"Hay que esperar lo inesperado y aceptar lo inaceptable. ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos qué es la vida, ¿cómo puede inquietarnos conocer la esencia de la muerte?"
Confucio.Me pierdo en la mirada de Luke y en cada detalle de su rostro. Él me observa atento. Es un sueño hecho realidad. Lo que estoy viviendo parece un cuento de hadas.
Pero no, es real.
Tan real como la chica pasada de copas que de un instante a otro está sobre mí y vomita sobre mi falda nueva. No me pregunten cómo ocurrió porque ni yo me explico.
Estaba en los brazos de Luke dejándome llevar por la suave melodía. Sentí una mano tocarme y cuando me giré a comprobar quién era, ¡puf! Sucedió.
¡Asqueroso!
Esa es la palabra que mejor define este momento. Emanaba un hedor terrible. Me quedo estática ante la escena. La chica me pide disculpas en repetidas ocasiones con cara avergonzada y por supuesto las acepto. Tampoco soy una desalmada.
Se rompió la burbuja en la que estaba encerrada pero le puede suceder a cualquiera. ¿O no?.
Suspiro con pesar antes de que unos brazos definidos me pongan en pie.
—Venga Naranja, te acompañaré a cambiarte.
«¿Naranja?»— pienso pero no digo nada.
El efecto de la bebida ya había pasado y los nervios volvieron a mí de forma precipitada. Me obligo a calmarme.
«Seguro te llamó así porque no recuerda tu nombre» —alerta mi subconsciente.
Nos apartamos de la concentración de personas y me guía hacia unas escaleras un poco alejadas.
En los primeros escalones se encuentran dos jóvenes muy atractivos charlando a gusto. Cuando ven a Luke intentan hablarle pero luego me miran y le sonríen. Acto seguido se hacen a un lado para permitirnos el paso .
En el piso superior no hay personas. Al parecer el área festiva abarca solamente la primera planta.
Al igual que el resto de la casa, esta parte de forma sutil, posee una gran elegancia. Me gustan todas las estructuras y elementos decorativos. No son llamativos y cada uno está en el lugar correcto para resaltar y dar un toque fresco y único. Las paredes son blancas pero algunas tienen cierto toque de color con unos cuadros preciosos.
Nos dirigimos al final del pasillo y Luke abre la última puerta. Supuse que era su habitación. Hace una seña para que pase y cuando lo hago quedo maravillada.
Es puro arte.
Hay una gran ventana con vista al mismo jardín que tanto me gustó. En una esquina yace un escritorio de madera que tiene encima una foto de Luke junto a una hermosa muchacha rubia. En el centro del cubículo descansa una enorme cama en la que quizás pueden dormir diez personas juntas y sobraría espacio.
Vale, quizás exagero pero es muy grande.
Las paredes son magia. Están repletas de fotografías en blanco y negro, todas de mujeres cuya desnudez refleja diversas emociones: tristeza, rabia, ira, orgullo, ternura, felicidad. En su mayoría son de la misma persona.
Me podría pasar siglos aquí admirando estas obras de no ser porque siento la mirada de Luke sobre mí.
—¿Te gustan? —inquiere él.
—Son alucinantes. Puedo sentir su sufrimiento. —Señalo un cuadro —. Esta transmite mucha paz. —Hago alusión a otro.
—La que solo muestra el rostro es mi hermana —responde el chico inexpresivo.
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Momentos
Ficção Adolescente¿Qué sucede cuándo pierdes las ganas de enfrentarte al mundo? ¿Qué es lo peor que puede pasar si te dejas llevar por la corriente? Cuando te acostumbras a tocar fondo, te armas del valor suficiente para abrazar todos y cada uno de tus demonios. Es...