Capitulo XI

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Valia

Hace una semana Joey me ha dejado aquí, no puedo levantarme de mi cama, las cortinas no dejan pasar la molesta luz, las sirvientas entrar para dejarme comida, me observan con tristeza al notarme sentada, con la mirada pérdida, enormes círculos negros que rodean mis rojos ojos perdidos, la piel más pálida de lo habitual y los labios secos. Ellas dejan una nueva charola sobre el buró y proceden a llevarse la anterior de la que apenas y he podido tocar la comida. A veces mi madre entra a limpiar mi rostro o cepillar mi cabello, ella me habla como si fuera una bebé, no puedo responder a sus pláticas. Mi padre me compara con una muñeca de trapo, sin forma ni posición propia, pueden mover mis brazos, soltarlos y estos caen de vuelta a la cama. Ya logré caminar al baño, hace cinco días y después de mantenerme con la vejiga llena, tuve el peor accidente. Aún con la cama húmeda no logré ponerme en pie, mi padre tuvo que entrar a la habitación, me cargó en sus brazos, y solo así pude salir, una sirvienta cambio la cama y retiraron el colchón, trajeron uno de la habitación de visitas mientras limpiaban el otro, mi madre tuvo que pedir ayuda a otra sirvienta para poder llevarme al baño a tomar una ducha y después regresar a mi habitación.

A todos les sorprende cómo perdí mis expresiones, que mi mirada este perdida solo parpadeando y con la boca ligeramente abierta. Ellos pensaron que me la pasaría llorando como él día en que llegué aquí.

—Adiós Valia— me dijo Joey.

Me besó por última vez dejando una parte de él sobre mis labios, lo abracé y pude inhalar el olor de su perfume, esto me ayudará a recordarlo por siempre, eres una persona increíble, eres perfecto eres la perfección en el momento más incorrecto.

Bajó del auto y abrió mi puerta para que pudiera salir, tomó mi mano y me ayudó a bajar. Bajó todas mis cosas, me las entregó. En mi cuello llevaba una pequeña bufanda que él me quitó antes de que entrara a casa. Lo observaba a cada paso que daba, esperando que él rogara no me fuera, no lo hizo, con los ojos llorosos nos vimos alejarnos. Recordé la primera vez que me trajiste aquí, yo estaba tan feliz de haber pasado tiempo a tu lado, tan agradecida de haberme salvado del acoso, ahora aquí estábamos despidiéndonos de todos esos momentos.

Llorar y gritar toda la noche. Me quedé dormida mientras las lágrimas continuaban escurriendo. A la mañana siguiente había perdido mi voz por completo, simplemente no podía hablar. Claro abría la boca, pero ningún ruido lograba salir. No me asuste, estaba tan tranquila. A la mitad del dia mi madre entro a mi habitación, cuando notó que yo no podía hablar de inmediato llamó a un médico. Aunque él en realidad no pudo ayudar mucho, todo se concluyó en que yo estaba en un especie de shock o algo asi. No duraría mas de una semana y aun tengo la esperanza de poder hablar pronto.

Hoy reuní mis fuerzas y logré caminar un poco más. Me acerque a mi reproductor de música en busca de mi canción preferida. Aquí vamos una vez más.

You spin me round and round and
Turn me upside down
You put a spell on me and
Hit me to the feeling

Me siento frente a la ventana, abro un poco las cortinas. Pedí un té a una de las sirvientas, lo escribí en un papel, ella me ha traído uno de siete azares, me dijo que es muy bueno para la tranquilidad. Escuchando la canción, tomó poco a poco mi té.

Observó la entrada, una ilusión aparece. El auto de Joey frente a la puerta, con él recargado al frente de su auto, esperando por mi, como aquellas veces en que me llevaba al instituto. Pero sé que él ya no volverá jamás, una gran fuerza nos ha separado y nada en el mundo puede volver a unirnos, una vez que se ha tomado una decisión tan grande del destino ya nada puede cambiarlo.

Las puertas se abren y me sorprendo al notar que es el auto de mi mejor amiga, Rossy. ¡Lo olvide! Hoy es su cumpleaños, por la noche lo celebrará en una discoteca que sus padres han alquilado para la celebración. Estaciona el auto frente a la mansión, baja de él y entra a mi hogar. Una de las empleadas me informa de su llegada. Muy dentro de mí me sentí emoción, en todo este tiempo nadie me había visita y está bien, ni siquiera puedo hablar con las personas, prefiero que nadie me visite, solo que a veces me siento muy sola. Mi amiga entra a mi habitación, sonríe. Toma asiento en una silla delante de mi y ordena a la empleada que le traiga un té.

—Necesitas salir de aquí— me dice.

Recuerdo que tengo un regalo para ella, le indicó que espere y rápidamente me dirijo a al buró, abrí uno de los cajones y saco la caja con el juego de té. Corrí emocionada, lo deje sobre la mesa y abracé a Rossy, con mis manos le señale que debía abrirlo. Con mucha delicadeza procede a abrir su regalo, cuando vió el juego de té sus ojos se iluminaron.

—Vali— dijo con ternura— Es perfecto. Te lo agradezco.

Sonreí. Mi mejor amiga me abrazó, estaba tan feliz con mi regalo. Estaba claro, esté era el regalo perfecto.

—Tienes que dejarlo ir— me dijo refiriéndose a Joey— Sé que lo amas, pero debes amarte más a ti misma. Tú más que nadie mereces ser feliz.

Me deje caer en mi silla, por un momento había dejado de pensar en Joey y ahora todos esos recuerdos dolorosos volvían a mi.

—Nunca entendí su amor. Solange dice que solo consistía en dormir juntos.

Ella tiene razón. Joey solo llegaba a dormir, en ocasiones, cuando las peleas sucedían, ni siquiera dormíamos juntos. ¿Por qué sufro por un breve romance? Quizá por qué en pocos meses Joey me ha hecho sentir lo que nadie en años, eres mi dolor, mi agonía, pero también eres mi felicidad y mi vida.

—A propósito, Solange vendrá a mi fiesta— me informo Rossy— Debes venir.

—No— respondí en voz baja y con poca dificultad.

—Ese es un gran avance. Sabes, no me importa lo que digas, ve a cambiarte antes de que te lleve en pijama.

Dos mundos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora