Vitaly se quedó una semana en el rancho, disfrutando de su nueva
familia. Sorprendió a todos con su decisión de ayudar con algunas de
las tareas más desagradables, y pronto superó la aprensión que le
producía estar cerca de animales grandes.
Tras decidir que regresarían el domingo, la pareja estaba disfrutando
de una barbacoa con la familia cuando el padre de Sarah señaló unas
ominosas nubes que se acercaban rápidamente.
-Parece que vais a tener que quedaros uno o dos días más- afirmó,
observando el cielo. -Es probable que la tormenta empiece esta noche.
Después de excusarse, Vitaly llamó a Ivan para informarle del posible
cambio de planes. Tras rechazar su ofrecimiento de enviarles el
helicóptero, decidió que esperarían a que pasara la tormenta.
-Antes de que cuelgues...- comenzó Ivan, y tomó una bocanada de aire.
-¿Qué ocurre?
-Estaba esperando a que regresaras, pero si vas a tardar más…
-Ivan, ¡suéltalo!- exigió Vitaly, preocupado.
-He hablado con el abogado de Nueva York, el que administra los
fondos de tus padres. Hace tres noches hubo un incendio en el edificio de apartamentos donde vivían. La policía no ha descartado que se
trate de un incendio provocado, pero se inclinan más por una
negligencia.
-¿Están bien? Espera. Has dicho "vivían".
-Murieron varias personas, principalmente por inhalación de humo.
Hasta esta mañana no habían identificado todos los cadáveres.
-¿Y?
-Tus padres estaban entre ellos. Lo siento mucho, Vitaly.
Apoyándose contra la pared, Vitaly respiró profundamente. -¿Sabes si
sufrieron?
-No lo sé. Lo siento. El incendio se produjo después de la medianoche,
por lo que es posible que estuvieran en la cama. Puede que no se
despertaran.
Asintiendo con la cabeza, Vitaly tragó saliva. -Eso ya es algo. Ivan,
gracias por decírmelo. Eres un buen amigo, y últimamente has tenido
que hacer cosas no muy agradables. Recuérdame que haga algo por ti
cuando regrese.
-Vitaly, no es necesario.
-Sí. Lo es.
Tras colgar el teléfono, Vitaly caminó despacio hacia la casa. Un
murmullo de risas resonaba en el aire y vio a sus sobrinos corriendo por el patio. Deseó que las cosas hubiesen sido distintas con sus
padres. Estaba seguro de que en otra vida habrían querido a Sarah y
a sus nietos.
Pero la suya había sido una vida de angustia y remordimientos.
Cuando se aproximó a Sarah, ésta hizo una pausa en su conversación
con una de sus cuñadas al ver la expresión de su rostro. Acercándose,
miró a su esposa y se juró a sí mismo que jamás sería como sus padres.
Siempre amaría a su esposa e hijos.
-¿Has conseguido hablar con Ivan?
Él asintió con la cabeza. -Sí, sabe que seguramente no volveremos
mañana.
Acariciándole el pecho, contemplo su rostro apenado -Vitaly, ¿qué ha
pasado?
-Ha habido un accidente. Un incendio- se corrigió. -En casa de mis
padres.
-¿Están...?
Él sacudió la cabeza. -No sobrevivieron- dijo, preguntándose por qué
no estaba más afectado.
Sarah se aproximó y le abrazó. -Lo siento mucho.
-¿Qué es lo que sientes?- preguntó Chad, uniéndose a ellos.
Ella miró a su hermano y le contó lo sucedido. Antes de que Vitaly pudiese hablar, se encontró completamente rodeado del clan Jenkins,
que le ofrecía sus condolencias y abrazos. Aquel despliegue de cariño
fue muy abrumador, y Vitaly sintió cómo los vestigios de su vida pasada
se desvanecían con el amor y la bondad de aquella familia.
Más tarde, mandaron a los niños a la cama y sacaron varias botellas de
whisky irlandés y de centeno, y repartieron vasos para todos.
Brindaron por todos los que se habían ido.
Cerca de la medianoche, la lluvia empezó a caer, y Sarah acompañó a
un Vitaly muy bebido a su cabaña. Tras entrar, le ayudó a quitarse la
ropa mojada antes de que se desplomara sobre la cama.
-Sarah, mi Sarah- canturreó él, antes de darse la vuelta y quedarse
dormido.
Sarah lo besó delicadamente y se dirigió al cuarto de baño para darse
una ducha. Mientras el agua le caía por la espalda, apoyó la frente
contra la pared. Le dolía la cabeza desde la cena, pero después de
enterarse de la muerte de sus suegros, quería darle tiempo a su marido
para que llorara su pérdida.
Cuando salió de la ducha, escuchó la lluvia caer, y supo que no se
irían al día siguiente. Aunque le encantaba pasar tiempo con su familia,
iba a dar a luz en menos de un mes, y estaba ansiosa por volver a casa
y terminar el cuarto de los bebés.
Tras meterse a la cama, durmió de forma intermitente, con un sueño
plagado de pesadillas que no había tenido desde la muerte de su
madre. Asumiendo que estaban provocadas por el fallecimiento de los padres de Vitaly, se incorporó y observó a su esposo, deseando poder
dormir con aquella paz. Miró por la ventana y vio que casi era de día, y
aún seguía lloviendo.
Se levantó y se estiró, y estaba a medio camino del baño cuando
empezó a sentir dolores. Aferrándose a su vientre, contuvo el aliento,
antes de recordarse a sí misma cómo debía respirar. Al disminuir el
dolor, fue a dar otro paso, pero notó que tenía los pies mojados. Miró
hacia abajo y vio un charco.
Un poco confundida, se dio cuenta de lo que era, y comenzó a gritar
para que Vitaly se despertara.
-¡Vitaly! ¡Vitaly, despierta! ¡VITALY!- voceó.
De un salto, Vitaly aterrizó en el suelo, donde se quedó tirado mirando
a su esposa con ojos llenos de sueño. Ella se dio cuenta de que aún
estaba borracho, y lo más seguro era que también lo estuviesen el
resto de los adultos.
-¡Mierda!- espetó, yendo a por su teléfono. Al no encontrarlo, se acordó
de la campana que habían colgado sus sobrinas en el exterior de la
cabaña, para usarla en caso de emergencias. Esperando que fuera lo
bastante ruidosa, Sarah fue tambaleándose hasta la puerta y la abrió.
Salió al porche y comenzó a tocar la campana lo más fuerte que pudo.
El estruendo se oyó en varios kilómetros a la redonda, pero Sarah
siguió llamando y esperando a que apareciera alguien. Cuando sintió
otra contracción, intentó hacer sonar la campana más rápido, tíos y hermanos se aproximaron corriendo.
-¿Qué ocurre?- preguntó Bill Junior.
-He. Roto. Aguas-. anunció Sarah, ante de caer de rodillas.
Sus hermanos la ayudaron a levantarse y la condujeron de vuelta a la
cabaña, donde un aturdido Vitaly se estaba enfundando unos
pantalones.
-Lo he oído- logró decir, mientras buscaba sus zapatos.
-Y, ¿dónde crees que vas?- preguntó Hannah, mirándole con las
manos en las caderas.
-Al hospital.
-No llegarías ni a la carretera en ese estado- espetó la mujer. -Chad,
Joe. Coged el todoterreno e id a ver si el médico está despierto.
Cuando los hermanos salieron, Hannah comenzó a dar órdenes para
que metieran a Sarah en la cama.
Observando todo el jaleo, Vitaly preguntó: -¿Hay un médico cerca?
-El mejor del valle- respondió Max. -Y tiene experiencia en partos de
gemelos.
Vitaly se sintió más aliviado, hasta que Sarah intervino: -Se refiere a los
caballos.
Y a las vacas- añadió su tío.
Cuando Vitaly miró a uno y a otro de los Jenkins, la habitación comenzó
a dar vueltas y su visión se oscureció.
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La Familia Del Millonario
RandomY henos aqui en la última parte de esta maravillosa saga...