Dos mundos opuestos

Capitulo IX

Valia

Hoy esa uno de esos días en los que tengo la oportunidad de salir, claro como siempre acompañada. Solange estaba muy ocupada por lo que he tenido que venir sola con unos hombres que me siguen a todos lados desde diferentes puntos. Debo conseguir un regalo para mi mejor amiga, pronto será su cumpleaños y quiero dar el mejor de los regalos. Rossy siempre ha sido muy buena, incluso cuando comencé a vivir con la familia que tanto daño le hizo, ella está siempre al pendiente de mi, me llama por lo menos una vez a la semana o viceversa.

Camino por el centro comercial en busca de una buena tienda. A lo lejos observó a una mujer salir de una boutique, es imposible no identificarla, elegante como siempre, sus ojos son cubiertos por lentes de sol, con un hermoso vestido negro, elegante, con brazos descubiertos, sus tacones la hacen ver mucho más alta de lo que ya lo es, su rubio cabello, largo, brilloso y lacio, se luce mientras ella camina robando miradas. Involuntariamente comienzo a correr detrás de ella a la par que llamó la atención de los hombres que me siguen, se mantienen alerta pero no deben llamar la atención de los demás en caso de que algo malo me suceda, nadie debe saber que vengo acompañada.

Logro alcanzarla a unos metros, ella se detuvo en cuanto escucho mis pasos y mis voz agitada, se giró hacia mi, retiro sus gafas, estaba sorprendida y sus ojos brillaron. Me encontraba exhausta, estaba muy nerviosa, ni siquiera sabía porque me había acercado pero estar cerca de mi madre otra vez me hacía sentir muy emocionada.

—¿Cómo estas, Valia?— me pregunto firmemente.

—Estoy muy bien.

Mi madre quería parecer fuerte, lamento que no lo logrará, después de todo soy su única hija. Me abrazó, no sabes cuánto te he extrañado mamá, te amo tanto, lamento escapar pero  o podía soportar estar alejada, solo quería tomar mis propias decisiones por una vez.

—Te lo prometo, estoy muy bien, mejor que nunca— asegure.

Me soltó, delicadamente limpio unas pequeñas lágrimas, sé que no quieres llorar frente a mi.

—Te extrañamos. Sabes que puedes regresar, nadie esta molesto. Nos encontramos preocupados por tu seguridad pero parece que todos te cuidan muy bien— dice esto último refiriéndose a los hombres que me siguen, parece que no pasaron desapercibidos por ella. 

—¿Cómo está papá?— pregunte.

—Ansioso, su única hija se había ido con un mal tipo. Ahora él parece haberlo asimilado. Queríamos buscarte, sin embargo, es necesario dar la libertad.

—Madre, me gusta estar con Joey y espero que algún día lo acepten.

—Nadie quiere salir involucrado.

Por esto es que no quería ni debía acercarme a ella, pude que me acepten de vuelta pero siguen sin aceptar mi relación con Joey. No pueden entender que esto me hace feliz, si ellos supieran cuánto amor siento por él quizá entonces pudieran comprenderme.

—Entiendo. Ya debo de marcharme— comenté y comencé a caminar con pasos lentos.

—Valia— dice mi madre haciendo que me detenga, más no cruzo mirada con ella— puedes visitarnos cuando quieras.

—Gracias— respondí y continúe con mi camino.

El reencuentro me ha dejado intranquila, me hace sentir insegura de cada decisión, vuelvo a sentirme como la niña que estaba sobreprotegida por sus padres, es imposible sentirme como aquella mujer libre de nuevo.

Encontré una tienda de artículos de porcelana. Hace once años Rossy y yo aún jugábamos con muñecas y nuestro juego favorito era tomar el té con ellas. Ros tenía un pequeño y hermoso juego de té, su madre lo había comprado en un viaje en Japón, una tarde el gato mascota de su familia saltó sobre la mesa en que jugábamos, el juego de té cayó al suelo rompiéndose en cientos de pedazos. Rossy estaba muy triste, amaba ese juego, por más que sus padres buscaron jamás lograron conseguir uno igual. En esta tienda podría conseguir algo parecido, seria un regalo casi perfecto.