí.

Me encantaría quedarme metida en mi capullo y seguir durmiendo para quizás reorientas los sueños hacia una dirección distinta, no erótica. Pero me levanto para revisar mi uticaria que sigue pera está bajo control- y me doy cuenta de que tengo que orinar. Ya mismo. Hay lugar aquí como para que me ponga de cuclillas pero no de pie, así que busco suministros y las gafas, me arrastro sobre la bolsa de dormir y bajo el cierre rumbo a la libertad.

Está todo tranquilo. Afuera está gris, pero una luz dorada brilla entre los árboles del este. Todo está húmedo, y siento el sutil aroma de los pinos en la nariz mientras camino. Nunca he estado más despierta en mi vida, estoy alerta, pienso en el oso, y atenta a cada canto de pájaro,  a cada ruido de hojas. No veo a nadie. Ni al oso, ni a la gente. Solamente restos de la carpa destrozada de Seungun junto a la de Yongsun.

Después de la caminata al bosque para aliviar mi pobre vejiga, regreso al campamento base y noto movimiento junto a rió. Me inunda la ansiedad por la pelea de anoche,  me preocupa que sean Yongsun o Seungun. Me lleva un momento de corazón desbocado quitarme quitarme de encima la neblina de los antihistamínicos y reconocer a Jungkook en su sudadera negra. Está cruzando el rió desde la otra orilla por las rocas, con una hacha colgada de una funda que lleva en la cintura y un manojo de leña. Cuando me ve,levanta la cabeza por un instante, y me sorprende el alivio que siento de verlo.

No pienses en tus sueños eróticos sobre osos.

Se dirige al refugio de granito  y lo alcanzo allí. Arroja el montón de leña que juntó cerca del fogón. Cuando me da la espalda, recorro con la mirada el chaleco de denim que luce sobre la sudadera. Está repleto de parches de películas de terror y de insignias esmaltadas con forma de lápida y partes del cuerpo. Algunas cosas no cambian nunca.

-Ey -digo-. Supongo que somos los únicos que se levantaron, ¿no?

-Sí, y no.

Se pone de cuclillas junto al fogón para poner en el centro ramitas de corteza y hojas secas.

-¿Qué quieres decir con sí y no?

-¿Tienes resaca? -me pregunta, entrecerrando lo ojos-. Suenas lenta.

-Antihistamínicos.

-Oh. Drogas duras. ¿Te salió un sarpullido?

-Algo de eso. ¿Qué quieres decir con sí y no? -repito, mirando el campamento.

Suspira.

-Allí, sobre los contenedores anti-osos.

Están apilados en fila cerca de las rocas que usamos como asientos , junto a utensilios de cocina. Descubro una tira de papel higiénico debajo de una piedra. Hay algo escrito, un mensaje escrito con lo que parece ser delineador. Es la letra de Yongsun. Levanto la piedra y tomo la nota.

Arréglenselas para volver a casa.

Leo la nota de Yongsun una y otra vez , pero no tiene sentido. ¿Se...? Quiero decir, ¿nosotros...?

Estrellas  |  J.J.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora