Capítulo 7

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Holly se removió en el lugar, como si estuviera nerviosa por lo que estaría por contarme. Yo la miré expectante, aún sorprendida del hecho que fuera capaz de cuestionar si quería o no que me hablara del por qué estaba en aquél lugar tan extraño.

Catherine, Anna y James, parecían bastante tranquilos, aunque también expectantes. Supuse que más por mi reacción que por lo que iban a decirme.

— Estás aquí — comenzó Holly, con voz queda, como si quisiera que escuchara cada una de las palabras con suma atención — porque los tiempos están difíciles en éste reino, y en todos los alrededores. — Fruncí el ceño. Definitivamente aquello no tenía nada que ver con lo que había pensado respecto a que querían ropa nueva —. Catherine, es la madre de James. — Asentí —. Ella era la Reina de éste lugar, y James, claro, el Príncipe que pronto pasaría a ser Rey — una risita se escapó de mis labios, esto era demasiado irreal para mi gusto. Holly continuó como si no se hubiera dado cuenta, aunque noté la mirada de desprecio por parte de James y Catherine —. Supongo que no debo explicarte demasiado del resto, así que sólo lo resumiré a que una malvada Bruja — asentí inconscientemente, me sonaba a cliché, a aquellos cuentos que mamá me solía leer de pequeña, o aquellas películas que pasaban por Disney Channel y yo pasaba horas y horas mirándolas —,  la cual hace mucho tiempo fue desterrada por… — Hizo una pausa y, antes de continuar, carraspeó —razones que más adelante sabrás. — Desvió su mirada hacia James, lo cual era algo desconcertante. Volvió sus ojos hacia mí y continuó —: El punto es que nuestro país, lugar, o como quieras llamarlo, se divide en tres reinos, los cuales dos de ellos ya fueron poseídos por esta mujer de la cual te hablé. Pronto, seguirá el nuestro. — Hubo un silencio, en el cual aproveché para hablar.

— ¿Y cómo es que James y Catherine no están en el castillo o donde vivan?

— Porque no es seguro. Además, todos estamos aquí para entrenarte.

— ¿Entrenarme? — Pregunté extrañada. ¿Qué querían de mí si yo no tenía nada que ofrecer? —. ¿Para qué?

— Para la guerra. — Contestó Holly sin rodeos.

— ¿Qué? — La voz apenas salió de mi boca. No podía creer lo que acababa de oír, no sabía de qué se trataba todo esto, pero no era nada bueno.

— La guerra que habrá cuando esta mujer intente invadir este reino, debemos pelear y liberar a los otros. — Puse las manos en alto deteniéndola.

— Espera un poco — una risa amarga salió de mis labios —. Antes de que sigas con todo esto, creo que todos — dije haciendo un movimiento con la mano, abarcando todas las personas que estaban cerca de mí — deberían entender que, primero: no soy guerrera, apenas tengo fuerzas para levantarme a la mañana e ir al colegio. Segundo: no soy nadie especial, estoy segura que tendrían muchas personas mejores que yo para este tipo de… guerra. Y, tercero: quiero ir a mi casa. — Apoyé la espalda bruscamente en el respaldo y crucé los brazos. Esperando a que la respuesta “Está bien, lo entendimos, te llevaremos a tu casa”. Pero en cambio, obtuve algo completamente diferente.

— El destino está escrito así. — Contestó Holly, sin ninguna emoción de por medio —. Pero eso te lo explicaremos más adelante, sólo diré que todo tiene que ver tu familia.

Pasé las manos por mi rostro, estaba perdiendo la paciencia.

— ¿Es que no entienden? — Pregunté con voz chillona, golpeándome las manos en mis rodillas, exasperada. A punto de llorar —. No tengo ninguna cualidad especial, entiendo que estén desesperados por ayuda pero… — No pude seguir más, las lágrimas comenzaron a caer y me costaba muchísimo hablar. Sentía que no tenía salida, era como estar dentro de un ropero vacío, imposible de abrir y con solo la oscuridad haciéndote compañía —. Quiero ir a mi casa — me cubrí en rostro con ambas manos, apoyando los codos en las rodillas, llorando desesperadamente.

Nadie dijo nada, era como estuviera sola en la habitación. Nadie me oyó. Solamente esperaban a que hicieran algo que realmente no podía, y tampoco quería.

Esperaban más de mí de lo que yo podía ofrecer.

— Todos estará bien — dijo Holly, en tono conciliador. Levanté la vista, dispuesta a gritarle que estaba equivocada, que todo estaba mal, que yo no debía estar ahí. Pero al ver la mirada de todos los presentes, supe que sería en vano, que me escucharían pero no oirían —. Ahora necesitas descansar — añadió en cuanto vio que no diría nada.

— Necesito más respuestas — susurré, tan bajo que apenas me escuché yo misma.

— Habrá tiempo para todo — repuso Holly —. Ahora queda decidir sólo una cosa.

— ¿Qué? — Pregunté, mi voz más exhausta de lo que me sentía.

— ¿Con quién vivirás? — Bueno, sinceramente, esa pregunta de sorprendió. No pensaba que podía decidir aquello.

Miré a cada una de las personas que estaban allí conmigo, y, sinceramente, lo que menos quería era vivir con alguno de ellos por tiempo indeterminado.

No soportaría vivir con la tranquilidad de Holly, y tampoco me soportaría a mí misma, el hecho de que ella supiera todas las respuestas y no quisiera contestarme ninguna, me volvería loca. Tampoco podría vivir con su armonía. Simplemente no.

Anna… Bueno, Anna simplemente era una bruja loca, al igual que Holly, sabía todas las respuestas, pero preguntarle a ella, sería mucho más insoportable. Tal vez me haría probar alguna de sus pócimas mágicas para ver qué me sucede antes de contarme todo. Y la verdad es que no tenía muchas fuerzas o paciencia para soportar noches de magia.

Catherine, aunque no la conocía, parecía una señora seria. Tampoco me contaría nada, y no podría vivir con alguien que no me dirigiera la palabra ni para un “buenos días”. Estaba segura que ella no era de hablar mucho.

Y James… No. Simplemente no.

Entonces me quedaba una sola opción.

— Sola — contesté.

Holly se paró del sillón, las demás mujeres la siguieron. Menos James.

— Como tú desees.

Para mi sorpresa se dirigió hacia la puerta, seguida de Anna y Catherine.

— Suerte mañana — exclamó Anna antes de que la puerta quedara abierta, di unos pasos hasta ella y vi cómo se subían a los caballos. ¿A qué se refería con eso?

— Espero que mañana estés lista — James susurró al pasar por mi lado, haciéndome sobresaltar. Se apoyó en el marco de la puerta.

— ¿Por qué? — Pregunté confundida. James rió.

— ¿Pensabas que íbamos a mandarte a la guerra sin entrenamiento? — No dije nada, ¿qué se suponía que haría? ¿Flexiones a las 6AM? —. Mañana vendré temprano, empezaremos con algo simple — agregó mientras se iba encaminando al caballo, Holly, Anna y Catherine ya se habían ido.

— ¿Algo simple como qué? — Grité mientras vi cómo se montaba, la gracia que tenía arriba del caballo era algo que yo nunca podría tener.

— Es una sorpresa, mañana sabrás — y sin más, el caballo comenzó a trotar.

Entré a la casa, todo estaba muy silencioso, perfecto para que pudiera dormir.

Subí las escaleras y entré a la única puerta que había. Había una cama de dos plazas, era todo blanco, la luz que entraba por la ventana ovalada del costado hacía que todo se viera aún más espacioso.

Arriba de la cama, había un vestido, con corsé y falda en forma de A. Era hermoso, mucho más hermoso que todos los que había visto anteriormente. Era blanco y de un color beige claro, muy claro. Parecía de princesa.

Lo alcé para verlo mejor. Era de mi talla, seguramente querían que me pusiera esto para sacarme la ropa sucia que llevaba.

Tiempo atrás me hubiera negado a usar semejante vestido, aunque me encantara, no eran mi tipo. Pero en aquél “tiempo atrás” nunca estuve en un mundo paralelo con el uniforme del colegio embarrado. Así que, por ahora, aquél rechazo quedaba anulado hasta tiempo indeterminado.

Primero, tenía que hacer otra cosa.

Me quité el uniforme para poder meterme en las sábanas limpias, me acosté en la cama y cerré los ojos.

Todo lo demás podía esperar.

Fearless {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora