Sir Mcthrune

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Día 6

-¡Jap!

Respiraciones entrecortadas, trastabilleos entre las piedras del anfiteatro, una rodilla cae al suelo, el filo de una espada que se aprovecha. Así es como la vida del que ahora se llevan arrastrado por dos caballos negros, termina con el mayor de los orgullos.

-Os dije que alguno de los dos acabaría pereciendo- comentó Damon con una sonrisa ladeada mientras se llevaban el cadáver aún caliente de Sir Itrid. Cynthia no quiso mirar más y se levantó del trono. Las trompetas sonaron y todos la imitaron ofreciéndoles su respeto. Ya poco le importaba que el ganador fuera Sir Liros. Tanta muerte la estaba poniendo enferma -. ¿A dónde vas? Esto aún no ha terminado. Más bien te vas en la mejor parte, solo quedan dos batallas más. La de Sir Liros contra Sir Pinzos y la de Sir Junkies contra Sir Mcthrune.

-Pues tendrán que esperar. No me encuentro bien.

-Ahg... - Dante bufó molesto y ordenó a los trompetistas que anunciaran un receso.

Mientras Cynthia, acompañada de su inseparable prima, se dirigió al interior del castillo. Necesitaba alejarse del tumulto de la ceremonia. Aquellos seis días los estaba pasando peor de lo que se imaginaba. No quería que aquellos hombres tan venerados y respetados de entre los suyos, acabasen tendidos en el suelo sin una gota de vida.

Sólo faltaban dos días más y las muertes cesarían.
-¿Estás bien?
Lydi apoyó su mano en el hombro de Cynthia mientras atravesaban las puertas y subían las escaleras directas a los baños de la reina. Cuatro hombres armados las escoltaban en silencio.

Cynthia la miró apenada.
-Sólo necesito tomar un poco el aire fuera del anfiteatro. Ver tanta sangre derramada me estaba mareando.

-Tranquila, es normal. Un hombre no muere a diario por ti todos los días, es algo difícil de digerir.

-Me dan escalofríos solo de pensarlo.
Dos guardias abrieron para ellas las grandes puertas de los baños que se reservaban exclusivamente para Cynthia y las volvieron a cerrar con sumo cuidado en cuanto las dos mujeres entraron.

Cynthia se acercó a una pila vacía situada delante de un gigantesco espejo y vertió un jarrón repleto de agua en ella. Con rapidez se humedeció la cara y la nuca.

Su prima la miraba con preocupación.

-Estoy bien - intentó sonreír mientras cogía una paño limpio-.
-¿Sabes quién es ahora el favorito de entre las chicas? - Comentó Lydi intentando desviar el tema de las muertes-. Sir Mcthrune.
Cynthia se arregló un mechón de pelo rebelde que se le escapaba del moño que decoraba su cabello y se giró para observarla sin demasiado entusiasmo. - El negro de su armadura lo envuelve de una áurea peligrosa y sensual - su prima rio encantada-. Ojalá un hombre así luchase en contra de su vida para casarse conmigo.

~~~

-Y el vencedor es ¡Sir Mcthrune!
Todos fueron vítores y aplausos. Cynthia se levantó para dirigirle una reverencia por su asombroso combate. Sin duda merecía seguir allí de pie mientras su contrincante desaparecía entre el polvo ensangrentado. Sir Mcthrune se quedó allí quieto, postrado como una de las estatuas que tan bien decoraban el castillo. Poco a poco la celebración de los espectadores fue descendiendo, pues la tradición era que el ganador se arrodillara ante la reina expresándole su respeto y devoción.
Cynthia lo observó con atención mientras el silencio cobraba protagonismo.
Cuando parecía haberse detenido el tiempo, y antes de que los pueblerinos lo tomasen como una ofensa, Sir Mcthrune se inclinó hacia delante, desvió uno de sus pies por detrás del otro y con lentitud y suma elegancia, apoyó la espada en la tierra seca y su antebrazo sobre su rodilla, ofreciéndole así una exótica reverencia. Cynthia sintió un cosquilleo indescriptible y el entusiasmo de la gente no tardó en aparecer. Ella no pudo evitar sonreír al fin, lo que aportó, aún si cabía, más emoción al momento.

Un Amor Entre El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora