Capitulo 6.- ESA MALDITA SONRISA.

191 23 43
                                    

Minutos antes, Hondarribia, Guipúzcoa, Pais Vasco, España, 1720.

Miraba lentamente la casona, con esa sonrisa socarrona, con esa misma malicia que lo caracterizaba, listo para lo que tenia en mente.

–¿Seguro de esto?

Marco miraba al mas alto, había mentido temprano a su querido Kyle, de la situación del porque estaban aquí, pero no podía hacer nada, debía evitar que el mayor interviniera en la misión, porque esto debía realizarse sin importar nada, era un mandato, una orden que debían seguirse alguien mucho mas poderoso que el mismo capitán del barco.

–¿Cuándo he dudado algo?

Marco no sabia bien que responder a esa pregunta, porque conocía perfectamente al hombre, él era de palabra, por eso a su corta edad había logrado tener el poder que tenia.

Sin pronunciar ni una sola palabra, soltó un suspiro, a la espera de que le indicaran cuándo debía actuar, y le dieran esa señal que costaría mas que a nadie seguir, solo quería salir de ahí junto a Kyle, ambos en una sola pieza.

El mas alto de los dos, el capitán saco del bolsillo izquierdo de su casaca, un reloj de bolsillo mirando detenidamente como las manecillas se movían lentamente, indicando como los segundos eran lentos, y su sonrisa se volvía mas grande, mostrando un hoyuelo que muchas amarían y consideraría algo atractivo como tierno, pero en ese rostro, solo indicaba que el momento había llegado.

En silencio, con sigilo se acercaron lo mas que pudieron a la casona, en otros momentos los gritos, y el relinchar de los caballos hubiera sido lo mejor, pero ahora debía ser cuidadosos ninguno debía ser capturado, solo cumplir con su mandato, aunque bueno si una que otra vida se perdía, era un riesgo que podían correr, o para el capitán, era un batalla ganada si habían víctimas.

Aunque debían cuidar que los guardias no los detuvieran, pero para ellos no era ninguna molestia.

Marco a indicaciones del capitán, se bajo de su caballo dejándolo donde solo el pudiera encontrarlo, se acerco a la pared mas cercana, cuidando que nadie lo viera, por ser delgado, bajo, lo hacia ágil, muy ágil, perfecto para eliminar a todos aquellos que se interpusieran y dejar el camino libre, sin que nadie se diera cuenta de sus ataques.

–Te recomiendo que no emitas ni un solo ruido.

Uno de sus tantos puñales que marcaba, el mas filoso, el que mas cuidaba, y regalo de Kyle, lo tenia justamente en el cuello de ese hombre que custodiaba la puerta.

–No emitirás ni un sonido, y nos dejaras pasar tranquilamente, entendiste.

El hombre no podía moverse, sentía el filo cortando la delicada piel bajo su mentón, era frio como el hielo y la noche, pero caliente por la sangre que comenzaba a brotar, de aquella pequeña herida que le estaba formando.

–No respires, no te muevas.

–No...

No pronunciar nada mas, su cuerpo callo al suelo, con una rajada en el cuello, justo en la vena, Marco miraba la escena sangrienta, como su ropa manchada, con esa sonrisa traviesa que el hombre que adentro de esa casona tanto amaba.

–Lo siento.

Guardo su puñal en la funda de cuero que tenia en las caderas, y paso sobre el cadaver, sin antes asegurarse que no se movía, o respiraba, no iba a arriesgarse en dejar uno vivo ny arruinara todo lo que tenian planeado, querían ese jugoso botín.

Levanto la mirada para seguir su camino e indicar que podían entrar, cuando se encontró con una cara conocida, Leo de San Juan, su querido primo, hace tiempo bueno lo miraba, el hombre de cabello largo solo sonrió, levantando un dedo para indicarle que guardara silencio.

ALTA MAR [ higuel ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora