1

7.4K 541 466
                                    

Alzó el rostro buscando entre los pasillos, ¿Dónde se había metido su pequeño Omega?

Sus cejas se mantuvieron fruncidas mientras caminaba por el supermercado en busca del más pequeño, el carrito rojo siendo empujado por sus fuertes brazos. Solo se había descuidado un minuto y el ojiazul escapó entre los pasillos con la barata excusa de ir a ver los cepillos de dientes.

El tiempo que transcurre para que sienta un empuje tras él, es mínimo. El carrito de compras sale disparado hacia la dirección contraria mientras el Alfa tropieza con sus largas piernas a causa del brilloso piso y la fuerza impactando tras él. Termina por apoyarse en un estante, la elegancia siendo presentes en sus movimientos, evitando su caída. Las personas en el pasillo solo pueden observar a su dirección con muecas divertidas en sus rostros.

"¡Omega!" Exclama con el rostro deformado en molestia. Camina hasta el pequeño Ángel que no tuvo su misma suerte y lo levanta del blanco suelo, agachándose para sacudir los pantalones del menor en un gesto cariñoso. "¿Qué hacías corriendo de esa forma?, pudiste haberte hecho daño. Mal Omega." Regaña, poniéndose nuevamente de pie después de dejar el pantalón del contrario limpio de suciedad inexistente.

El ojiazul sostiene entre sus brazos una caja de chocolates, sus mejillas totalmente rojas al igual que la punta de su linda naricita y sus orejas. La vergüenza destellando en sus zafiros.

"¿No dirás nada?" Pregunta el mayor tras segundos en silencio, sin darse cuenta de lo que tenía su pequeño en brazos. Recoge algunas cosas que cayeron en consecuencia a la torpeza de su bebé y las coloca en su lugar, luego atrae el carrito hacia ellos, luchando contra una beta que intentaba llevárselo.

En pocos minutos se encuentra nuevamente a un lado del castaño, atrayendolo por los hombros a la vez que dirigue el carrito con un brazo.

Su mirada viaja al más chico cuando este sigue en completo silencio.

"¿Qué tienes ahí, dulzura?" Pregunta, notando la caja negra entre los brazos del Omega. Este, exaltado, trata de esconder el objeto, sin embargo el Alfa lo toma entre sus largos dedos, leyendo el contenido detenidamente.

El más grande se toma unos minutos para procesar y pensar, Louis muerde sus uñas con ansiedad.

"No." Dice finalmente, corto y preciso, dejando la caja en un estante. No logra decir otra palabra ya que Louis se ha colgado de su brazo, voz melosa y ojos brillantes en su dirección. Totalmente decidido a llevarse aquellos chocolates a casa.

"¡Por favor, Alfa!, Estoy cansado, ¡Ni siquiera puedo ponerle azúcar a mi café!" Su voz resuena en el pasillo y Harry bufa, empujando el carrito. "Alfa.."

"No, Louis, solo llevas cinco días sin dulces. Me gustaría mucho que te lleves esa caja de chocolates, pero te los acabarás hoy mismo y eso es perjudicial para tu salud... Ven aquí." Presiona el rostro de su Omega contra su pecho, meciéndolo con suavidad. Sus ojos se pasean por el pasillo vacío, un gruñido amenazando con salir cada vez que caras curiosas se asomaban a verlos. "No quiero que te suceda nada, ¿Puedes entender eso?" Habla contra su oído, sus dientes bajando a raspar la marca en el cuello del menor. "Me preocupan tus análisis.. Solo quiero lo mejor para ti." Termina por decir, apoyándose en su hombro con un suspiro cansado atorado en su garganta

Louis se estremece y suelta un sonido bajo, acariciando con las puntas de sus dedos el brazo del ojiverde.

"Si.. Alfa.., no tienes por qué preocuparte, soy un Omega muy sano. Solamente son algunos mareos." Tranquiliza, entrelazando sus dedos.

"Aún así es preocupante. Así que seguiremos con tu dieta hasta que el médico me confirme en persona que no tienes nada." Refuerza el agarre en el brazo del más bajito, continuando su camino.

(...)

"¿Sabías que los delfines se drogan?" Louis levanta la cabeza del regazo de su Alfa, observando la mandíbula cuadrada del mayor. Este último baja la mirada, confuso. La luz de la televisión iluminando su rostro con plenitud.

"¿Lo hacen?" Pregunta intrigado, una de sus cejas alzadas de forma cuestionante.

"¡Si!, ellos utilizan a los peces globos para hacerlo, juegan con ellos hasta que se inflan y sueltan su veneno, ese veneno es su droga." Harry aguanta una risa, su omega es un ser dulce y delicado. Tan parlanchín, no podía guardar silencio por más de cinco minutos.

"Un dato interesante y que definitivamente utilizaré en mi día a día. Gracias, Omega." Contesta, su tono suena a una burla disfrazada y eso no le gusta nada al más bajo. Harry recibe una mordida por parte del castaño y carcajea.

Louis se separa, poniéndose de pie.

"¡No te burles de mí!, tonto, Alfa." Tiene un lindo puchero en sus labios, Harry quiere burlarse nuevamente pero solo por el simple hecho de que se ve lindo enojado. Todo rojito como un pequeño tomatito.

"No me burlo de ti, ven, dale un beso a tu Alfa."

"No."

"Mhm.., Omega, necesito energía para sentirme bien el resto de la tarde." Louis voltea la cara, sus cortos brazos cruzándose en su pecho. "Bueno.., supongo que tendré que darme energía yo solo." Toma entre sus grandes manos la cintura de su Omega, regresandolo a su lugar en el sofá y recostandolo con cuidado, él continúa volteando la mirada y Harry quiere reír por lo divertido que le resulta todo aquello.

No lo hace sin embargo, más bien sube parte de la camiseta rosa de su Omega y entierra su nariz en su pequeña pancita. Sus ojos cerrándose cuando puede sentir la suavidad del amor de su vida contra su rostro, comienza a olfatear su vientre, pasando su nariz por sus costillas, y pequeños rollitos. Suaves besos colándose entre sus caricias.

Louis comienza a carcajear tan pronto lo siente y es solamente por que la nariz de su Alfa comienza a hacerle cosquillas en su estómago, tanto así que se retuerce y trata de apartarlo. "¡Ya!, ¡Me haces cosquillas, Alfa!"

El ojiverde presiona su pecho contra las piernas del menor, manteniéndolo quieto mientras se recuesta, no le vendría mal tomar una siesta y usar a su destinado como almohada. Louis lo ha hecho muchas veces con él y nunca se quejó. Es más, realmente amaba usar a su pequeño Omega como osito de peluche. Tan chiquito, suave y abrazable.

"No me voy a salir, ve poniéndote cómodo por que necesito tener fuerzas suficientes para hoy y para mañana." El sueño se abre paso en el cuerpo del Alfa en minutos y finalmente cae dormido, la suave pancita de su niño sintiéndose más cómoda que cualquier almohada.

Louis se mantiene quieto, sus piernas se duermen bajo el gigantesco cuerpo de su Alfa.

"Tonto, Alfa.., Durmiendote en mi encima como si fuese tu cama." Reniega entre susurros. Recibe un ronquido en respuesta y comienza a sacudirse para molestar.

"Quedate quieto, Louis." Escucha en un balbuceo, el aliento tibio del ojiverde entrando en contacto contra su piel desnuda.

El ojizafiro lloriquea con exageración, nunca saldrá de ahí.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ɪᴍᴀɢɪɴᴇ •ʟꜱ• ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora