•~El augurio de la luna roja~•

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Una noche de luna llena, en lo más alto de un acantilado una hermosa mujer de piel blanca cual porcelana y cabello oscuro cual noche yacía rogando a la luna por su perdón. Su joven corazón había pecado al enamorarse de alguien de corazón impuro, cometió una locura por amor la cual al final de la noche terminó en un rotunda traición.

—¡Oh, madre de las bestias de la noche, Diosa Nix! ¡Madre mia! ¡Diosa de la luna, Selene!— exclamó entre sollozos mientras subía su mirar humeante al cielo —Perdonad mi pecar, les he fallado, los deseos de mi corazón me han cegado y he traicioné a mis iguales— prosiguió mientras acariciaba su plano vientre —Os ruego, que el fruto creciente de mi vientre no lleve la carga de mis pecados.

La voz de la joven reflejaba arrepentimiento y sobre todo dolor, el sonido de las olas golpeadas contra las piedras; piedras que suavemente absorben las lágrimas de la joven.

Su rostro reflejaba desolación y su mirada perdida causa de su terrible pasado.

Gracias a que la luna con su resplandor hacía que no todo estuviese en oscuridad se pudo notar una silueta a espaldas de la joven que suplicaba por perdón —¿Qué hace una bestia de la noche rogando por el perdon de sus pecados? Nadie podría creer esto, mucho menos viendo de vos— Señalo causado que la femina se estremecira al escucha la masculina voz llena de arrogancia —¿Qué os pasa? ¿POR QUÉ NO RESP9NDEIS?

Tras su forma de hablar, la joven vaciló si responderle o no, aquella voz hacia que temiera por su vida y ahora también por la de su híbrido heredero que cargaba en su vientre; dispuesta a darse la vuelta y encarar su pecado se levanta mientras limpiaba las lagrimas de sus ojos pero se detuvo al sentir un fuerte dolor en su vientre, al bajar su mirar vio una cuchilla clavada y sangre brotando de esta.

—¿Qué fue lo que hicisteis? Es a vuestro hijo el que cargo en mi vientre, ¿Tanto odio tiene vuestra gente hacia mi especie?— Volvió a levantar su rostro pero esta vez su mirada irradiaba ira, dolor, tristeza, aún tenía esperanza de que aquel humano cambiase su manera de pensar, pero se equivocó.

En un solo momento su mundo había acabado por completo "—¿esto es lo que me merezco, madre?—" se preguntaba la joven mientras observaba a aquel hombre con sonrisa sádica, de autosuficiencia y ojos llenos de arrogancia.

—¿Acaso pensabais que dejaría que tu, una de esas bestias devoradora de sangre tuviese un híbrido engendrado por mí en vuestro vientre? Querida mía, pensasteis mal, creí que erais más inteligente— dijo aquel hombre mientras le acariciaba suavemente sus mejillas más pálidas de lo normal— Nunca dejaría que aquel bebé naciera, sería una verdadera vergüenza para mí.

Tras decir esas palabras tiró a la chica del acantilado escuchando como su cuerpo chocaba contra aquellas rocas haciendo que muriese al instante, mientras su risa lunática resonaba por todas partes. Dispuesto a retirarse, fue a sus aposentos orgulloso de no tener que ser ejecutado debido al gran pecado de meterse con la reina de los vampiros, conocida como la bestias más poderosa de la noche.

Lo que él no se esperaba es que en esa misma noche el alma en pena de aquella hermosa mujer se apareciese en sus aposentos; su cuerpo brillaba gracias a la luz lunar que se adentraba por la ventana, una vista efímera y traslúcida, el viento resonaba con fuerza mientras los murciélagos volaban por toda la habitación con su revoloteo inquieto haciendo que este se despertara con miedo.

"—¿Dónde os quedo vuestra arrogancia? Los dioses fueron testigos de vuestro pecado y me otorgaron la oportunidad de vengarme de vos—"

El hombre yacía en aquella cama estufepacto al ver aquella reina frente sus ojos mientras la luz blanca de la luna empezaba a tornarse de un color rojo sangre haciendo al espectro de la fémina más macabro.

"—Me habéis demostrado que los humanos no son capaces de amar a otros con sus diferencias y que las verdaderas bestias sois vosotros, ahora vuestros sucesores cargarán vuestro pecado y nacerán con la marca de la luna menguante en vuestros hombros.
Un dia como hoy en 2.000 años más, cuando la luna se tiña de sangre mis hijos saldrán a cazar y vuestra raza perecerá, no habrá escapatoria alguna a menos que me muestren de que sois dignos de amar y ser amados, hasta ese momento la maldición de la luna seguirá y todos pasarán lo que yo, vuestro primogénito morirá a los 17 años de la peor forma posible y el sufrimiento llenará vuestras almas hasta destruirla por completo—"

El hombre al ver como la mujer que alguna vez fingió amar se desvanecía frente a sus ojos dejando solo un río de sangre, provenientes de sus ojos que lloraban aquel líquido carmesí y del vientre que con delicadeza pura ella se acariciaba; la mirada de aquel hombre empezó a reflejar miedo y odio, sabía que ella no estaba mintiendo en absoluto y que su pecar traería grandes consecuencias a su vida y futuro.

Aquella maldición no solo era impuesta por la bella mujer si no por los mismísimos dioses, él lo sabía muy bien, y sobre todo le dió dolor a la madre de la noche al cometer homicidio de uno de sus hijos amados y aquella madre se encargaría de cumplir aquel augurio profesado frente luna roja.

Por culpa de su arrogancia y su odio, la desgracia y destrucción los seguiría en el futuro, hasta que alguien cumpliera el trato o se acabará el tiempo de espera.

El Augurio de la Luna Roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora