El grito desgarrado de Alba hizo regresar a Santiago que, junto a Miguel, llevaron a Natalia a la alcoba de este último. Pese a que el rey había ofrecido al médico de la corte para que tratase sus heridas, Nat aseguró que no era necesario, dado que se encontraba bien y que eran cortes sin importancia. La realidad, sin embargo, era que se sentía algo mareada y que la sangre seguía empapando su ropa, pero el temor a que se descubriera que no era un hombre le hizo rechazar el ofrecimiento al tiempo que su hermano y su mejor amigo se ofrecían a auxiliarle con el pretexto de que era su deber cuidar de un compatriota.
Segundos después de que le ayudasen a tumbarse en el jergón unos nudillos golpeaban la puerta. Miguel fue raudo a ver de quién se trataba, mientras Santiago asistía a su hermana, que yacía con los ojos cerrados, para ver el alcance de los daños que había causado la espada de Granché.
- ¿Quién va? - preguntó Miguel.
- Soy Alba.
El guardia quitó el cerrojo y la rubia se abrió paso corriendo hasta llegar a los pies de la cama, donde dejó el cubo de agua que portaba y unos retales que servirían de vendaje.
- ¿Cómo está? - preguntó con gran desasosiego a Santiago.
- Ha perdido bastante sangre, pero saldrá de esta.
Al oír la voz de su amada, Natalia abrió los ojos.
- Ven, mi amor. Quítate esa pena, por favor - pidió al ver la enorme aflicción que reflejaba el rostro de Alba.
La menuda se acercó al cabecero, tomó la mano que le ofrecía la morena y besó las yemas de sus dedos.
- Deja que te cure.
Cuando Alba empezó a quitarle la camisa a Nat, Santiago y Miguel entendieron que debían poner fin a su presencia en aquella estancia. Salieron en busca de los guardias de Helike por si precisaban ayuda con Tineteau y sus hombres. A buen seguro el alférez mayor no se habría tomado de buen grado la derrota de su rey.
Tras sentarse en la cama, la rubia retiró la prenda con sumo cuidado para no lastimar a Natalia más de lo que ya estaba. Empezó a quitar la sangre que impregnaba su cuerpo y se tranquilizó un poco al ver que Santiago llevaba razón. El corte del brazo era algo profundo, pero tras aplicar el vendaje pareció dejar de sangrar. Afortunadamente, la lesión que casi hizo que Alba se desmayara no parecía revestir gravedad. El esternón había parado la espada de Paul en su camino hacia el corazón de la morena y solo había causado unos pequeños jirones con forma caprichosa en su piel.
- Siento mucho que ese bárbaro te haya dejado marcada para siempre por mi culpa – se disculpó mientras pasaba el paño húmedo por su pecho con gran mimo.
- No te preocupes, cuando deje de doler y cicatrice tendré una flor en el pecho.
- Admiro que siempre seas capaz de ver el lado bueno de las cosas.
- Pues eso no es lo mejor.
- ¿Y qué lo es? - inquirió intrigada.
- Que cada vez que vea esa cicatriz pensaré en ti, mi amor.
Aquellas palabras hicieron que Alba se inclinara sobre Natalia para atrapar sus labios en un apasionado beso.
- Perdón, no quería interrumpir.
La presencia de otra persona en la alcoba sobresaltó a ambas, haciendo que se separaran de inmediato.
- Traigo infusión de caléndula para las herid...
Marina no pudo terminar la frase al ver el torso desnudo de Natanael.
Natalia se cubrió rápidamente con la sábana, pero ya era demasiado tarde. La boca de la menor de las Martínez y Reche formaba un círculo perfecto y sus ojos azules estaban a punto de salirse de sus órbitas.

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Regina in corde meo
FanficAlba Minerva Martínez y Reche, heredera de la Corona de Helike, está a punto de celebrar sus nupcias con el futuro rey de Clounlandia Paul Granché, pero una situación inesperada hace que su vida gire 180 grados. ¿El eje sobre el que lo hará? La rein...