Ocho

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La mañana brilla en nosotros. Estamos en nuestra cama. En algún momento dado de la noche lo llegue a mover a la cama.

Él despierta y yo igual.

Ambos reímos por despertar al unísono.

—Qué hermoso eres, belleza mía.— Él mueve mis flequillos a los lados.

—Hoy es Jueves.

—No debo trabajar.

—Y tu mamá se quedará con Dreamy hoy.

Yo digo con un puchero al saber que no la tendré en todo el día.

—¿Crees que hoy... Podamos probar lo que nos llego ayer?

Él me toma de los brazos cariñosamente. Yo pongo mis manos en su pecho.

—No seas tan rudo conmigo.

—No lo seré.— Él promete besándome los cachetes.

💫

Los padres de Mew se llevaron a Dreamy tempranito y nos despedimos de ella en la puerta. Yo abrazándola y papi Mew le dio besitos por todo su pequeño rostro antes de que se alejara con mis suegros.

Pero curiosamente los sigo hasta el auto llamando a la sra. Suppasit.

—¡Sra. Suppasit!— Llamo por segunda vez ahora al llegar al auto y ella entrando a Dreamy a este.

—Dime.— Ella se dirige a mí prestando atención pero manteniendo su cruel pero para nada injusta seriedad.

—¿Podemos...— Yo nerviosamente cruzo los dedos como si los golpeara antes de dejar caer mis manos a los lados del cuerpo. —al menos tener un cena familiar? Sé que lo que hice no tiene perdón pero me gustaría que todos tuviéramos una cena. Un compartir.

Ella asiente con una sonrisa de labios triste.

—La verdad es que yo también.— Ella dice.

—¿En serio?— Yo pregunto alzando las cejas con una sonrisa esperanzada.

Ella asiente la cabeza. —Ya han pasado años. Debemos hacerlo.

«No quiero que lo vea como un deber.» Yo pienso algo triste bajando la cabeza.

—Quiero tenerte en la mesa de la casa junto a mi hijo otra vez.— Ella me da una leve sonrisa de labios.

Yo le sonrío.

—Gracias.

Yo le digo. Ella entra al auto y me despido de Dreamy con ambas manos frente a su ventana. Ella se imita el gesto hasta que veo el auto partir. Vuelvo adentro de la casa con Mew y Bethoven.

—¿Todo bien con mamá?— Mew pregunta cuando estoy entrando a casa. Los pajaritos de los árboles que nos rodean cantan.

Después de varios minutos, estamos en la cocina cuando Mew me pone el juguete que fuerza a la boca a estar abierta. Estamos al lado de la mesa de la cocina.

—Esto es raro.— No se me entiende mucho lo que digo pero reí tocando mis cachetes. Mew ríe.

—Sí que lo es, belleza mía.— Él concuerda.

Tóxico(s) 2 • MewGulf Donde viven las historias. Descúbrelo ahora