Capítulo 9: El cumpleaños

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Durante los siguientes días el sexteto de jóvenes se había hecho inseparable. Pasaban los días recorriendo la ciudad visitando lugares de interés cultural. Kai estaba especialmente interesado en visitar todos los museos abiertos al público en Coral Reef y tenía una particular afición por la joyería antigua, la que observaba con detenimiento.

Mientras los días seguían avanzando los sirenos se sentían más tranquilos deambulando por el mundo de los humanos. Los grandes edificios que se erguían hasta el cielo les llamaban en gran manera la atención, los árboles y flores que cubrían gran cantidad de la tierra eran especialmente hermosas, pero definitivamente lo que más les encantaba eran los animales terrestres que habían logrado ver. Los perros eran especialmente amigables, su pelaje era algo distinto al de cualquier animal del océano y la forma en que movían su cola mostrando su alegría era encantadora.

A pesar de lo bien que lo habían pasado conociendo la ciudad y las diferencias que la tierra podía tener con el océano, había habido experiencias menos agradables. Una de estas había sido la visita al zoológico local donde los visitantes no habían logrado entender el propósito de tener a las majestuosas criaturas salvajes encerradas en jaulas ¿Cómo era posible que los terrestres disfrutaran ver a esos animales de esa forma? Los animales eran los hermanos menores de los seres con un nivel pensante superior, como humanos y sirenos, por lo que su deber era protegerlos. La visita había terminado abruptamente cuando Cordelia había intentado liberar a las cebras causando que la policía llegara al recinto.

Así transcurrieron las siguientes semanas hasta que llegó el tan esperado cumpleaños de Jimmy, el cual todos los años se celebraba a lo grande en el salón de uno de los hoteles más prestigiosos del país. Este año la temática de la celebración sería fiesta de máscaras.

—Estoy muy nervioso —decía Kai a Rod mientras este lo ayudaba a ponerse el corbatín rojo que hacia juego con la chaqueta aterciopelada del mismo color. Los pantalones del chico eran negros. Rod usaba un traje idéntico, pero de un tono azul marino. Ambos habían decidido vestirse a tono para la fiesta que se celebraría esa noche— porque no se bailar. Nunca he bailado. Soy muy torpe con estas piernas.

—Bailar no es difícil, aunque yo no soy un gran bailarín —le dijo Rod mientras trataba que el corbatín quedara perfectamente alineado—. Amber puede enseñarte a bailar.

—¿Amber? ¿Puedes hacerlo tú? —le preguntó Kai sintiéndose más cómodo con Rod con quien se llevaba de maravilla.

—Creo que sería mejor que bailaras con una chica —le dijo Rod nervioso. La mirada penetrante de Kai con esos ojos de un tono azul amoratado le intrigaba. Esos labios gruesos de color oscuro...—. Te ves muy guapo...quiero decir...te ves bien.

—Gracias, tú también —respondió Kai desviando la mirada al notar que Rod se estaba poniendo nervioso al tenerlo tan cerca y la verdad es que no solo Rod se encontraba nervioso en ese momento.

—¿Hay alguna chica especial esperándote en casa? —le preguntó Rod de pronto, arrepintiéndose al instante de hacer esa pregunta tan personal en ese momento, sin haber preparado previamente el camino.

—No la hay —respondió Kai no prestándole mucha atención a la pregunta—, será mejor que salgamos a la pista de baile.

Los chicos salieron de la habitación que Jimmy había rentado para que pudieran cambiarse de ropa y caminaron por el estrecho pasillo hasta llegar a unas escaleras que los guiarían hasta el salón que se encontraba en la primera planta. Ambos recorrieron ese corto tramo uno al lado del otro, con sus manos rozándose en algunos momentos mientras caminaban en silencio. Antes de llegar a la puerta que los guiaría al salón, ambos se pusieron sus máscaras de estilo Veneciano. La de Rod era una sencilla mascara azul con detalles dorados mientras que la de Kai era negra con una forma parecida al gato que se paseaba cerca de la casa de Rod, razón por la que la había elegido.

The Little Merman #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora