CAPÍTULO 18 FINAL

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HOLAAAAAA!

Perdónenme por favor por la demora y por lo que estoy a punto de hacer... 🙈
Como muchas saben soy maestra y en México acabamos de iniciar clases en línea y ha sido una completa locura pero al fin encontré un hueco y ya podemos terminar esta historia.
No las entretengo más!
Besos para todas ❤❤❤❤❤

P.D.: Atención a los epilogos 😉
...


DEJAME ATRAPARTE
CAPÍTULO 18 FINAL

SANEM
- Sanem… - mi nombre pronunciado por esos delgados labios y congelado por esa mirada fría revuelven mi estómago, de todas las personas que pensé que estarían del otro lado de la puerta, jamás me imaginé que fuera ella.
- Señora Huma – susurro más sorprendida por la visita que como una señal de respeto a la madre del hombre que amo.
- ¿Me dejaras pasar querida? – salgo un poco de mi estupor, pero mi garganta se cierra. Asiento con las palabras acumuladas en mi garganta, el frio de la noche que está por comenzar hace titiritar mis huesos. Necesito a Can conmigo, ahora. Empuja su abrigo sobre mí, lo atrapo apenas haciendo reaccionar a mis congelados brazos y pasa como si estuviera en su casa.
- ¿Quisiera algo de beber? – susurro tratando de recuperar mi voz. Sigo a la señora Huma a la sala, su pomposa forma de caminar solo me pone más nerviosa, es curioso como ella y sus hijos comparten esa característica de adueñarse del lugar al que van, pero en ella se ve más arrogante que en Can, él te da una sensación de seguridad y la señora Huma te congela de miedo.
- No te preocupes querida, no me quedare mucho tiempo… - asiento cuando se sienta dejando su capa en el respaldo del sillón. No tengo experiencia tratándola, pero todo lo que me dijo Can de ella no ayudaba a formarme una buena opinión de la mujer.
- Muy bien… - me quedo en silencio esperando a que hable, pero no dice nada por un buen rato, observa a su alrededor observando cada detalle hasta que llega a mí, hace una mueca extraña pero luego vuelve a sonreír.
- Te imaginaras el motivo de visita… - niego con la cabeza tratando de que no se note lo nerviosa que estoy – por favor cariño, no hagas esto más complicado…
- No alcanzo a imaginar que le gustaría tratar y Can no está – declaro cruzando las piernas. Eso sonó más duro de lo que pensé. Nota mi movimiento, pero su mueca burlona no se pierde.
- No he venido a buscarlo a él, vine a verte a ti…
- ¿Como supo que yo estaba aquí? – pregunto sorprendida.
Querida no fue difícil saberlo, has estado prendada a mi hijo desde que entraste en nuestras vidas y justo en la fiesta del anuncio del embarazo de Leyla fue evidente para mí. Estas enamorada de mi hijo, ¿o me equivoco? Aunque no tiene sentido que te niegues, veo ese brillo en tus ojos… – mi cara se siente arder, no tengo la fuerza de negarme a esa pregunta tan directa – claro que si… puedo leerlo en tu cara…
- ¿Qué es lo que quiere? – insisto con voz temblorosa.
- Es sencillo… quiero que te alejes de mi hijo, para siempre…

CAN
Manejo con rapidez a la empresa, algo no se siente bien en mi cuerpo, como si tuviera una alarma que no puedo parar. Cinco minutos después de salir de la casa me di cuenta que no debí dejar a Sanem sola pero ya no hay nada que hacer, ya estaba entrando al estacionamiento de la empresa, lo que sea que pasaba tendría que solucionarlo rápido para volver con ella.
Cuando entro, el guardia me observa con sorpresa, pero me saluda cordialmente como siempre, tomo el elevador para llegar directamente a la oficina de Deren y averiguar qué pasa. Al salir todo se escucha en silencio, los cubículos están vacíos y las luces apagadas… ¿qué rayos pasaba ahora?
Cuando entro a mi oficina no puedo evitar el bufido de frustración.
- ¿Creo que no te alegras de verme?

SANEM
- No puedo – susurro aferrándome a la única idea que esta firme en mi mente. Can era mi todo.
- Sanem, pequeña y simple Sanem, tú crees que lo quieres en ese cerebro descompuesto que tienes, pero no es así… ¿qué es lo que quieres parar alejarte? ¿Dinero? – sus palabras queman en mi pecho, como si yo estuviera con Can sin conocerlo realmente.
- No voy a dejarlo – declaro apretando la piedra en mi mano. ¿Dónde estaba? Necesitaba que estuviera a mi lado. Suspira y se sienta a mi lado casi invadiendo mi espacio.
- Sanem a pesar de lo que te ha dicho Can, soy su madre y lo conozco más que nadie, él no te quiere como tú crees. Mi hijo jamás se ha interesado por nadie y nunca ha tomado decisiones sabias, solo toma a las mujeres y se va… tal vez fue mi culpa, pero no voy a dejar que arruine su vida con una calentura temporal…
- ¿Calentura temporal? – pregunto sin comprender que es lo que quiere decirme. Nunca me di cuenta de lo intimidante que es la señora Huma, con sus rizos perfectamente definidos, sus ojos pálidos tan fríos que te mantienen en tu lugar y esa postura arrogante y altiva.
- ¡Claro que si querida! ¡Oh mi pobre niña! ¿acaso crees que todo lo que te ha prometido va a cumplirse? No te engañes… - se estira y toma mis manos entre las de ella que están muy frías – mi querida niña, no puedes esperar nada de Can, siempre se ha sentido atraído por los enigmas, aquellas creaturas frágiles, pero apenas pase la novedad, se ira… no es el más estable de los hombres igual que su padre…
- Usted está mintiendo – aprieto los dientes y quito mis manos de las suyas. Me levanto del sofá tratando de que mis terrores no atormenten mi mente, no quiero caer en sus juegos, ahora estoy mejor, Can me hizo mejor.
- No mi niña, es la verdad y es mejor que la enfrentes hasta a menos que quieras que esa mente tuya se destruya en el proceso – camino de un lado al otro, pero mi mente se encuentra en calma, aunque mi corazón está muy acelerado, necesito calmarme antes de que otro tipo de ataque llegue.
- Es mejor que se lo diga a Can, señora Huma – era una tontería de decir, pero no se me ocurre otra cosa. La señora Huma suspira.
- Dime que es lo que quieres y te lo daré a cambio de que te alejes de mi hijo – niego con la cabeza sintiendo las lágrimas llenar mis ojos. Que peor momento para llorar.
- No puedo – susurro más para mí misma que para ella.
- Piénsalo bien mi niña, ¿qué futuro les espera? Can tiene una vida ocupada y peligrosa, es demasiado inestable física y emocionalmente y tú, seamos realistas, tu mundo esta tan destrozado que en cualquier momento te perderás el los terrores de tu inconciencia. Tu madre me lo ha contado todo de ti, ¿de verdad quieres hacerle eso? ¿Qué ate su vida a alguien que un día no sabrá quién es? – sus palabras son mis peores temores asaltando mi corazón.
- No… no se… de que habla… - suspira con fastidio, se levanta y se me acerca.
- ¡¿Qué es lo que no sabes?! ¡¿Acaso no lo recuerdas?! Esto es inconcebible, ahora estoy más segura de que no te quiero con mi hijo, solo Dios sabe que le podrías hacer en una crisis de esas que tienes… - lleva sus manos a su perfecto cabello con preocupación – si fuiste capaz de hacerle eso a tu madre, ¡mi hijo está en verdadero peligro, pero tú no quieres atender a razones chiquilla egoísta! 
- ¿A… a mi madre? – mi voz se escucha temblorosa; ¿Qué le hice a mi madre? – ¿yo… yo la lastime?
- Ah ah… ¿acaso no lo recuerdas? Siempre lo supe, ¡estas loca chiquilla! – grita de nuevo asustándome – ¡aventaste a tu madre por las escaleras y ahora está en el hospital!

CAN
- Esto tiene que ser una broma… - me quejo sin adentrarme totalmente. Polen se levanta de mi silla y sonríe sarcásticamente, aunque puedo ver una nota de dolor en sus ojos.
- No lo es, soy real… - cuando empieza a caminar sus pasos son inestables, dirijo mi mirada al vaso que tiene en su mano y ahora el fuerte alcohol tiene sentido, estuvo bebiendo Y EN MI OFICINA, si Sanem se diera cuenta me regañaría por no tenerla ventilada o por derramar algo que ella tendría que limpiar… Suspiro frustrado por perder mi tiempo de esta manera.
- ¿Como demonios te las arreglaste para que se fuera todo el mundo y Deren me mintiera? – pregunto cruzándome de brazos impresionado de que se beba el resto del vaso de golpe. Polen no es la mejor bebedora.
- ¿Recuerdas ese tiempo donde íbamos a pasear por las calles de Londres? – sonríe mirando a la nada y se recarga en el escritorio – te gustaba que te hiciera de comer y después…
- No tengo idea de que hablas – la corto no queriendo llegar a esa conversación. Sonríe.
- No terminaba de hacer la comida, me llevabas a la cama enseguida… - otra vez esa sensación de vergüenza, como quisiera borrar esa parte de mi vida – y luego amanecía… y tú ya no estabas, me decías que sufrías insomnio, ¿con ella si puedes dormir?…
- ¿Tienes un punto o ya puedes decirme que hiciste ahora? – se encoje de hombros con un puchero triste, nada parecido al encantador puchero en los regordetes labios de Sanem.
- ¿Porque nunca te quedaste conmigo? ¿Hay algo mal en mí? – pregunta deshaciendo su peinado. Levanto una ceja porque sospecho a donde va esto. Jamás quise que las cosas terminaran así, pero era lo suficiente hombre para aceptar mi parte de culpa, yo deje que ella se acercara porque simplemente era un buen entretenimiento y en esa época pocas cosas me importaban, me aburria muy seguido. Era egoísta con ella.
- No hay nada malo contigo Polen, simplemente entre nosotros no funciona… - me detengo cuando pasa sus manos a su espalda y desabrocha su blusa – ¡Polen no hagas eso por favor!
- ¿Acaso no soy hermosa? Solías decirme que parezco modelo… - desvió los ojos tratando de evitar mirarla. Levanto mi mano cuando escucho como cae su falda. Esto no iba nada bien.
- No es eso, claro que eres hermosa, pero Polen por favor… vístete… - no me hace caso y avanza hasta donde estoy para abrazarme.
- Me gusta cuando estoy entre tus brazos… te amo Can – suspiro y la quito de encima entrando a la oficina y dándole la espalda.
- Por favor vístete y explícame que es lo que hiciste… – no escucho ningún ruido, volteo y ella sigue ahí parada y desnuda.
- Lo que debí hacer hace mucho tiempo, ¡¿acaso crees que esa niña te va a satisfacer?! ¡Abre los ojos! ¡ESTA LOCA! Yo te conozco, se lo que necesitas y lo que te gusta… el fuego está en tu mirada… - si ella veía fuego en mi mirada es porque lo hay, pero no por la razón que cree, más bien por sus palabras que hacen eco en mi cabeza llenándome de coraje.
- ¿Como sabes de ella? – sonríe con valentía y eso solo me hace apretar los puños.
- Tu hermano y Leyla, ellos me dijeron que se fue contigo, que creía estar enamorada de ti y tu estabas obsesionado con ella… ¡uff Can!… si me hubieras dicho que querías sacarla de tu sistema te habría comprendido y esperado – aprieto los dientes queriendo matar a Emre, iba a hacerlo, definitivamente mi hermanito no ha aprendido la lección.
- Tengo que irme… - me dirijo con paso seguro a la puerta, pero se interpone impidiéndome el paso, ahora estamos frente a frente.
- Ay mi hermoso hombre… - susurra en un tono meloso; su fuerte aliento a alcohol inunda mi nariz, pasa sus manos por mi pecho y suben a mi cuello donde se sostiene, desvío la cara tratando de evitar el fuerte olor y mirarla en ese estado – ¿acaso querías probar a una chica sumisa? No debe ser tan buena en la cama como yo… debiste decirme que querías jugar a eso, yo también puedo portarme como una chica dócil y perdida… o acaso solo querías follarla unas cuantas veces…
Eso es todo. Tomo sus brazos con rapidez y le doy la vuelta empujándola contra el escritorio y tirando todo a mi paso, me apoyo en su espalda escuchando su gemido de satisfacción. Quito su dorado cabello de su hombro para poder hablar a su oído.
- ¿Esto es lo que quieres? – pregunto con voz grave presionando contra ella. Muerde su labio y asiente con una expresión llena de placer.
- Can… por favor… - susurra empujándose contra mí.
- ¿Quieres que te tome justo sobre este escritorio? ¿Qué bese y penetre tu cuerpo una y otra vez como antes? – pregunto otra vez girando ligeramente su cabeza para acercarla a mis labios. Cuando estamos a milímetros asiente – ¿eso es lo que quieres… MI SANEM?
- ¡¿QUE?! – se queda estática y abre los ojos con sorpresa. Sus pálidas facciones se colorean de rabia.
- Hermosa Sanem… – susurro en su mejilla, trata de liberarse de mi agarre, pero no se lo permito, dos podíamos jugar a este juego – ¿sabes que eres perfecta y preciosa para mí?
- ¡Can suéltame! – grita tratando de liberarse, pero no se lo permito porque la tengo bien sujeta de la cintura. Llevo nuestras manos unidas a su cabeza y acerco mis labios a los míos.
- Me vuelves loco MI SANEM, - susurro sujetándola con fuerza, cuando hago el intento de besarla aprieta los labios y desvía un poco su cabeza – eres mi única…
- ¡CAN SUELTAME POR FAVOR! – vuelve a gritar. Antes de que su escandalo sea peor y llame la atención de la seguridad la suelto. Se deshace de mi agarre y llega a trompicones a la puerta con los ojos llenos de furia.
- Solo hay una forma en la que yo cedería a estar contigo y es que tu fueras la persona que más me importa, ¿querías que te lo dijera? Está bien, tu ganas, la AMO, MAS QUE A NADA EN EL MUNDO… ahí lo tienes, estoy enamorado de Sanem y punto. No hay más que decir.
- No puedo creerlo… - susurra cubriéndose.
- ¡Ahora quiero que te largues, sabes muy bien de lo que soy capaz…! - por unos segundos me observa como si me hubieran salido 30 ojos hasta que una lagrima cae por su mejilla, la más sincera que le he visto derramar, y se va.
Ahora iba a despedir a la persona que me metió en esto.

SANEM
- ¿Qué hacemos aquí? – pregunto temblando y apretando la piedra en mi mano cuando en lugar del ir al hospital estamos frente a mi casa.
- Leyla quiere hablar contigo primero, recuerda que está embarazada de mi único nieto así que controla tu demencia – sus crueles palabras calan en el fondo de mi corazón, pero sé que no tiene sentido responder. El conductor de la camioneta nos abre la puerta, le da la mano a la señora Huma para ayudarla a bajar y luego hace lo mismo conmigo.
Cuando me dirijo a tocar el timbre un gato pasa por enfrente de la señora Huma y ella lo patea. Casi me tropiezo asombrada por su actitud.
- ¡¿Qué le pasa?! – la regaño en una actitud imprudente y me agacho para ver al gatito. No parece lastimado.
- ¡Ugh! No te atrevas a acercarte… ya estas toda llena de pelo – ambas intercambiamos miradas pero antes de que podamos decir nada la puerta detrás de mí se abre.
Mi hermana siempre se ha visto como una modelo de revista, ojos brillantes, grandes y azules, facciones simétricas, cabello dorado como una princesa, alta y estilizada de piel tersa, sin imperfecciones y pálida. Una delicia para la vista solía decir mama, pero la Leyla que esta frente a mí no se parece en nada a mi hermana, más bien es la imitación más cruel y despiadada que alguien hizo de lo que una vez fue.
Desde mi perspectiva en el suelo puedo ver lo que el matrimonio le hizo, sus piernas estaban delgadas a pesar de usar una gruesa malla y el suéter de punto color morado no hace más que destacar las marcadas clavículas y las manchas amarillentas en su cuello. Sigue siendo hermosa pero las ojeras, ojos cansados y mejillas caídas son una burla a su belleza que el embarazo no hizo más que intentar acabar, eso no era normal. ¿Qué le hicieron? Hace apenas unos días que la vi, pero pareciera que fueron años.
- ¿Sanem? – susurra bajando la mirada hacia mí. Sus ojos se llenan de lágrimas al verme. Me levanto en toda mi altura, ahora que la tengo de frente es peor – estas aquí…

CAN
- ¡Y una mierda que no sabes de lo que hablo! – grito al teléfono.
- Can por favor déjame explicarte… - solloza una asustada Deren del otro lado del teléfono, apoyo mi brazo en la puerta del ascensor y agacho mi cabeza. ¡¿Que llevo a Deren a esto?!
- ¡Dejaste ir a todos por una ESTUPIDEZ! ¡¿Que rayos estabas pensando?! ¡Te juro que no puedo creer! – le grito otra vez. Del otro lado su sollozo se hace más fuerte.
- Can yo no sabía… ella me dijo… - suspiro pasando mi mano por mi frente. Algo estaba muy mal en todo esto.
- ¡No entiendo nada de lo que me dices, contrólate! – le ordeno cuando las puertas se abren. Apenas levanto la vista, la pequeña pelirroja está ahí con los ojos rojos y asustados. Ambos colgamos.
- Can…
- ¡No me vengas con tonterías, quiero una explicación! ¡AHORA! – le grito. Asustada abre los ojos de par en par. Retuerce el celular en sus manos y sus labios tiemblan.
- Ella… ella me dijo que estaba muy preocupada por ti, estaba llorando… - aprieto los puños entendiendo de quien habla – yo… yo le pregunté que le pasaba y me dijo que… que…
- Habla antes de que pierda la paciencia… - susurro con los dientes apretados.
- Me dijo que Leyla le llamo llorando del hospital donde ingresaron a la mama de Sanem, que estaba muy mal por lo que le hizo, pero que Sanem iba a ir contigo y podría lastimarte… Can yo me asuste y dije que si… - sus palabras se hacen más incomprensibles. Así que Sanem si lastimo a su madre, no siento ni la más mínima gota de compasión, la vieja bruja se lo merecía, aunque cuando Sanem se enteraran se le iba a partir el corazón. Mi mujer era un alma sensible; gruño frustrado echando la cabeza hacia atrás, tan bien que estaba en casa… - les dije a todos que iban a fumigar el edificio, me dijo que te llamara y así Sanem se quedaría sola, tu vendrías…
Sin darme cuenta empecé a caminar por todo el lugar hasta que sus palabras me hacen detenerme.
- Querían alejarme de ella… ¿para qué Deren? – pregunto clavando mi mirada en sus ojos llenos de lágrimas.
- Can… yo no sabía lo que sentías por ella… no lo imagine, no quise ver… - me acerco con paso acelerado y la sostengo de sus delgados brazos.
- ¡¿Qué fue lo que hicieron?! – grito agitándola un poco. Niega con la cabeza con las mejillas cubiertas de gruesas lágrimas negras.
- Perdóname… - susurra sollozando. Siento como si un puñetazo me destruyera el corazón, me alejo de ella con miles de temblores recorriendo mi cuerpo. Esto no era posible… no ahora… no…
Niego con la cabeza y me alejo lentamente.
- ¡Can! – me llama y escucho como sus zapatos de tacón me siguen, me detengo para mirarla.
- No – declaro sin levantar la voz, se detiene abruptamente cuando sus ojos se encuentran con los míos – ESTAS DESPEDIDA.

SANEM
- Perdóname – llora Leyla en mi hombro mientras me mantiene abrazada en el sillón. La casa se ve justamente como la recordaba, floreada, limpia y ordenada, muy propio del estilo de mama, aunque no se siente como un hogar, desde donde estoy es más una prisión.
- ¿Quién te hizo esto hermana? – pregunto mientras sigue llorando, no me contesta, aunque no es necesario. Es evidente quien lo hizo.
- Por favor perdóname… - repite sin soltarme. Entre mis brazos puedo sentir la delgadez de su cuerpo, no se mucho de embarazos, pero sé que esto no es normal, las mujeres aumentaban peso no bajaban y definitivamente no tenían la cara tan demacrada como la de ella.
- Leyla sé que no estás bien, ¿qué pasa? – insisto peinando su cabello. No contesta, sigue llorando.
- Ella está bien Sanem, no tienes de que preocuparte – al escuchar la voz masculina Leyla se tensa de inmediato. Me suelta y se acomoda como si fuera un soldado que ha escuchado a su capitán, limpia sus lágrimas y deja sus manos en sus rodillas bajando la mirada. Emre deja dos vasos de té frente a nosotras y para mi sorpresa me abraza y me sonríe – el embarazo te está dando muchas incomodidades, ¿verdad amor?
Leyla sonríe y asiente. Cuando Emre se sienta del otro lado de la habitación, mi hermana corre a sentarse a su lado, se toman la mano y se abrazan al mismo tiempo. Esto era demasiado… raro, como si me hubiera metido en un mundo bizarro y desconocido. ¿Acaso seguía durmiendo en la casa de Can? ¿O nunca sucedió? Quizá me golpee la cabeza en la fiesta del embarazo y aun seguía desmayada.
Trato de salir de mi estupor para enfocarme en lo importante, el aspecto de Leyla me tenía tan sorprendida que ya había olvidado porque fui en primer lugar.
- ¿Y mama? – pregunto. Leyla voltea a ver a Emre pero no dice nada. Emre sonríe de forma reconfortante y voltea a mirarme otra vez, sus ojos son como los de la señora Huma en hombre.
- La noche de la fiesta la señora Melahat nos llamó muy preocupada, encontró a tu madre al pie de las escaleras sangrando. Llegamos al hospital y nos dejaron verla hasta unas horas después… - el dolor se acumula en mi pecho. La señora Huma tiene razón, soy peligrosa.
- ¿Esta… esta…? – no me atrevo a formular las palabras. Retuerzo la piedra de Can en mi mano, el señor Emre no se pierde el movimiento.
- No – declara con voz seria; Leyla no deja de mirarme con lágrimas en sus ojos como si supiera algo horrible que yo desconocía, ¿qué hay más horrible que esto? Pero su mirada no es acusadora o enojada, más bien parece estar llena de culpa y tristeza… por mi -   aunque no saldrá del hospital en un par de semanas, la señora Melahat esta con ella ahora…
Incapaz de estar quieta me levanto del sillón, ambos me observan, pero no dicen nada, no es necesario, miles de pensamientos gritan en mi turbada mente, pero por más que me esfuerzo por acallarlos no puedo, ya no son el zumbido de antes pero tampoco son más silenciosos. Paso mis manos por mi cabello tratando de acallar el ruido y recordar el mal que hice.
- Quiero verla… - declaro con voz temblorosa. Emre suspira y hace una mueca.
- No creo que sea la mejor idea Sanem, antes tienes que hacer algo…
- ¿Que? – pregunto confundida. Sobre el sonido de la lluvia, se escucha como un pesado camión se estaciona frente a la casa, Leyla abre los ojos asustada y el señor Emre va a abrir.
- ¿Qué sucede? – pregunto sintiendo espinas de pánico por todo mi cuerpo, pero Emre se ha ido y Leyla no se mueve de su lugar, solo llora apretando las manos en los cojines debajo de ella.
- Lo siento Sanem… - solloza agachándose.

CAN
- ¡SANEM! – grito entrando a la casa. No tengo que ir más allá porque las paredes gritan vacío por todos los rincones. No… ¡esto no podía ser cierto! Intento llamarla al celular otra vez, pero el tono alegre e inconfundible suena justo ahí. Mi Sanem… no estaba… mi Sanem… se fue…
Salgo corriendo otra vez de la casa mientras marco otro número.
- Señor Can… - murmura Ceycey. Un trueno resuena en el cielo y finas gotas de lluvia empiezan a caer cuando salgo de la calzada.
- ¡¿Dónde estás?! – pregunto acelerado.
- ¿Como que en dónde? Estoy en casa, usted nos mandó a todos a descansar por la fumigación, creo que tanto té ya le trono las neuronas señor, el café es mejor…
- ¡No tengo tiempo para tonterías cállate! – le grito interrumpiendo su palabrería que parece nunca tener fin – ¿a dónde se fue Emre?
- Dijo que volvería a casa, que tenía algo importante que hacer, ¿por qué?
- Necesito que le digas a Mete que busque a Emre por su celular y me mande la ubicación… ¡AHORA!
Cuelgo y aviento el celular al asiento. Ahora entendía todo el plan, Polen usaría a Deren para crear una distracción para separarme de Sanem, alguien se la llevaría de la seguridad de nuestro hogar y luego…

SANEM
- ¡¿Quiénes son ellos?! – pregunto cuando dos hombres grades entran seguidos por una pequeña pelirroja de piel blanca. Sin darme cuenta camino hacia atrás hasta que choco con la pared.
- Señorita Sanem no se asuste – me pide la pelirroja que me hace recordar a las hadas con sus facciones puntiagudas, su pequeña estatura y su cabellera roja anaranjada – estamos aquí para ayudarla…
Las lágrimas nublan mi visión cuando volteo a ver a Leyla, ella se tapa la cara con las manos para ocultar sus lágrimas y sus sollozos.
- Dijiste que me ayudarías… - apenas puedo hablar por los temblores de mi cuerpo; los hombres flanquean a la mujer que me sonríe con simpatía – dijiste que me protegerías…
- Es por tu bien Sanem – declara Emre con las manos en los bolsillos – si ya lastimaste a tu propia madre, harás lo mismo con tu hermana, con mi hijo o con mi hermano… no lo voy a consentir…
- No… no… - me niego llorando sin poder controlarme, pero no hay auxilio en sus ojos, hay una serena crueldad y hasta diversión por todo lo que está pasando, lo sé porque la he visto antes, esa mirada disfrazada de empatía que solo esconde crueldad. Cuando los dos hombres se adelantan para sujetarme grito y trato de alejarme, pero no lo logro, son rápidos y fuertes y no tardan en someterme. Grito desesperada pero no hay nadie que quiera escucharme, ayudarme o tener un poco de piedad. Antes de llegar al frio y oscuro exterior, escucho como la lluvia cae con fuerza haciendo más tenebroso este momento. Llena de pánico ya no puedo controlar mis movimientos, hago de todo para zafarme.
- ¡NO POR FAVOR NO! ¡CAN! ¡CAN! – grato tratando de liberarme de los dos hombres que luchan conmigo – ¡LEYLA AYUDAME! ¡HERAMANA POR FAVOR!
Grito de nuevo, pero no hay respuesta, solo los ojos fríos de Emre que camina detrás de nosotros.
- Es por tu propio bien “hermanita”, para que no vuelvas a lastimar a nadie… - no me pierdo su mueca burlona. Los hombres me jalan para pasarme por la puerta, pero por el fuerte movimiento suelto la piedra que Can me dio para protegerme.
- ¡NO! ¡CAN NO! ¡NOOOOO! – grito, presa de la desesperación tratando de ir por ella, la última protección que me queda, pero no puedo; los sollozos de mi hermana son un extraño sonido de fondo, ahora nada me importa, tengo que recuperarla, el me la dio para protegerme – ¡CAN NO ME DEJES! ¡NO ME DEJES! ¡CAN!
Antes de que me dé cuenta los hombres me llevan al frente de la camioneta donde uno me sujeta pegado a su cuerpo mientras el otro abre las puertas de la cabina, la lluvia me empapa y no puedo ver nada y no me importa porque no paro de luchar, trato de pegarle, morderlo o patearlo, pero es inútil. No tengo escapatoria.
El otro hombre me sube y cuando siento como me pasan entre sus brazos trato de escapar, pero al pisar el filo de la cabina mi pie se resbala y un fuerte golpe resuena en mi cabeza aturdiéndome.
- Can… - susurro cuando me levantan y me dejan en una camilla donde me aseguran con cuerdas, ya no cae lluvia en mi cara, solo lagrimas porque he sido abandonada – Can…
- No te preocupes cariño – susurra la doctora que aparece de repente en mi campo de visión secando mi cara de las lágrimas y la lluvia, estoy mareada por el golpe, pero se lo que está a punto de ocurrir, la realidad de lo que pasara después me ha noqueado más que el golpe – ahora cuidaremos de ti…
- Can… - susurro cuando un doloroso piquete pincha mi piel; más lagrimas salen a borbotones de mis ojos – Can ven por mi…
Mi cuerpo empieza a sentir frio mientras los ruidos de fondo se pierden en un estruendo sin sentido, poco a poco mi corazón herido se calma y se vuelve de piedra, las mariposas en mi estomago que revoloteaban felices empiezan a morir una a una y mi mente se llena de la neblina que fue inyectada en mi cuerpo, solo una imagen queda, lo único real a lo que puedo aferrarme, el recuerdo de que yo alguna vez me sentí viva. No hay de qué preocuparse, ya nada importaba, esta vez no perdería el alma porque él se quedó con ella.
- Can…

CAN
Sin molestarme en estacionarme bajo de la camioneta, de inmediato me empapo de la fuerte lluvia que crea un muro negro hacia donde mire. No tengo que averiguar qué paso, Leyla llora desgarrada en la entrada de la casa sosteniéndose de la puerta mientras mi hermano está parado de espaldas a mí a media calle observando a la nada.
Con paso seguro camino hacia él, lo volteo y lo sujeto de las solapas de la camisa.
- ¡¿DONDE ESTA?! – grito por encima de estruendo. Sonríe de medio lado y niega.
- Lo siento hermano, - responde con calma - llegaste tarde…
Mi corazón se rompe en ese momento, esos ojos azules que alguna vez me vieron con admiración ahora se volvían crueles hacia mí, saca algo del bolsillo de su pantalón y lo eleva hasta que esta mi altura. El amuleto lunar… el que le di a Sanem…
Lo suelto y tomo la piedra en mi mano, es como si fuera mi corazón que ha sido arrancado. Lagrimas caen por mis ojos, pero estas se confunden con la lluvia cuando levanto la mirada. Corro hacia delante porque no puedo quedarme quieto, tengo que ir por ella, se lo prometí, le dije que la protegería y que estaría segura y caliente en mis brazos, pero le falle…
- ¡SANEM! – grito llamándola, pero solo los truenos y la torrencial lluvia contestan – ¡SANEM!
Me detengo cuando mis helados huesos ya no pueden más, me dejo caer en mis rodillas recordando esa mirada llena de amor, confianza y felicidad. Ya no estaba la mujer que me hizo jugar de nuevo, la que llenaba de calor y sonrisas mi vida, la mujer del aroma dulce, la mujer del cuerpo vibrante, mi mujer de hermosos sentimientos y lágrimas dulces, mi niña de ojos soñadores y piel de caramelo, mi ángel de preciso corazón, mi alma, mi amor… mi única… mi Sanem…

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