Capítulo 2

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"Mi vida no es perfecta pero tiene momentos maravillosos."

Nos dirigimos al Camden Town. Este barrio tiene el más grande mercado de la ciudad. Es simplemente perfecto para encontrar lo que desees, desde un regalo hasta lo que sea que busques.

A mí particularmente me encanta sentarme en uno de los puestos callejeros y comer mientras veo a gente peculiar pasar. Me relaja imaginar sus historias, pensar de dónde son, cuáles son sus metas en la vida ¿Amarán? ¿Serán felices? ¿Tendrán una linda familia que las espera al llegar a casa?

Me gusta pensar que sí y me alegro por ellos. De verdad que lo hago. Cuando veo personas sonreír en la calle no puedo evitar sentir esa brisa de felicidad y quizás un poco de nostalgia. Yo fui feliz también...



Nos encontramos en el Camden Lock justo ahora. Aquí radican productos de buena calidad y a los mejores precios, sobre todo la comida se caracteriza por tener precios moderados —algo extraño aquí en Londres—, y un sabor espectacular.

Llevamos mucha bisutería porque Anne puede llegar a ser una compradora compulsiva. Una vez que entra a una tienda pierde el sentido y es como si enloqueciera. Los brazos no le alcanzan para sostener sus compras. Mi pobre cartera siempre paga las consecuencias de su compañía pues me deja sin un centavo. Por suerte hoy, al ser mi cumpleaños,  ha decidido ser benévola y pagar ella.

Salimos con algunas bolsas que dejamos en su auto y hacemos una parada en uno de los puestos ambulantes que hay por aquí. Es obligatorio para nosotras pedir los fish and chips, pues no se puede venir al mercadillo en Londres sin sentarse a degustarlo.

Decidimos tomarnos un respiro y nos sentamos en una mesa un poco alejadas de la multitud.
Suspiro débilmente.

No llevamos mucho tiempo aquí pero solo observar a la gente a nuestro alrededor es agotador. Al ser sábado están las calles más abarrotadas de lo normal.

Personas de disímiles culturas, vestuarios y rostros pasan dejando sus huellas por el camino.
Me pongo a reflexionar cuando los veo.

Muchos van de un lado a otro apresurados, como si el tiempo no les alcanzara para lo que tienen que hacer. Yo me pregunto: ¿En su intento de no perder el tiempo sentirán que aprovechan cada minuto? ¿Vivirán? ¡Y es que siento tanta infelicidad emanar de algunos!

He notado que cuando el ser humano se empeña en cosas banales y sin sentido lo que menos hace es disfrutar. Por mucho que intenten ahorrar segundos ¡qué más da! en su interior no sienten que haya valido la pena.

Las vivencias que te marcan y llevas contigo al partir son aquellas cuyo valor no se mide en minutos. De hecho, cuando hacemos algo amado, intentamos aprovechar cada microsegundo. Jamás será una pérdida, así tarde horas, pues queda grabado en los corazones como maravilloso y satisfactorio.

El apuro no conlleva a nada bueno. En su último aliento sentirán que desperdiciaron oportunidades valiosas mientras creían en eso de: "El tiempo es oro". La vida es impredecible, no sabemos en qué momento decidirá nuestro final, por tanto, hay que disfrutarla al máximo.

«Algo irónico que yo no siga mis propios consejos» — reí ante mis pensamientos.

Anne interrumpe mis divagaciones cuando se aclara la garganta. Casi olvido que estaba acompañada. La miro y me dedica una pequeña sonrisa.

—¿Por qué siento que estás aquí y a la vez no? —se queja.

—Lo siento —susurro apenada—. No es tu culpa. He estado un poco ausente los últimos días.

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