Hondarribia, Guipúzcoa, Pais Vasco, España, 1720.
Kyle había llegado a la oficina postal, como siempre habían personas, recogiendo el correo o paquetes, pero la mayoría eran criados, mas sin embargo ellos debían esperar hasta que las grandes familias, o la personas con mayor poder salieran primero, así que no le quedaba otra mas que estar esperando a que fuera su turno.
No le importaba, si eran minutos o algunas cuantas horas, ya que el no tenia ganas de regresar a la casona, pero sabia muy bien que si no llegaba a serlo, a Hiro le podría a ir bastante mal, ya que el fue quien le dio el permiso, y era su amo directo, y conociendo a los señores Hamada, no solían ser muy amables con su hijo menor..
En esos momentos prefería volver a su antigua vida, donde solamente decía una cosa, y podía salir, aquí estaba siempre encarcelado.
Miro gente entrar y salir, una tras otra, un criado entrada, otras dos personas salían, no se dio cuenta cuando tiempo ocurrió en ese momento hasta que por fin era su turno, se dirigió a la ventanilla de asistencia.
–Dos cartas a Nueva España.
Quien lo atendía, lo reconocía por hacer acompañado a uno de los miembros de la familia, pero aun así el trato no significaba que seria cortes como si fue alguien con un alto nivel social, así que simplemente hizo una mueca al verlo.
Kyle suspiro, siempre era así, el solo es un criado, aunque si vieran la situación, ese hombre podría tener un nivel social menor, para evitar mas cosas y salir rápido, saco de su morral dos monedas, para las estampillas y el transporte de la carta, pagando todo lo que era.
–¿En cuánto tiempo podrían llegar?
El hombre volvió a verlo con la misma mueca de despreció.
–SI tienes suerte, en 10 semanas.
El no tenia 10 semanas para seguir esperando, él las necesitaba lo más pronto posible, pero había un mar, un océano entre ambos continentes así que no le quedaba de otra forma.
–Claro pudieran llegar más rápido, si pudieras pagar mas– una risa burlona salió de esos labios cubiertos por bello facial, a Kyle no le gustaba –bueno un criado no podría pagar esos costos.
El mas alto, estaba molestandose, no solía reaccionar, a las palabras de un hombre como ese, estaba acostumbrado a ello, y siempre solía ser muy calmado, así que las palabras no le causaban absolutamente nada, ni hacerlo reaccionar, solo lo ignoraba, pero el escupitajo, que le callo en la cara, eso fue lo suficiente para por fin hacerlo reaccionar, espero que todos salieran de la oficina postal.
Y con un simple movimiento rápido, basto para tenerlo contra el vidrio de la ventanilla y una pequeña daga en la garganta, que si se acercaba un poco más podría cortarle la vena principal y matarlo en cuestión de minutos.
Su miraba y su sonrisa, no eran para nada aquella tranquila y calmada que siempre le mostraba a Hiro, ahora había rabia, odio coraje, se notaba que deseaba derramar sangre en ese momento.
–Yo no soy su burla, y mas le vale que esas cartas lleguen en menos del tiempo acordado o si no– levanto la daga pasándola por una de las mejillas dejando un pequeño corte –su lengua terminara en esta mesa.
Se alejo del hombre, por fin soltándolo, guardando su daga en su morral, para deserte mismo sacar unas cuantas monedas y aventarlas al hombre.
–Y mas le vale que no diga nada de este pequeño encuentro, o su cabeza será la víctima.
Salió de la oficina postal, con la confianza de que ocurriría lo que había dicho, ese hombre había hecho algo mas que temblar, y una de esas razones era tener que cambiar sus pantalones.
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ALTA MAR [ higuel ]
Historical FictionNi el oro en los cofres que tengo, ni la vida en los mares mas peligrosos, ni la sangre que he derramado, o el ron que bebo todas las noches, me han traído tanta satisfacción como la pasión de tu cuerpo. Navegamos y naufragamos en el trayecto, pero...