Capítulo dieciséis.

306 28 39
                                    

Di play a la música al colocarme los cascos y emprendí el camino a casa.

—¿Qué escuchas? —preguntó y tiró de uno de los auriculares para ponérselo él.

—No toques mis cosas.

Antes de que pudiese oír nada tiré del cable y volvió a mis manos.

—Qué irritante te has puesto. —Louis rodó los ojos y continuamos caminando.

—Creo que no te das cuenta de que pretendía ignorarte, pero ni al salir de la tienda te largas.

—Después de estar toda la mañana enseñándote a tocar, ¿y ahora quieres deshacerte de mí?

—Exactamente.

—Me siento utilizado.

—Estás siendo utilizado. —recalqué.

—Bueno, por lo menos has aceptado venir a la boda el domingo. —dijo y me detuve delante de él. 

—Eh, para el carro. Yo no he dicho tal cosa.

—Sí lo has hecho, el sábado en el parque.

—Mis palabras textuales fueron, “me lo pensaré”, y eran mentira. Sólo quería irme a casa.

—La misa es a las doce, pasaré por ti a las once y media.

—¿No escuchas, o qué? No iré, y mucho menos pisaré una iglesia. Tampoco me pondré un vestido para intentar parecer de más clase social y caer bien a tu familia. Así que ya puedes buscarte otra acompañante. —dije mirando al frente mientras caminábamos por la calle comercial.

—No necesitas ir de vestido.

—¿Ah no? ¿Voy en pijama?

Le alcé el ceño sarcástica, pero él estaba observando hacia delante.

—Cualquier cosa que te pongas te quedará bien, ya lo sabes.

—Eres imbécil, si ya van a desaprobarme simplemente al verme y darse cuenta de que soy de la clase social más baja, lo harán con más desagrado si me presento en sudadera y vaqueros. ¿Y sabes qué? No creo que sea capaz de quedarme callada y no defenderme si se comportan como gilipollas. No soy precisamente el ideal de señorita que quieren conocer.

Él rió negando con la cabeza. ¿Qué tengo que hacer para que se dé cuenta de que no quiero relacionarme con su familia? ¿Escribírmelo en la frente?

—A.J., —habló, pero seguía sin mirar hacia mí— me da igual lo que piensen de ti, nunca me ha importado y no va a empezar a hacerlo ahora. Si a mis padres, o a alguien de mi familia no les gustas no podría significar menos para mí. Eres mi acompañante, no el suyo, vas a estar conmigo y no con ellos. Soy yo el que va a llevarte, y el único que puede opinar sobre ello, así que vístete como quieras, porque estarás mil veces mejor que cualquiera de las personas que estén invitadas. Como si vas en chándal; seguirás siendo preciosa.

Yo sí lo miré, en silencio.

—Oh, cállate. —él se encogió de hombros.— Ni siquiera tengo un vestido.

—¿Nunca has ido a probarte uno? ¿Ni a comprarlo? Creí que eso es lo que hacíais las chicas. Cada día me sorprendes más, querida.

Por fin me miraba, sonriendo para no variar.

—No, cuando era pequeña me pasaba la mayor parte del tiempo jugando al billar con mi padre en vez de a las barbies y a las casitas. Las típicas actividades madre–hija no eran mi fuerte, así que seguramente por eso ella… —dejé de hablar al darme cuenta de que estaba pensando en alto y que Louis no merecía saber aquello.

Cordis GlaciemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora