CAPÍTULO 10 CAN

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DEJAME ATRAPARTE

CAPÍTULO 10 CAN

Estaba muy ansioso por este evento, normalmente me sentía tranquilo al cerrar un contrato, pero en esta ocasión no me sacaba de la cabeza el paquete que envié esta mañana, ridículo porque nada tenía que ver con el trabajo. Fue un impulso que no pude controlar, pero tampoco me arrepentía de haberlo hecho, desde que la conocía la vi atrapada en esa neblina que no la dejaba expresarse y estaba tan contenida que normalmente quería sacudirla para sacar todo el brillo que podía atisbar dentro de sus ojos, quería que tuviera la oportunidad de brillar y dejarse llevar.
Tomo un sorbo de mi vaso para calmarme, si esto iba a seguir necesitaba algo más fuerte.
- Hermano – me saluda Emre entrando con la mano de Leyla en su brazo, ambos están vestidos de forma coordinada… hablando de cosas ridículas, algo se revuelve en mi estómago.
- Hermano, Leyla te ves hermosa – la halago, ella sonríe con timidez y baja la mirada. Era evidente que aún le avergonzaba el recuerdo de cómo me hablo la mañana anterior, no estaba enojado con ella por eso, me gustaba que de alguna manera le preocupara su hermana, aunque en mi opinión no era suficiente.
- Muchas gracias señor Can – agradece Leyla.
- ¿Dónde está Sanem? – pregunto ansioso.
- Ella dijo que el señor Umut pasaría por ella con la señora Remide, se han vuelto muy cercanas – explica mientras Emre le entrega una copa larga de un líquido burbujeante.
- Nuestra abuela siempre ha sido bastante agradable – explica Emre tomando de su bebida.
- ¡Can! – me llama Deren acercándose con su ajustado vestido y unos zapatos altísimos, ella no era muy alta y siempre vestía así, normalmente me preguntaba cómo no se caía yendo y viniendo – está aquí…
Ajusto mis lentes cuando veo a la pequeña figura caminando a un lado de esta chica Arzu, no era muy alto y estaba sorprendentemente estilizado con su traje y corbata, se notaba su arrogancia y su aire de importancia al caminar. Sonrío tomando de mi vaso, iba a ser una tarde interesante.
- ¡Señor Can! – grita Arzu acelerando el paso, se acerca para saludarme y después saluda a los demás – permítame presentarle al señor Fabri…
- Mucho gusto – susurro. Arzu parecía una adolescente presentando su novio a su padre, era bastante cómico porque era obvio su interés, pero no me interesaba.
- Pero que peculiaridad señor Can, - responde el mirándome de arriba abajo – me habían hablado de usted y parece que es cierto…
- No debe dejarse llevar por lo que ve, lo hay dentro es lo importante – le advierto con una sonrisa.
- ¡Ah! Una persona apasionada – celebra fascinado tomando el vaso que la señorita Arzu le entrega – ¡eso me encanta! Creo que haremos un excelente equipo, nuestro trabajo juntos será muy provechoso…
- Eso espero – tomo de mi vaso y el también. De pronto, sus ojos se abren con impresión y su vaso se queda en sus labios, su piel toma un tono pálido para después colorearse de rojo. Volteo a ver qué es lo que llama tanto su atención y mi corazón se para.
Baja los escalones una menuda figura en un vaporoso vestido rosa, parece una princesa con ojos tristes, labios que brillan con una juguetona invitación a acercarte y una piel de caramelo que reluce ante el brillo de la tarde, simplemente hermosa. De inmediato avanzo para recibirla en las escaleras, su paso aun es un poco inestable.
- Gracias – susurra con una sonrisa tímida cuando toma mi mano.
- Los tenis se tomaron un descanso hoy, ¿verdad? – asiente con los ojos brillantes.
- Las zapatillas son más apropiadas para una fiesta – sonríe radiante y no suelta mi mano. Cuando baja el último escalón me suelta, pero le ofrezco mi brazo para que camine a mi lado, no estaba preparado para dejarla ir, titubea al principio, pero al final acepta mi apoyo.
Regresamos al bar donde está el señor Fabri, Deren y Emre y Leyla, cuando me acerco con Sanem a mi lado de inmediato percibo sus miradas de desconcierto en nosotros. Me daba exactamente igual lo que pensaran.
- Pero Señor Can, ¿quién es la belleza que tiene a su lado? – pregunta con una interesada mirada. No me gustaba que la mirara de esa forma tan atrevida.
- No es importante… - Deren ríe nerviosa, pero Fabri la ignora. No me gustaba nada como sus ojos la recorrían de arriba abajo.
- Encantado de conocerte belleza mía… - la saluda tomándola de la mano y besándola. Iba a golpearlo.
- Mucho gusto – susurra ella incomoda quitando su mano rápidamente. Con un pequeño movimiento la atraigo a mi lado y la hago para atrás. No iba a dejar que la tocara otra vez, ¿Qué se creía este imbécil?
- Debo admitirlo, en Turquía están las mujeres más hermosas – todos sonríen falsamente ante su estúpido cumplido, algo en este hombre no me gustaba nada. Sanem me observa con una mirada entre curiosa y confundida mientras que yo trato de infundirle tranquilidad y valor. Iba a ser una larga velada.
Después de eso cada uno tomamos nuestra mesa, todo el personal bailaba y la pasaba bien en la pista de baile y en el bar, el señor Fabri se pegó a Sanem como un chicle y por consiguiente yo no me despegue de su lado, no iba a dejar a este hombre cerca de ella.
- Señor Can… - susurra ella muy cerca de mi como si alguien la llamara desde atrás, pero muy cerca de mi hombro. Fabri al fin se fue llevándose a Deren a bailar, eso estaba bien porque ella se moría por complacerlo en todo.
- Dime… - la animo agachándome un poco para poder admirarla bien; con las zapatillas que llevaba puestas podía verla a los ojos más fácil, su aroma me inunda el inhalo profundamente, era una delicia.
- ¿Es siempre así? ¿Fiestas y reuniones elegantes? – sonrío por su linda mirada incomoda. Obviamente estaba fuera de su elemento, pero lo hermosa que se veía valía la pena.
- A las personas del “alto circulo social” les gusta presumir – respondo tomando de mi vaso.
- ¿Usted se considera de esa forma? – levanta una ceja de forma coqueta y no puedo más que responder con una sonrisa, siempre estaba de buen humor cerca de ella.
- No creo que tenga los elementos para ser aceptado dentro de circulo, tal vez nací en el pero no sigo sus pautas y sus costumbres… lo hago por trabajo y en cuanto puedo me zafo de ellas - odiaba estar en estas cosas. Solo lo hacía porque era estrictamente necesario, pero me parecía una pérdida de tiempo.
- Y aun así aquí esta… - se burla la muy graciosa. Creo que me descubrió, se dio cuenta de lo incomodo que estaba.
- Estamos… - respondo guiñándole un ojo – por cierto, te ves muy muy hermosa, me cuesta dejar de mirarte…
- Le agradezco, no tenía que molestarse… - susurra bajando la mirada con las mejillas rojas, esa expresión solo la hace verse más inocente.
- Nada de lo que tenga que ver contigo es molestia para mi Sanem, no pienses eso – le aclaro acercando mi mano a la de ella. Levanta su mirada con sorpresa y varios segundos nos quedamos así, solo observándonos en silencio. Lo que daría por descubrir todos los secretos, todas las heridas y todos los recuerdos que viven tras ese muro cristalino que eran sus bellos ojos, era capaz de tirar la empresa piedra por piedra si eso significaba que ella se quedara a mi lado, estaba en un punto en que toda mi vida estaba enfocada a ella, pero quería que sintiera lo mismo, era una ida retorcida porque apenas llevábamos unas semanas de conocernos, pero ¡uff! No la sacaba de mi mente con nada; nunca sabía que pasaba por su mente, leer sus expresiones a veces era muy fácil, pero en otras ocasiones era un completo enredo, como en este momento, sus ojos me gritan por algo, pero no sé lo que es… nunca dejaría de mirarla para descubrirlo. Tal vez estaba obsesionado.
- Can hijo mío… - ambos salimos de nuestro encuentro de miradas, sus mejillas se colorean aún mas de rojo y sus manos se aprietan juntas sobre la mesa sin control, aclaro mi garganta y dirijo mi mirada a mi abuela. Sonrío mortificado.
- Dime – respondo tomando de mi vaso para calmarme. ¿cuántos llevaba?
- Perdón que los interrumpí, pero quiero que veas quien viene allá – sigo la dirección de su dedo y el líquido que acabo de tomar amenaza con regresar por mi garganta, mi estomago cae y una caliente furia sube hasta mi cabeza.
- Tiene que ser una broma, ¿qué hace aquí? – susurro observando el par de figuras que se acercan bajando de las escaleras. Sanem voltea para ver de quien hablamos.
- ¿Quién es la chica, señor Can? – pregunta con voz inocente. Antes de que pueda contestar la abuela lo hace por mí.
- Es la mujer que quiere casarse con mi nieto – responde sorprendiéndome. No entendía porque le dijo eso, los ojos de Sanem se amplían con sorpresa y aprieta sus labios, no me atrevo a responder porque no es como hacerlo, sentía como si me dieran un puñetazo en el estómago.
Mi madre y Polen se acercan con sonrisas y paso decidido hacia nosotros, aprieto los puños con fuerza, Huma no cesaría en su empeño para meter a Polen en mi vida, pero la verdad era que tenía porque sorprenderme, si no tuvo escrúpulos de meterla en mi cama esto era una nimiedad en comparación. Sanem les da la espalda y baja la mirada como si buscara algo invisible en la mesa, no estaba seguro de cómo darle una explicación porque estaba demasiado enojado.
Antes de que Polen y mi madre lleguen a donde estamos, saludan a Emre y a Leyla que están alejados de nosotros en el inicio de la pista de baile, Fabri y Deren se acercan a la mesa en el cambio de canción, tomo otro trago, ahora tengo que lidiar con este tipo.
- ¡La velada es magnífica! – grita acercándose a mi para darme una palmada, eso solo me hace enojar más. Este tipo era como un pequeño y molesto mosco – ¿no lo cree señor Can?
- Absolutamente – respondo fríamente considerando romperle la muñeca por tocarme.
- Señorita Sanem, ¿me concedería el honor? – se inclina ante ella en una pomposa invitación. Mi vaso se queda congelado muy cerca de mis labios… ¡ELLA ERA MIA!
- Este… - Sanem se queda paralizada apretando su vestido, voltea a verme, pero yo estoy observando al pequeño insecto. ¡¿Cómo SE ATREVIA SI QUIERA A QUERER TOCARLA?! ¡ELLA ERA MIA!
- Anda Sanem, ve a bailar – la incita Deren colocando una mano en su espalda. Sanem mueve su vista en todas direcciones con pánico.
- Si querida, ve a divertirte – las palabras de la abuela me sacan de mi enojado estupor, aún estaba procesando el pensamiento que acaba de rugir en mi cabeza.
- Sanem y yo estábamos hablando de algo importante – interrumpo sin creer lo que hace la abuela, me da una mirada juguetona y sonríe.
- No todo es trabajo Can, déjala que se divierta. Ella no es tuya para que la limites – sus palabras me calan profundo, una mirada de inteligencia cruza en sus ojos azules impidiéndome contestarle, tenía razón, Sanem no era mía.
- Ve a bailar Sanem – le ordena Deren. Sanem da una última mirada en mi dirección y toma la mano de Fabri con timidez, una furia helada recorre mi espalda y agarrota mis huesos cuando los observo alejarse.
- Las miraditas no te llevaran a ningún lado – susurra la abuela muy cerca de mí evitando que Deren escuche. Volteo a mirarla con los puños apretados, no entendía nada.
- ¿Qué? – pregunto confundido buscando mis piedras en mis bolsillos. Tal vez si las aventaba lo suficientemente fuerte, el pequeño insecto la soltaría.
- Piénsalo un poco, - me guiña un ojo y da una mirada alrededor – ¡agh! Ahí viene tu madre y esa odiosa muchachita, no voy a lidiar con ellas, me iré a casa. Dile a Sanem que Umut no podrá llevarla a casa porque lo necesito para algo importante…
Se da la vuelta y con un sorprendente paso acelerado se va… y otra tormenta inicia.
- ¡Can! – me saluda Polen saltando a mis brazos. Odiaba que hiciera eso, rápido la alejo para poner distancia entre nosotros. De un rápido vistazo, observo a Sanem… y ella a mi…
- ¿Qué haces aquí? – le pregunto a mi madre sin saludarla. Ella jamás se involucraba en la empresa. Una extraña emoción empieza a nacer en mi pecho, me sentía avergonzado, pero no estaba seguro de porque, lo único que sabía es que no quería a Polen ahí.
- Querido, solo queríamos salir un rato y como soy accionista creo que debí recibir invitación. Buenas tardes, por cierto – ruedo los ojos a su sarcasmo.
- Nunca te ha importado – respondo fríamente. Me dolía la cabeza, no estaba seguro si era porque Sanem bailaba con ese idiota o por esta plaga, era mejor que dejara de tomar. Dejo el vaso y acaricio mi barba tratando de controlarme.
- Can no quisimos incomodarte, - interviene Polen con voz suave y una sonrisa de disculpa – solo quisimos acompañarte, es un gran logro para ti y en familia se disfruta más, no te enojes por favor.
Me contengo de la sarcástica respuesta que tengo en mi mente, pero me sacudo su mano de mi brazo, estaba tan enojado que podría hacer una estupidez si continuaba tocándome de esa manera. Fabri bailo tres canciones con Sanem y cada segundo de eso fue como si me rociaran con ácido y me estrujaran la garganta, quería arrebatarla de sus brazos, pero no me atrevo porque las palabras de la abuela Remide picaban en mi cabeza y corazón una y otra vez, ella tiene razón, Sanem NO ERA MIA. No tengo derecho a enojarme, ella decidía lo que quería hacer, pero algo horrible y oscuro, una voz mortífera y salvaje, me gritaba una y otra vez que la arrebatara de sus brazos y me la llevara de ahí, que la hiciera mía besando cada centímetro de esa piel dulce, que la marcara para que nadie la tocara de nuevo.
Estaba enloqueciendo de coraje por mis oscuros pensamientos, las piedras en mi mano se mueven descontroladamente, no recordaba la última vez que tantas emociones se acumulaban en mi cuerpo, casi hundo las rocas en mis palmas en un intento de tratar de relajarme y solo lo hice porque esas malditas palabras no me dejan moverme, no me dejan respirar. Reiteradamente Deren o Polen insistían en bailar conmigo, una con indirectas y la otra con directas, pero ya estaba más allá de mí, si me acercaba a donde estaban Sanem y las pegajosas manos de Fabri no podría controlarme, solo la brisa de la noche me refresca un poco de mis sombríos pensamientos… quería escapar, huir y nunca volver…
- Creo que es hora… - susurra mi madre con una sonrisa de complicidad y un brillo en la mirada, conocía esa expresión, Huma no tenía ningún control con la bebida. Las tres mujeres se la pasaron platicando dejándome en mi taciturna agonía, mejor, no quería lidiar con ellas, pero ahora Huma era todo escándalo y diversión – ¿dónde se metió Emre?
- ¿Hora de qué? – pregunto con un gruñido. Me ignora mientras las tres buscan a Emre con la mirada. En la pista de baile, Fabri ya no está, se lleva a Sanem al bar con una mano en su espalda. A pesar del coraje sonrío, con ella en zapatillas él era más bajo.
- ¡Oh! Ahí está… ¡Emre! – lo llama con la mano tambaleándose un poco para llamar su atención, él se acerca con Leyla.
- Hijos míos creo que es hora de dar un agradecimiento, vamos… - comienza a caminar, Emre se encoje de hombros cruzando una mirada divertida conmigo y se lleva a Leyla con él, cuando los sigo Polen entrelaza su brazo con el mío, me detengo tratando de reunir la paciencia que no tenía.
- Can se que esto no te gusta, pero por favor no la hagas enojar más, creo que es algo lindo que tu mama quiera agradecer al señor Fabri – su linda sonrisa y sus ojos conciliadores me calman, no era momento para una escena. Suspiro y camino con ella de mi brazo.
Caminamos al pequeño escenario donde está el grupo musical, mama le dice algo y el hombre a cargo asiente, se para la música y un poco tambaleante sube para sostener el micrófono, Emre y Leyla se acomodan de un lado y Polen y yo del otro. Huma agradece a todo el mundo su asistencia, da motivadoras palabras sobre como superamos obstáculos juntos y cuenta historias familiares además de un “eterno amor” a su esposo fallecido… nada de eso me importa porque mis ojos no pueden separase de la figura rosa que está del otro lado de la pista, otra vez sus ojos me gritan algo, los puedo distinguir sobre la marea de gente pero no sé lo que es, no me lo dice, solo lo expresa en esos espejos cristalinos.
- Extiendo mi agradecimiento al señor Enzo Fabri, - la gente aplaude y el desde la distancia hace una ceremoniosa reverencia – Dios lo proteja siempre por su gran compasión y amabilidad, no tenga duda de que mi gente y yo no lo defraudaremos, estamos comprometidos con usted y le aseguro que ya puede considerarse parte de la familia que formamos aquí. También quiero agradecer a mis hijos, mi pequeño Emre que está a punto de iniciar una vida con la mujer de sus sueños y a mi Can, mi hermoso y perfecto hijo que sin su liderazgo y tenacidad hace mucho que todo se habría derrumbado… es el amor a mis hijos lo que me ha mantenido en pie, y su amor hacia mí lo que me ilusiona día a día, por eso me tomo la libertad de anunciar el compromiso de mi hijo Can y Polen, ¡FELICIDADES POR LOS NUEVOS NOVIOS!
Sus ojos de desconcierto me distraen de la bruma de aplausos y gritos, parpadeo rápidamente y todo a mi alrededor se tiñe de rojo, el coraje y frustración que ya había sepultado resurgen con fuerza cuando las palabras de Huma tienen sentido en mi cabeza, ¡¿comprometido?! ¡¿desde cuándo?! Me zafo del brazo de Polen y voy por Huma que esta radiante de felicidad, por eso odiaba que tomara demasiado, hacia cosas estúpidas como esta; la jalo del brazo y la saco del escenario con fuerza, ya estaba harto.
- ¿Qué te pasa? – pregunto con dientes apretados mientras la llevo conmigo a la salida. Yo le dije a Sanem que no existía nadie en mi vida y por la tontería de mi madre no lo creería.
- ¡Vaya! Hasta que reaccionas… - se regodea como una niña saludando a cuanta persona la observa, apenas soy vagamente consiente de que Emre tapa con palabras tranquilizadoras la escena de Huma – toda la tarde no le quitaste la mirada de encima a esa niña, quería que reaccionaras…
- ¡¿Que estupidez estas diciendo?! – le grito llevándola a los baños conmigo, ahí estaríamos alejados de todos.
- Te vi Can, no dejas de ver a la niña enferma que tienes por asistente. ¡Ya debes sentar cabeza y reaccionar! – me grita tambaleándose un poco. Suspiro, no tiene caso discutir con ella en ese estado. La sostengo del brazo para que me escuche.
- Lo que yo hago no es maldito asunto tuyo, ¡¿quedo claro?! – le sostengo la mirada tratando de intimidarla, se queda muy seria pero luego suelta una carcajada.
- Can, hijo, conozco a los hombres, porque no vas y te diviertes con esa muchacha loca y luego te casas, a Polen no le va a importar, solo sácala de tu sistema… - si seguía escuchándola iba a abofetearla. La suelto bruscamente y me alejo de ahí, era mejor terminar con esto.
Salgo de los baños con dirección a la salida, como le gustaba a Huma sacarme de mis casillas con eso de casarme, con paso decidido cruzo frente al bar ignorando a cualquiera que me hable cuando la escena frente a mí me congela de golpe. Fabri esta de espaldas sosteniendo a Sanem muy cerca de su cuerpo, puedo ver la tensión y el pánico en los rasgos de Sanem, mi corazón se detiene y se acelera de golpe mientras todo mi mundo se desvanece solo dejando claro el miedo en sus ojos… ¡ELLA ERA MIA!
Con decisión me acerco y la libero de su agarre apenas dirigiéndole una mirada al pequeño y repugnante insecto, la jalo de su mano para salir de ese horrible lugar. Si, fue una tarde interesante pero ya tuve suficiente, nadie iba a tocarla JAMAS, iba a marcarla porque ¡ELLA ERA MIA!

- Sube a la camioneta – le ordeno a sus asustados ojos y sus temblorosos labios.
- Pero… - susurra con indexación volteando entre la camioneta, la gente que se quedó atrás y yo.
- Si no subes te subiré yo – la amenazó con enojo.
- Señor Can esto no está bien… - insiste con lágrimas acumuladas en sus ojos.
- No me importa – respondo cortante acercándome a ella – me importa un carajo lo que piensen los demás, ¿te subes o te subo?
- Está bien – responde levantando las palmas para detenerme cuando ve la intención en mis ojos y sube al asiento del pasajero, la ayudo a acomodar el vaporoso vestido a su alrededor. Azoto la puerta y me subo de mi lado acelerando de inmediato. Manejo con rapidez por las calles y avenidas, no dejo de apretar el volante en un intento de no dar la vuelta y darle su merecido al imbécil – ¡VOY A MATARLO! ¡Voy a dejarlo hecho trizas al maldito idiota!
Soportaba muchas cosas, la empresa desmoronándose, fingir felicidad por el ridículo compromiso de Emre y Leyla, Polen sobre mi cuello y Huma sobre mi espalda o la locura de todos mis empleados, pero por nada del mundo iba a soportar eso, que tocaran uno solo de sus cabellos, antes mataría a quien fuera, no me importaba perder mi alma o sacrificar lo que quedaba de ella y mancharla de sangre, ¡AL DIABLO! Pienso una y otra vez, nadie la volvería a tocar, como fuera la atraparía conmigo para que nadie pusiera ni un solo dedo en su dirección...
- Señor Can me está asustando… - susurra con voz temblorosa. Al sentir su profunda mirada en mi perfil la bruma de mi coraje se disipa un poco y bajo la velocidad para pararme en el punto más cercano, respiro profundamente cerrando los ojos y me apoyo en el volante escondiendo mi cara de la de ella. Me dolía horrible la cabeza.
- ¿Estás bien? – pregunto en un intento de relajarme.
- Si – responde de inmediato. Tras un par de respiraciones me giro un poco para admirarla, ya no tenía lagrimas acumuladas en sus oscuros ojos, solo brilla la preocupación en ellos. En un acto impulsivo tomo su mano para entrelazarla con la mía, es pequeña, caliente y suave… como todo lo que representaba… - ¿usted está bien?
- NO – respondo acomodando mi frente en el volante otra vez, pero sin soltarla, mi mente era un caos total de rojo y negro, quería apretar algo hasta romperlo. Tras unos momentos siento un pequeño apretón en mi mano, me enderezo en el asiento abriendo los ojos.
- ¿Señor Can? – me llama tras unos segundos de silencio. Volteo y suelta mi mano, un sentimiento de pérdida surge en mi pecho hasta que me doy cuenta de sus intenciones, apoyándose en el reposabrazos estira su pequeño cuerpo para abrazarme, rápidamente la atrapo con mis brazos.
Nos quedamos así lo que parecieron horas, o al menos eso quise que fuera, Sanem no era particularmente abierta al contacto, cada vez que alguien la tocaba era como si se elevara una tensión como un aura a su alrededor, pero a diferencia de los demás, fue algo que nunca respete. Desde que la conocí estaba tan necesitado de tocarla que me encontraba buscando escusas para que sucediera, si no podía tenerla conmigo al menos podría tener atisbos; para mi suerte, conmigo no era reticente, me dejaba jugar con su cabello, apretar sus mejillas o pellizcar su nariz… incluso un día jugué con el puchero tan hermoso que solía hacer con sus labios. Pero ahora, ella estaba abrazada a mi usando su cuerpo y su fragancia para calmar el coraje asesino que sentía correr por mis venas, aun quería estrangular a Fabri, pero prefería estar en sus brazos.
Con delicadeza la rodeo por su espalda para ajustarla totalmente a mi pecho inhalando en su cuello y acariciando su suave cabello liso, paso la punta de mi nariz una y otra vez de arriba abajo, lo que daría por probarla otra vez… ella no se mueve, solo me sostiene y me deja hacer hasta que mi corazón relaja su rápida marcha. Demasiado pronto se aleja un poco, estamos a centímetros porque no la dejo moverse más, su mirada recorre mis facciones como si estuviera analizando la conducta de un animal salvaje y asegurándose de que este no se podría violento otra vez.
- ¿Está mejor? – pregunta con sus labios tan cerca que puedo sentir su cálido aliento. Todo mi cuerpo reacciona a su cercanía gritando por más. ¡ELLA ES MIA! La voz en mi cabeza me martillea llenándome de imágenes donde solo se escuchan suspiros, donde todo es caliente y suave… no, no estaba mejor, ni de cerca.
- Si - respondo con la voz más grave de lo normal – ¿tu estas bien? ¿No te lastimo?
- No – responde con una pequeña sonrisa – creo que bebió demasiado, es todo. No se preocupe señor Can.
- Me preocupo – le afirmo sin dejar de ver sus labios, si la besaba como quería en este momento, ¿se pondrían más hinchados y rojos?
- No tiene que – asegura sin moverse.
- Si, - insisto atrapándola fuerte entre mis brazos haciendo énfasis en mi respuesta, está a mi merced y no puede alejarse – porque NADIE tiene porque tocarte, no dejare que nadie lo haga, nunca, ¿me escuchas? Matare al que lo haga…
No responde nada y solo me mira con confusión, eso estaba bien por ahora, la inocencia de sus ojos me ordena no ser demasiado brusco en mis declaraciones pero si inteligente en mis acciones… o lo más inteligente que pudiera porque con ella nada era seguro; con mi mano empujo su cabeza hasta que se recarga en mi hombro mientras la acaricio y me lleno de su esencia, como quisiera quedarme así toda la vida, la primera vez en años que estaba totalmente en paz.

- Y luego me dijo: “saca la lengua”, lo hice y me reviso, pero no vio nada. No se dio cuenta de que la pastilla estaba hasta mi muela… - se carcajea echando la cabeza para atrás mientras aplaude con triunfo. La luz de la luna alumbra el brillo de sus facciones, la curva de su cuello y hombro relucen por cómo se baja la playera por su brazo, le quedaba demasiado grande, y su cabello algo enredado por cómo no deja de agarrarlo reluce como un halo a su alrededor. Nota mental: su cabello tiene reflejos dorados naturales y no es lacio.
- ¿Nunca se ha dado cuenta? – pregunto fascinado por sus expresiones tan libres. Da otro trago a la copa, mi copa, y se vuelve a reír negando con la cabeza.
- Nunca, estaba segura de que me castigaría por no tragarlas, lo hizo varias veces. Me dejaba sin comer o rompía mis libros y mis escritos para amenazarme, pero esa última vez que lo intente no se dio cuenta, fue muy divertido porque llevo años sin tomarla y no lo sabe – afirma tomando más de la copa y riendo. Sonrío, pero por dentro mi sangre hierve de coraje y frustración, tanto abuso en alguien tan hermoso era inconcebible y eso solo reafirmaba mi creencia de que no la dejaría volver a ese mundo, no tenía un plan establecido aun pero no lo permitiría otra vez, mañana su madre y yo tendríamos unas palabras. Mientras la observaba así, tan suelta y libre, me siento contento de haberla convencido para que se quedara conmigo en el único lugar de soledad y recreación que tenía en el mundo, mi cabaña. Me pase casi media hora insistiéndole que me acompañara, asegurándole que hablaría con su madre, con Leyla e incluso con Deren y la señora Huma para que no la regañaran. Nunca menciono a Polen y yo tampoco.
Se levanta algo tambaleante y se estira en todo su esplendor como si se levantara de la cama, sus mejillas están encendidas y sus ojos despiden un brillo entre travieso y adormilado. Con paso inseguro camina dentro de la cabaña a sacar otra botella.
Le propuse cambiarse de ropa por algo más cómodo, gran error porque en MI ropa se veía tan sensual que me estaba estallando el cerebro. Ya era tarde cuando llegamos, pero la noche era caliente, como ya se que no se tomaba la medicación le ofrecí una copa de vino para relajarnos, obviamente nunca lo había probado, pero cuando lo hizo ya no soltó la botella. Nota mental: siempre vigilarla cundo hubiera alcohol cerca porque le agarro gusto.
- Creo que tienes mucha sed – me burlo tomando de su copa. Hace mucho que pasamos de usar dos, tomábamos de la misma y de alguna forma absurda eso era emocionante para mí.
- ¡Esto sabe delicioso! – se emociona sentándose en el banco con las piernas cruzadas.
- Pues me alegro de que no estés medicada o no podrías probarlo – le aseguro cuando me entrega la botella para que la abra.
- Esas pastillas no me ayudan en nada – se queja apoyándose en el dorso de su mano con un puchero muy lindo – solo me duermen y me provocan más vacíos en mi memoria y nauseas, además me secan la boca, por eso no las tomo. Antes cuando las tomaba me sentía peor, pero mi madre nunca me escucho, incluso quemo uno de mis escritos, pero como tengo memoria fotográfica no me importo demasiado hasta ese día que ya finalmente no se dio cuenta…
- ¿Escribes? – pregunto intrigado tomando a la copa para que ya no tome tanto. Sus palabras ya eran arrastradas y sus oraciones algo incoherentes.
- ¡Si! Me encanta… mucho, me encanta mucho mucho… - sonríe observándome con ojos soñadores.
- Ojalá algún día puedas leer para mi… - le sugiero con emoción. Si los leía estaba seguro que comprendería mejor sobre cómo funcionaba su mente y de lo que estaba hecha su alma.
- Me avergonzaría mucho porque bueno, he tenido muchas inspiraciones como la libertad, mis sueños o pesadillas… algunos estoy segura que son recuerdos, pero desde que lo conocí a usted y a albatros no escribo sobre nada más – de inmediato me pongo alerta con infinita curiosidad.
- ¿Qué escribes sobre mí? – pregunto.
- ¡No le voy a decir! ¡No quiero! ¡No me vea que me mareo! – grita levantándose de un salto moviendo la mano como si estuviera espantándose algo que volaba a su alrededor para caminar por el pasto con paso tambaleante – me da mucha vergüenza…
- Está bien, está bien… ¿qué escribes sobre albatros? – pregunto tratando de apaciguar mis risas y levantándome para caminar tras ella. Tal vez era tímida, pero no puedo detener mi curiosidad y mis ganas de meterme con ella así que no ceso en mi empeño de obtener más información, lo que sea; su curvilínea figura camina lentamente con las manos atrás, como una niña que pasea en el parque.
- Escribo sobre cómo me salvo… – responde en voz baja.
- ¿Como te salvo? – pregunto incitándola a hablar mientras camino tras ella.
- Cuando yo… cuando yo tengo episodios muy fuertes, yo hago cosas de las que no me acuerdo, es como si saliera una parte de mí, otra persona, tomara el control y me hiciera hacer cosas que no quiero… me hace peligrosa. Por eso estoy encerrada, por eso debo estar encerrada… por eso, por eso estuve a punto de acabar con todo… – se detiene levantando la vista a la luna. Me detengo tras ella para tomarla de los hombros, el tono roto de su voz me golpea como un puñetazo en el pecho, era como si desgarrara mi corazón y triturara los pedazos.
- Sanem, dime que no estuviste a punto de suicidarte… - le pido girándola. Gruesas lágrimas de desolación caen por sus mejillas, no necesito respuesta, podía leerla claramente en sus ojos. La abrazo con desesperación sintiéndome impotente, para mi sorpresa ella pasa sus brazos por mi cintura abrazándome también. No hace ningún sonido, solo se apoya en mi mientras acaricio la suavidad de su cabello – ¡prométeme que no vas a intentar quitarte la vida otra vez!
- ¿Por qué? – pregunta con voz triste, sus ojos empañados me observan como si le hablara un idioma diferente.
- Porque yo te necesito aquí, te necesito bien y te necesito con vida, no vuelvas a hacerlo NUNCA – declaro tomándola de la barbilla para sostener su mirada.
- No lo haga… - susurra; algo en el brillo de sus ojos cambia, la Sanem inocente y rota desaparece por un instante y aparece otra, una que sonríe con malicia y con seguridad – podría ser su ruina…
- No – la detengo. Parpadea lentamente y deja caer su cabeza en mi pecho. ¿Qué fue eso? Me pregunto cuando la abrazo para soportar su peso, no se mueve ni dice nada – ¿Sanem?
- ¿Sabía que tiene un olor muy peculiar? ¿Cómo puede oler tan hermoso? Ya es bastante malo que sea muy guapo… – pregunta alejándose de mí con un puchero como la Sanem de siempre. Tal vez bebi demasiado y ya estaba imaginándome cosas.
- ¿En serio? – pregunto alejando el cabello de su cara.
- Si, no logro distinguirlo… - suspira y se acomoda en mi pecho otra vez – es muy frustrante…
- ¿Que necesitas para distinguirlo? – pregunto acariciando su espalda.
- Necesito oler bien, con mucha atención … - responde con un lindo mohín y muchos ademanes con sus manos; sonrío – ¡pero usted no se queda quieto!
Me echo a reír de su pequeño berrinche mientras me observa con el ceño fruncido, sin aviso la levanto de las piernas para llevarla cargada hasta el sillón de la cabaña. Me observa asustada y firmemente agarrada de mis hombros, pero no dice nada, eso era raro, siempre tenía un comentario sobre todo lo que hacía, creo que estaba más bebida de lo que pensaba.
- Me cargo como una princesa – se ríe cuando la siento en el sillón y subo sus piernas sobre las mías. Sonrío mientras la arropo con la manta que esta doblada en la esquina.
- Hoy te veías como una, solo cumplí mi función de caballero – se acomoda en el respaldo del sillón mientras yo arropo sus piernas.
- Hoy fue como un héroe, a veces no se si es un héroe o un rey malo o si estoy soñando y despertare… estoy muy confundida… - se queja cerrando los ojos.
- Seré lo que quieras – respondo acomodándome para observarla de frente sin soltar sus piernas. Sonrío acomodando su cabello, era mi nievo pasatiempo.
- Quiero que esa mujer se vaya y que usted me deje hacer su esencia, ¡pero no me sale! – se queja con un puchero. Sonrío encantado, amaba que estuviera celosa.
- ¿Qué mujer? – pregunto divertido. Hace un ruido de burla con sus labios. Me rio de ella por lo dulce que se ve y paso mi dedo por sus hinchados labios, sonríe, pero no abre los ojos.
- No quiero pensar en eso – sigo barriendo sus labios con mi pulgar una y otra vez. Ya sabía que eran dulces, pero necesitaba probarlos otra vez, labios como estos siempre debían ser adorados.
- Está bien, entonces, ¿cómo puedes replicar mi esencia? – pregunto jugando con sus labios, cada vez respiraba más pausadamente.
- Necesito olerla bien y luego mezclare los ingredientes… – responde suspirando con voz arrastrada y adormilada.
- Eso se puede arreglar… - susurro pasando mi brazo por detrás de su espalda y el otro por debajo de sus rodillas para levantarla sobre mis piernas, abre los ojos con sorpresa y de inmediato posa sus calientes manos en mis hombros – ahora sí, ya estas lo suficientemente cerca…
Parpadea unos segundos y después me regala la más grande de las sonrisas, era tan hermosa cuando sonreía de esa forma, me abraza con fuerza y con su nariz siento como acaricia mi cuello. Suspiro tratando de calmarme y recordándome que ella tenía la idea de que yo era un caballero, una idea bastante errónea porque yo me pasaba todo el día admirando su cuerpo y fantaseando con todo tipo de escenarios, no había nada más seductor que una sonrisa hermosa y un cuerpo curvilíneo adornado con esas emociones tan chispeantes. Ahora ya sabía con qué desinhibirla.
Acomodo todo su cabello en su espalda y la incito a continuar, con lentitud y timidez pasa la punta de su nariz por toda la línea de mi cuello para alejarse enseguida.
- No… - detengo su cabeza con suplica, aunque fuera por este instante quería disfrutar de nuestro momento juntos. Levanta sus hermosos ojos que ahora están algo enrojecidos y me observa con atención – sigue…
Asiente y sonríe cerrando los ojos, me recargo en el respaldo del sillón para darle espacio y ella continúa explorando mi cuello. Era el momento más erótico que había tenido en mis 30 años de vida, sentía la pequeña y suave caricia recorrer todo mi cuerpo y chisporroteando a mi alrededor, con mi mano la sostengo de su espalda para que continúe y ella lo hace subiendo y bajando lentamente inhalando de mi esencia… parecía que se llevaba mi alma en el proceso.
Todo mi cuerpo se tensa ante las finas caricias, aprieto sus piernas en un intento por controlar el impulso de bajar mis labios y besarla, no quisiera asustarla o abusar de su ingenuidad, pero me estaba costando horrores soportar lo que me estaba provocando sin moverme, mi mente racional gritaba por detenerla, pero mis manos la alentaban a continuar.
- Sigue… no te detengas – susurro débil ante sus caricias. Suspira en mi cuello y sigue moviéndose lentamente, cada vez más despacio, iba a volverme loco – ¿Sanem?
- Mmm… - su pequeña contestación provoca que la abrace más fuerte, se acomoda sobre mi pero no deja de acariciarme, aunque sus movimientos son cada vez más pausados.
- ¿Te puedo contar un secreto? – no responde, solo suspira acomodándose en el hueco entre mi cuello y mi hombro – ese albatros que estás buscando… soy yo…
Aprieto los labios nervioso de su respuesta pero solo suspira y deja de moverse, bajo la vista para poder admirarla y mis conclusiones son correctas, ya está dormida.
Antes de Sanem pensaba en el sexo como en un medio para llegar a un fin, relajación y diversión sin ataduras ni sentimientos, jamás pensé en lo que sentía yo o la otra persona, no era importante y lo deje perfectamente claro pero ahora, me daba cuenta de que lo que yo consideraba sexo era una simpleza a un lado del acto de “hacer el amor” y existían tantas formas de hacerlo, no era un llegar y tomar, era mucho mejor.
No estaba seguro de que hora era pero si podía aseverar que mis ojos le hicieron el amor a su dulce rostro toda la noche, cada minuto que paso admire cada detalle de sus facciones, las rizadas pestañas, el color caramelo de su piel, la marca de nacimiento que tiene en su mejilla y que era muy parecida a la mía, su simpática nariz y sus rellenos labios naturales que me encantaban, sus altos pómulos y sus suaves mejillas que me provocaban a querer morderlas, todo era tan hermoso y dulce. Memorice cada detalle para que se grabara con fuego en mi memoria, adore cada línea y repase una y mil veces las expresiones que hace al dormir, solo en una ocasión su expresión se contrajo como si algo la estuviera lastimando, pero solo basto hablarle al oído para que se relajara, un atisbo de sonrisa apareciera en sus labios y durmiera profundamente otra vez.

Al despertar Sanem, después de una hermosa sonrisa que adorno sus suaves facciones brinco de mis brazos al ser consiente de nuestra posición, después se tambaleo por el movimiento y tuve que lanzarme tras ella. A pesar de la incomodidad, era la primera noche que pasaba donde no estaba acosado por mis pesadillas, llamadas incesantes o Polen; no dormí nada, pero me sentía profundamente descansado.
No paso mucho tiempo para que perdiera el control e insistiera en regresar por el pánico a su madre o lo que pudiera decir su hermana a pesar de que le aclare que le mande un mensaje a Emre para que inventara una excusa, creo que ni siquiera me escucho y de inmediato corrió a cambiarse, la burbuja que nos protegía del mundo exploto y desapareció, una lástima.
Marco el teléfono de Emre para saber cómo está todo y de paso calmar los nervios de Sanem, mi teléfono tiene tantas llamadas perdidas de él, Ceycey y Deren que estaba un poco preocupado.
- Hermano – contesta Emre con calma.
- Buenos días – saludo calmado, tras una rápida mirada a Sanem que tiene las manos apretadas en pequeños puños aprieto los labios, no quería que se arrepintiera de estar conmigo.
- Buenos días, ¿ya vienes? – pregunta.
- Si, vamos de regreso. ¿Todo bien por allá? – Sanem no hace más que morder su labio una y otra vez.
- Si te refieres a mi querida suegra, todo está bien. Leyla le llamo ayer en la noche para avisarle que mi madre las invito a ella y a Sanem a pasar la noche para que no se preocupara por que llegaran tarde y acepto así que puedes decirle a Sanem que se relaje. No tienen problemas – Sanem suspira y se recarga en el asiento con los ojos cerrados, al parecer la noticia no la tranquilizaba demasiado – cambiando de tema, Deren te está buscando, más vale que le hables cuanto antes…
- Lo sé, nos vemos en un rato. Gracias. – cuelgo y enseguida marco el número de Deren.
- ¿Qué pasa Deren? – voy directo al punto porque me imagino lo estresada que esta.
- ¡Can! ¡¿Dónde estás?! Hoy inicia la perforación y tú no estás aquí, ¡¿no se supone que el jefe debe estar presente?! – me reclama. Ruedo los ojos por su exabrupto, cada vez era más posesiva y aprensiva.
- ¿Para qué tengo una directora general entonces? – respondo con tranquilidad.
- Can no juegues conmigo… - se queja con un resoplido. Sonrío sacudiendo la cabeza, Deren nunca cambiaria.
- Llévate a Ceycey y ve a la perforación, ya dejé todo resuelto para que inicie hoy, yo me pasare por la tarde porque tengo que hacer algo antes… - le ordeno para que se relaje.
- Akif me llamo, dijo que quería estar involucrado porque su esposa se fue con su suegra… - Akif era de los mejores en el campo, sabia como ordenar y coordinar todo este tipo de cosas, si no tuviera hijos a cada rato…
- Está bien, llévatelo también. Emre regresara a la empresa como a las 10 y yo al medio día o antes, dile a Guliz que a menos que sea de vida o muerte, no me pase con nadie – entro a la carretera dando rápidos vistazos a Sanem. Por tanto, movimiento de la camioneta, su piel se veía pálida y no deja de apretar los ojos… oh… eso no era buena señal.
- ¿Que no tienes una asistente para eso? – ruedo los ojos orillándome.
- Ve a trabajar Deren – cuelgo. No tenía tiempo para sus rabietas.
- Sanem ¿estás bien? – pregunto acariciando levemente su mejilla, abre los ojos y se aleja.
- Si… solo estoy algo mareada – responde evitando mi mirada. Suspiro y saco del asiento de atrás una botella con agua fría que tome de la pequeña nevera antes de salir, estaba seguro de que la iba necesitar.
- Toma… bébetela toda. La resaca pasara pronto – me agradece con una pequeña sonrisa, pero no vuelve a mirarme.
El camino de vuelta a la casa es silencioso mientras se toma toda el agua, una molesta vocecita en mi mente no deja de molestarme con la sensación de que estaba arrepentida de pasar la noche conmigo. Está bien, me enoje tanto con el insecto de Fabri que prácticamente la obligue a ir conmigo, pero ya en la cabaña le pregunte si quería volver y me dijo que no, quería observar las estrellas por un rato más… ¿eso se consideraría como si la hubiera forzado? Con Sanem era difícil saberlo.
Apenas llegamos Sanem salto de la camioneta a los brazos de su hermana que estaba esperándola cerca de la fuente con Emre a su lado, para mi sorpresa Leyla no se veía molesta o preocupada, al contrario, estaba bastante tranquila e incluso fue cortes y sonriente al saludarme.
- Hermano, le prometí a mi suegra que yo las llevaría, llegare a la empresa después de eso – intercambio una rápida mirada con Sanem pero de inmediato baja su vista. Odiaba que hiciera eso, no me dejaba ver lo pasaba por su cabeza.
- Si, está bien – respondo algo molesto. Quería saber dónde vivía y hablar con su madre, pero al verla tan mortificada no quería molestarla más… por ahora – ¿quieres descansar Sanem? ¿O puedes volver en la tarde?
- Volveré en la tarde – responde entusiasmada, pero de inmediato baja su vista otra vez.
- Antes de que nos vayamos quiero decirte algo hermano. Vuelvo en un segundo… - Emre le da un casto beso a Leyla en la mejilla y una sonrisa a Sanem que responde con otra sonrisa rápida. Tras una última mirada lo sigo a la casa, Emre cierra tras de nosotros, eso no era bueno.
- ¿Qué pasa? – pregunto recargándome en la pared y quitándome los lentes. La sensación de plenitud hace rato había desaparecido.
- Hay una situación, es sobre mama… no llego sola anoche – suspiro mortificado. No otra vez…
- Tiene que ser una broma… - me quejo cerrando los ojos – por favor dime que no regresó con alguien de la fiesta…
- Anoche que te llevaste a mama quise aclarar su exabrupto ante la gente, pero cuando te fuiste con Sanem no tuvo caso, Fabri se ofendió muchísimo… - abro los ojos de golpe. Ese pequeño bastardo…
- ¡¿Que?! – grito molesto enderezándome – ¡ese imbécil intento aprovecharse de Sanem!
- No sabía eso, como sea, se ofendió mucho y se quejó conmigo, con Deren y con Polen por como permitía que se anunciara su compromiso y se llevara a otra mujer – suspira y se recarga en la pared - fue difícil pero le explique que lo de tu compromiso estaba por verse antes de que Polen dijera nada, después de muchos intentos se calmó y de alguna forma, termino hablando con mama… no sé cómo paso porque tuve que salir detrás de Polen para que no te siguiera, cuando volví ya estaban los dos en el bar muy relajados.
- ¿Quieres decir…? – de verdad esperaba que fuera mentira; Huma era una “puma” proclamada, muchos de mis problemas eran porque ella se metía con los hombres equivocados, pero al ver la situación como estaba me parecía increíble que lo hiciera. Paso mis manos por mi cara y trato de calmarme – ¿estás seguro?
- Yo no lo vi porque nos regresamos temprano de la fiesta, Leyla lo vio irse hace unas horas cuando escucho un carro llegar y pensó que eras tu con Sanem. Esta segura de que fue él – esto era muy grave, no solo era un maldito depravado además se metió con mi madre… solo de pensarlo me daba asco.
- ¿Ya hablaste con ella? – pregunto. Emre era demasiado suave con Huma.   
- Toque a su puerta, pero no me abrió – lo que sospechaba.
- Yo hablare con ella, gracias a esto no me queda opción… cancelare el proyecto – Emre no se inmuta ante mi declaración, pone una de sus manos en mi hombro y lo aprieta.
- Estoy contigo hermano, fue una gran falta de respeto – asiento y observo a otro lado tratando de contener el coraje contra mi madre – tengo que llevar a las chicas…
- Espera – lo detengo cuando se dispone a irse – antes de que te vayas hay algo que quiero decirte, con tantas cosas se me había olvidado. Emre, tienes que dejar de ver a Aylin, es en serio...
- ¿Que? – pregunta sorprendido.
- Sabes de lo que hablo, no te hagas el inocente – le aclaro, suspira y baja la mirada con las manos en la cintura – Sanem te vio aquella vez en el estacionamiento, por eso no la deje ir a casa, estaba tan sorprendida que no me pareció conveniente…
- ¿Crees que le diga a Leyla? – pregunta con mortificación.
- No lo sé, le pedí que no lo hiciera, pero es su hermana. Tienes que alejarte de esa mujer y concentrarte en tu prometida antes de que todo te explote en la cara – le advierto. Aprieta los labios evitando mi mirada.
- Gracias por avisarme – medio sonríe dándome palmadas en el brazo y enseguida sale de la casa.

- “¡ABRE LA PUERTA HUMA! – golpeo incesantemente para que me abra. Estoy tan enojado que si no abría iba a tirar la maldita puerta. Después de unos golpes abre; esta recién bañada y en bata… toda su ropa esparcida por el suelo, paso delante de ella casi empujándola.
- ¡CAN! ¡¿Pero qué te pasa?! – me grita con fingida indignación.
- ¡¿Que me pasa a mí?! ¡¿QUE TE PASA A TI?! – le grito en respuesta – te metiste con el cliente, ¡¿se puede saber en que estabas pensando?!
- No tienes derecho a cuestionarme Can, además fue tu culpa… - me reclama con un chillido indignado.
- ¡Ah! Esto es increíble… ¡¿mi culpa?! ¡¿Acaso yo te pedí que te revolcaras con el?! – le grito con sarcasmo, su piel palidece ante mi insulto.
- ¡No me hables así que soy tu madre! – grita en respuesta apuntándome con el dedo – lo ofendiste cuando le quitaste a la chica esa, tenía que evitar que se fuera…
- ¡Eso es estúpido! ¡Estaba aprovechándose de ella! – no podía creer lo que escuchaba, si no la conociera pensaría que era tonta.
- Claro que no, solo quería que fuera más atenta… estuvo de resbalosa con él toda la velada y ahora resulta que estaba aprovechándose de ella, ¿crees que nadie lo noto? – mi visión se tiñe de rojo, cuando soy consciente de lo que sucede la estoy sosteniendo de los brazos con fuerza.
- Nunca te atrevas a insultarla otra vez o no respondo Huma – sostengo su mirada con firmeza, sus labios tiemblan y sus ojos se ven asustados. Tras unos segundos la suelto – de todas formas, no importa, cancelare el contrato…
- ¡¿Que?! – sus ojos asustados me persiguen cuando intento salir de su habitación, me detiene del brazo, está casi temblando.
- Can no puedes hacer eso, es nuestra salvación… - suplica.
- Puedo hacer lo que me de la gana, debí cancelar desde ayer cuando intento aprovecharse de Sanem, pero no contaba con que prestarías tus servicios de zorra, muchas gracias – escupo con sarcasmo. Sus ojos se amplían y me suelta para darme una bofetada, cuando regreso la mirada a la de ella sus ojos están rojos, pero ninguna lagrima sale de ellos.
- No te atrevas Can … - solloza contrayendo su expresión. Sonrío ampliamente.
- Que tengas un lindo día madre – beso su mejilla y salgo de ahí”.

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