Capítulo 5: Glauco

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Al día siguiente Kai acompañado de Otto se dirigió a la biblioteca muy temprano donde Perla muy servicialmente le entregó todos los libros sobre mitos y leyendas del océano que tenían. Luego de ojear varios se dio cuenta que lo que necesitaba se encontraba en la sección de historia de los sirenos, ya que era información que ningún humano poseía. Por lo que Perla, le entregó todos los pergaminos escritos en algas para que el joven sireno los estudiara.

—No quiero desmotivarte en tu búsqueda, pero Glauco no es más que un mito —le decía Perla mientras lo observaba como leía concentradamente.

—No según este texto —le dijo Kai— ¿Por qué crees que los sirenos nunca nos acercamos al límite donde solían encontrarse los obeliscos?

—Esos obeliscos desaparecieron hace cientos de años junto con el dios Poseidón —respondió Perla—, además, el rey fue quien nos prohibió pasar ese límite. Estar demasiado cerca de las playas sería muy peligroso, los humanos podrían descubrir nuestra existencia.

—Según este libro es Glauco quien protege que los sirenos no pasemos ese límite. Cruzarlo significaría volvernos humanos al pisar tierra —le dijo Kai mostrándole el pergamino—. Debe ser cierto. Papá debe saber que eso pasaría si cruzamos el límite mágico.

—Príncipe, no quiero ser irrespetuosa —le dijo Perla disculpándose—, pero creo que su deseo de visitar el mundo de los humanos lo ha llevado a creer esta fantasía.

—Puede ser, Perla —le dijo Kai mirándola fijamente—, pero esta fantasía es la única oportunidad que tengo de conocer la tierra...de aprender de la historia de los humanos. Quiero aprenderlo todo, quiero leer sus libros, quiero conocer otros imperios, quiero saber cómo sus ciudades y naciones han evolucionado... ¡Promete que no le contarás a nadie que he estado investigando esto!

—Lo prometo — le dijo Perla, nerviosa —, espero que sepa lo que está haciendo.

—Estaré bien —le respondió con una sonrisa—, los humanos son buenos. Lo sé.

Esa noche, Kai salió de su habitación y nadó con cautela por los pasillos. Salir del castillo no fue difícil, había burlado a los guardias cientos de veces para salir de aventuras, pero era la primera vez que dichas aventuras lo llevarían a tierras tan lejanas. La verdad es que estaba un poco asustado. Al salir del castillo nadó a través de las oscuras aguas junto a Otto, quien pegado contra su hombro dormía en silencio.

—¿Dónde crees que vas? —preguntó de pronto una voz haciendo que Kai diera un salto del susto. Al darse vuelta pudo ver a su hermana, Cordelia, quien lo miraba con reprobación— ¿De verdad esperabas irte sin mí?

—No pensé que querrías acompañarme —se disculpó Kai— con tu boda avecinándose y todo eso.

—La boda puede esperar —le dijo Cordelia acercándose acompañado de una vieja tortuga que siempre la acompañaba a todas partes. Esta se llamaba Yertle y siempre estaba dispuesto a una aventura a pesar de ser senil— ¿Crees que dejaría a mi hermanito ir solo a un lugar desconocido?

—¿Qué pasará con Jett?

—¿Qué pasará conmigo? —preguntó de pronto un guapo sireno quien ser acercó al par de hermanos. Este era el novio en cuestión, Jett. Este era el novio de Cordelia y mejor amigo de Neptuno. Tenía la piel pálida y el cabello castaño y corto. Su cola era de un tono café que combinaba perfectamente con su cabello— ¿De verdad pensabas dejarme fuera de este viaje?

—Pensaba volver antes de la boda —se excusó Cordelia—, además pensé que estarías demasiado ocupado con todos los preparativos.

—Quedarme a una boda si no hay novia no tiene sentido —le dijo Jett, quien siempre apoyaba a Cordelia en todo lo que esta se proponía, lo que a veces podía incluso hacer sentir a esta un poco ahogada—, además necesitarán a alguien que los proteja si hay problemas —agregó encabezando el grupo.

Alrededor de una hora después llegaron al límite donde hace siglos se encontraban los obeliscos. El lugar estaba oscuro y desierto. No había señal de ningún dios, ni nada. Solo unos cuantos peces comunes que nadaban sin rumbo.

—¿Cómo decías que este Glauco se invocaba?

—Glauco, protector de los siete mares —comenzó a pronunciar Kai—, hijo de Poseidón, escucha nuestras plegarias y danos paso hacia la tierra de los humanos —agregó mientras dejaba sobre el suelo un objeto redondo y de metal que los otros no supieron identificar.

—¿Qué es eso? —le preguntó Cordelia.

—Es una moneda. Un objeto que los humanos utilizan para hacer trueques —respondió Kai—. Perla me la dio. Glauco antes de ser un semi-dios del océano solía ser humano, un pescador para ser más exactos, por lo que entregarle un regalo que le recuerde su humanidad como ofrenda siempre lo tienta a aparecer.

—¡Pfff! —se mofó Jett— Esa cosa es solo basura. Creo que hemos nadado en vano.

—¡¿Quién osa insultarme de esa forma?! —dijo de pronto una voz retumbante a la vez que el suelo bajo sus colas comenzaba a levantarse formando una gran montaña de arena y rocas que los encegueció. El agua a su alrededor comenzó a embravecerse por unos segundos para luego dejar a la vista a quien les estaba hablando.

Glauco era de la cintura para arriba como un hombre. Su cara era la de un anciano de profundos ojos negros como el cielo nocturno. Su barba y cabellera eran tan largas que rozaban el suelo marino y de un color tan verde como las algas. Sus brazos estaban llenos de escamas y eran de un color azulado, mientras que su cola verdosa era muy larga y similar en forma a la de las anguilas.

—Lamento la impertinencia de mi amigo —dijo Kai bajando la cabeza y brazos en posición suplicante—, le hemos traído una ofrenda. Es una moneda.

—Una moneda de oro —dijo Glauco tomando con sus manos azuladas la moneda entre sus garras—, dime joven sireno ¿Qué deseas del viejo Glauco?

—Deseo paso hacia la tierra de los humanos —le pidió sin vacilar—, pero para eso necesitamos tener piernas como ellos, al menos por tiempo limitado.

—Me estas pidiendo demasiado —le dijo Glauco—, sabes que está prohibido que sirenos y otros seres mágicos del océano pisen tierra firme ¿Por qué habría de cumplir tu deseo?

—Haré lo que sea, lo que sea —le suplicó Kai volviendo a su posición de súplica. A su espalda su hermana y su novio miraban nerviosos la escena. Ninguno se atrevía a interrumpir la conversación entre Kai y ese ser que había surgido de las profundidades del mar.

—Hay algo en lo que me puedes ayudar —le dijo Glauco sonriendo. Era una sonrisa que puso incomodo a Kai. No sabía cómo interpretarla, pero no le gustaba esa sonrisa —. En tierra hay un artefacto. Es un anillo con una piedra roja en el centro. Lo reconocerás de inmediato ya que tiene el símbolo del tridente de Poseidón en el centro.

—¿Por qué necesitas ese anillo? —le preguntó Kai intrigado.

—Tiene un valor sentimental muy importante. Me recuerda mi anterior vida como humano, esa vida que deje atrás hace miles de años.

—¿Realmente esperas que encontremos un artefacto que perdiste hace miles de años? —le preguntó Cordelia sacando la voz por primera vez desde la aparición del semi-dios.

—Es un trato —dijo Kai ignorando a su hermana mayor—. Traeré lo que me pides.

Glauco le tomo la mano delicadamente y le puso un anillo con una piedra azul en el dedo índice de la mano derecha del joven sireno. Luego le dedicó otra vez una sonrisa, pero esta vez una mucho más amistosa que la primera.

—Este anillo brillará cuando este cercano al que deben traerme —le dijo Glauco mientras comenzaba a desaparecer entre la arena de las profundidades del mar creando nuevamente una nube de arena en el agua—, les deseo suerte, jóvenes —agregó desapareciendo completamente.

Kai cruzó rápidamente el límite que antiguamente marcaban unos obeliscos que habían desaparecido hace milenios con Otto sobre su hombro. Más atrás Cordelia y Jett se dedicaban una mirada llena de preocupación antes de seguirlo, acompañados de Yertle, quien se había guardado su opinión del asunto por el momento.

The Little Merman #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora