Capítulo 18: La despedida

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Esa misma tarde mientras el sol se ocultaba en el mar a lo lejos, luego de un día de haber brillado fuertemente en el cielo despejado. El grupo de sirenos que hace casi dos meses había llegado a Coral Reef, se marchaban luego de sucesos trágicos ¿Quién iba a imaginar que semejante aventura terminaría de esa forma? ¿Qué ese trato inocente les acarrearía tantas consecuencias?

Los sirenos y humanos que tan buenos amigos se habían hecho en ese periodo de tiempo, ya se habían despedido afectuosamente, aunque la pena podía sentirse en el aire.

Cordelia junto a Jett y Zale esperaban cerca del agua mientras que al otro extremo Jimmy y Amber observaban la conmovedora despedida que se llevaba a cabo justo en medio. Kai y Rod conversaban con los rostros muy cerca, sin que ninguno de los presentes pudiera oír lo que se decían el uno al otro.

—Si tan solo hubiera regresado a casa cuando nuestro padre mandó a buscarme —decía Kai mientras las lágrimas caían por sus mejillas—. Haber desobedecido no me trajo más que problemas. Murió Otto, luego papá...ni siquiera pude despedirme, ni decirle que lo quería una última vez. Nunca pude disculparme por ser un pésimo hijo, por desobedecerle en innumerables ocasiones. No pude decirle una última vez que lo amaba.

—Estoy seguro que tu padre sabía cuánto lo amabas —le respondió Rod acariciándole las mejillas—. Ningún hijo es perfecto, todos hemos hecho cosas que pueden haber roto el corazón de nuestros padres, pero finalmente siempre nos perdonan. Nos perdonan porque el amor de padre es incondicional. Tú no eres un mal hijo, Kai. No pienses eso.

—Si pudiera volver atrás el tiempo y no haber invocado a Glauco nada de esto hubiera pasado, pero no te hubiera conocido a ti. No puedo evitar sentirme peor porque una parte de mí nunca haría eso. Eres una de las mejores cosas que me ha pasado. Si tan solo papá te hubiera conocido, se hubiera dado cuenta de lo especial que eres, pero eso nunca podrá suceder porque está muerto.

—Tu padre vive dentro de ti. Recuerda eso —le dijo Rod—. Siempre estará dentro de ti, nunca lo olvides —agregó llenándolo de tiernos besos en su rostro.

—Debo irme —dijo Kai una última vez. El sol estaba por desaparecer en el horizonte—. Prometo que volveré Roderick, no sé cuándo, pero nos volveremos a ver —agregó alejándose hacia el mar. No hubo último beso. Sabía que si lo besaba una vez mas no podría despedirse. Tampoco sabía si podría cumplir su promesa. Volver hacia él era ponerlo en un riesgo muy grande debido a Glauco.

—Yo te estaré esperando —respondió Rod viendo alejarse al hombre que amaba con los ojos llenos de lágrimas. A la vez que Jimmy y Amber se acercaban a él posándose uno a cada lado, abrazándolo con ternura.

El trio de amigos observó como los sirenos se adentraban en el agua contra las olas que comenzaban a golpear con más fuerza en la costa a esas horas. Entre la espuma podían aun ver sus colas que aparecían de vez en cuando cada vez que se sumergían alejándose cada vez mas de Coral Reef hasta que finalmente desaparecieron completamente.

Los tres continuaron mirando en silencio por varios minutos cada uno con una mano en el hombro de Rod, quien tenía la mirada perdida. El único ruido en el aire era una gaviota que graznaba en el cielo y las olas que rompían contra la orilla de la playa.

—Está comenzando a hacer frio —dijo Amber dándole un tierno beso en la mejilla a su amigo e interrumpiendo el silencio del momento.

—Podemos ordenar pizza —añadió Jimmy abrazando a su amigo cariñosamente tratando de alegrarlo— y ver una película en el sofá como en los viejos tiempos.

—Cualquier cosa, menos una romántica —dijo Rod forzando una sonrisa—. Regresemos a casa.

Los tres caminaron tomados de las manos por la arena sin mirar atrás. A su espalda el sol ya había desaparecido en el horizonte bajo el mar.

The Little Merman #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora