CAPÍTULO 17

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DEJAME ATRAPARTE
CAPÍTULO 17

CAN
Podría acostúmbrame a esto, muy fácilmente porque es algo que he ansiado desde que mis ojos se encontraron con los de ella y no es que pusiera el deseo antes que los sentimientos, es solo que mi corazón la reconoció de inmediato. Increíble, lo que no vi en ninguna mujer en ella es tan obvio como el cielo azul o el canto de las aves, tan real que el pánico de perderlo me inunda.
Como si lo supiera, me abraza pasando su brazo sobre mi cuello y una pierna entre las mías, estamos tan enredados el uno del otro que me hace pensar en un par de koalas. Sin duda mi humor mejoro. Suspira y sus ojos revolotean, aprovecho que está saliendo de sus sueños para besar sus labios.
- Buenos días – susurro sonriendo un poco a las pequeñas rendijas de sus ojos. Los cierra otra vez, pero sonríe ampliamente. ¿Era posible verse tan hermosa por las mañanas?
- Buenos días – se acurruca cerca y no dice nada. Acaricio su espalda con las yemas de mis dedos, sonríe con los ojos cerrados y se estira para besarme en el tatuaje.
- ¿Estás bien? – pregunto preocupado. Era su primera vez y mi experiencia con una virgen es completamente nula.
- Me siento un poco estirada, pero sobreviviré – sonrío a su broma.
- Me alegra oír eso… no hemos acabado – sonríe. Beso su frente múltiples veces cerrando los ojos relajándome.
- Can…
- Mmm…
- ¿Podrías perdonarme? – abro los ojos lentamente, los de ella están muy abiertos esperando mi respuesta.
- No entiendo porque no pudiste decirme… - mi cuerpo se tensa recordando el dolor. Se da cuenta porque me abraza más fuerte como si quisiera consolarme.
- El señor Emre es tu hermano, ¿qué posibilidades había de que me creyeras a mí y no a él? Todo el mundo sabe que estoy loca además amenazo a mi hermana, la lastima y no sé qué más podría hacerle ahora con él bebe… - cierro sus labios con mi dedo.
- Estas entrando en pánico – la regaño.
- ¿Tú no? – pregunta con mi dedo sobre sus labios.
- No me gustan los secretos – quito mi dedo, pero no deja ir mi mano, al contrario, la entrelaza con la suya mucho más pequeña – me hacen perder el control…
- Can todos tenemos secretos y eso no siempre es malo, por ejemplo, no sabes cuanto peso y no lo sabrás nunca… - inevitablemente me rio.
- Pesas como 50 kilos – bufando rueda los ojos.
- No lo sabrás nunca, yo tampoco se todos tus secretos – levanto una ceja.
- Soy tan transparente como el aire que respiras, pregúntame lo que sea – sonríe de medio lado jugando con nuestras manos unidas.
- ¿Te acostabas con Polen? – mi respiración se atasca en mi garganta. Ese era un golpe bajo.
- Sanem… - por alguna razón me siento muy avergonzado, nunca me he arrepentido de nada en mi vida, pero desde que Sanem entro en ella me hizo cuestionarme absolutamente todo.
- ¿Lo ves? No puedes juzgarme por tener secretos, te lo iba a decir, pero no sabía cómo porque el señor Emre iba a exponerte a ti y a mi hermana y mira como reaccionas, te exaltas y explotas diciendo cosas muy hirientes…
- Lo siento – la beso en un intento de que sepa que mi disculpa es verdadera. Entre el coraje, el dolor y el alcohol ya no recuerdo que dije.
- Está bien… - susurra cuando nuestros labios se alejan con un sonido, vuelvo a besar ese labio inferior que me tiene loco provocándole una sonrisa – ¿me crees?
- Si – afirmo con seguridad, una de sus mas hermosas cualidades es que es muy mala para mentir a menos que se guarde cosas – ayer llame a Emre cuando me fui, le dije que me alcanzara en la casa y llego un poco después que yo. Le pedí una explicación y me dijo que tu madre armo todo, que por eso saco dinero de la empresa, porque lo estaba chantajeando…
- Mi madre si le insistió a Leyla para que trabajara en su empresa, pero Leyla de verdad ama a tu hermano… - sus relucientes ojos me ruegan porque le crea. Eso no es difícil de creer, solo alguien enamorado soportaría lo que hace mi cobarde hermano.
- Lo sé, ayer que hable con el instale en su celular un programa que le permitirá a Mete verificar con quien se comunica porque estoy casi seguro que quien está detrás de todo es Aylin…
- Yo también pensé lo mismo, alguien más debe estar moviendo los hilos para que el salga limpio, como que el señor Emre no tiene cara de que haga cosas así el solo…
- Ayer en la mañana Aylin fue a buscarme en la empresa… - me recuesto en la almohada para dejar descansar mi brazo, con sintonía sigue mi movimiento apoyándose en mi pecho.
- ¿Estabas en la empresa? ¿Qué hacías ahí tu solo? – una nota de enojo brilla en sus bonitos ojos.
- Trabajo, supongo que Polen le dijo que estaría ahí porque se esta quedando en su casa y por cierto, le gusto mucho mi nuevo perfume…
- Esa mujer no tiene nada que hacer… - susurra evitando mi mirada hasta que su cuerpo se tensa sobre el mío – espera, ¡¿qué?! ¿Como que le gusto tu perfume? ¿Como supo?
- Pues se acerco a saludarme y me beso aquí… - pico una de sus mejillas con mis dedos y luego la otra – y aquí…
- ¿Porque tenía que regalarte un perfume? – susurra para sí misma – porque mejor no una corbata o un ciempiés?
- ¿Te enojaste? – pregunto divertido.
- No – responde cortante evitando mi mirada, un poco difícil por esta prácticamente encima de mi pecho con la barbilla apoyada en ambas manos – pero esa mujer no tiene porque saludarte de esa forma…
- Solo es la ex novia de mi hermano – trato de quitarle importancia, pero sus labios apretados no ceden.
- ¿Y yo que soy? – pregunta con un pequeño puchero, uno que adoraba porque eran espontáneos con esos hermosos labios.
- Mi Sanem, tan simple como eso – por su expresión no está muy satisfecha con la respuesta.
- Está bien, tú eres mi Can y no acepto que alguien sepa que perfume usas, de hecho, tengo una muy buena solución…
- ¿Y cuál es? – pregunto intrigado. Su mente es todo un misterio.
- Te encantará, cada vez que una mujer que no sea yo se te acerque estornudaras muy fuerte, así creerán que estas enfermo y se alejaran... sí, me gusta esa solución – me rio y pellizco su nariz.
- ¿Y si son valientes? – pregunto disfrutando de sus celos.
- Arrancare sus cabezas y las arrojare al Bósforo – contesta con una sorprendente seguridad. Mi cuerpo se enciende por su declaración. Paso mis manos a su cintura y con una sonrisa dibuja sobre mi tatuaje.
- Considéralo hecho; - guiño un ojo y sus mejillas se tornan rojas - como te decía, fue en la mañana y me mostro un proyecto con el que requiere ayuda, vi las fotos en su ipad y le llego un correo de un abogado, el mismo que me recomendó Emre para encargarnos de ustedes, y además Aylin compro la casa de la madre del hombre que causo todo esto…
- ¿El muchacho que tu…? – asiento acariciando su espalda, sus músculos se relajan mientras une toda la información en su mente - ¿quieres decir que Aylin lo contrato para robar los planos?
- Creo que todo está conectado, solo hay que buscar las pruebas y Mete se encargara de eso, por otro lado, hay algo que tienes que saber. Te lo iba a decir hoy mismo porque iba a secuestrarte de tu casa, pero ya que estas aquí, tienes que saberlo… - titubeo nervioso. Indague en una parte de su vida sin su permiso, pero esto era más importante que yo y ella, esto era por nosotros juntos.
- ¿Qué es? – pregunta con una mirada inocente. Me incorporo para sentarme y hace lo mismo quedando frente a frente, tomo sus manos y las beso un par de veces, no quiero molestarla.
- Se que me pediste que dejara todo así pero no puedo, no si estas tan lastimada, incluso me odio a mí mismo por provocarte tanto dolor, pero necesito saber para poder ayudarte – me observa confundida – solo lo diré de una vez, le pedí a Mete que buscara tu historial clínico…
Sus ojos se abren como platos y al siguiente segundo se aleja de mis brazos enredada en la sabana hasta llegar a la esquina de la cama, ahí me da la espalda sosteniendo sus rodillas entre sus brazos. Suspiro tratando de acercarme con cautela.
No –niega cuando trato de abrazarla, por más que me duela respeto su espacio, pero no me muevo de su lado.
- Necesitaba conocer todo el panorama Sanem, de verdad quiero ayudarte…
- No tienes que ayudarme, no hay manera de arreglar lo que se rompió – no voltea a verme, solo ve fijamente al suelo.
- Si la hay, pero mi vida tienes que dejarte ayudar, sé que hay algo más en lo que te paso y necesito ayudarte, no puedo soportar que te sientas tan destrozada – voltea a mirarme con lágrimas en los ojos.
- ¿No es mejor dejar todo como esta? Dijiste que te gustaba como soy, ¿porque insistes con eso? – con cuidado limpio sus lágrimas, cierra los ojos ante mi contacto.
- Amor, mi única… siempre voy a insistir por ti…
Nos miramos lo que parece una eternidad, detrás de sus ojos se esconden horrores que iban más allá de lo que vi en esos espantosos videos, pero necesitaba tratar la situación con cautela o ella se escondería y no puedo permitir eso, necesita más ayuda de la que yo puedo darle.
- ¿Qué tal un baño? – pregunto para cambiar el tema y se relaje.
Asiente con media sonrisa, tomo su mano y la beso para luego pasar su brazo detrás de mi nuca y levantarla de la cama. Grita cuando la acomodo en mi pecho y empiezo a caminar, pero la tristeza se ha ido de sus ojos… por ahora.

- Hoy pasaremos un día para nosotros, ¿qué te parece? Como una pareja normal… – acaricio la espuma en su columna. Asiente y se gira ligeramente para recargarse en mi pecho, la abrazo para estar tan juntos como podamos – ¿el agua se siente bien?
- Me siento mejor… - masajeo sus hombros y luego acaricio sus brazos.
- ¿Fui muy rudo contigo bebe? – niega con la cabeza, pero alcanzo a distinguir como se encienden sus mejillas. Paso su cabeza a mi hombro para poder besar el otro lado, el aroma de la esencia floral combinada con su piel me vuelve loco. Ya la deseo otra vez.
- ¿Crees que podamos… ahmm… hacerlo otra vez? – pregunta cuando muerdo el lóbulo de su oreja.
- Las que quieras, pero no quiero lastimarte – se gira un poco en el agua para mirarme y sonríe ampliamente.
- Me gustas mucho cuando tienes tu cabello suelto – acaricio su suave mejilla y la acerco para besarla. Mi cuerpo ya está listo para ella, sentirla tan húmeda y caliente vuelve loco mi cerebro, jamás me imagine que me abriera la puerta de su cuerpo y corazón de esa forma tan desinhibida como si no tuviera fantasmas persiguiéndola. Era tan valiente como hermosa.
- Gracias por tu confianza – susurro en nuestro beso – sé que fue difícil, que soy difícil…
- No lo fue, solo pensaba que eras como un tigre herido sin dejar que nadie se le acercara, quería abrazarte para que no sufrieras, era lo único en mi mente… – responde girándose un poco más, el agua empieza a salir de la bañera, pero no podría importarme menos, la mujer de mis sueños esta desnuda y perfecta entre mis brazos. Nos besamos un poco más por largo rato solo disfrutando de estar juntos sin inhibiciones, si seguimos así la parte caballerosa de mi cerebro se apagará y jamás saldremos.
- ¿Cuándo tienes que volver a casa? – pregunto separándonos un poco. Las burbujas resbalan por sus hombros y por en medio de sus pechos hasta el agua. Distraído, paso mi dedo por el camino que dejaron las burbujas hasta que su silencio se prolonga, cuando la volteo a ver la angustia nubla sus facciones – ¿qué pasa?
- Bueno… - regresa su vista a la mía, pero rápido la desvía, algo está mal – ayer cuando te fuiste mi madre salió y tuvimos una pelea porque se enteró de lo nuestro. Tomamos un taxi y nos fuimos a casa, ahí todo fue peor, discutimos y ella…
Titubea bajando la mirada, tomo sus manos en las mías y las beso.
- ¿Volvió a lastimarte? – pregunto enojado. Le advertí que no volviera a tocarla, esa mujer estaba subestimándome.
- Dijo que tenía que entender que no debía involúcrame contigo, le quite la vara cuando pude levantarme y corrí escaleras arriba, pero ella me persiguió y bueno… cuando fui consiente otra vez ya estaba bajando por la ventana… - con ojos asustados me observa temblorosa – no sé qué le hice Can, salí corriendo y vine a buscarte…
- No te preocupes – la abrazo encerrándola en mi cuerpo, quiero protegerla del mundo – no hiciste nada, solo entraste en un episodio y huiste, lo has hecho antes, ¿no?
- Pero no sé cómo me dejo hacerlo, ¿y si le hice algo malo? – no pensaría en eso, Sanem no era capaz de lastimar a su propia madre.
- No le hiciste nada mi vida, probablemente te encerraste en tu cuarto y luego huiste… todos hemos huido alguna vez, yo lo hacia todo el tiempo – se aleja un poco y levanta una ceja.
- ¿Como? ¿Huías para encontrarte con alguien? – celos brillan en sus ojos.
- No, pero Huma no me dejaba pertenecer a equipos deportivos y a veces me escapaba para jugar… - se relaja en mis brazos, pero no vuelve a sonreír.
- No creo que sea lo mismo…
- No te preocupes por eso, hoy se trata de nosotros… - suspira y pasa sus brazos por mis hombros ajustando su desnudo y húmedo cuerpo al mío que la recibe con gusto.
Empieza a repartir suaves besos por un lado de mi cuello y sus manos suben y bajan por mi abdomen… ooooh se siente de maravilla, la sostengo de sus caderas y se levanta para acomodar sus piernas a un lado de las mías, sus manos se entrelazan en mi cabello cuando se da cuenta que tiene el control así que la sostengo de su cintura para que pueda besarme como quiera, que tome lo que necesita de mí. Su cuerpo va cediendo con cuidado y cuando nos rozamos uno a otro la detengo.
- Espera… - mi voz suena sorprendentemente grave, nuestros labios están a milímetros, paso mi lengua por el más hinchado tratando de recordar que estaba diciendo – espera un poco…
- ¿Qué pasa? – pregunta acariciando con sus pulgares en mi cuello.
- ¿Todavía estas adolorida? – por más que quisiera volver a donde estábamos no puedo, su seguridad y comodidad era primero pero no puedo negar que ya me estaba arrepintiendo – no quiero lastimarte…
- Solo un poco – responde intentando bajar otra vez, pero la sostengo firmemente antes de que mi mente decida que no le importa y la tome otra vez, el cielo sabe que lo estaba deseando.
- Espera mi amor… - le ruego cerrando los ojos, si veo su cuerpo deliciosamente desnudo tan cerca me volvería loco – tomemos esto con calma, ¿sí? Vas a estar adolorida…
- ¿No quieres tocarme? – abro los ojos alerta a tono triste de su voz, creo que no me está entendiendo.
- Fue tu primera vez, no quiero forzarte… tu cuerpo necesita acostumbrarse – parpadea un par de veces como si quisiera comprenderme.
- Can, ¿te duele algo? – pregunta ahora preocupada. Si ella supiera…
- Estoy bien, más preocupado por ti… - declaro cuando insiste en bajar su cuerpo y rozarse contra mí, iba a morir en este instante.
- Te preocupas demasiado… - cierro los ojos queriendo rescatar mi parte caballerosa que ya no quiere funcionar hasta que la sensación más placentera que he sentido explota en el centro de mi cuerpo cuando me toma con una de sus pequeñas manos. La suelto de inmediato para sostenerme de la bañera, por la falta de apoyo su parte sensible roza con la mía.
- ¡DIOS SANEM! – grito incapaz de controlarme echando la cabeza para atrás. Bajo una de mis manos a donde ella está agarrándome, de inmediato quita su mano. Cuando abro los ojos me observa con una mezcla de miedo y curiosidad.
- Lo siento, ¿te lastime?
Suficiente. No tengo más control sobre mí mismo, el caballero puede irse al diablo, tomo sus manos y las dejo en las orillas de la bañera para que pueda sostenerse, me acerco hasta que estamos frente a frente, la sostengo de la cintura y empiezo a besar cada centímetro de su piel mojada y húmeda. Con una mano bajo a donde sé que esta adolorida, su cabeza se echa para atrás con sus dientes apretando sus carnosos labios. Pronto seria mi turno.
- ¿Por esto estas adolorida bebe? – pregunto saboreando su piel mientas mi mano la acaricia. No me contesta, solo impulsa sus caderas en mi contra permitiéndole a mi mano tener más acceso. Sus gemidos se pierden entre los míos – ¿quieres que ame este delicioso cuerpo otra vez?
- A… ja… - su voz apenas es audible. La acaricio un poco más y me detengo pasando mis manos a sus voluptuosas caderas, este era el cuerpo de una diosa, una que estaba hecha solo para mí.
- ¿Sabes que pienso cuando estamos así? – pregunto ayudándola a deslizarse, me cuesta mantener el control porque cada una de mis terminaciones nerviosas está explotando en calor y cuando estamos unidos y frente a frente no podemos resistirnos y nos besamos sin control. Sus manos pasan por detrás de mi nuca y las mías la sostienen de su espalda, esta tan apretada que no se donde comienza ella y donde termino yo – pienso en que nada… va a separarnos…
- ¿Nada? – pregunta con voz temblorosa, beso sus temblorosos labios entre abiertos.
- Nada… - respondo moviendo mis caderas en pequeños círculos, sus ojos se vuelven oscuros y suplicantes, pero no la dejo cerrarlos, no permitiera que nadie estuviera entre nosotros.
- ¿Y si no nos hubiéramos conocido? – pregunta parpadeando rápidamente y apretando los labios.
- Yo te habría buscado…
No hay más que decir, con fuerza y necesidad ambos nos enredamos en una neurótica danza donde nuestros cuerpos se encuentran, no tengo suficiente, mi corazón y mente se apagan al sentir como su cuerpo se adueña de mis sentidos. No dejamos de besarnos, nuestras manos son más exigentes con la piel del otro, como si quisiéramos adéntranos en su piel encontrando la parte de nuestra alma que el otro tomo. Nos besamos, chupamos, mordemos y saboreamos al compás de la necesidad en la que estamos sumergidos, no existe nadie más en mi mundo que me importe tanto como ella, todo lo que necesito es esto… ¿cómo sobreviví antes sin ella en mi vida? No lo recuerdo, no me interesa en lo más mínimo, mi vida comenzó desde el segundo en que nuestras miradas se encontraron.
Paso mi mano por su cabello húmedo y la sostengo para acelerar el ritmo, trata de echar su cabeza para atrás, le doy un poco de espacio y asalto su cuello con desesperación. Es como si fuera un depredador y ella fuera mi presa, una que disfrutaría a cada segundo porque es mía y de nadie más.
- Eres mío… Can… - susurra con voz entrecortada haciéndose eco de mis deseos; me enderezo sin perder el ritmo, su sonrisa se hace amplia y siniestra, esta no era mi dulce Sanem, esa mujer era completamente distinta con sus ojos oscuros y mirada agresiva… oh no…
- ¿Mi vida? – no me contesta, se sostiene de mis hombros con fuerza y empieza a marcar su propio ritmo, uno frenético que destruye mi realidad –Sanem…
- ¡SI! – grita con una sonrisa desesperada en sus húmedos labios. No tengo la fuerza para detenerla porque le pertenezco, puede llevarme al cielo o hundirme en el infierno si quiere; justo cuando estoy a punto de estallar en mil pedazos se acerca a mi cuello donde muerde con fuerza y justo en ese instante mi espíritu me abandona y nuestros cuerpos explotan de éxtasis.
- ¡AAAAAAH SANEM!
Es lo último que escucho, solo eso y mi nombre envuelto en la desesperación del placer…

SANEM
- De verdad estoy loca… - susurro para mí misma mientras observo el cuello de Can. Me avergüenzo de lo que paso.
No sé qué se apodero de mí, apenas lo recuerdo, algo se desactivo justo cuando sentía que escalaba hasta el cielo y de quien sabe dónde me salió la idea de morderlo, no, no fue una idea porque no lo pensé. Ah Sanem ah… era una tonta, el pobre hombre ahora lucía un moratón por mi culpa, fue un extraño impulso lo que me empujo a hacerlo, pero no pude detenerme, cuando me di cuenta él estaba gritando llenándome por completo y apretando mi sensible cuerpo al suyo. Dijo que no le importo, que al mismo tiempo lo hice sentir el “mejor orgasmo que existía en el mundo” pero no estoy segura si me dijo la verdad o solo lo hacía para no preocuparme, la marca ya se ve morada y debe dolerle.
Lo peor que es que el hombre fue un caballero todo el día. Primero me pidió cinco minutos abrazados para recomponerse y volver a sus sentidos, me acaricio suavemente y me besaba la frente de una forma tan linda que casi me hace llorar, después salió de la bañera y pude ver toda su gloriosa anatomía… Zeus no era tan perfecto como Can, simplemente no hay comparación cada perfecta curvatura de su bronceada piel te roba el aliento y por alguna razón te hace pensar en el chocolate... Me ayudo a salir cargándome como a una princesa y todo el rato que se ocupó de los cortes en mis piernas estuvo besándome y pidiéndome perdón, ni siquiera recordaba haberme cortado.
Hizo el desayuno para ambos, toda la comida que me gustaba e insistió en que me sentara en sus piernas porque iba a estar adolorida y lo estoy, pero eso era lo peor, es un recordatorio constante de todo lo que paso y ahora me quedaba claro porque toda mi vida consiente siempre me sentí tan vacía, solo estaba completa cuando él estaba dentro de mí en todos los sentidos. Mientras desayunamos sus manos estuvieron por todas partes y la verdad quería fusionarme en su fuerte pecho, estaba tan cómoda ahí, incluso en ocasiones no eran necesarias las palabras, comíamos y nos sonreíamos como dos tontos enamorados. La confianza no es un problema ahora.
Después nos dimos cuenta que no tengo ropa, solo el vestido que se quedó tirado en la sala donde estaban todos los vidrios rotos; mientras lavaba y secaba mi vestido Can se dedicó a limpiar todo, no me dejo ayudarlo para nada y cada vez que lo intentaba me daba la vuelta para abrazarme, besaba mis manos o me cargaba sobre su hombro llevándome al sofá. Quizá empezamos con lágrimas y gritos, pero ahora me estaba derritiendo de felicidad.
Ahora estábamos en una tienda de ropa donde solo había pasado con Gulliz ocasionalmente, ella decía que aquí era muy caro, pero cuando se lo dije a Can solo sonrió y beso mi mano. ¿Qué paso con el tigre herido de la noche pasada? Desapareció y se convirtió en este gatito necesitado de atención al que solo quiero abrazar. El hombre no tiene ojeras o resaca por todo el alcohol que consumió, al contrario, se ve tan repuesto que es imposible creer que se vea tan guapo; no se ha dado cuenta de que abrí la cortina… está perdido en sus pensamientos observando el techo de la tienda, debe estar aburrido de ir de tienda en tienda pero en mi defensa fue su idea. Con un suspiro salgo del probador.
- ¿Qué te parece? – sentado en sillón que se ve demasiado pequeño para el me observa de arriba abajo cuando salgo completamente y me paro frente a él, siento como el sonrojo sube a mis mejillas porque su mirada siempre ha sido algo que no puedo manejar.
- Hermosa – susurra. Levanto los ojos y de inmediato nuestras miradas se cruzan, su mirada me hace sentir que estoy desnuda.
- ¿De verdad te gusta? – pregunto un poco tímida, jamás compre algo que mostrara mi abdomen, pero este conjunto fucsia llamo muchísimo mi atención. Sonríe y se levanta para darme la vuelta por mis hombros y ambos mirarnos al espejo de cuerpo completo, acomoda mi cabello y toma mis manos para que no me cubra. Inhala y sonríe besando la cima de mi cabeza.
- No sé cómo no puedes ver lo preciosa que eres, tan hermosa como un sueño… - sonrío al sentir su cálido aliento – y aunque me encanta este conjunto afuera está lloviendo, no quiero que enfermes…
- Me pondré algo más adecuado y lo dejare para después como todo lo demás … - el cielo sabe que ya llevo mi peso y el suyo en ropa, accesorios, zapatos y un montón de cosas de mujeres. Volteo y beso su mejilla varias veces, cuando nos separamos ninguno de los dos podemos controlar nuestra sonrisa.
Can compro para mi toda la ropa que quise, prácticamente peine el departamento de lencería y casi no salimos del probador cuando se dio cuenta de que tuve que agarrar uno de sus boxer porque “misteriosamente” entre todo el montón de vidrios rotos y cosas tiradas mi ropa desapareció. Si claro.
Me gusta llamar su atención de esa manera, hacerlo sorprenderse y que haga esas expresiones tan fuera de lugar del serio y reservado Can. Me gustaba que me dejara jugar con él, acariciar su cabello e incluso me dejo peinarlo y cuando me abraza es lo mejor del mundo, todo parece en su lugar cuando estamos juntos. Incluso ahora en su Impala alias el “bebe”, puedo estar cerca de el sin que tengamos barreras entre nosotros, me siento como en esa película que me hizo ver Gulliz hace algún tiempo sobre unos chicos que bailan y cantan donde la pareja principal es tan opuesta como nosotros dos, él es el chico más popular y guapo e incluso un poco peligroso y la chica es tan inocente como un ángel, al final ambos se van volando en un auto tan clásico como este. La culminación de una historia romántica clásica, siempre te hace sentir que vuelas. 
- ¿De qué te ríes? – pregunta interrumpiendo mis pensamientos. No me di cuenta que me estaba riendo.
- No es nada… - su mano va a mi pierna y besa la cima de mi cabeza mientras conduce con una mano.
- Dime… me da curiosidad que te hizo sonreír así… - sonrío otra vez; hoy Can estaba tan romántico que parece que tengo dos ganchos jalando mis labios, en cualquier momento empezaría a cantar y a hablar con los pájaros como Blancanieves.
- Gulliz me dijo que tenía que ponerme al corriente en muchas películas que son “básicas” para la educación amorosa de cualquier mujer, me presto la contraseña de la plataforma donde ella y Ceycey las ven… - me apoyo en su hombro para ver su reacción, sonríe ampliamente.
- Eso es muy interesante… no sabía que le habías dicho a Gulliz que éramos pareja…
- No le dije, ella lo asumió y por más que lo niego no me escucha, ya dejé de hacerlo, además ella tiene novio y en este momento solo habla de eso y todo el… mmm… sexo que tienen, es un poco incomodo… - mis mejillas se calientan al recodar el detalle de sus platicas. La pobre Ayhan está igual que yo, pero no hay manera de detenerla.
- ¿Las mujeres hablan de eso? – pregunta sorprendido.
- ¿Los hombres no? – hace una mueca de incomodidad, pero su buen humor no se ha ido de sus facciones.
- Los hombres no compartimos tanto como las mujeres… - su mano sube a mi mejilla y me hace ligeras cosquillas.
- No sabía eso; bueno nosotras si nos contamos muchas cosas, incluso me han recomendado series y películas para entretenerme cuando no puedo dormir, Gulliz… sabes que no tiene ningún filtro, incluso una vez me dijo que le iba a pedir a su novio que se cortara la barba pero que seguro se enojaría. Me pregunto si me gustabas con barba y que si no me molestaba cuando me acariciabas… - cuando me escucho a mí misma me detengo, mi boca siempre mintiéndome en aprietos.
- Ah ah… ¿no me vas a dejar así verdad? – se ríe y comienza a hacerme más cosquillas entre las piernas. Luego pasa a mi boca y aprieta mis mejillas, quiero quitarlo de encima, pero al parecer está muy divertido.
- No sé porque te dije eso, no puedo controlarme… ¡off! – se ríe otra vez, es una risa relajada que marca sus hoyuelos por encima de su barba, se ve adorable.
- Dime o me detendré y será peor para ti… - ruedo los ojos. Aun no sé a dónde vamos, pero como antes menciono algo de ir a comer no quiero que se detenga, muero de hambre.
- Está bien, está bien… lo que pasa es que ella hace ese tipo de insinuaciones para que yo le cuente cosas, hace lo mismo con Ayhan y la pobre termina escupiendo todo como si fuera una tubería con una fuga; dijo que los hombres con barba eran muy sexys pero que a veces es difícil buscar sus labios entre todo eso pero que se siente genial en la piel… pregunto que si yo tenía problemas para besarte o si tu barba me molestaba… - mi cara se siente tan caliente que estallare en combustión en cualquier momento.
- ¿Qué le dijiste tu? – pregunta con una risa.
- ¡Que se metiera en sus asuntos! – grito incapaz de controlarme. Vuelve a reír, pero frena en la orilla de la carretera, se gira un poco y toma mis manos – ¿porque estamos hablando de esto?
- ¿No quieres que me corte la barba verdad? – su tono es como si estuviera asustado pero el brillo de diversión de sus ojos no se ha apagado.
- No, así me gustas, tu barba me hace cosquillas – sonríe nuevamente y besa mis labios.
- Como puedes ser tan linda, voy a comerte entera… - se avienta a mi cuello y empieza a hacerme cosquillas con sus labios y su barba, me retuerzo entre sus brazos pidiéndole a gritos que se detenga, pero no me da tregua, mis carcajadas resuenan por todo el auto hasta que se detiene y me besa otra vez en los labios. Ambos disfrutamos del momento con la respiración agitada… hasta que mi estomago suena.
- Creo que no puedo competir con tu hambre… - bajo la mirada avergonzada.
- No sé porque siempre tengo hambre cerca de ti, ¿será algún problema? – sonríe acomodando mi cabello.
- Creo que te he hecho gastar mucha energía, pero te llevare a un lugar elegante que te encantara, me lo han recomendado… – me suelta para encender el carro otra vez y regresar a la carretera.
- ¿Quien? – pregunto curiosa. Nunca habíamos ido a un lugar elegante como en una cita.
- Deren, me dijo que el chef es su primo o sobrino, algo así, un chef muy reconocido según parece… ¿cómo se llama? ¿Omer? ¿Ozan? ¿Osman? ¿Ozgur? No me acuerdo, no estaba prestando demasiada atención… - no puedo evitar reírme.
- ¿Sabes Can? Sueles ignorar mucho lo que te dice la señora Deren, tu cabeza parece irse cuando te habla, siempre me preguntas que dijo… - se echa a reír como si fuera el chiste más divertido del mundo.
- Su cabello muy rojo me distrae además de que tiene tantos nervios que hace corto circuito mi atención – ambos nos reímos al mismo tiempo, vuelve a colocar su mano en mi pierna y acelera.
No sé si es hambre o amor, pero miles de mariposas revolotean en mi estómago.

El lugar sin duda es elegante, pero acogedor, una estirada rubia que no le quita la mirada de encima a Can nos da un lugar para sentarnos en la parte exterior del restaurante, Can le pregunta por el chef principal, pero este ha tenido que ausentarse debido a un compromiso familiar con el dueño del lugar. Cuando llegamos a la parte exterior Can toma mis manos a través de la mesa y la estúpida sonrisa está en mi cara otra vez, siempre me hace sentir tan segura que me dan ganas de enredarme en sus fuertes brazos y no escapar nunca.
- ¿No tienes frio aquí? Podemos entrar, no llovió en esta parte de la ciudad, pero puede ser… - aprieto sus manos para tranquilizarlo.
- El lugar está bien protegido y me gusta aquí, estar rodeada de naturaleza… además el abrigo y el suéter me cubren perfectamente, por cierto, gracias, no tenías que hacerlo…
- Si tenía – me contradice acariciando mis labios - pero estas usando una falda, ¿no es demasiado?
Estaba usando un largo abrigo rosa y un suéter de punto rosa también con un cinturón ajustado a la cintura y una falda con vuelo combinándolas con unas botas blancas. Si hace algo de frio, pero Can parecía obsesionado con mis piernas y me encantaba.
- Estoy bien, pero me compraste demasiado… yo misma pude pagar todo, mi jefe me paga bien – presumo emocionada. Adoraba poder tener el sustento de valerme por mí misma.
- Tu jefe va a arrancarte esa ropa para cuando lleguemos a casa – mis mejillas se encienden, rápidamente trato de tapar su boca para que nadie de los demás comensales lo escuche, pero toma mi mano y la muerde ligeramente.
- ¿Can porque dices esas cosas? – lo regaño tapando mi boca y asomándome para ver si nadie lo escucho.
- Considéralo una cortesía, te estoy avisando… soy un buen hombre – guiña un ojo y me hace sonreír. Tiene razón, es un buen hombre y merece una buena mujer…
- ¿Qué pasa? ¿Porque esa cara triste? – pregunta tomando mis manos otra vez.
- Eres un buen hombre y mereces una buena mujer… - no puedo evitar sentir esa inseguridad en mi corazón, ¿quién era yo a un lado de todas las demás?
- Si por buena mujer te refieres a alguien aburrido te aseguro que no la quiero, que flojera, a mí me gusta mi Sanem y nadie me hará cambiar de opinión ni siquiera ella, es divertida, inteligente y hermosa. No hay nadie mejor así que no la insultes por favor o me veré obligado a gritar justo aquí que la amo solo para que se ruborice…
- ¡Está bien! ¡Está bien! Ya entendí… - sonríe, se levanta y se sienta en la silla a un lado de mí.
- Eres mi única, mi Sanem… - sonrío con ganas de llorar. Este Can tan romántico iba a deshidratarme.
- Te amo – susurro besando rápidamente su mejilla.
- Lo sé – responde con una gran sonrisa. Ruedo los ojos, pero no dejo ir sus manos.
- Necesito ir al baño…
Asiente y se levanta para dejarme pasar. Entro de nuevo al restaurante y trato de evitar las concurridas mesas, paso cerca del bar donde el barman lanza al aire una especie de tubo plateado, esta de espaldas así que no logro ver lo que es, sigo caminando hasta que llego a los baños.
Después de enfrentarme al espejo con valentía, decido regresar, Can tiene razón, necesitaba empezar a valorarme un poco más y este conjunto rosa me hace sentir muy bien, tan bella como el me ve. Dijo que el día seria para nosotros así que no mas pensar en nuestros problemas con mi familia, la de él o mi propia locura interna, hoy era día de disfrutar de nuestro amor por primera vez.
*Vaya, ya era hora…
- No molestes por hoy por favor… - me quejo aventando la toalla de papel al bote para después abrir la pesada puerta.
*Nuestra Sanem está creciendo…
Se burla dentro de mi cabeza, ruedo los ojos a la nada. ¿Cómo uno se deshace de su propia conciencia parlante? Regreso al área donde están todas las mesas buscando un lugar para pasar, en el bar se ha concurrido mucho, justo cuando un mesero me da el paso algo a mi izquierda llama mi atención… sigo caminando hasta llegar a las puertas dobles que dividen el área exterior con la interior, antes de pasar una mancha de color llama mi atención en la parte más privada que se encuentra al fondo… una mujer que creo haber visto antes inclina su cabeza y mueve su cabello en un gesto familiar. Oh Dios…
- Gulliz - susurro para mí misma.
- Señorita, ¿puedo ayudarla? – me pregunta la rubia que no le quitaba la mirada a Can cuando llegamos. La muevo de mi vista para verificar con quien esta Gulliz, como si el hombre me hubiera escuchado, baja su brazo y me deja ver su rostro… oh oh…
- Tenemos que irnos… - susurro sin poder creerlo.
- ¿Como? – pregunta la rubia, pero ya no la estoy escuchando. Camino rápidamente a donde esta Can esperándome y jugando con las rocas en su mano.
- ¡Necesitamos irnos! – lo apremio con urgencia tomándolo de su brazo. No lo muevo un solo centímetro.
- ¿Por qué? ¿Te hicieron algo? – pregunta preocupado.
- No, aquí hay alguien que no puede vernos juntos… - levanta una ceja, pero cede a mi petición, con mucha calma eso sí, y me sigue a la salida. Lo detengo en las puertas dobles y vuelvo a asomarme.
- Sanem, ¿de quién nos escondemos ahora? No me digas que es mi hermano o tu madre porque su opinión no me interesa…  – cuando me asomo, Gulliz y el hombre siguen hablando tranquilamente. No nos han visto.
- ¿Qué tonterías dices? ¿Acaso no ves quienes están ahí? – me toma de los hombros y se asoma cubriendo mi cuerpo con el suyo. Esto sería sin duda muy excitante si no fuera porque el lugar está lleno de gente y la rubia se dirige hacia nosotros.
- Oooooh… ahora lo veo, si tienes razón, este es un problema… ok, ok… creo que, si debemos irnos, ¿quién diría que mi amigo policía fuera un romántico?
- Disculpen, ¿puedo ayudarlos? – la rubia se coloca atrás de Can con una mirada preocupada. Intercambiamos una mirada y nos alejamos, la posición en la que estamos no es la más apropiada.
- Tenemos un imprevisto, necesitamos irnos, una disculpa… - interviene Can tomando mi mano.
- ¡Oh! Bueno, por aquí por favor… - la rubia nos mira confundida, pero nos ayuda a salir por el lado del bar, todo el tiempo doy miradas a donde están Gulliz y el capitán Yusuf pero ellos jamás se percatan de que los hemos visto.
Cuando salimos de nuevo al frio exterior creo que la expresión incrédula de Can es un reflejo de la mía, jamás hubiera esperado que el novio secreto de Gulliz fuera el capitán Yusuf, quizá esa era la razón por la que no nos lo confesaba. Él no se lo permitía. Pero es que era tan difícil imaginarlo… ella era como todos los colores neon que puedan existir y el es… tan gris… 
- Bueno, eso no lo vi venir… - susurro sin ver los carros pasar.
- Ha sido una sorpresa, pero ahora todo tiene sentido, si son pareja ya sabemos quién le dio acceso a la empresa y a llevar evidencia contra mi… - vuelvo a mirarlo, de alguna manera se ve más relajado.
- ¿Crees que Gulliz hubiera sido capaz de eso? Ella te estima mucho… - creo que hasta tiene un flechazo con Can, pero no era momento para discutir eso. Pasa sus dedos por mi mejilla y sonríe.
- No creo que sepa lo que hace, dices que está muy emocionada con él, ¿no? Uno hace locuras cuando está enamorado… - sonrío subiendo mis manos a sus hombros.
- ¿Tú haces locuras? – pregunto emocionada al pensar que siente su cabeza tan enredada como yo cuando estamos juntos, a veces simplemente mis pensamientos vuelan fuera y todo lo que quiero es correr a abrazarlo.
- Mi vida completa es una locura desde que te conozco – susurra sosteniendo mi cintura con delicadeza.
- La mía también – me sonríe con mi sonrisa favorita, la que marca sus hoyuelos – solo hay un problema…
- ¿Cual?
- Todavía tengo mucha hambre – rompe a reír echando su cabeza hacia atrás.
- Esa es mi chica – besa mi mejilla y me suelta para tomar mi mano de vuelta al auto.

CAN
Como nos apresuramos a salir de ese restaurante ya no tuvimos tiempo de comprar nada más que pizza, mi hambrienta mujer no pudo contenerse y en el auto empezó tomar trozos y a ponerlos en mi boca. Era como si fuéramos una pareja normal que volvía a casa después de un largo paseo, ahora volvíamos a la relajación de nuestro hogar.
Me gustaba pensar que la casa podría ser un lugar para ambos, donde pudiéramos vivir felices y juntos; nada en Sanem me incomoda o me molesta, al contrario, trabajamos en armonía. Mientras hace él té, acomodo la pizza en la sala y prendo la televisión para buscar la película Ayhan le sugirió; no hablamos de ello, pero mi mujer perdió muchos años de su vida en el martirio de su mente, su familia y lo que le hicieron en ese detestable lugar. Quiero enseñarle la información o que me hable de ello, que se desahogue con alguien y buscarle ayuda, pero no puedo encontrar la forma, cada vez que toco el tema llora o se molesta cerrando el tema de inmediato. Odio eso.
Por más que le doy vueltas a las circunstancias solo veo una solución favorable, no podremos ser felices aquí con tantos obstáculos en nuestra contra, irnos a un lugar alejado me parece lo mejor, ella se sentiría más cómoda y podría enfrentar los demonios que la perseguían.
- Amor mío… - camina apresuradamente hacia mí con dos vasos de té y los deja en la mesa – están listos… ¡voy por platos!
- Espera espera… - la detengo sentándola a mi lado.
- Olvídate de los platos… - tomo un pedazo de pizza y lo pongo en su boca, cada vez que come es toda una experiencia erótica… ¡Dios! De verdad estoy muy grave, no hay nada que no hagan sus labios que no me excite – ¿mejor?
- Si, tenía mucha hambre…
- Siempre tienes mucha hambre – me burlo y como de la misma rebanada que le he dado. Sonríe ampliamente mientras sigue masticando.
- ¿Sabes? Nunca me imaginé que estaríamos de esta forma… - vuelvo a darle de comer y luego muerdo yo – sé que no tengo experiencia y tu sí, pero… nunca espere que voltearías a verme, sé que tu si has tenido más novias y eso…
- Te diré un secreto… - me inclino un poco para obtener toda su atención mientras sigue masticando – nunca nadie toco mi corazón como tú, más bien, antes no tenía un corazón y no me importaba, pero ahora, cada día siento como algo arde en mi pecho cada vez que te miro… eres la única…
Limpio su labio de una mancha invisible, solo un pretexto para tocarla, sonríe con las mejillas encendidas.
- ¿Vemos esa película?
- Claro… Ayhan dijo que era muy hermosa – la acomodo en mi pecho mientras extiende la manta sobre los dos, beso la cima de su cabeza y ambos empezamos a ver la pantalla.
No soy muy fanático de este tipo de películas, en realidad casi no veía la televisión, mi vida era demasiado ocupada pero ahora me daba cuenta de que no era tan malo siempre y cuando tuviera a mi chica entre mis brazos. Casi no preste atención para que mentir, estaba demasiado distraído besando su cuello y su hombro, acariciando su abdomen por encima del suéter o jugando con su cabello y sus mejillas… eso definitivamente era la mejor parte. Todo esto me evitaba pensar en todos nuestros problemas, sinceramente estaba muy relajado y eso es algo muy extraño en estos días. Al final de la película un sollozo llama mi atención.
- ¿Estas llorando? – pregunto lo obvio cuando una lagrima resbala por su mejilla.
- Fue un final horrible, decidió morir a quedarse con ella… ¿por qué? Ella lo hacía feliz… - solloza una vez más. Inclino su cabeza para limpiar sus lágrimas.
- Creo que no quiso atarla a una vida de dificultades, ayudar a alguien en esas condiciones puede llegar a ser agotador si no lo amas lo suficiente… - más gruesas lagrimas caen. ¿Cómo puede verse tan hermosa y tan triste a la vez?
- ¿Crees que estuvo bien lo que hizo? – pregunta cuando paso mis dedos para limpiar sus lágrimas.
- No, creo que debió intentarlo…
- ¿Tú lo harías? – pregunta con un temblor en sus labios húmedos.
- Lo hago – afirmo sosteniendo su mirada. Se cuan lastimada esta y aunque mantengo mi convicción de que necesita ayuda y sé que la enfermedad que le impusieron solo es para mantenerla controlada, todo lo que ha pasado le ha dejado heridas muy grandes, pero eso no significaba que me rendiría – de hecho, se cómo ayudar…
- ¿Como? – pregunta con una mirada inocente. La acerco para besarla y ella contesta a mi beso de inmediato, la sostengo jugando, chupando y besando esos hermosos labios que me llevan al cielo y al infierno de un solo golpe con el único propósito de hacerla sentir mejor. Cuando nos separamos ambos tenemos la respiración agitada.
- ¿Mejor? – pregunto acercando mi frente a la suya. Sonríe ampliamente y asiente. El sonido de su celular nos interrumpe; cuando se estira sobre mi para tomarlo mi cerebro explota de calentura cuando todas las imágenes de la noche anterior explotan en mi cabeza.
- Es Ceycey… ¿porque me buscara?
- Contesta – la animo jugando con su cabello para no perder el enfoque, es tan suave y huele tan delicioso que ya estoy considerando en ir a la cama otra vez. Cuando le responde estoy tren distraído que apenas le prestó atención.
- Ceycey dice que el señor Metin te ha estado buscando, - todo mi buen humor se desvanece – dice que le contestes las llamadas porque está cansado de decirle que no contestas a él tampoco y eso interviene en sus clases de cocina, ¿porque los evitas Can?
- Es nuestro día, ¿recuerdas? – ¿clases de cocina de Ceycey? Si claro… ni siquiera iba a pensar en eso. Metin le mintió a Sanem diciéndole que perdí el control con Fabri y la expuso de forma innecesaria, Sanem no tenía porque verme de esa forma y además alguien llamo a la policía ese día…
- Can me estás dando evasivas, tienes que hablar con él, es tu mejor amigo – suspiro levantándome del sillón para recoger todo. No es que necesite hacerlo, solo quiero moverme. Siento como sus pasos me siguen hasta la cocina, tomo un vaso de agua solo para hacer algo.
- Sanem no puedo lidiar con eso ahora…
- Can…
- No Sanem… mira, Metin te mintió ese día con Fabri y luego llego la policía, nadie más sabia dónde estábamos… - las palabras salen a trompicones de mis labios. Tomo más agua tratando de calmarme tratando de evitar el pensamiento sobre la traición de mi amigo.
- He pensado en eso… - razona tomando mi mano y llevándome al sillón otra vez, paso mi mano por mi frente frustrado – solo escúchame, ¿sí? Ese día que me llamo el señor Metin dijo que estaba muy preocupado por ti, quizás si exagero, pero de alguna forma evito que todo terminara peor. Can, ¿si no hubiera llegado que habrías hecho? ¿Lo has pensado? Me has contado todo lo que ha hecho por ti, es el único que sabe que estamos juntos, bueno, él y Ceycey, ¿de verdad lo crees capaz de traicionarte? Acabamos de ver a Gulliz con el capitán Yusuf y ese día yo estaba hablando con ella… ¿no crees que alguien más dio la alarma?
No puedo negar que es un buen razonamiento, con mis ojos en los suyos y nuestras manos unidas es como si una gruesa niebla se levantara y el camino que llevo tanto tiempo queriendo despejar finalmente esta claro y firme frente a mí, la última pieza de este retorcido rompecabezas que de alguna forma u otra trajo a Sanem a mi vida. Sonrío emocionado.
- Está bien, tu ganas… - sonríe y se acerca para abrazarme - pero tengo una condición…
- Ya lo veía venir… – responde con ironía.
- Es divertido…
- ¿Qué es? – me levanto, me observa con esos enormes ojos curiosos. Extiendo mis manos para que las tome y cuando lo hace la levanto sobre mi hombro, grita cuando la llevo cargada a nuestra habitación.
- ¡Can! ¡¿Que te pasa?! ¡Eres como un hombre de las cavernas! – le doy una nalgada y aprieto sus piernas cuando sus pequeños puños golpean débilmente mi espalda – ¡ya estoy viendo todo al revés!
Cierro la puerta de una patada y la dejo caer en la cama, por el movimiento su falda se levanta de una manera bastante atrayente. Me quito mi playera y la aviento lejos inclinándome sobre ella para besarla, tras unos minutos sus quejas se convierten en suspiros y después en gemidos. Con lentitud bajo mi mano para terminar de subir su falda y sin alejar mi mirada de la de ella me agacho para saborearla…
- Can… - gime apretando la colcha. Sonrío cuando mi lengua está muy cerca de su piel caliente y húmeda.
- Agárrate fuerte bebe…

- Gracias por venir – Metin asiente con una mueca burlona. Sabe que estoy avergonzado, el hombre me conoce mejor de lo que me conozco a mi mismo.
- Entiendo que necesitabas tiempo… - ambos entramos en la sala limpia y vacía.
- Se que cometí un error, Sanem me lo hizo ver… no debí desconfiar – asiente y golpea mi hombro. Asunto solucionado.
- Fuiste un idiota, ¿cómo pudiste desconfiar de mí? Imbécil…
- Si crees que voy a correr a abrazarte estas equivocado – se ríe negando con la cabeza.
- Disculpa aceptada. Entiendo que vas a continuar con el bonito pajarito… – asiento sirviéndole un trago.
- Exacto… - lo invito al jardín para poder hablar más tranquilos ya que los trabajadores que llame para arreglar la ventana hacen demasiado ruido.
- Bueno, ¿qué sucedió? – con un suspiro le cuento todo el embrollo en el que ahora estamos metidos, como buen abogado no me interrumpe ni una sola vez, asiente y escucha con tranquilidad, aunque sé que todo el problema le parece demasiado, se bebió dos vasos de golpe.
- Ok… vamos por partes de acuerdo, esto es un montón, pero tratemos el tema que asumo te importa más. Por lo que entiendo, a tu padre le recomendaron como abogado al papa de Sanem pero era algo personal y lo hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, eso podemos teorizar que lo llevo a su muerte. Si era algo secreto que ni su familia ni la tuya sabían podemos deducir que era algo peligroso…
- No estoy seguro de si Huma sabia o sabe algo, no puedo preguntarle – subo la pierna a la mesa y me recargo en el reposa brazos con un nuevo dolor de cabeza.
- No te culpo, no creo que te diga la verdad – razona terminando su trago – mi instinto me dice que ella sabe algo…
- No solo el tuyo – Huma podía ser muchas cosas, pero la mujer sabe guardar secretos, lo que se de ella es solo porque tuve la gracia de descubrirlo por mi mismo. No hay nadie mas quisquilloso y escurridizo que mi madre.
- De acuerdo, eso nos lleva a Sanem, ¿leíste todo lo que hay de ella?
- Si. Metin es espantoso, el monstruo que la trato hizo de todo para destruir su mente, pero lo peor es que en casi todas las sesiones estaba consiente, no se porque si en sus bitácoras escribía la medicación que le daba – paso mis manos por mi cara en señal de frustración, si no fuera porque estaba conmigo tendría pesadillas sobre esto.
- Quizá mintió, si no escribía las atrocidades que hacia mucho menos si la medicaba bien…
- No, siento que es algo más porque cada sesión era peor que la anterior, hubiera sido más fácil lastimarla si estaba dócil pero Sanem lucho con uñas y dientes, literalmente, eso quiere decir que estaba consiente. Necesito saber mas de ese lugar… - asiente y cruza los dedos apoyándose en sus rodillas.
- ¿No se mencionan más nombres? ¿Enfermeras o asistentes médicos?
- Si, pero necesito indagar más…
- ¿Ella como lo ha tomado? – pregunta en un susurro.
- No tan bien, no quiere hablar de eso...
- No puedes culparla, es frágil… tienes que andarte con cuidado, no la puedes tratar como a otras mujeres porque ella es diferente. Si vas a hacer esto tienes que ser inteligente…
- ¿A qué te refieres con inteligente? – pregunto frustrado.
- Can eres un hombre de acción, pero a veces la solución es solo ser paciente y esperar, sospecho que Sanem necesita eso, que vayas con cuidado hasta que tenga la confianza de enfrentarlo – asiento apretando las piedras en mis manos.
- El problema es que no recuerda casi nada, dice que todo viene en forma de pesadillas… no tienes idea como es verla gritar por las noches porque no grita, es como si el terror se la comiera, pero por dentro…
- ¿Y los episodios que me contaste? ¿Siguen pasando? – otro momento para avergonzarme.
- Me dijo que desde que nos conocimos no han sido tan frecuentes, cuando peleamos empezó a suceder, pero no la deje hacerlo porque estaba tan enojado que no le permití irse y le grite que se quedara conmigo para poder seguir discutiendo… fui un idiota – tan solo recordarlo me dolía el pecho y es que todo el mundo tiene razón, mi coraje nubla todos mis sentidos.
- No creo que eso sea tan malo como crees… - volteo a mirarlo y se recarga en la silla más relajado– creo que las emociones fuertes la desestabilizan pero que alguien tenga la capacidad de traerla de vuelta es por ella lo ha permitido, no soy un experto, pero me parece que sus episodios son un mecanismo de defensa. Era una niña cuando ingreso al hospital, imagínate ser tan pequeña, indefensa y traumatizada con un loco que quiere destruirte y nadie que te defienda; ahora de adulta se ha acostumbrado a perderse porque no conoce otra forma de enfrentar sus miedos pero lo que siente por ti es nuevo, un desequilibrio que le impide caer en eso… al menos eso es lo que creo, su inconsciente te tiene la suficiente confianza para enfrentarte y no esconderse de ti. Eso es bueno.
- Si lo pones así… - quizá esa era la razón en el porque nuestros encuentros amorosos eran de esta forma, quizá era un alivio para ella donde se sentía en confianza, tantos años reprimida y ahora yo le daba mucha libertad; se ponía frenética pero no era momento de pensar en eso ahora porque mis dilemas sexuales no eran asunto de Metin – después de nuestra pelea tuvo un episodio, no recuerda que paso pero me dijo que siente que le hizo algo a su madre… recobro la conciencia hasta que ya venía para acá…
- ¿Quieres decir que está aquí? – pregunta impresionado.
- Si, esta leyendo en nuestra habitación… - para mi sorpresa empieza a reír.
- No pierdes el tiempo hermano, ¡vengan esos cinco! – ruedo los ojos y dejo su mano levantada. Se empieza a reír otra vez llamando la atención de los trabajadores.
- ¿Quieres calmarte?
- ¡No! Esto es divertidísimo, el dragón indomable Can Divit tiene guardada a su princesa que le robo el corazón, hace mucho que no me divertía tanto… - le sostengo la mirada dejando que termine su ridícula actuación – ¡no me mires así! Prácticamente te la robaste, como un muchacho enamorado… creo que quiero llorar….
- Imbécil – susurro jugando con las piedras en mi mano. Se ríe más fuerte agarrándose la panza. Suspiro esperando.
- ¡Jamás voy a olvidar esto! – se limpia los ojos y yo vuelvo a rodar los ojos – esta bien, vuelvo a mis sentidos… ¿puedo hablar con ella?
Aprieto los labios no muy seguro de acceder, levanta una ceja y se vuelve a reír.
- No seas posesivo, déjame conocer bien a la chica, las veces que la he visto es por que esta revoloteando a tu alrededor o demasiado preocupada por ti. ¡Quiero que me la presentes formalmente! – vuelvo a suspirar y me levanto soltando mas maldiciones de las que he dicho en toda mi vida. Mi vena “cavernícola”, como dice Sanem, me hace querer envolverla en algodón y llevármela a donde nadie pueda verla, tocarla o lastimarla. Estoy enloqueciendo.
Cuando vuelvo a entrar a la casa pago a los trabajadores que han terminado y me dirijo directamente a nuestra habitación, entro con cautela pensando que esta dormida, pero está tomando té con una de mis playeras puesta y leyendo un libro.
- Hola – sonríe ampliamente. Quiero correr a Metin para volver a estar entre sus brazos – ¿el señor Metin ya se fue?
- No – me acerco a su lado y tomo sus manos para besarlas – quiere hablar contigo…
- ¿Conmigo? ¿por qué? – para tener otra cosa con que fastidiarme. Se ve tan adorable que la besaría.
- Algo así como conocerte mejor, es uno de mis mejores amigos, una energía familiar como esa… - asiente cerrando el libro.
- Está bien, solo deja que me cambie…
- No – la interrumpo sin poder controlar mi vena posesiva, que otro la viera en mi ropa me vuelve loco de orgullo – así está bien, ha salido un poco el sol… a menos que tengas frio…
- No tengo frio – toma mi mano y juntos salimos de la habitación. Para mi sorpresa Metin ya se encuentra en la sala con un vaso de agua en su mano; Sanem camina a mi lado con paso inseguro y apretando mi mano con nerviosismo, tiene la idea de que su frente tiene la palabra SEXO escrita, en otro momento eso sería muy gracioso, pero ahora, siento como si le fuera a presentar mi novia a mi padre. Ridículo.
- Sanem – Metin estira su mano dando una buena vista a Sanem, rápidamente la atraigo hacia mi y este me mira con la ceja levantada. Sanem lo suelta y va a sentarse a mi lado, pero no se lo permito, la tomo de la cintura y la siento en mi regazo, una necesitada vena mía estaba saliéndose de control, pero francamente no me importa – vaya Sanem mira lo que has hecho con mi hermano, es como un cachorrito…
Sanem voltea a verme con una cara que sé que nos hará hablar de todo el numerito que estoy montando mas tarde.
- Me alegro que viniera e hicieran las paces – paso mis manos por su cintura aprisionándola entre mis brazos como un niño necesitado de atención.
- Y yo estoy agradecido de que le hayas metido un poco de sentido en su dura cabeza – ruedo los ojos. Sanem se ríe y solo por eso no le suelto un puñetazo al tonto – ¿porque no me dices que sucedió? Can me dijo que hay algo que te preocupa…
- La verdad no lo sé, pero creo que hice algo malo a mi madre… - la tensión en su cuerpo me provoca abrazarla más fuerte.
- No creo que sea así Sanem, solo piénsalo un momento, si hubieras lastimado a tu madre hay hubiera llamado a tu hermana y esta le hubiera dicho a Emre, él sabe que Can está aquí y no le hará falta ser un genio para saber que tu también ya que asume que ustedes están JUNTOS, no creo que sea nada grave o ya estarían tumbando la puerta. Para empezar, ¿tu madre sabe que te escapaste? – Sanem baja la mirada a sus manos.
- No lo sé… a veces cuando peleamos me encierro en mi habitación o me encierra y no hablamos en días, solo me lleva comida o si la puerta esta desbloqueada yo bajo por ella – la rabia que nace en mi estomago al escuchar sus palabras vuelve a arder. Esa mujer era peor que el diablo.
- ¿Ella va a revisarte en las mañanas antes de irse a su trabajo?
- Ya no… es probable que tengas razón y no sepa que me fui, ahorita no ha llegado a casa así que puede pensar que sigo encerrada – los tres intercambiamos miradas entre nosotros.
- Bueno no creo que vengan a tirar tu puerta por secuestro Can – sonrío de medio lado por el irónico comentario, pero Sanem voltea a verme asustada.
- ¡Can no quiero que te pase nada! ¿Como no lo pensé?
- No creo que pase – interviene Metin antes de que pueda contestar – aunque tu madre no te dejara ir tan fácil, si quieren estar juntos creo que solo hay una solución practica que arreglará todo.
- ¿Y esa sería? – pregunto intuyendo sus palabras.
- Matrimonio – Sanem se tensa en mis piernas, pero no dice nada.
- Se puede hacer… - concluyo sorprendiéndome a mi mismo. Hace un año solo la mención de la palabra matrimonio era como una cuerda cortándome la respiración, pero ahora se siente natural hacerlo, tener a mi Sanem todo el tiempo a mi lado es más una bendición que una maldición.
- ¿Te casarías conmigo? – pregunta girándose para verme a los ojos. Casi me rio de su expresión incrédula.
- Creo que soy yo el que debería preguntarlo, pero si, lo que haga falta para tenerte conmigo y a salvo lo hare… - no contesta, solo me sostiene la mirada, casi puedo ver como los engranes en su cabeza procesan la información.
- Aunque están conmoviéndome al extremo por esta hermosa declaración, los dejare barajear la idea, pero deben decidirlo rápido… - Metin nos sonríe, pero aún hay preocupación en sus ojos.
- Su madre ha dicho que tiene papeles de Sanem como dependiente de ella, ¿no crees que los use en nuestra contra? – pregunto un poco molesto. Sanem voltea a ver a Metin con cara preocupada.
- Desde que sospeche que esto sucedería he investigado un poco, se supone que para que una persona adulta sea dependiente de otra debe hacerse un estudio y revisiones constantes, de esa forma se sigue haciendo valido, pero por lo que me he enterado hace mucho que no tienes una revisión, ¿o sí? – Sanem niega de inmediato.
- No quiero ir con un doctor y mama nunca ha insistido, solo me da las pastillas…
- Pastillas que ya no tomas… - Sanem no se sorprende en absoluto que Metin sepa prácticamente todo, al contrario, concuerda con el con la mayor naturalidad del mundo. Me alegraba que lo aceptara, Metin era de las pocas personas cercanas que hay en mi vida.
- Entonces en caso de lo peor esa seria nuestra defensa, pero les recomiendo pensarlo rápido, es la salida más fácil, el matrimonio les daría la libertad que tanto desean…

SANEM
“El matrimonio les daría la libertad que tanto desean…”
Aunque quiera, no puedo dejar de darle vueltas a la idea porque desde que pose mis ojos en los de Can y nuestros labios se unieron me encontraba fantaseando la idea de que el fuera el compañero de mi vida, mi albatros. No me asustaba hacerlo, me asustaba su reacción, pero actuó con tanta tranquilidad que ahora me siento insegura, ¿realmente QUERIA casarse conmigo porque me amaba o solo era el medio para un fin? Tantas preguntas me están volviendo loca.
Después de eso Can y Metin discutieron todo el asunto del dinero, el asalto a la empresa y a la señora Deren en el cual Metin se mostró realmente molesto, la traición de Emre y la misteriosa participación de Aylin, cuando comentaron la posible estafa del capitán Yusuf por lo que vimos hoy creí que era el mejor momento para irme. Estaba demasiado agotada para eso.
Considero volver a leer, pero estoy demasiado nerviosa para eso, la idea de que acusen a Can de secuestrarme es algo que no había considerado, era una tonta, yo pidiéndole al hombre que no haga cosas malas y aquí estaba, secuestrándome a mí misma en su casa. Voy al baño a quitarme toda la joyería excepto por el collar que me regalo y que tanto amo, el recuerdo de la noche anterior hace revolotear miles de mariposas en todo mi cuerpo y un cosquillo nace en todas las partes que acaricio y beso… fue hermoso. Tan tierno, tan amoroso y tan delicioso… me hizo sentir que estaba en el cielo, que todo lo que yo consideraba que tenia roto o deficiente no estaba más oculto y él se dedicó, con paciencia y amor, a descubrirlo. El susurro de sus palabras en mi oído aun puedo escucharlo, las caricias de sus fuertes manos en mi piel, como sus labios besaron aquella parte sensible en mi cuello o como su lengua se entrelazaba con la mía como si fuéramos dos seres hambrientos de esa felicidad que por años se nos fue negada… sin darme cuenta mis manos acarician mis labios, mi cuello y mis hombros recordando su aroma, algo caliente nace en mi vientre, no puedo creer que al fin sucedió. Puedo recordar la sensación de cuando estaba dentro de mi provocándome tanto deleite que pensé que enloquecería de felicidad, ya lo extraño, solo de esa forma el constante miedo a que nos separen se desvanece, cuando estamos juntos se que nada nos va a alejar.
Una lagrima resbala por mi mejilla, la limpio y mi reflejo en el espejo no me asusta, al contrario, la mujer que me regresa la mirada esta dichosa, completa y resplandece; sinceramente pensé que se notaria que Can y yo… hasta pensarlo me hace ruborizar, pero no, la única diferencia es que por fin después de tanto me siento en paz. Y lo mejor era que mis miedos eran infundados, era virgen.
Cuando vi la mancha de sangre en la sabana Can pensó que mi expresión mortificada fue porque me asuste, pero no, fue porque comprobé que SI era virgen, el monstruo que me aterrorizaba destruyo mi mente y mi realidad pero me dejo virgen para Can, porque yo era de él, le pertenecía completamente. Me siento profundamente aliviada de que el monstruo nunca cruzara esa línea, todo lo que Can y yo hacíamos jamás lo experimente con nadie y eso me hace sentir nueva para él, como si fuera un regalo que solo a él le podría dar.
Con manos temblorosas retiro los aretes de mis orejas, estoy tan perdida en mis pensamientos que uno de ellos se me cae y se va rodando por el suelo hasta el asiento de mármol de la ducha. No entiendo porque en una ducha se necesita un asiento, pero Can me explico que era porque también se puede usar como cámara de vapor o para algo mas divertido… sospechaba que algo sexual. Cuando me acerco a levantar el arete una ranura en el asiento llama mi atención, es como si se pudiera zafar ese lado, con cuidado trato de moverlo, pero está muy duro hasta que se me ocurre que puedo deslizarlo. La tapa es pesada, pero deslizarlo no es difícil, al contrario, es como si fuera un pequeño cancel, pero como es del mismo color que el piso es imposible verlo si uno no presta atención. Dentro hay papeles, carpetas de piel y plástico y una caja negra.
- No debería hacer esto…
*¿Qué puede pasar? Si vas a casarte con el hombre deberías saber sus secretos…
- Tal vez deba preguntar primero… no quiero molestarlo… - me siento con las piernas cruzadas dudando. Una de las carpetas es exactamente igual a la que traía Mete el día en que le regale a Can el perfume.
*Quizá solo son cosas aburridas, olvídalo…
Mi curiosidad es mas fuerte, si Can las ocultaba es muy posible que no sean “cosas aburridas”, dando un rápido vistazo a la puerta me acerco para sacar la carpeta que esta apretada entre las demás, mi corazón late muy fuerte cuando la abro y justo en el momento que leo mi nombre mi corazón se detiene. Es el archivo clínico…
Absorbo cada palabra, analizo cada hoja, mi mente une cada detalle con destellos de imágenes guardadas en mi memoria que están deseosas de salir, todo este archivo era yo, la niña Sanem que se sentía sola y pedida, la adolescente Sanem que escupía las pastillas que y mordía a los enfermeros, la Sanem rota que no podía mirar su reflejo, la Sanem abandonada… la Sanem que era una muñeca vacía y sin alma… la Sanem loca…
- ¿Sanem? – la voz de Can se escucha lejana mientras sigo leyendo todo el mar de papeles que ahora yacen frente a mí. Los recuerdos destellan con una rapidez impresionante, como cuando alguien cambia de canal muy rápidamente, apenas los puedo ver, pero ahí están, queriendo salir a la luz.
- San... ¿qué haces? – siento como unas manos grandes y calientes me sostienen de los brazos. Apenas soy consiente de que estoy temblando y chocando los dientes, el pánico nace en mi corazón y con un fuerte grito lo quitó de encima.
- ¡SUELTAME! – es tanto mi miedo que no me fijo donde piso y siento como mis pies se enredan, cuando estoy a punto de caer unos brazos fuertes me toman de la cintura con fuerza. Lo golpeo ahogándome en pánico, quiero que me suelte, no puedo respirar.
- ¡Suéltame! ¡Suéltame! – grito sin dejar de golpear, pero no lo hace, al contrario, me sostiene cerca de su pecho y acaricia mi cabello. Las imágenes amenazan con salir… ¡NO! ¡Me estoy ahogando!
- No puedo… - apenas escucho mi voz ahogada, todo es frio y mis huesos duelen; el zumbido en mi cabeza truena las imágenes borrosas en mi cabeza, no las quiero, no puedo soportarlas – ¡no puedo… respirar… suéltame!
- Sssssh… - susurra en mi cabello deslizándose conmigo frente al cancel de la ducha, estoy entre sus piernas, pero mis pulmones se liberan un poco – sssssh… aquí estoy… no voy a soltarte, cálmate… aquí estoy…
Mi respiración agitada empieza a ceder, las imágenes en mi cabeza dejan de parpadear oscureciéndose de nuevo, abro los ojos y puedo enfocar el amplio baño de mármol, el espejo, el tocador… recargo mi cabeza en su hombro cuando la palma de su mano me empuja gentilmente en mi pegajosa frente. Siento frio, pero estoy sudando.
- Calma… ssssh, aquí estoy, voy a sostenerte… - sus palabras entran por encima del zumbido de mis oídos y mi respiración agitada. Su mano se entrelaza con la mía y se ajusta en mi vientre, si, aquí estaré bien.
- ¿Sabes quién soy? – pregunta en un susurro en mi frente.
- Can… estoy bien… - besa mi mejilla, pero nos quedamos unos minutos de esta manera, el sosteniéndome y yo tratando de enfocar la realidad, cuando puedo controlar mi respiración otra vez las lagrimas brotan de mis ojos. Subo mis manos para cubrir mi cara.
- Sanem…
- No puedo con esto… - sollozo – soy como una bomba que explotara en cualquier momento… tengo mucho miedo, no quiero recordarlo, por favor no hagas que lo recuerde…
- Voy a ayudarte mi amor, - me abraza y besa mi hombro – voy a ayudarte y no me iré a ningún lado…
No puedo responderle porque las palabras se atascan en mi garganta y salen en forma de gruesas lágrimas, sin poder evitarlo llevo mis rodillas a su pecho fuerte para refugiarme, sus brazos de acero me protegen cerca de los latidos de su corazón, son como una música que me relaja. ¿Como puedo seguir con mi vida siendo acosada por mis propios recuerdos? Cada inseguridad, miedo y vergüenza cubren mi adolorido corazón, no puedo manejarlo, siempre con miedo y siempre sufriendo, ¿cómo puedo casarme con el hombre que amo siendo tan débil e indefensa?
Mis lagrimas caen con fuerza mientras me sostiene y susurra palabras dulces a mi oído, quisiera arrancar todo ese trauma y enterrarlo, quisiera perderme con el hombre de mi vida y enfocarme en amarlo, no tener miedo de ser un día víctima de mis propios fantasmas y no volver de ese encierro oscuro y asfixiante
Lloro porque soy débil, porque me siento tan rota e incompleta, lloro porque lo amo y no puedo dejarlo para que encuentre a alguien que sea tan perfecto como el, lloro porque tampoco puedo darle la vida que quiere y sobre todo, lloro porque fantaseo con un día ser libre para el…

- ¿A dónde vamos Can? – pregunto cuando maneja por las oscuras calles de la ciudad. Después de mi decaída, llore tanto que me quede dormida hasta que Can me despertó y me pidió que me vistiera porque teníamos que salir. Cuando revise el celular eran pasadas las 10 de la noche.
- Necesitamos arreglar algo – contesta con tranquilidad. Antes de salir me pregunto si quería hablar, pero no podía en ese momento y no podía ahora, hablar era recordar y no estoy lista para eso.
- No entiendo… - me da una rápida sonrisa y acaricia mi mejilla, pero no responde, sigue conduciendo. Suspiro tratando de entender a donde vamos hasta que al llegar a un semáforo y ver a mi alrededor la colonia triste y decadente se me hace horriblemente familiar – ¿qué es esto?
Can no dice nada, sigue manejando, pero apaga el radio, me sostengo del asiento observando las feas casas, la tristeza y la pobreza que parecen salir de cada esquina, todo esta muy oscuro y solitario. Es la clase de lugar al que nadie debería ir solo.
- Can… quiero irme… - susurro con pánico. No vuelve a contestar, pero en lugar de estacionarse en donde pienso que va a hacerlo sigue y da la vuelta en la calle hasta detenerse a un lado de un baldío.
- Vamos mi vida… - susurra quitándose el cinturón y ayudándome a quitarme el mío. Mi respiración es acelerada pero no me muevo.
- No quiero entrar ahí – declaro con voz temblorosa sin dejar de ver al frente.
- Sanem, quiero ayudarte y para ayudarte necesitas enfrentar tus miedos, estaré contigo todo el tiempo… poco a poco lo haremos, juntos – lo observo por unos segundos y asiento. Se baja con rapidez y va a mi lado para abrirme la puerta, titubeo un poco para salir, pero finalmente lo hago.
Fuera el aire es frio, pero Can me abraza y camina a mi lado hasta que llegamos a la parte posterior de la casa, cuando me suelta me abrazo a mi misma volteando alrededor, no parece haber nadie mirando. Saca algo del bolsillo de su pantalón y lo mete en la cerradura, después de unos segundos la puerta se abre con un ligero chirrido. Toma mi mano, enciende la lampara de su celular y ambos entramos.
Cada segundo que pase en esa casa regresa a atormentarme, son imágenes perfectamente nítidas, las voces, los gritos y las lágrimas, los golpes, mi madre y Leyla, los muebles usados y las paredes desgastadas, todo esta igual en mi cabeza. Can no duda y sube al piso de arriba hasta que se detiene en la cima de las escaleras.
- ¿Dónde era tu habitación? – pregunta en un susurro. No me había dado cuenta que estaba aferrando su brazo con fuerza, tras una breve mirada señalo el lugar donde solía dormir.
Cuando empieza a caminar me zafo de su brazo, el entra a la habitación con paso lento alumbrando cada esquina, pero yo no puedo, me quedo en el umbral de la puerta – ¿aquí es donde dormías?
Asiento cuando alumbra la vieja cama de metal, aprieto los puños cuando alumbra las esposas y las cuerdas.
- ¿Ella te amarraba? – me encojo de hombros evitando su mirada – cuando era mas joven… Can, quiero irme…
- Ven… - estira su mano para que la tome, pero no lo hago.
- No quiero, vámonos por favor – insisto sintiendo como las lágrimas empañan mí ya de por si oscura visión. Apaga la lampara y todo se vuelve más tenebroso, mi corazón palpita con fuerza, pero aun puedo ver que esta delante con su mano estirada. Un bajo zumbido nace en las profundidades de mi mente.
- Esta oscuro, pero yo estoy aquí, no tengas miedo y sostén mi mano… - sintiendo como mis lagrimas vuelven a bajar por mis mejillas doy un paso dentro del tenebroso lugar y tomo su mano, me sujeta con fuerza hasta que estamos frente a frente.
- Se que esto es doloroso para ti, pero tienes que enfrentarlo, ya no está aquí para lastimarte… la Sanem que existió aquí y que él se esforzó por destruir ya no existe…
- ¿Quién no está aquí? – pregunto asustada por encima del zumbido que empieza a ser más fuerte. No quiero hablar de él, quisiera encerrarlo en lo más profundo de mi conciencia y que ahí muera para hacer como si nunca hubiese existido. Sostiene mis dos manos y entrelaza sus dedos con los míos.
- Su nombre era Yigit Aytac… - el nombre congela mi cuerpo, el zumbido en mi cabeza explota y mis huesos se congelan – entro a la clínica como interno en psiquiatría, cuando el doctor en jefe enfermo, le dieron el puesto al no haber suficiente personal disponible. El fue el que llevo tu caso… él es el monstruo…
Sin dejar de sostenerme la mirada suelta una de mis manos y me entrega un papel que saca de su grueso saco, con un temblor tomo el papel, la fina luz que entra por la ventana me deja ver la cara de la persona. Oh no… no no… no no no no no… ¡NO!
- No puede ser… - susurro tapando mi boca. Como un disparo brillante en mi mente, la oscura neblina que parece siempre acompañarme se levanta, lo que antes era borroso y oscuro y que estaba enterrado en el pozo profundo de mis recuerdos olvidados sale con fuerza, miles de imágenes y experiencias respaldasen delante de mis ojos y todas son relacionadas con él.
Los ojos azules ya no son solo una mirada diabólica que apenas lograba ver en los umbrales de mis pesadillas, ya son un hombre que salió de su escondite para atormentar mi realidad, me utilizo para su conveniencia y voluntad, alguien que jugo con mi mente y destruyo a la niña que era y dejo sangrando a la mujer que soy, con un grito silencioso aprieto mis sienes tratando de evitar la marea de recuerdos desde que entre al hospital pero es imposible, Can encontró la llave y no hay marcha atrás.
- ¿Por qué? ¡¿Porque lo trajiste de vuelta?! – reclamo entre sollozos apenas consiente de mi propia voz. Su cara no deja de aparecer en mi cabeza, hablándome, lastimándome y haciéndome llorar.
- Tienes que superarlo Sanem…
- ¡No no no no! ¡¿Porque lo pones entre nosotros?! ¡VA A VOLVER POR MI! – grito sin importarme si alguien escucha, las lagrimas no me dejan ver nada el zumbido ahora es un sonido chirriante, todo en mi cabeza es un caos – ¡¿PORQUE NO LO DEJASTE ASI?!
- Porque eres tu la que lo pone siempre entre nosotros – responde con voz dura pero no grita. Caigo en mis rodillas presa del dolor queriéndome ocultar de él, aprieto mis ojos en un intento de que los recuerdos paren, pero no se detienen, son como el flujo de agua en una llave abierta, imposible de detener una vez que es dejada en libertad – reconócelo mi amor, deja que se vaya, ya no puede hacerte daño…
- ¡¿Porque me haces esto?! – sollozo casi golpeando mi frente en el piso, las lagrimas no dejan de caer y mi cabeza parece que va a explotar – me duele…
- Te sostengo mi Sanem, - siento como sus brazos intentan levantarme, estoy demasiado entumecida pero el es mas fuerte que yo, me abraza con fuerza y eso me hace llorar mas recordando que en esos horribles días nadie estuvo para sostenerme, fue horror tras horror – aquí estoy, siempre estaré para protegerte… llora lo que necesites…
- Me duele mucho – sollozo en su hombro sosteniendo sus brazos casi hasta lastimarlo, es tan fuerte que prácticamente sostiene mi peso, como un muro que no se moverá por mas que yo lo golpee – me lastimo mucho… quería morir…
- Lo se mi amor, - responde con voz entrecortada – lo sé, pero ya no puede hacerte mas daño, lo has vencido… quiso destruirte y aquí estas, tan completa y hermosa…
- ¡Aaaaah! – grito en su hombro agarrándome con mas fuerza de su cuerpo, sus brazos me rodean con seguridad mientras yo grito, eso solo me hace llorar más. Tantos años de soledad, de locura, de no saber que día era o si salía el sol, tantos golpes y palabras que me rompían y ahora al fin podía llorar y gritar por todo el dolor que estaba atrapado en mi corazón.
- ¿Porque tardaste tanto? – sollozo en su hombro – te espere día tras día…
- Lo sé, lo es y lo siento… - susurra en el hueco de mi cabello para después repartir besos por toda mi piel expuesta – perdóname, sabía que buscaba algo, pero no sabía que, y resultaste tú, todo lo que siempre quise. No estas sola mi amor, mi vida, mi única… mi preciosa Sanem, aquí estoy para ti…
Me separo un poco para ver su perfecto rostro, tiene lagrimas acumuladas en sus ojos, sufre por mi tanto como yo sufrí por él. En mis momentos de cordura rogaba porque saliera de mis sueños y fuera por mí a esa habitación blanca y fría, porque me abrazara para juntar todos los pedazos que ese demonio se esmero en cortar. Rogaba por él, por sus brazos y sus besos y ahora estaba aquí, conmigo sosteniéndome.
- Déjalo ir Sanem, deja que se vaya, no te castigues atrapándolo en tu mente… - susurra muy cerca de mis labios – aléjalo de nosotros… no dejes que nos separe…
Can tiene razón, si yo no exorcizaba a ese fantasma siempre estaría acechando en mis pesadillas y nos alejaría, yo quería una vida como la de esas mujeres que siempre veía al ir al trabajo, una familia y un compañero que volara conmigo. Tengo que dejar ir su recuerdo, aceptarlo para superarlo.
- No sé cómo… - susurro muy confundida, un sollozo se escapa de mis labios y las lágrimas salen a borbotones – me hizo tanto daño que a veces no se quien soy… o que hago…
- Eres Sanem… - Can habla muy bajito cerca de mi mejilla, su barba y bigote haciéndome cosquillas – mi Sanem…
- ¿Como puedo superarlo? Mira lo que me hizo… - me suelta y toma mis mejillas con sus grandes manos calientes – destrozo mi alma…
- ¿Que necesitas para unirla mi amor? – pregunta muy cerca de mis labios – toma lo que quieras, todo es tuyo…
No lo resisto, quiero sentirme cobijada en sus brazos y que no me suelte nunca, derretir todo el hielo que tengo dentro y que me astilla haciéndome sangrar. Con decisión me acerco para besarlo, me recibe de buen agrado y nuestros cuerpos se sintonizan para el beso mas ferviente y necesitado que hemos tenido, su sabor se combina con el mío y casi puedo escuchar sus pensamientos en mi mente torturada, el cree que soy hermosa, sus sonrisas son para mí, mi cuerpo es su salvación y mi sonrisa ha salvado su triste corazón, toda su alma, cuerpo, mente y corazón son míos.
Con desesperación me deshago de su chamarra, su suéter y su camisa, el hace lo mismo con mi ropa y cuando me doy cuenta de lo que pasa ya estamos en el piso sobre nuestras ropas sosteniendo el corazón del otro, solo así me siento competa y satisfecha, de esta forma encuentro camino a la salvación donde nada duele, no hay lagrimas que partan mi corazón, más bien hay besos que calientan mi piel y palabras que emocionan mis sentidos. Me repite un y mil veces que me ama y yo hago lo mismo mientras reconocemos la piel del otro, ya no hay mas frio, mas bien todo es cálido y placentero mientras besa mis labios y sus manos recorren cada centímetro de mi piel lastimada. Disfruto acariciando su espalda y suelto su cabello para jugar con él, sé que le gusta y mi deseo es complacerlo por completo.
- Estas temblando… - susurro cuando se apoya sobre mi y su mano baja a mi vientre.
- Te necesito tanto que apenas puedo respirar… - besa mis labios otra vez y yo me deleito con su cercanía. Paso mis brazos por su cuello para abrazarlo.
- No quiero que te vayas nunca, te amo tanto… - beso su cuello múltiples veces mientras el me sostiene, un gemido escapa de sus labios y nuestras caderas empiezan a moverse en sincronía. La sensación me esta matando.
- Jamás; siempre que estires tu mano yo la tomare, estaré ahí tanto en tus sueños… - besa mi frente y vuelve a mirarme – como en tus pesadillas, no volverás a dejarme atrás. Así sea el mismísimo infierno, entrare por ti y te sacare de ahí… me perteneces Sanem…
- Me perteneces Can… - declaro asintiendo y buscando sus labios para que me bese. Con un movimiento rápido me coloca sobre él, ahora estoy sobre su abdomen bajo y mi columna se tensa por la placentera sensación.
- Ahora demuéstramelo – susurra con voz temblorosa dejando mis manos en su pecho y tomándome de las caderas; sin darme cuenta solté la fotografía en algún momento y ahora, como en una especie de ironía, la fotografía esta justo aun lado de la cabeza de Can, es como si los dos hombres estuvieran esperando por mí y yo tuviera que tomar la decisión – tómame por completo, declárate mía ante él, demuéstrale que ya no tiene poder sobre ti… que vea que ahora eres libre y feliz…
Lo hago. Con lentitud y sin dejar de ver la fotografía tomo a Can dentro de mí, al principio mi cuerpo se tensa por la intrusión, justo en esta posición me siento demasiado pequeña y bueno, Can es un hombre grande, pero luego la necesidad, el deseo y mi amor por el le ganan a la sensación de incomodidad y mi cuerpo empieza a reaccionar a mis deseos. Después de unos segundos empezamos a tomar ritmo, el movimiento me marea y me vuelve loca, siento como si todo mi ser se llenara de un cálido bálsamo lleno de luz y calor, los gemidos de Can son música para mis oídos y el aroma de su piel me pone frenética. Quiero fusionarme con su cuerpo para que nada ni nadie nos vuelva a separar. Y mientras estoy enredada en tanto placer un zumbido que antes ya había escuchado pero que hasta ahora presto atención estalla en mis oídos, voces familiares me hablan y me piden obediencia cuando mi cuerpo empieza a elevarse a la gloria…
- ¡No Sanem! – la voz de Can se escucha muy grave y agitada, pero esta por sobre todas las demás – no lo dejes ganar, solo somos tu y yo ahora, quédate… conmigo…
- Zumba… en mi cabeza… - mi respiración entrecortada apenas me deja hablar, pero Can no me deja detenerme, al contrario, sus manos presionan en mis caderas como para recordarme que esta ahí.
- Ya no le perteneces… amor, no tienes… que ocultarte… - una de sus manos me suelta dejándome marcar el ritmo, pero se acomoda entre nuestros cuerpos, la fricción provocada me hace gritar de placer. Mi mente parece limpiarse con sus palabras – el no puede estar en tus pensamientos… solo piensa en mí… solo siénteme a mi bebe…
Como si hubiera apagado una molesta estación de radio que no funciona, el ruido zumbante en mi cabeza se apaga y solo deja paso a toda la felicidad que el placer de estar entre sus brazos me provoca.
Ya no necesito esconderme, ya no hay oscuridad que quiera atraparme, soy libre de pensar, hacer y sentir lo que sea porque mi alma ya no esta atada a un recuerdo que no puedo enfrentar. Con un grito que es acallado por un beso mi cuerpo explota en miles de partículas de luz que me recuerdan que, por fin, después de mucho tiempo, no estoy sola.

CAN
Una fina corriente fría revolotea en mi brazo desnudo, el aroma que tanto amo es débil en mi nariz y no siento el calor de el otro cuerpo que tanto adoro. Lucho para salir de la neblina del sueño, pero es muy difícil, estoy cansado, pero no de una mala manera, simplemente no he dormido bien y espero no dormir bien el resto de mi vida. Después de nuestra explosiva aventura en la casa donde Sanem vivió de sus peores terrores volvimos a la nuestra, fue como si mi hermosa mujer dejara ahí una pesada carga; todo el camino de regreso fue todo un dulce que me lleno de besos el cuello, me abrazaba del brazo en cada oportunidad y me besaba en los labios jugando con mi barba en cada alto, la pesada sombra que la perseguía parecía haber sido extinguida de su alma.
Cuando llegamos a casa toda la ropa salió volando y no dudamos un segundo en caer a la cama para una segunda ronda, es que definitivamente no podía quitarle las manos de encima, justo cuando creía que estaba saciado otra vez esa hambre y esa sed de todo lo que representa vuelve a golpearme. La amaba tanto que mi corazón parece explotar cada vez que la pienso, la veo o la siento. Por cierto…
Abro los ojos, pero no la veo, la cama esta vacía, giro para todos lados tratando de buscarla, pero la habitación esta a oscuras. Me levanto rápidamente para buscarla en el baño, pero este también esta vacío.
- ¿Sanem? – la llamo, pero nadie contesta. Preso del pánico salgo apenas poniéndome un short deportivo en el proceso. Salgo apresuradamente de la habitación con el corazón desbocado cuando ruidos en la cocina llaman mi atención, camino hacia allá y la fuente de mis fantasías esta ahí, con una de mis playeras que le quedan como vestidos bailando de un lado al otro.
Sus caderas se mueven al compás de alguna canción interna, agita su desordenado cabello de un lado al otro y tararea como si nadie la estuviera viendo. Se ve absolutamente preciosa. Cuando mueve algo en el sartén me acerco con sigilo para morder de forma juguetona su brazo estirado – ¡AAARRRRG!
- ¡AAAAH! – grita dando un brinco en mis brazos, la sostengo para evitar que se vaya a quemar con la espátula en su mano.
- Lo siento, - me rio por su expresión espantada de ojos y labios abiertos – olí algo delicioso y quise probarlo…
- ¡Can me asustaste! – me regaña dándome un ligero empujón – sentí que los ojos se me volteaban…
- ¿Otra vez? Debo ser muy bueno… - me observa con ojos inocentes, paso frente a ella aprisionándola entre la mesa y mi cuerpo para tomar un pedazo de fruta, sus ojos se abren como platos y el color rojo colorea sus mejillas.
- ¡¿Can cómo puedes insinuar esas cosas tan temprano?! – vuelve a regañarme, pero el tono rojo de su piel no se desvanece. Tomo otro pedazo y lo pongo en su boca, definitivamente tengo algo por su boca.
- Para nada cariño, eres tu la que estas imaginando cosas… - rueda los ojos haciéndome sonreír. Beso rápidamente sus labios hasta que el olor a quemado me distrae, volteo y apago la estufa de inmediato.
- ¡Off Can! – grita soplando al sartén – mira lo que paso, todo se está incendiando…
No podría estar más de acuerdo.
En la vida había compartido tanto con una mujer, Polen fue mi “pareja” si se le puede llamar de esa forma, pero jamás permití que despertáramos y desayunáramos juntos después de una noche o pasar demasiado tiempo juntos, me asfixiaba y con alguien más mucho menos, todo era de entrada por salida. Ahora con Sanem me siento un poco fuera de mi elemento, pero al mismo como si esto fuera de lo mas normal, con las pocas horas que llevábamos compartiendo juntos ya se siente como si fuera parte de nuestra rutina, no quiero alejarla o meditar la idea de pedirle que se vaya, al contrario, me da pánico que lo mencione. Supongo que esas eran las diferencias entre estar enamorado y las aventuras de una noche.
Además de todos sus rituales hasta ahora me percate que jamás la vi cocinar algo, además de té claro, y en este momento entendía porque, Sanem y la cocina eran como el agua y el aceite, casi me ahogo cuando probé lo que preparo porque le puso demasiado picante y lo mas extraño es que en lugar de sentirse mal o ponerse a llorar por su falla, mi Sanem exploto de risa como si fuera la comedia mas divertida del mundo.
- Solo seguí poniéndole picante – se justifica entre carcajadas pasándome un vaso de agua – no me pude detener…
- Me… me di cuenta… - mi voz suena tan rasposa que siento que me ahogo, pero por verla reír así después del pesado día que tuvimos valía la pena – solo lo agregaste sin control…
- ¡Si! – se carcajea tapándose la cara para controlar las lágrimas – ¡pero no te comas! Te sentirás mal…
Cuando intenta quitarme el plato la detengo.
- ¡No! Me lo comeré… - sus bonitos ojos brillan de emoción; ahí es cuando me queda claro que prefería mil veces una infección intestinal a que sus ojos se apagaran, menos mal que tenía un estomago fuerte además, era la primera vez que preparaba algo para mí.
- Esta bien… pero no le daremos a nadie más… - sonríe ampliamente y toma un gran trago de té quemándose en el proceso. Tapo mi cara para reírme, jamás me aburriría con ella.

SANEM
Otra vez Can se dedico a consentirme, no quiso que le mencionara el trabajo en absoluto, tuvo una larga conversación con Deren para que se ocupara de todo y le enviara “lo necesario” y ese fue el fin del tema. Quería insistirle en que el trabajo era prioridad y no podíamos quedarnos para siempre en la burbuja de felicidad que construimos a nuestro alrededor, pero me era difícil, cuando lo mencione la primera vez el sugirió ir a un parque de diversiones y mi emoción fue tan grande que prácticamente salte a su espalda para abrazarlo, no recordaba haber ido a uno antes. Después lo volví a intentar, pero el mencionaba Luna Park, algodones de azúcar, premios en los juegos de tiro o subir a cualquier juego mecánico. Rápidamente olvidé que el trabajo y las responsabilidades existían.
A pesar de la noche anterior donde nos desvelamos mucho me siento relajada, divertida incluso y muy feliz de que se encuentre a mi lado o talvez es el hecho de que comí algodón de azúcar para toda una vida. En ningún momento se aparto me de mi lado, caminamos de la mano juntos como a una pareja de novios, comimos mientras observábamos el espectáculo de los juegos y si alguna chica lo veía demasiado ya no dudaba en lanzarme sobre el y besarlo. Quien diría que fuera tan celosa.
Después de regresar de los baños busco por todos lados, pero no está en donde lo deje, la ansiedad empieza a subirse a mi cabeza hasta que veo una pequeña casa para títeres que está sola.
- Pshht pshht… - lo llamo cuando lo veo acercarse volteando hacia ambos lados. Se ve guapísimo con los lentes oscuros y playera blanca – ¡mira acá!
Voltea al escuchar mi voz y se queda viendo al títere que estoy sosteniendo.
- Acércate un poco… - lo invito; sonríe y con paso seguro se acerca.
- Hola, ¿cuál es tu nombre? – pregunta siguiendo el juego.
- Artemis – respondo estirando la mano del títere.
- Soy albatros – responde sacudiendo la pequeña mano saludándola.
- Que hombre tan guapo eres albatros – sonríe desviando la mirada, se que esta avergonzado aun cuando los lentes me tapan sus ojos.
- Tu tampoco estas mal – responde con esa voz ronca que me encanta. Su amplia sonrisa me provoca cosquillas. 
- Tal vez tu quieras llevarme a volar contigo… - le sugiero con coquetería.
- Hmm… ¿a dónde? – pregunta intrigado con esa sexy media sonrisa.
- A una isla desierta donde solo estemos tu y yo – sonríe ampliamente con diversión.
- Creo que estas jugando con fuego, Artemisa…
- ¡Vamos a quemarnos juntos! –Saco al títere y trato de acomodarlo cuando un fuerte brazo rodea mi cintura.
- ¿Es acaso tu plan volverme loco? – me carga para ayudarme a bajar del banco.
- Me pareció muy romántico – acomoda mi cabello y lo pasa detrás de mi oreja, me besa suavemente y yo me recargo en su pecho. Su perfume inunda mis pulmones de una manera deliciosa – ¿dónde estabas?
- Un niño paso frente a mí y soltó su pelota, fui a dársela, cuando volví ya no estabas…
- ¿Crees que quiero volverte loco? – pregunto con diversión. Me gustaba esa cara que hacia cada vez que me decía algo sensual o cuando ve fijamente mis labios.
- Creo que ya lo hiciste… - me besa otra vez y seguimos paseando.
Como ultima parada subimos a la rueda de la fortuna, me hace espacio, pero prácticamente estoy sentada sobre él. Abre el algodón de azúcar y deja trozos en mi boca, estoy tan mareada de sus atenciones que me parece que nunca lo voy a dejarlo volver a trabajar, pensar en estar alejados duele físicamente. Besa mi mejilla hasta que llegamos a la cima y la rueda se detiene, asustada me asomo para ver que pasa.
- No te asustes… - me tranquiliza limpiando el dulce de mi labio.
- ¿Porque se ha detenido? – pregunto incapaz de ver nada mas que las personas abajo que parecen hormigas.
- Le pregunté al operador si podía darme unos minutos con mi chica, pregunto si yo estaba enamorado y le dije que si así que en recompensa nos dejara acá 10 minutos… - sonrío emocionada – quiero que tengas la experiencia completa…
- Eso es muy lindo Can, gracias – besa mis labios, pero se separa rápidamente. Me abraza y ambos disfrutamos del paisaje.
- Por cierto, ¿quién es Artemisa? – pregunta tomando mi mano y jugando con ella.
- Es una diosa de la mitología griega, ¿quieres que te cuente la historia? – asiente y entrelaza su mano con la mía.
- Cuéntame…
- Artemisa no solo era muy hermosa también era la mejor arquera…
- ¡Oh una mujer con un arco, me encanta! – sonrío y me acomodo en su hombro.
- Artemisa se enamoro del hermoso y valiente Orión, pero su hermano no quería que fueran felices juntos porque estaba celoso de Orión y lo odiaba en secreto, así que le tendió una trampa a Artemisa.
- ¿Como es eso? – nos separamos un poco para estar frente a frente, estamos tan cerca que mis pensamientos se enredan por un momento. ¿Como alguien puede ser tan guapo de una forma tan salvaje? Parpadeo tratando de enfocarme.
- Forzó a Artemisa a participar en un reto, ella tenía que disparar a un punto en medio del mar, pero desde la distancia solo era visible de esa forma, como un punto, pero en realidad era Orión que estaba descansando sobre el mar y mirando el hermoso cielo estrellado. Artemisa no se percato de eso y la flecha se clavó en el corazón de su amado… Orión estaba muy lastimado y se alejo de Artemisa y de su hermano. Artemisa, para perpetuar su amor llamo a la constelación en honor a Orión…
- Es una historia triste… - susurra con media sonrisa – una historia que ya he escuchado antes…
- A veces lanzamos la flecha a ciegas y terminamos lastimando a los que amamos… - inclina mi cabeza hasta que estamos a milímetros.
- No me cansare nunca de pedirte perdón por eso – sus ojos tristes estrujan mi corazón.
- Yo tampoco – sonríe de medio lado, pero no me suelta, acaricia mi cuello con delicadeza.
- ¿Alguna vez has pensado en que de verdad podríamos irnos muy lejos? – el cambio de tema me sorprende.
- ¿Tu sí? – se encoje de hombros.
- No importa lo que hagamos o cuanto atrasemos esto, volverán por ti y no tengo la fuerza para dejarte ir… - el impacto en sus palabras cae en mi estomago como una piedra. Para este momento mama ya sabia que yo me escape y hasta la fecha no teníamos noticias de ella, pero dejar todo atrás es algo que no había concebido realmente, mama y Leyla son mi familia no importan las circunstancias.
- ¿Dejarías todo por mí? – pregunto cuando la rueda se mueve, el tiempo se terminó. Besa mi frente con ternura.
- ¿Quieres que lo haga?

CAN
- Esto es muy aburrido… - en mi experiencia una Sanem aburrida no significa más que problemas.
Después de regresar del parque de diversiones y revisar ciertas cosas del trabajo que Deren me envió y la información muy prometedora que Mete encontró, me dedique a investigar si alguien pregunto por Sanem entre los contactos de Ceycey y Ayhan, nadie sabía nada y Leyla y Emre se comportaban como normalmente hacían en el trabajo. No reaccionaron cuando Deren les aviso que no iría y tampoco por la ausencia de Sanem. Esa falta de reacción me ponía nervioso por no había nada que hacer.
Cerca a la puesta de sol Metin llego en un modesto VW, modesto para el niño rico fanático de los autos deportivos, para poner en marcha el plan y arreglar todo el asunto con la policía, mi hermano y Aylin. El primer paso era tener a la policía de mi lado, no era del todo correcto porque si me merecía los años de cárcel, pero cometió un error al usar a una de mis empleadas para implantar evidencia y yo tomaría ventaja de ese error. Ahora “jugaríamos a los espías” como lo llamo Sanem y esperábamos frente a su casa a que su cita con Gulliz terminara.
- Lo siento Sanem, - se ríe Metin tomando de su café – hacer guardia no es tan divertido como aparece en las películas…
- Ya me di cuenta… - se queja apoyando sus codos en el reposabrazos. Se visitó completamente de negro para la ocasión elevado su cabello en una coleta alta. Trato de no pensar mucho en eso porque en este momento tenemos compañía.
- Tengo que alejarte de la televisión – le advierto. Sonríe con inocencia y se empuja a si misma para darme un beso en la mejilla.
- Oh aquí no por favor… - se queja Metin volteando para otro lado – parejas, no tienen compasión por los solteros…
- ¿No tienes novia? – pregunta Sanem con un brillo de interés. Su familiaridad crecía con cada encuentro.
- No, solo un corazón roto… - Sanem abre la boca impresionada.
- ¿Quién es la chica? – ruedo los ojos apoyándome en la puerta. Aquí vamos otra vez.
- Una pelirroja malhumorada… - susurra Metin tomando de su café.
- Una pelirroja mal… ¡ah ah! ¡¿La señora Deren?! ¿Como es eso? ¿Ella sabe? – tapo mi cara con mi mano. Escucho las palabras antes de que el las diga.
- Es complicado…
- No es complicado Metin, siempre la misma excusa, no has hecho nada para ganarte a la mujer y mira que lo necesita, dejaría de volverme loco si tuviera con quien distraerse… -ambos me observan confundidos.
- ¿Qué te pasa Can? – pregunta Sanem parpadeando con incredulidad.
- ¿Acaso lo atiborraste de dulce Sanem? – pregunta Metin; ruedo los ojos, el sabe que fuimos al parque de diversiones – no puede quedarse quieto…
- Tal vez… - mi mujer sonríe y se avienta a si misma entre los dos asientos para besar mi mejilla otra vez.
- ¡Off con ustedes! ¡¿Acaso se separan alguna vez?! ¡Como dos langostas lo juro! – ambos nos reímos del cascarrabias a mi lado – espero que estés avergonzada Sanem, has convertido a mi hermano en una bola peluda y rosa, como un pequeño conejito.
Golpeo su hombro, pero Sanem empieza a reír.
- ¡¿De qué hablas?! – me quejo, Sanem y yo intercambiamos miradas de complicidad.
- De que tu antes eras el serio amargado y mírate ahora, todos sonrisas y brillo por todos lados, se me van a podrir los dientes aquí encerrado con ustedes dos… necesitamos ir al futbol o a partir leños hermano porque me van a enloquecer con tanta miel…
- Están saliendo… - interrumpo. Todos volvemos a la misma energía tensa de antes, a lo lejos Yusuf ayuda a una sonriente Gulliz, desde la distancia puedo ver su enorme sonrisa, a subir al lado del copiloto para después subir el al lado del conductor. El hombre es tan recto y serio que todavía me cuesta imaginarlo con la ruidosa Gulliz.
Cuando el auto sale disparado de la cochera nos ponemos en movimiento.

SANEM
- Tranquila Sanem… - toda la diversión se ha ido de mi cuerpo, ahora estoy tan nerviosa que el olor del café de Metin me hace querer vomitar.
- Está tardando demasiado – me quejo sin despegar mi vista de la casa. Ahora estoy sentada en el lado del conductor para no perderme detalle, pero creo que no fue la mejor idea.
- No es sencillo buscar alguna pista y es una casa grande – asiento, pero no puedo dejar de apretar en sillón.
- ¿Has sabido algo de tu madre? – pregunta interrumpiendo mi pánico. Quizá comer tanto dulce tampoco me hacía bien.
- No – respondo confundida – nadie me ha buscado, no sé qué pensar al respecto…
- Me dijo Can que en la empresa tampoco hay noticias – asiento mordiendo mi labio – ¿han pensado en lo que les sugerí?
- Yo sí, no se Can, no lo hemos discutido… han pasado cosas – mi locura mental y que no puedo quitarle las manos de encima al hombre, pero no iba a decirle eso.
- ¿Quieres casarte con él?
- Si, - contesto de inmediato sorprendiéndome a mí misma – quiero estar con él para siempre…
- Pues creo que ya está decidido entonces, la parte más difícil la tienes resuelta – volteo a verlo por primera vez desde que Can se fue.
- ¿A qué te refieres? – pregunto confundida. Algo que descubrí de Metin recientemente es que el hombre además de tener un pensamiento lógico era muy relajado, los dos conceptos chocando en una persona.
- Can ha huido del compromiso como si fuera la lepra, desde que su padre muerto se ha dedicado a compensar el daño que el y su familia han hecho, guardar la seguridad de su madre y su hermano y tratar de aplacar su conciencia por lo que le sucedió a su padre pero un día llegas tú y quiere cortar lazos con todo, no le importa la empresa, el dinero o su familia, solo tu… - me sostiene la mirada con firmeza – Can ya quería dejar esta viciosa vida desde antes pero no tuvo el valor o una buena causa, ahora ve un futuro contigo y no dudara en aventar por la borda todo por ti…
- Eso es… mucho – susurro cuando entiendo ahora el pensamiento de Can en la rueda de la fortuna.
- Solo tienes que decir las palabras y el los desaparecerá para siempre… - aprieto mis labios con nerviosismo.
- No es tan sencillo – replico apretando mis puños.
- Es cierto, es una gran decisión, pero quiero que sepas que, de amigo a amiga, como alguien que considera a Can como un hermano y que haría lo imposible por protegerlo, te aconsejo que lo pienses bien… el esta dispuesto a sacrificar todo por ti, pero, ¿tu estas dispuesta a lo mismo?
- Yo…
- ¡MIERDA! – escupe entre dientes interrumpiendo mis pensamientos.
- ¿Qué pasa? – volteo a ver la casa y unos faros se acercan por la oscura calle.
- El muy idiota no fue a dejarla hasta su casa, volvió y Can sigue adentro…

CAN
Ignoro el celular que vibra en mi bolsillo, se que es lo que quiere avisarme Metin porque lo veo sucediendo frente a mis ojos. Las deslumbrantes luces iluminan toda la casa avisándome que el dueño ha vuelto, debería esconderme o buscar una forma de escapar, pero sinceramente estoy cansado, si quiero resolver esto es mejor dar la cara. Metin sabe del plan de emergencia así que no me preocupo, al contrario, camino a la oscura sala y me siento esperando.
Soy consiente de cada movimiento del hombre, cierra la puerta del carro con un fuerte azote, camina a la puerta con pasos lentos pero decididos, abre la puerta con facilidad, cierra y avienta las llaves en la mesa que tiene en la entrada, avanza unos cuantos pasos y se detiene otra vez. Sabe que hay alguien así que como buen policía saca su pistola y apunta a la oscuridad.
- ¡¿Quién está ahí?! – grita entrando a la sala, por la oscuridad no se percata que estoy en el sillón a sus espaldas. Un movimiento muy descuidado para ser un policía; lo dejo avanzar hasta que me acerco y cuando voltea de inmediato lo incapacito provocando que suelte la pistola y caiga en el sillón con un fuerte golpe en la mandíbula, no negaría que disfrute eso.
- Quieto ahí… - le ordeno cuando trata de levantarse, en el momento que se da cuenta quien soy trata de incorporarse, pero lo vuelvo a tumbar apuntando la pistola en su sien y presionando mi brazo en su cuello – solo quiero hablar, ¿crees que podamos o necesito llenarte la cabeza de balas?
Con una mirada desafiante y orgullosa guarda silencio, ruedo los ojos y presiono con un poco más de fuerza su cuello hasta que su cara empieza a hincharse, golpea mi brazo y lo suelto cuando ya estoy seguro de que no se levantara. Rápidamente desarmo el arma.
- ¿A qué has venido Divit? – pregunta con voz ronca.
- He venido a aclarar todo y darte una oportunidad…
- ¿Oportunidad? ¿A mí? – se ríe, pero empieza a toser. Se acomoda en el sillón para estar de frente, le sirvo un trago de la pequeña cantina y se lo tiendo. De nada me sirve hablar con alguien que apenas puede contestarme.
- Si, una oportunidad; hasta hace unos meses sentía un poco de respeto por ti y tu trabajo pero la desesperación te llevo a cometer un error y es algo que no voy a tolerar, por eso he venido a discutir como lo arreglaremos pero antes te advierto que si se te ocurre hacer un movimiento estúpido allá afuera hay alguien que no dudara en disparar, ¿entendido? – sin moverse voltea a todas sus ventanas, solo hay una que tiene las cortinas abiertas y el esta justo enfrente.
- Habla – responde tomando del trago con rapidez. Me siento en donde estaba antes.
- He descubierto que has plantado evidencia y tengo un testigo jurado que declarara en la corte para hacer que la evidencia legal, esta persona reviso las cámaras de seguridad y te grabo plantando la evidencia falsa… ¿qué paso policía? ¿La desesperación te llevo a traicionar tu ética? – por su expresión creo que esperaba que le hablara de todo menos de eso, esta tan sorprendido que sus ojos verdes no están pestañeando – y antes de que lo niegues se que usaste a mi empleada para hacer tus maquinaciones, no te molestes en negarlo porque se que la conoces bien y por mas “amor” que sienta por ti si la presiono lo suficiente confesara…
- ¿Qué quieres? – insiste con voz grave y furia contenida. Suspiro llegando a lo inevitable – ¿quieres que retire los cargos contra ti y hacer que no pasó nada?
- Mantén lo que te dije en mente. No, quiero que hagas bien tu trabajo. Ambos queremos lo mismo pero tu visión esta un poco reducida y he venido a ampliarla, se supone que investigarías también el robo de dinero a mi empresa, pero estas tan enojado conmigo que no me has dado nada y no pude esperar, tuve que hacerlo yo mismo, quiero que hundas a la persona que comenzó todo… - me observa con expresión confundida y se endereza en sillón con interés.
- ¿Quién comenzó todo? – pregunta.
- Exacto, Sanem descubrió que mi hermano, usando una cuenta falsa con un nombre inventado empezó a llevarse dinero de la empresa, todo un enredo financiero pero el punto es que haciendo una investigación más profunda descubrí que este es transferido a una fundación a la que mi hermano apoya y después a una cuenta extranjera a nombre de mi madre y de ahí otra vez a una mujer que ya no vive…
- ¡Espera! – levanta una mano y me detengo – ¿estás diciendo que fue un auto robo?
- Algo así, el punto es que todo ese enredo llega a la madre de alguien de interés para mí, - le entrego la carpeta con toda la evidencia. Con cuidado la abre y levanta una ceja incrédula – la conoces estoy seguro…
- ¿No es esta Aylin Yuksel? ¿La ex novia de tu hermano? – siento un poco de vergüenza porque no había nadie en todo el país que no supiera del escándalo.
- Si – respondo cortante.
- ¿Entonces ella contrato al chico? – pregunta lo obvio revisando las hojas con la poca luz que entra por la ventana.
- Cuando supe en donde buscar mi muchacho me dijo que se hizo un cheque a una mujer por una cantidad bastante importante, investigamos el nombre de la mujer y me percate que es la madre del chico. Esta señora acaba de fallecer, el dinero jamás fue cobrado y la casa que posiblemente pudo estar llena de evidencia ahora pertenece a Aylin…
- No quisiera decirlo pero tiene sentido… - suspira ahora muy interesado - entonces para resumir, ustedes echan de la empresa a Aylin pero ella mantiene su relación con tu hermano a quien de alguna manera convence de empezar a llevarse dinero poco a poco desviándolo hasta que llegue a ella sin dejar rastro, ustedes logran un contrato grande y esta contrata al chico para llevarse los planos y atacar su sistema de seguridad pero en el proceso te das cuenta quien lo hizo y matan al chico y ella aprovecha la oportunidad para recuperar su dinero y comprar la casa para borrar la evidencia. ¿Te das cuenta que son tu y tu hermano los que salen muy mal de esto y no ella?
- Hay algo más, Aylin también se encargo de que Fabri que es un depredador sexual fuera tras Sanem… si te fijas en sus finanzas con detenimiento te darás cuenta que hay muchas cosas fuera de lugar … - con ojo clínico sigue revisando la enorme carpeta.
- Sabes que eso no se puede usar, obtuviste la información de manera ilícita…
- No exactamente, esta noche dejaran en el departamento un paquete con todo lo que necesitas de parte de la asistente de Fabri, todo eso a cambio de protección. Ella demostrara que Aylin le ayudaba a Fabri en sus asquerosos negocios porque casualmente ellos se conocen hace mucho e incluso han intercambiado… favores… - me observa con una mirada irónica.
- ¿Ella también? – pregunta.
- Si, de hecho, el hombre del video con quien esta próxima a casarse y Fabri son primos… - suspira de nuevo.
- Pero sabes que no se va a detener ahí, Aylin arrastrara a tu hermano y el a ti…
- Es ahí donde entras tu… - contradigo sosteniendo su mirada – no quiero que culpes a mi hermano porque el no dudara en aventarme por el precipicio como bien sabes además mi cuñada esta embarazada y por mas que mi hermano sea una basura, ese bebe no merece quedarse sin un padre. Podrás darte cuenta que el desvió del dinero inicia cuando Aylin se fue, también escogió a ese hombre porque estaba resentido con nosotros y el día en que robo los planos intento abusar de mi directora, ataco a mi guardia de seguridad hasta la muerte y se llevó los planos de los que tengo una buena idea de donde están. Descubrí que Aylin tiene una residencia no habitada en las afueras de la ciudad, solía ser de su madre ya fallecida y ella la heredo al ser la única hija, estoy casi seguro de que guarda todo ahí. Aunque robo mis planos no los ha usado porque sabe que seria obvio para todos que ella los robo, hasta que no descubra como hacer uso de ellos tenemos tiempo…
- Deren debió haber denunciado el ataque, hay un plazo para estas cosas y el de ella esta por vencerse…
- Lo sé, por eso quiero que te des prisa, para ella fue muy vergonzoso, pero cuando encontré toda la evidencia hable con ella y me confeso que cuando el desgraciado llego a la oficina ella estaba adelantando una propuesta para Fabri, en ese momento lo teníamos considerado como un potencial inversionista, el ataque fue grabado en video y aun lo tiene… - deslizo la memoria que tengo en mi bolsillo hasta él.
- Digamos que encierro a Aylin, ¿los dos sabemos que ella no mato al muchacho? ¿Como ataras ese cabo suelto? – sostengo su mirada y el la mía. Si, los dos lo sabíamos y me enfurecía que me dejé llevar por mi coraje e hice exactamente lo que esa mujer quería, pero ya no había manera de volver atrás.
- Como dije, ahí es donde entras tu… así como pudiste plantar evidencia contra mi puedes hacer lo mismo con ella, al fin y al cabo, ella lo habría matado – se ríe inclinando la cabeza hacia atrás.
- ¿Quieres que la culpe del asesinato? – pregunta con burla.
- Si – respondo sin titubear – aunque quiera culpar a mi hermano ella tiene causa y motivo, a cambio te aseguro que me desapareceré y no volverás a saber de mi…
- Ese es todo un regalo, pero sé que tú lo hiciste… - sonrío irónicamente.
- Te advierto que si no lo haces enviare lo que te mencione anteriormente y acabare con tu carrera, es tu decisión quien caerá aquí, pero si soy yo te arrastrare conmigo y tú sabes cómo les va a los policías en la cárcel – lo digo rápido y fácil. Aprieta los labios y los puños, pero no dice nada.
- No puedes hacerlo…
- Lo hare si me obligas…
- ¡Eres un desgraciado!
- No voy a negarte eso, pero estoy dispuesto a darte todo lo que necesites para que tengas una larga semana de arrestos que te elevaran a un grado menor al de Superman. No voy a decirte porque, pero estoy cansado y quiero alejarme de esta vida tan pronto como sea posible… - por un largo rato no dice nada. Solo me observa con cuidado mediando la verdad en mis palabras, no podría ser más sincero, aunque lo intentara.
- ¿Qué harás con la situación de Sanem? – pregunta cambiando el tema. Ahora era mi turno de apretar los puños. Celos y rabia fluyen por mis venas.
- Eso a ti no te importa – lo corto.
- Vaya… es un tema delicado, no me paso desapercibido como la llamaste ese día en la estación…
- Como dije, eso a ti no te importa- otra vez nos sostenemos la mirada.
- Tal vez no, pero puedo aconsejarte que no es una buena idea, no eres bueno para ella, es frágil e inocente, no podrá lidiar con todo lo que tu representas. ¿Qué harás si todo lo que eres termina destruyéndola?
Mis peores temores me son arrojados a la cara, algo que constantemente temía es expresado con palabras, pero es por eso que estaba seguro de que podía alejarme porque no quería que todo lo que hice mal, todos los pecados que cometí la alcanzaran y lo peor, que se diera cuenta que no podía soportar estar conmigo. Mi vida no tendría sentido sin ella, así de simple.
- Me iré después de que detengas a Aylin, ya tienes el esqueleto, solo llena los vacíos…

SANEM
Siento frio en mis huesos observando ese par de ojos color chocolate, me quedo en silencio y solo puedo cumplir con las funciones básicas de mi cuerpo, parpadear, respirar y mantenerme de pie son a lo que me limito tratando de entender como llego todo a este punto. Lo amo, mas que a mi misma, pero cortar lazos con todo el mundo que apenas estoy descubriendo no se siente correcto.
- ¿Es verdad Can? – pregunto con voz ahogada. Toma aire, me ayuda a sentarme y se sienta en la silla a mi lado, toma mis manos y las besa.
- No hay opción, Yusuf tiene todo para capturar a Aylin y serán solo cuestión de horas para que yo tenga que desaparecer y no voy a dejarte… - desvío mi mirada de la suya – ¿qué pasa?
- No quiero que me dejes, pero… no lo puedo creer, ¿todo acabo? – es difícil comprender que algo que peso en mi alma tanto tiempo fuera resuelto en una noche. Cuando Can salió de la casa por la puerta de enfrente y sin ningún rasguño no lo pensé dos veces antes de lanzarme a sus brazos, estaba tan asustada de que lo lastimaran.
- Todo acabo – afirma besando mis manos. Cuando me conto todo el acuerdo al que llego con Yusuf mi cabeza tuvo que trabajar horas extras para encontrar el sentido y al final la conclusión fue la misma, iban a culpar a Aylin por todo ya que Mete, gracias a la conexión que tenia el señor Emre con ella a través del celular encontró todo lo que necesitaba. Estaba contenta porque no culparían a Can de lo que paso a pesar de que, si lo hizo, no se que dice eso de mi pero no podría soportar que el se fuera de mi lado, la idea era como un abismo que solo con sentirlo detrás me llenaba de pánico, quizás no estoy totalmente curada pero la sensación de estar perdida en el olvido sigue viva – ¿Sanem?
- Perdón… solo pensaba… - paso la lengua por mis labios – me estoy convirtiendo en una persona horrible porque prefiero que a ella la encierren que a ti…
Sonríe y sacude la cabeza.
- Eso no es un pensamiento horrible, yo pensaría lo mismo también, no dudaría en sacrificar a quien sea por ti… - sonrío de medio lado por lo retorcido y aun así romántico de la declaración, haría lo mismo sin dudarlo. Empieza a besarme con urgencia, me sostengo de sus hombros tratando de soportar todos los sentimientos que parecen ser expulsados por cada poro de mi piel.
- Espera… - lo detengo antes de que volvamos a la cama. Acabamos de salir de ella.
- ¿Que? – pregunta sin dejar de ver mis labios y jugar con mi cabello.
- No se si pueda dejar todo atrás, ¿qué pasa con mi familia y la tuya? – su mirada cálida se enfría un poco.
- Sabes que esas personas poco las puedo considerar familia y tu madre y Leyla no están lejos de esa descripción… - suspiro desviando la mirada otra vez tratando de hacerlo entender.
- Can, mama y Leyla son todo lo que tengo, no puedo solo desaparecer… - suspira con frustración y me suelta – ¡¿nunca han hecho nada por ti y quieres quedarte con ellas?!
- Son familia – insisto igualando su frustración – son todo lo que tengo…
- ¡¿Y yo?! ¡¿No me tienes a mí?! – se levanta con un gruñido frustrado.
- Can…
- ¡No Sanem! – suspira otra vez y se pasa las manos por la cara – dejare que lo pienses… no… no puedo seguir hablando contigo…
Can cumplió. Desde que tuvimos esa tensa discusión al amanecer hasta ahora no me dirigió la palabra, era atento y caballero, pero no es lo mismo, esta enojado, pero no entiendo como no logra comprender, ¿cómo uno corta los lazos de esa forma? ¿No sentía ningún apego? Era muy difícil entender esa parte de el que era tan fría con las personas que debería ser cercano, pero al recordar lo que le hicieron su madre y su hermano tampoco debía apresurarme a juzgarlo. Quise arreglar la situación durante todo el día, pero no me lo permitió, se clavo frente a la pantalla de la computadora y no hubo manera de sacarlo de ahí, “mucho trabajo atrasado” era su excusa, pero no le creía, estaba enojado conmigo.
No sabía cómo arreglarlo, si quiero irme con el pero tampoco quiero dejar a mi familia, jamás estuve lejos y aunque no eran el ejemplo perfecto de la familia, mi hermana y Leyla si eran todo lo que me quedaba. Si Can un día se cansaba de mí, ¿qué pasaría? Si Can un día dejaba de amarme, ¿me quedaría sola en un lugar desconocido? ¿Qué pasaba si un día tenia dudas o necesitaba alguien con quien hablar? Estaría sola…
*Le das muchas vueltas…
Suspiro frente al espejo con frustración, otra vez mis inseguridades golpeando mi ya de por si frágil autoestima. Lo único de lo que estoy segura es que quiero a mi Can romántico de vuelta y lo iba a conseguir. Acomodo mi cabello desordenándolo un poco y luego levantándolo sobre mi cabeza para poder lucir mi cuello, lleno mi piel de crema dos veces y me aseguro de que cada poro la absorba, después me visto con una de sus playeras que me llegan por encima de las rodillas y descalza me dispongo a salir.
Me asomo a la sala, sigue sentado en el sillón tecleando y tomando de su té; si algo he aprendido de los días que he estado aquí es que se vuelve loco cuando uso su ropa y que esa es mi mejor arma para desequilibrarlo, Can es un hombre de contacto. Tomando valor camino hacia las puertas de cristal que me dirigen al patio, siento como su mirada quema mi espalda cuando las abro.
- ¿A dónde vas? – pregunta con voz grave. Sonrío sin voltear.
- El día esta soleado y quiero aprovechar para entrar a nadar… creo que se hacerlo – cuando no dice nada tomo valor otra vez – ¿vienes?
- No, gracias – aprieto los labios, pero no desisto de mi idea y salgo. Si quería ponerse en ese plan indiferente estaba bien, ya le enseñaría.
Cuando me acerco a la piscina sé que todavía tiene sus ojos puestos en mí, es tan penetrante su mirada que es como si lo tuviera justo a mi lado, tratando de verme sexy y no ridícula levanto la playera para quitármela por la cabeza.
No estoy usando traje de baño, en mi viaje de compras no se me ocurrió llevar uno así que estaba usando la lencería mas llamativa que pude encontrar, iba a hacer que se acercara a mi usando todo a mi disposición. Me tienta la idea de voltear a ver su expresión, pero trato de mantenerme firme, el tiene que venir a mi por su cuenta; estiro los brazos como si disfrutara del sol y la ligera brisa dejándolo ver a propósito toda mi figura, después me siento en la orilla de la piscina dejando que mis piernas se acostumbren al agua, no esta tan fría como pensé.
Escucho pasos detrás de mí, sonrío emocionada hasta que escucho como chirria una de las sillas, está bien, íbamos por buen camino. Volteo sin poder controlarme, ha traído la computadora con él, pero al menos ha salido.
- ¿Pensé que no querrías salir? – me observa con una mirada dura. Sabe lo que estoy haciendo, pero trato de no amedrentarme.
- No… - hace un sonido como si estuviera tosiendo – ¿no compraste un traje de baño?
- No se me ocurrió… - respondo encogiendo un hombro. Me observa como si lo hubiera insultado, finjo una mirada inocente y luego bajo los ojos.
- ¿Me veo mal? – pregunto con tristeza fingida. El calor de sus ojos me dice todo lo contrario, aprieta las piedras en su mano y mueve los labios de esa forma curiosa que hace cuando esta enojado.
- No – responde. Sonrío y me doy la vuelta jugando con el agua; usaba un bralette rojo con pequeños bordados negros y una tanga a juego; no imagine que usaría esto, pero ya estoy cansada de que me castigue su contacto. Me acostumbro tanto que quiero llorar de lo mucho que lo extraño.
Me aviento al agua comprobando mi teoría, alguien me enseño a nadar en algún momento de mi vida y al parecer mi cuerpo no lo ha olvidado. Cada vez que salgo del agua Can me está observando, pero desvía la mirada cuando lo atrapo, se esta haciendo el difícil, bueno, hora del plan b. Salgo de la piscina y suelto mi cabello semi húmedo dejando que cubra mis hombros, me observa de arriba abajo con los ojos muy abiertos, le doy la espalda y me vuelvo a poner la playera que se pega a mi piel mojada.
- ¿No sacaste toalla? – pregunta cuando paso a su lado.
- Se me olvido… - respondo sin verlo y sigo mi camino. Justo cuando paso las puertas escucho el estruendo de la silla y sus brazos rodeando mi cintura, sonrío emocionada.
- No te basta con hacerme enojar, ¿quieres matarme verdad? – me recargo en su pecho cuando sus manos entran por debajo de la húmeda playera y empiezan a acariciarme.
- Quería tu atención… - me justifico tratando de suprimir un gemido cuando empieza a besar mi cuello.
- La tienes…
Gira un poco mi cabeza y empieza a besarme de una forma tan deliciosa hasta casi dejarme sin aire, no sé cómo lo hace, pero pronto estamos en el sillón, yo sobre sus piernas mientras el se deshace de la playera mojada y acaricia todo mi cuerpo por enfrente, chupa una y otra vez mi cuello y aprieta mi piel con desesperación, adoro que fuera así de fuerte, insistente y caliente, me hace sentir tan deseada y amada que todas mis preocupaciones desaparecen. No soy consciente del momento en que se deshizo de su ropa, quizá fui yo la que lo hizo, no importa realmente porque su piel siempre caliente y aterciopelada se siente demasiado bien cerca de la mía fría y sensible. Era increíble lo adicta que me hice a su contacto en estos días.
La casa se llena de gemidos y susurros desesperados, me tumba en el sillón con el detrás de mí, uno de sus brazos pasa justo por debajo sosteniéndome de mi vientre para que no me caiga al piso y su otra mano gira mi cabeza para que lo bese.
- ¿Ya no estoy castigada? – pregunto cuando su lengua asalta mi boca.
- Me haces enojar… - responde cuando su mano baja a un punto sensible y empieza a acariciar, no puedo evitar el gemido que escapa de mis labios entre nuestro beso – pero te amo tanto que no puedo negarte nada…
- No lo vuelvas a hacer… - suplico cediendo al placer que su mano me está dando – te quiero tanto que duele…
Sin dejar ir mis labios se introduce dentro de mi sosteniendo me ahora de mi cadera, una de mis manos se sostiene de la que el tiene entre mis piernas y la otra se agarra firmemente de sus caderas que empiezan una cadencia acelerada y agresiva, me encanta y estoy deseosa de estallar de felicidad, es como si me estuviera convirtiendo en uno con el dónde nadie podría separarnos. Nos alejamos un poco pero no se detiene, su expresión es lo mas hermoso que he visto, su frente perlada por el sudor, labios entre abiertos y la mirada mas peligrosa y oscura que he visto en mi vida, quiero devorarlo entero, consumirlo con desesperación para que nunca se vaya.
Y justo cuando no puedo soportarlo mas acalla con un beso toda la felicidad que me da el estar entre sus brazos.

CAN
- Tienes una manera muy curiosa de ganar una pelea – beso su suave mejilla y me incorporo para quitarle la playera mojada, jalo la manta de punto del respaldo del sillón y nos cubro a ambos con ella.
- Gracias – responde con una risa. No se que me da que empiezo a reír también – pero aun no lo resolvemos…
- Tenemos tiempo… - susurro dejándola acomodarse para besarla. Mi cuerpo empieza a reaccionar de nuevo, ¿acaso jamás me saciaría de ella? Al parecer no. Nos separamos un poco y vuelve a sonreír, después se acomoda de su lado y yo la abrazo para que no se caiga.
- ¿Ya viste? – pregunta señalando algo en el piso frente a ella – ¿cómo llegaron tus piedras ahí?
Me asomo por encima de su cabeza y en efecto están tiradas sobre la mullida alfombra.
- No tengo idea… - apenas recuerdo algo después de correr tras ella como un depredador cazando a su presa. Se ríe y se estira para levantarlas, la dejo estirarse hasta que las toma y la atraigo a mi pecho otra vez.
- Siempre he querido saber, ¿qué significan realmente? ¿Son especiales? – juega con ellas entre sus pequeñas manos, es raro porque jamás he dejado que nadie las toque, tienen un significado demasiado especial. Es impresionante lo que Sanem significa en mi vida en tan poco tiempo.
- Muy especiales… - el recuerdo doloroso de mi padre quema mi pecho, me abrazo con fuerza a su cuerpo buscando consuelo en el aroma de su cuello – son piedras protectoras, son piedras lunares…
- ¿Porque son dos? – pregunta moviéndolas entre sus manos y analizándolas.
- Son dos porque de acuerdo a la leyenda, la luna esta dividida en dos… la oscura es el lado invisible y la blanca es la cara real de la luna; cada persona tenemos dos lados, uno que es oscuro, sensible y secreto y otro que solo el amor puede ver, el lado brillante… y como soy un aventurero, sirven de protección además de que me gusta jugar con ellas, no me es fácil quedarme quieto…
- No te quedas quieto por tu adicción al chocolate, te he encontrado envolturas en tu oficina y en toda la casa… - me rio por su regaño y muerdo el lóbulo de su oreja – es una historia hermosa, ¿te las dio tu padre?
- Si – afirmo inhalando de su cuello al recordarlo – un día antes de morir, dijo que era mi tiempo de tenerlas, que cuidarían de mi…
- Lo siento mucho – susurra dejándolas en mi mano que estaba en su cadera, pero ahora está entre la suyas.
- ¿Por qué? – pregunto sin entender.
- Por todo lo que has sufrido, lo siento mucho… - sube mi mano a sus labios y la besa con ternura. Ahora entiendo todos estos sentimientos que parecen desbordarme siempre que estamos juntos, ya fuera una mirada o un ligero roce, sumergirme en su cuerpo o sentir sus dientes presionando mi piel, no importaba, solo con saber que existe se que no pertenezco a nadie mas y estaré bien.
- ¿Qué tal algo de televisión? – pregunto para mejorar los ánimos. Asiente y se estira por el control en la mesita. La sostengo de donde antes estaba ese delicado sostén de encaje que ahora esta en su cintura, voltea a verme con una mirada fulminante.
- ¿Que? – pregunto con inocencia – te puedes caer…
- Claro… que amable – beso su mejilla con una sonrisa.
- Me estas malcriando vistiendo así… - susurro en su oreja cuando enciende la televisión.
- Digamos que tuve ganas de consentirte…
Vuelvo a sonreír con la firme convicción de que los próximos años de nuestra vida no la dejaría vestir otra cosa. Cuando pasa los canales una cara familiar aparece en uno de ellos, también se ha dado cuanta porque le regresa y ambos lo escuchamos. Teníamos razón hoy en la mañana, todo acabo. La noticia de la aprensión de Aylin era tendencia en los noticieros su cara presa de la furia y la desesperación es evidente y quien la apreso también, Yusuf disfrutaba del crédito de la prensa… en ese momento suena mi teléfono.
Nos deshacemos de nuestro abrazo, Sanem se envuelve en la manta mientras me levanto y tapa su cara, eso es muy lindo.
- Escucho Deren…
- ¡Can! ¡Tienes que venir rápido! ¡TODO ES UN DESASTRE! – su grito es tan estridente que tengo que alejarme el teléfono, Sanem me observa con preocupación y las mejillas sonrojadas.
- ¿Pero qué…?
- ¡CAN TIENES QUE VENIR! ¡RAPIDO POR FAVOR! - grita una vez más y cuelga.
- ¿Qué paso? – pregunta Sanem. No puedo dejar de ver el teléfono, no entiendo nada.
- No lo sé, pero si Deren esta así es importante… - no puedo imaginarme un escenario en donde algo sea tan catastrófico, pero quien sabe, cosas peores han pasado.
- Deberías ir… - asiento buscando mi ropa para ponérmela de inmediato ante un enorme par de ojos que me observan con curiosidad y preocupación.
- No te preocupes, todo estará bien… - me acerco y la tomo de sus mejillas para besarla mientras tomo una de sus pequeñas manos – toma una, te protegerá mientras no estoy…
Observa la piedra en su mano y sonríe, sonrío con ella y la abrazo inhalando su perfume.
- Te amo… mucho…
- Te amo… mucho más…

SANEM
La despedida de Can fue como si nunca jamás nos fuéramos a ver, mi pecho dolió cuando lo vi irse por la puerta y darme una ultima mirada, como si algo malo estuviera a punto de suceder. Estoy demasiado paranoica aquí sin hacer nada. Sentada en el sillón con ropa decente puesta sostengo mi cabeza entre mis manos ignorando el libro en mis piernas, pronto anochecería y él no estaba aquí…
El sonido del timbre interrumpe mis pensamientos.
*NO abras…
Ignoro eso y voy a la puerta abriéndola de inmediato. Mi corazón se para cuando un par de fríos ojos azules se clavan en los míos.
- Sanem…

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