Kayden Stone
—Kayden, —me habló en un tono bajo, pero yo simplemente no le presté atención y seguí pegándole al saco de boxeo— ¡Kayden! —lo miré furioso, no soporto que me interrumpan mientras estoy entrenando.
—¿Qué quieres, Diego? —Él soltó un leve suspiro y bajó la cabeza.
—Es tu madre, Kayden.
Ni siquiera le pregunté qué había ocurrido, como acto reflejo salí corriendo del rin de boxeo. Sin detenerme siquiera me quité los guantes pesados que llevaba en mis manos y los lancé a algún lugar.
Aún sudado y con una camisa que deja ver mis brazos descubiertos y parte de mis pectorales. Mi respiración ya estaba agitada desde antes pero ahora, me cuesta exhalar por el nudo en mi garganta y el peso en mi pecho.
Me subí a mi auto de inmediato, ahora mismo me daría igual una multa por exceso de velocidad. Supuse que está en el hospital central de la ciudad, así que hacia allá conduje y me dirigí, espero no equivocarme.
Más o menos iba a unos 200km/h. Necesito llegar lo antes posible, lo bueno es que el hospital al que voy no está tan lejos de mi lugar de entrenamiento.
Así que a penas llegué me bajé lo antes posible, las personas me miraban como si fuera un criminal o un loco que entrará a robar algo, pero no me importó.
Me iba a acercar la recepción, pero preferí ir a dónde un doctor para preguntarle directamente.
—¿Dónde está mi madre? —Le pregunté a un hombre con bata blanca de hospital.
—¿Nombre de la paciente?
—Estela Shields.
—¿Y el suyo?
—Kayden Stone. ¿Qué le pasó a mi madre?
—Sufrió un infarto, —me quedé mirándolo sin ni siquiera creerlo, su soplo en el corazón estaba completamente controlado y no le generaba ningún problema desde hace años—. Está grave, los vecinos la encontraron en la casa varios minutos después de que ocurriera, y llegó aquí en estado crítico.
Me senté en uno de los asientos del hospital, el doctor siguió hablando pero realmente no escuché nada de lo que me decía, tengo mi cabeza en mil lugares ahora mismo. No me permitiría perder a mi madre, es suficiente con no poder regresar a mi padre a la vida, jamás podría cargar con otra culpa en mi espalda.
—¿No puedo verla? —le pregunté, interrumpiendo su diálogo que ni siquiera oí.
—Ahora mismo no, —solté un suspiro— tranquilo, a penas pueda pasar a verla yo te avisaré.
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Sus Cinco Vidas ©
Fantasi¿Qué pensarían si conocieran a alguien que no tiene una vida, sino cinco? Pues, todo en la vida de Paige era tan común, era una simple chica que estaba en segundo año de la Universidad estudiando medicina. Pero, todo comienza a dar un giro en su vid...