XXVIII

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-¿Cariño? -me pregunta, y le cambia el tono de voz-. ¿Ha algo más que me quieras contar?

Se me acelera el pulso.

-¿Qué quieres decir?

-Bueno, sabes que no me gustan los secretos.

-Lo sé.

-Y cuando la gente tiene secretos, suele ser por los motivos equivocados.

Ay, Dios. ¿Sabe que estoy aquí con Jungkook? ¿O está hablando del romance de papá? No es posible. Estoy siendo paranoica.

-Sé que algunas veces parece que... -hace una pausa-. Chaeyeong, te quiero más de lo que tú imaginas. Pero...

-Pero, ¿qué?

¿Por qué un pero?

-Quiero que sepas que puedes contarme cualquier cosa -dice con firmeza.

-Lo sé.

-Bueno, eso es todo.

¿Eso es todo? ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué es tan críptica? Quizás debería contarle lo de Jungkook. Pero si lo hago, tengo miedo de que le cuente a papá, y vendrán y me obligarán a volver a casa. Ya me he decidido. Sé que me llevó mucho tiempo, pero que ahora que estoy decidida, honestamente no quiero volver a casa.

Odio mentirle.

Pero me quiero quedar con Jungkook.

El teléfono reproduce un mensaje pregrabado, y me dice que deposite más monedas.

-No tengo más monedas, así que tengo que colgar -le explico-. Pero quería reportarme y decirte que estoy bien y que... Bueno, como dije, estoy con un muy buen guía. Así que no tienes nada de qué preocuparte.

-¡Espere! ¿Cuándo estarás en Cerro del Cóndor?

-Pasado mañana. Tarde.

-Prométeme que me enviarás un mensaje cuando llegues.

-Lo prometo. Y te quiero.

-Yo también te quiero, dulzura -suena triste. ¿O decepcionada?-. Y te extraño. Por favor, cuídate.

Uff. Me está rompiendo el corazón. Y no puedo agregar nada más, porque el teléfono detecta que no puse más monedas y corta la llamada. Cuelgo y apoyo la frente sobre el aparato.

-¿Todo bien? -escucho que dice Jungkook en voz queda a la altura de mi hombro.

-Creo que sí. Eso espero.

-¿Qué decidiste?

Me vuelvo y me rasco el brazo, distraídamente.

-Espero que no hayas cambiado de idea acerca de llevarme a Cerro del Cóndor, porque ahora no te puedes deshacer de mí.

Suspira. Dos veces. Al tercer suspiro, extiende la mano tímidamente hacia el costado de mi rostro, y aparta con gentileza un mechón de cabello que cae sobre un ojo, tomándose su tiempo.

-Me pone muy contento. Muy contento.

-¿Sí?

-Sí. No asumo nada. No pienso reservar la habitación de hotel, ni nada de eso.

Gruño suavemente, un poco avergonzada.

-¿Demasiado pronto? -dice, con un atisbo de sonrisa.

Sacudo la cabeza y le devuelvo la sonrisa.

Deja caer la mano y hay un momento de silencio incómodo hasta que halo de nuevo.

-Estoy preocupada porque debería de haberle contado a mamá sobre la mujer que viste el año pasado con mi padre -confieso, tratando de apartar el foco del complicado asunto entre nosotros-. Y los del álbum de fotos. No pude.

Estrellas  |  J.J.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora