1.4 | Sir Charles

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     Como de costumbre, esperó en la entrada de la escuela a que Rotor saliera de su club de robótica. El erizo yacía recargado en la pared con los audífonos de su discman en sus orejas. Ladeaba su cabeza al ritmo de A Hard Day's Night de The Beatles, un grupo conocido por él a causa de sus padres y su afición por el mismo.

     Tras varios meses, apenas escuchaba el disco que Jules y Bernette habían grabado para él.

—¡Adiós Maurice! —exclamó sonriente la fémina.

—¡Nos vemos, Maurice! —imitó su amiga.

     El peliazul se limitó a sonreírles por igual y levantar sutilmente su palma extendida a modo de despedida. Detrás de ellas, su colega llegó hasta él.

—¿Admiradoras? —indagó con picardía.

—Son mis compañeras de clase —aclaró riendo.

—La de la derecha es linda —compartió observando a ambas chicas caminando a lo lejos.

—Aun si les gustara, no saldría con ninguna. Qué asco tener novia. —entonó con repugnancia.

     El par se marchó envueltos en una conversación animada. Pese a sus actos heroicos y su, ahora, popularidad entre el alumnado; la mentalidad de Maurice seguía teniendo mucho por madurar.

[...]

     Caminó con las manos sujetas a los tirantes de su mochila, tarareaba la música reproducida en sus auriculares y daba pequeños saltos en los coros.

     Al llegar a su hogar, introdujo la llave en la cerradura de la puerta y empujó con suavidad la madera. Silbó la melodía de la canción de su discman, paró al levantar la mirada y percatarse de la presencia de su padre.

—La salida de tu club fue hace una hora —rememoró con seriedad, dando a entender que necesitaba una explicación.

—Pasé a jugar un rato al arcade con Rotor, creí que estarías trabajando, ¿qué haces acá tan temprano? —se despojó de su macuto dejándolo en el sofá.

—Me dejaron salir antes —cortó—. ¿Quieres algo de comer? —se levantó de la silla del comedor para aproximarse a la alacena y sacar dos platos de ella.

—No me vendría mal —apagó su reproductor de música y guardó sus audífonos en el interior de su mochila—. Hablando en serio ¿por qué estás aquí?

     Jules continuó sirviendo la comida en cada uno de los platos, mostrándose indiferente respecto a la interrogante de su hijo. Maurice se sentó en una de las sillas de madera que rodeaban la mesa, su padre le acercó un plato, él lo tomó con cuidado y le adjuntó dos cubiertos.

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