CAPITULO 7 SANEM

4.5K 190 36
                                    

DEJAME ATRAPARTE

CAPITULO 7 SANEM

- El mundo al que vas a entrar pajarillo está lleno de peligros, tienes que tener los ojos y los oídos muy atentos. Hay algo cocinándose debajo de lo que aparenta ser y tú me vas a ayudar…
Abro los ojos a mi reflejo, aun les tenía pánico a los espejos así que, bajo la mirada, la voz de la señora Remide parece sacarme de esa neblina con su voz firme y me mantiene sujeta a la realidad, me enfoco en sus palabras respirando cuidadosamente. Me dejo llevar por la agradable sensación de las manos que toman cada uno de mis mechones lavándolo, cortándolo y moldeándolo… ayer no habría imaginado estar aquí pero ahora, parecía que mi vida había dado un vuelco que aún me tenía mareada.

Temblaba de miedo y frio a pesar de estar ya en casa, la agradable sensación de calor que el señor Can me había proporcionado con sus atenciones y su dulce mirada me ya habían desaparecido, ahora la helada frialdad de mi madre me hacía castañear los dientes. Sabía lo que venía.
- ¡¿DIME DONDE ESTABAS?! – me grita sacudiéndome de los hombros. Leyla intenta quitarla de encima, pero ella la empuja lejos.
- Mama… perdón, estaba en la cocina… - explico tratando de apegarme a la historia que el señor Can había inventado para salvarme, estaba muy asustada, no quería que me pegara otra vez. Mama entrecierra los ojos y aprieta los labios.
- Sanem, no me mientas… - susurra sin quitar sus ojos de los míos.
- Mama, déjala en paz, no hizo nada malo… - le insiste Leyla.
- Leyla no te me… - se interrumpe cuando fuertes golpes retumban en la casa. Las tres nos quedamos sin respiración por unos momentos, nadie tocaba a la casa casi nunca a menos que fuera la vecina, pero ella no tocaba así. Los fuertes golpes se repiten.
Mama se limpia las manos con nerviosismo y nos hace una señal a las tres para que guardemos silencio, de inmediato Leyla se sienta a mi lado y sostiene mis manos, pero apenas siento su cercanía, estaba muy curiosa de quien era. Mama pregunta quien es sin abrir la puerta, pero los golpes se repiten, ya era muy tarde en la noche así que no podía ser nada bueno. Los golpes se repiten y se vuelven más insistentes, intento pararme, pero Leyla me lo impide.
Mama nos da una última mirada y abre la puerta.
- ¿Pero qué…? – susurra pálida.
- Señora Mevkibe, ¡buenas noches! Espero que los fuertes golpes de Umut no la hayan despertado… - conocía esa voz. Me zafo del agarre de Leyla y me asomo un poco detrás de mama, pero sin acercarme, los ojos de la señora Remide se encuentran con los míos y sonríe ampliamente – pajarillo, ¡qué bueno que te encuentro levantada!
- ¿Como… como… como nos encontró? – susurra mama presa del pánico. Esta tan espantada que no le importa que yo esté cerca de la puerta, Leyla llega detrás de mí y ahoga un grito con la palma de su mano. Nos habían descubierto.
- ¿Podemos discutirlo adentro señora Mevkibe? Soy una mujer mayor y el frio no les hace bien a mis huesos, querido espérame en el auto… - el hombre alto asiente y entra en la lujosa camioneta negra que está afuera. La señora Remide se abre paso para entrar ante una estática mama que apenas está parpadeando.
Las tres nos sentamos frente a ella en la minúscula y fría sala, Leyla había llevado vasos de té, pero la señora Remide apenas da un sorbo del suyo y observa con atención a su alrededor, es claro que es lo que ve, pero su expresión de tranquila seguridad no cambia, incluso sonríe.
- ¿Como nos encontró? – pregunta mama nerviosa apretando sus manos.
- No fue difícil señora Mevkibe, a pesar de que mi queridísima Huma se cree muy lista no lo es tanto en realidad, esta tan desesperada de lograr sus planes que hay cosas que se le van de la cabeza. Es una suerte que no estemos ligadas por sangre porque si no sufriría de ser igual de tonta… - suspira ante los ojos atónitos de mama, sonríe de nuevo y me da una rápida mirada; empezaba a descubrir que la señora Remide tenía un sentido del humor bastante peculiar – solo preste un poco de atención y las seguí hasta acá. No es lo que esperaba, pero sospechaba que algo así sucedía.
- ¿Va a decirle la verdad? – pregunta Leyla con pánico.
- Solo si es necesario… - responde con una sonrisa, se inclina ligeramente y dirige toda su atención a mama – señora Mevkibe le propongo un trato, si usted deja a Sanem trabajar en la empresa yo estoy dispuesta a dirigir mi mirada a otro lado además de proporcionarle un lugar más seguro y aceptable donde vivir y proporcionarle un sustento para que no dependa de sus hijas y pueda tener una vida mejor…
- ¡¿Quiere que mi Sanem trabaje para usted?! – pregunta tan sorprendida como yo. La señora Remide hablaba enserio cuando dijo que ella se encargaría.
- Así es, tiene un don excepcional que puede ser explotado de una manera magnifica ¿De qué sirve que Dios la halla dotado del mismo si no lo utiliza? Me parece imperdonable, no sé qué le ha comentado Leyla de la empresa, pero está en momentos críticos y es imprescindible que haga algo, la familia Divit ha tenido esa empresa por generaciones y no voy a permitir que caiga – la señora Remide es contundente. Volteo a ver a mama que lleva su mirada de ella a mí una y otra vez.
- Señora no se si sepa lo que padece Sanem… es mentalmente inestable… - aprieto mis labios con fuerza. Odiaba que creyera que estaba loca.
- Está siendo controlada, ¿no? Además, tengo amigos en el sector de la salud y estoy dispuesta a apoyarla si usted me ayuda con esto – una chispa resuena en mi mente. Era la salida que tanto había buscado.
- No puedo, no puede hacerlo señora… - mama intenta negarse, pero la señora Remide no la deja cuando levanta su mano.
- Señora Mevkibe, soy una mujer ocupada y no tengo absolutamente nada de tiempo, creo que estoy siendo bastante generosa en mi oferta y desgraciadamente no estoy obteniendo la misma consideración, así que se lo advertiré una vez más, si usted no está dispuesta a ceder, creo que hablare con Huma sobre lo que está tratando de hacer. La idea de un matrimonio ventajoso no le hará mucha gracia… - mama abre los ojos como platos ante la amenaza. Leyla y yo nos damos una mirada.
- ¿Me está chantajeando? – pregunta entre enfadada y sorprendida. La señora Remide no se intimida.
- Solo si funciona, depende de usted. Mañana su vida podría ser mejor… - responde con un brillo de triunfo en sus ojos – este lugar es muy peligroso para que vivan tres mujeres además de que si Huma se llega a enterar que le ha estado mintiendo créame que no tendrá piedad, esa mujer es una serpiente. Y Leyla será desprestigiada, ¿no creo que quiera eso para su hija, o sí?
- Pero Sanem, no sabe… - la señora Remide la detiene otra vez con su palma. Sonrío ligeramente ante su actitud, había deducido que era una persona a la cual le gustaba ser escuchada y obedecida. Tenía razón, no se andaba con tonterías.
- No debe usted preocuparse, yo me hare cargo de todo. Maña vendré a recogerla por la mañana temprano y mandare a mi personal para que la ayuden a instalarse en su nuevo hogar. Estoy segura que le gustara la casa, no es tan esplendorosa como la de Huma, pero es un lugar decente, seguro y colorido que la hará sentir muy cómoda… - mama observa nerviosa al piso, luego a Leyla y luego a mí, cuando lo hace sus labios se aprietan, pero enseguida sus facciones se relajan. Había tomado una decisión.
- Está bien… - responde sonriendo – está decidido, mañana tomare a Sanem bajo mi ala y puede estar segura señora Mevkibe que no se arrepentirá…
- Abuela Remide, - Leyla se levanta con piernas temblorosas para posarse sobre sus rodillas frente a ella – por favor, no dude de mi amor por Emre, es sincero y verdadero…
- Lo se cariño… - susurra con una sonrisa amable – me temo que tristemente, eso es verdad…”

Gracias a eso ahora estaba aquí, la señora Remide me había recogido muy temprano para llevarme a un montón de tiendas de ropa, fue horrible. Tenía que enfrentarme al hecho de que debía verme en el espejo una y otra vez, daba rápidas miradas, pero ella se esmeraba en que me apreciara. Me compro de todo, desde lencería hasta pijamas para dormir, no hizo ningún comentario sobre las marcas en mis brazos lo que me hizo sentir mejor. La noche anterior mama había sido brutal.
Mama me insistió en que le confesara que había dicho o hecho que provoco esa actitud en la señora Remide, no tuvo caso que intentara explicarle, no me dejo hacerlo. Solo golpeo una y otra vez mis ya adoloridos brazos y desahogo en mi todo su pánico. Pero ahora no me sentía mal por eso, estaba entre extasiada y emocionada, había tantas cosas hermosas allá afuera que me daban ganas de llorar al saber que me estaba perdiendo de todo eso, si tenía la oportunidad de salir de casa y trabajar, estaba segura de que un día seria libre…
- Bien pajarillo, hagamos un repaso… - se sienta a un lado de mi en una de las sillas giratorias mientras busca en su celular – te mostrare imágenes del personal principal, y obviamente, de las personas con quien debes tener cuidado además de ser a quienes debes vigilar más. Cada vez que estés cerca de ellos tú debes de OBSERVAR Y ESCUCHAR TODO, ¿de acuerdo?
- Claro – respondo sin moverme porque me están aplicando calor en el cabello para ondularlo.
- Muy bien, empiezo... Esta es Deren, es la mano derecha de Can y jefa de operaciones. A pesar de su elegante aspecto y suaves facciones tiene un carácter fuerte y decidido y Dios sabe que debes tenerlo si manejas a tanto personal masculino y vas a las minas con esos zapatos altos. Una adicta al café con una extraña afición a dar gritos por todos lados… - la imagen muestra a una mujer que estaría rondando en sus treintas, piel muy pálida y cabello rojo vibrante corto hasta los hombros y con fleco. Sus facciones se asemejaban a las de un duendecillo, pero se endurecían por su gesto serio y la tensión que parecía rodearla como un aura, una buena noche sueño no le caería mal.
- Es muy hermosa… - susurro apreciándola. Quizá si sonriera lo sería más.
- Si bueno, un buen novio no le caería mal, por desgracia ama más a su trabajo que a su vida social. Siguiente, esta es Guliz… - la foto muestra a una joven y sonriente chica, probablemente de mi edad con unos chispeantes ojos cafés y piel clara. También era bonita – Guliz es la asistente de Deren y de Huma cuando se digna a pasar por la agencia, ella es como el banco de noticias, es decir, es una chismosa. Todo lo que quieras ella no dudara en decírtelo así que ten cuidado en lo que hablas cerca de ella, no dudara en esparcirlo como el fuego…
- Entiendo… - asiento. Me recordaba un poco a la vecina y amiga de mama, cada vez que se encontraban solo podía oír su voz que no paraba de soltar cuanta cosa se le ocurría.
- Muy bien… el siguiente es Ceycey. Digamos que es el ayudante de Can, es la persona más excéntrica y divertida que te puedas imaginar, también es un poco… bueno, ya lo conocerás. Ten cuidado cuanto café bebes cerca de él… - me guiña un ojo, sonrío ligeramente en respuesta. Este Ceycey era todo un personaje, vestía de la forma más extraña y llamativa, pero de alguna forma le quedaba, sus ojos brillantes de rizadas pestañas expresan que su mente es un lugar divertido y aterrador al mismo tiempo. Era simplemente… raro.

*Mira quien habla de raros…

- ¿Ceycey? – pregunto ignorando mi propia rareza.
- Es el diminutivo de Cegiz, así le gusta que le llamen… por cierto, ten cuidado con lo que dices cerca de el porque le es imposible guardar los secretos de los demás y es extremadamente hiperactivo además de tener una fobia a que no lo despidan, lo que es absurdo, pero en fin… - la señora Remide suspira con resignación y vuelve a buscar en su teléfono. Eran personas muy extrañas las que estarían siempre cerca de mi o así eran las personas en general y la extraña era yo.
- Ellos son Metin y Akif – me muestra una foto de dos hombres juntos; uno es muy alto y tiene un estilo elegante y juvenil con una sonrisa amable, el otro más bajo vestía mucho más casual aunque también tenía una sonrisa amable, sin embargo se ve un poco más grande  de edad que el alto – Metin es el abogado de la empresa y Akif es el supervisor de todas las operaciones en físico, cada perforación está a su cargo pero no lo veras mucho porque su mujer acaba de tener a su cuarto bebe y Can le dio tiempo libre.
- ¿Cuarto hijo? – pregunto asombrada cuando el estilista acomoda mi largo fleco a un lado de mi cara. La señora Remide se ríe.
- Así es pajarillo, a su esposa al parecer le gustan los niños… - sonríe con nostalgia y baja la mirada al teléfono otra vez. No me imaginaba el tener un hijo, ahora cuatro, ESA SI PARECIA UNA LOCURA.
- Aquí tenemos a Emre… ya sabes que es hermano menor de Can, él se encarga de todas las finanzas y es muy bueno en ello. Probablemente Can te hará empezar por ahí… la situación con el dinero es un tema delicado y tienes que estar atenta a ello – algo en su mirada me da a entender que hay más, pero no dice nada hasta que me enseña la foto de una persona que ya conozco – y eso nos lleva a tu hermana…
- ¿Cree que Leyla está haciendo algo incorrecto? – pregunto sorprendida girándome a verla. El estilista ya había terminado y se había alejado.
- Todo es posible, pero aventurar una conjetura ahora es prematuro, al igual que Emre, tu hermana tiene acceso a todo el sistema financiero. Como dije, se debe ser precavido con cualquiera… - afirma sin sostener mi mirada – por último, tenemos a mi favorito. Can.
Cuando me muestra la foto empieza a hablarme de él, no puedo escucharla porque toda mi atención se centra en la imagen frente a mí. Aun no podía creer que un ser humano fuera tan hermoso, era el tipo de hombre que está hecho de todas las historias de amor en las novelas que solía leer, el héroe que salva a la chica o que se sacrifica por los que ama; cada parte de él está perfectamente definida y simétrica, Dios se había lucido, lo había trazado tan perfecta y magníficamente que me costaba creer que tuviera algún defecto.
La señora Remide sigue hablando, pero su voz es un sonido de fondo, no puedo quitar los ojos de la imagen frente a mí y sin darme cuenta ya sostenía el celular en mis manos. Podía recordar como esos cálidos ojos miraban, como esa piel se sentía caliente al tacto, esa barba tupida que adornaba su hermoso rostro de un tono más claro que su cabello y que ocultaban unos hoyuelos cuando sonreía. Todo en el parecía un sueño.
- … también es importante que recuerdes que a mi nieto le gustan las mujeres activas, si vas a ser su asistente debes aprender a seguir su paso. Ya te darás cuenta que es un hombre que no se puede estar quieto, no dudes en que te ayudara en lo que necesites, pero le fastidia la gente que se acerca a él como una carga… - levanto la vista para observarla y regresarle el celular. Si al señor Can no le gustaban las personas molestas, tenía que tener mucho cuidado con mis episodios, no quería molestarlo – quiero que veas todo y me avises, cualquier cosa es importante.
- Señora Remide, ¿hay algo que debería saber? – pregunto curiosa. Su insistencia a cuidarme de todos, pero estar vigilando me hacía pensar en que algo mucho más malo pasaba.
- No tiene sentido que te lo oculte… supongo… - susurra levantándose, una chica le avisa que el probador está listo y me hace seguirla. Este salón de belleza era como visitar un castillo de espejos que olía a shampoo y otras cosas químicas de olor algo agradable pero todo mezclado entre sí… era una tortura. Subimos una elegante escalera que nos conduce a unas pequeñas habitaciones donde se escuchar risas, cierro más la bata que se abre ligeramente en mi pecho, me la habían entregado cuando había llegado para que al “embellecerme” no manchara mi ropa, la señora Remide había aventado la ropa a la basura. Una puerta entreabierta me deja ver que en el interior una chica vestida de novia da vueltas con un vaporoso vestido mientras varias mujeres aplauden y lloran.
- Por aquí señora Remide – la chica abre una puerta y nos deja pasar a ambas con una sonrisa amable, la señora Remide le devuelve la sonrisa dejándome pasar primero y cierra detrás de ella. Toda la ropa que me había comprado está colgada en un largo tubo de metal.
- ¡Listo! – aplaude emocionada, con esfuerzo se acerca a la ropa y empieza a inspeccionarla – no voy a dejar que te vistas como esas chicas que parece que van a una fiesta diario, será muy cansado para ti ya que no estas acostumbrada. Probablemente mi nieto te lleve a las minas y no querrá estarse preocupando por si te rompes un tobillo además eres una mujer joven, no vamos a opacar esa belleza infantil con ropa estira o aburrida…
- Señora Remide, dígame por favor… - insisto mientras le doy un vistazo a la ropa. Ella toma un par de prendas y me las entrega.
- Tú te cambias y yo hablo pajarillo – hago un ademan de sonrisa mientras voy de tras de la gran cortina negra del lado derecho y empiezo a desvestirme. Después de unos segundos empieza a hablar - como ya te había contado, Huma no es la mejor madre y ha obligado a sus hijos a hacer todo tipo de cosas, desafortunadamente ella pertenece a una familia bastante adinerada que ha amasado su fortuna de forma ilícita, no pienso aburriste con los detalles, pero quiero que seas consiente de que esa mujer es astuta y venenosa como una serpiente. Hace unos meses pasaron cosas espantosas y en menos de un parpadeo todo se vino abajo, la única información segura que tengo es que se robaron los planos de una mina bastante rica en metales, además… bueno, creo que alguien está intentando matarme e involucrando a Can en ello. Eres mi última oportunidad pajarillo…
Salgo del vestidor y ella me sonríe al ver mi atuendo, pero esta no llega a sus ojos, se levanta con dificultad apoyada en su lindo bastón y se acerca a mi con una sonrisa triste, toda la fachada dura y segura cae y sus ojos se ensombrecen…

Apenas podía pensar de los nervios, esto era lo que más me temía, que yo no pudiera manejar todo lo que él representaba. Sus ojos achocolatados me observan de una forma tan penetrante que me mantienen anclada al suelo, tenía unas intensas ganas de cubrirme, pero mis músculos no me responden, su intenta mirada va desde mis tenis grises por todo el camino de mis piernas pasando por mi frente hasta llegar a mis labios donde se detienen un momento y luego van a mis ojos y de ahí baja otra vez para detenerse en mis piernas. Otra vez no estaba respirando.
- Encontré a la asistente perfecta para ti – la señora Remide me empuja ligeramente en mi espalda y me forzó a seguir caminando; esta tan emocionada que ni se molesta en saludarlo – ¿qué te parece?
- Aaah tu… - el señor Can nos observa y se le nota un poco tenso, ambas entramos para sentarnos frente a él, parpadea varias veces y la niebla de sus ojos desaparece – ¿tú quieres ser mi asistente?
- Si – afirmo tratando de sonar con voz segura tal como la señora Remide me enseño. Me gustaba que se dirigiera a mí y no esperara que alguien más le contestara.
- Tienes demasiado trabajo mi muchacho y Sanem tiene una habilidad sorprendente… - bajo los ojos avergonzada.
- Memoria fotográfica – susurra. Aun siento su mirada clavada en mí.
- Exacto, ella nos será de gran ayuda. ¿Qué dices? – pregunta emocionada la señora Remide.
- ¿Qué dices tu? ¿Quieres hacer esto? – pregunta directamente, trago saliva tratando de controlar mis nervios y recordando la libertad que tendría a partir de ahora. Podía hacer esto
- Si – respondo.
- ¡Excelente! Entonces está decidido, Can ella será tu asistente, pero recuerda que es una chica sensible y necesita atención constante que Leyla le proporcionara. No lo olvides. Estoy segura de que harán un magnifico equipo mi muchacho y a ver si empiezas por decirle que te ayude con el montón de cajas que tienes ahí… se ven terribles – el señor Can se levanta de un salto y empieza a caminar por la oficina sobando su frente con sus dedos, tal vez le dolía la cabeza – su extraordinaria habilidad te servirá muchísimo Can, será como si tuvieras dos cerebros, solo que el de Sanem será el mejor. Si es tan trabajadora como Leyla lograran mucho juntos…
Reprimo una sonrisa apretando mis labios porque estoy segura de que el señor Can no la está escuchando, parece que está muy distraído con lo que sea que ronda en su mente mientras no deja de mover unas piedras que sostiene en su mano y susurra un “si” o “aja” de vez en cuando. Se veía gracioso.
Sin aviso el señor Can se detiene y me manda con Ceycey por unos rollos, la señora Remide le asegura que me acompañara y ambas salimos, por curiosidad le doy una mirada otra vez y sus manos están en su cintura mientras sus ojos se cierran como si quisiera concentrarse en algo. Cuando buscamos a Ceycey este ya subía con los rollos, me ofrezco a ayudarle a lo que contesta que “un trabajador acomedido como él siempre tendrá trabajo y jamás será despedido” … no entendí nada de eso. Después de despedirme de la señora Remide que me da un guiño juguetón regreso a la oficina del señor Can… la escena frente a mi golpea mi pecho.

- “Si eres una buena niña, no le diré a nadie lo que vas a hacer, ¿entiendes? – pregunta esa voz amable llenándome de terror. Aprieto mis ojos y clavo mis uñas en mis palmas hasta hacerme sangre.
- No quiero hacerlo… - susurro. Tenía miedo.
- ¿Por qué no? Las niñas buenas como tu deben aprender a ser mujeres, para eso estas hecha, para complacer y yo te voy a enseñar como… - siento como su mano se mueve por mi cabello. Trato de apartarla, pero las correas que me atan a la cama no me dejan moverme demasiado. Lagrimas brotan de mis ojos.
- ¡Suélteme! – grito abriendo los ojos. El hombre se voltea y sale con una risa burlona”
...
La respiración se atasca en mi garganta, quema y me deshace los pulmones, una caricia suave pasa por mi frente y acomoda mi cabello fuera de mi cara. Me niego a abrir los ojos, sentía todo mi mundo de cabeza y apenas era consiente de donde estaba.
- No podemos solo dejarla así, debemos llevarla al hospital o algo – escucho una voz que se adentra en la oscuridad en que la que se encuentra mi mente, trato de relajarme, pero la sensación de mareo se hace más fuerte.
- No es necesario señor Can, solo hay que esperar a que abra los ojos, la traeré de vuelta… - otra voz más suave contesta, pero no entiendo nada, mi cuerpo no parece mío, lo siento extraño y pesado además la respiración se me hace más dificultosa. Otra vez algo acaricia mi cara.
- ¿Sanem? – alguien me llama y de inmediato abro los ojos.
- ¡Señor Can no! – grita la voz suave. Frente a mis ojos solo veo oscuridad, no distingo nada, aunque mi cuerpo ya se siente menos pesado, hasta podría afirmar que algo suave me sostiene.
- ¡Sanem! – me llama la voz grave y arrastrada. Unos ojos se pueden ver a través de la negrura, son oscuros y suaves, pero están teñidos de preocupación. No veo nada más.
- No haga eso, déjela despertar… - insiste la voz suave. Los ojos me observan con preocupación y poco a poco sus facciones se van aclarando.
- ¿Dejarla despertar? ¡¿Como es eso posible? ¡Se está ahogando Leyla! – grita la voz que pertenece a los ojos suaves. Sus ojos me suplican que vuelva, pero apenas puedo verlo bien. Mi respiración se hace más agitada, sus labios se aprietan con preocupación y las caricias se vuelven a sentir en mi piel – ¿Sanem?
Cierro los ojos asustada por mi respiración, pero la voz me pide que no lo haga, de inmediato obedezco enfocándome solo en su mirada que parece calmarse. La niebla se disipa frente a mí, pero las lágrimas apenas me dejan ver… ¿Qué había hecho?
Una hermosa cara adornada con ojos azules llena completamente mi visión.
- Cálmate hermanita, cálmate… - el aire empieza a regularse en mi cuerpo, pero mi corazón acelerado parece que fuera a salirse de mi pecho – eso es, así… solo inhala y exhala… eso es. ¿Como te llamas?
- Sanem – respondo de inmediato.
- ¿Cuántos años tienes? – pregunta alejándose un poco para dejarme ver a mi alrededor.
- Veinticinco – respondo enfocándome en los ojos oscuros que me observan algo extrañados – tengo veinticinco años…
- ¿Dónde vives? – pregunta la voz suave cortándose.
- No lo sé aun… - respondo sin alejar mi vista de los ojos oscuros que me observan con curiosidad y pertenecen a la misma persona que está acariciando mi frente; paso la lengua por mis labios y los ojos oscuros siguen el movimiento deteniendo la caricia, ya sentía como mi mente empezaba a liberarse – vivo con mi hermana Leyla y mi madre…
- ¿De qué color son los ojos de Leyla? – pregunta la voz suave. Parpadeo ahora si observando a mi alrededor. Suspiro de alivio.
- Azules, tus ojos son azules… - respondo tratando de incorporarme. Los brazos que me sostienen me dejan ir y Leyla me sonríe.
- Estas de vuelta, ¿te sientes mal? – pregunta. Observo a mi alrededor, el señor Emre esta recargado en la mesa con los brazos cruzados y un gesto serio, a mi lado el señor Can me observa con preocupación… un momento, ¡¿había estado acostada sobre el?! Siento calor correr rápidamente a mis mejillas. Esto era muy vergonzoso.
- Estoy bien – susurro bajando la mirada.
- De acuerdo, vamos a casa… - de inmediato levanto la mirada mientras ella se incorpora, de su bolso saca el bote de pastillas y una pequeña botella de agua.
- ¡No! – grito presa del pánico – ¡estoy bien!
- Sanem no puedes estar fuera de casa, es peligroso… - insiste entregándome la pastilla. La tomo y de inmediato tomo del agua que me tiende. La mirada del señor Can quema mi espalda, aunque no dice nada.
- Estoy bien, solo fue… un accidente – me justifico. Si Leyla le decía a mama todo acabaría. Bastante mala fue su reticente mirada de la mañana antes de irme
- Sanem… - me insiste con una mirada molesta. Era raro verla así.
- Leyla, - interviene el señor Can levantándose, mi corazón se acelera de terror. Si él no me quería aquí tampoco habría nada que hacer – ¿te molestaría que lleve a Sanem a dar una vuelta? El aire fresco le podría hacer bien…
Leyla abre sus ojos con sorpresa, pero no dice nada, da una mirada rápida a Emre que asiente levemente y ella hace lo mismo, el señor Can extiende su mano hacia mí para que la tome. De inmediato lo hago.
El calor en su mano me distrae todo el trayecto, las personas nos observan y se escuchan cuchicheos detrás de nosotros, pero no son más que un ruido de fondo sin sentido, todo en lo que puedo pensar es en como el señor Can me lleva de la mano y me sostiene hasta un lugar más frio. El estacionamiento.
Caminamos muy poco ya que su puesto en el primero después de la entrada, solo que no es una camioneta o un carro, cuando suelta mi mano de inmediato siento una sensación de perdida.
- ¿Qué es eso? – susurro sin moverme del lugar en donde me dejo.
- Una motocicleta, ¿te gusta? – me observa y sonríe de mi cara espantada. Se sienta en ella y cuando se distrae colocándose el casco escupo la pastilla. Me tiende un casco, pero no lo tomo – no tengas miedo, nada te pasara si estás conmigo.
- No tengo miedo – respondo en automático, pero sus ojos no dejan de observarme, de alguna manera sospecho que sabe que estoy mintiendo. Insiste con el casco hacia mí, a regañadientes me lo pongo.
Toma mi mano para ayudarme a subir, toda su espalda entra en contacto con mi cuerpo, es caliente y reconfortante, sin aviso toma mis manos y las jala para que estén alrededor suyo… si seguía sin respirar de esta manera iba a atrofiar mi cerebro.
Cuando arranco no pude evitar gritar, íbamos muy rápido y el aire cortaba mis mejillas mientras que mis ojos permanecen cerrados, todo mi mundo se movía, pero yo permanecía aferrada a su cuerpo que parecía ser lo único solido a mi alrededor; después de un tiempo pude acostumbrarme y abría un poco los ojos, el panorama se desdibujaba por la velocidad a la que íbamos, pero era algo emocionante de alguna manera, como si estuviéramos lejos de toda esa realidad. Cuando al fin se detiene me cuesta un poco moverme, acaricia mis manos con suavidad y me sonríe por el espejo.
- Hemos llegado – me avisa sin dejar de acariciar mis manos. El contacto lleva electricidad por todo mi cuerpo.
- ¡Al fin! – de inmediato quito mis manos de su cuerpo – ¡¿tenía que ir tan rápido?!
- ¿Te has asustado? Pensé que no tenías miedo… - sonríe otra vez y se quita el casco acomodando su cabello en el proceso. Con la chaqueta de piel negra y los ojos entrecerrados parecía totalmente peligroso y… divino.
- ¡Es que usted iba muy rápido! – me defiendo tratando de quitar el casco sin obtener resultados, mis manos no dejan de temblar – ¡todo se veía borroso! ¡¿Es que acaso alguien lo iba persiguiendo?!
- Espera, te ayudare… - se gira un poco y me ayuda a quitar el broche de las cintas, su cara esta tan cerca que puedo oler su colonia y observar con atención cada rasgo de su hermosa cara. Tenía una marca de nacimiento en la mejilla – ¡listo! Ahora, vayamos a dar un paseo para que se baje tu berrinche…
Abro la boca impresionada por cómo se burla de mí, da un pequeño toquecito con su dedo en la punta de mi nariz y antes de que pueda replicar se baja ayudándome a hacer lo mismo. Su cercanía definitivamente no era buena, mi cerebro no funcionaba de por si y con el tan cerca, tocándome u observándome era peor.
Caminamos uno al lado del otro a lo largo de todo el camino, había visto el mar de noche en mis escapadas y cuando volvíamos de la casa de la señora Huma, pero esto es diferente, el reflejo del sol brillaba en el agua de una forma encantadora, la brisa es refrescante y los pájaros pasean por el cielo… quería verlo siempre, era muy relajante.
- ¿Te gusta? – pregunta. Volteo a verlo con una ligera sonrisa.
- Mucho, el mar es tan hermoso… como me encantaría verlo todo el tiempo, debe ser algo maravilloso – respondo no queriendo quitar los ojos del agua que se mueve de un lado al otro.
- Lo es, cuando estas rodeado de agua y te llega la corriente de aire se siente una sensación agradable, como si el mundo no tuviera fin y no hay limites para nada. Te dan ganas de lanzarte y adentrarte hasta el fondo… - me explica deteniéndose para admirar el paisaje junto a mí.

DEJAME ATRAPARTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora