1.22 | Amparo mutuo

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     Las hojas de la grama sucumbían a la ventolera de la madrugada. El cielo oscuro era iluminado por las estrellas; por primera vez en una semana, Maurice había conseguido dormir plácidamente.

     No había sueños, no había pesadillas. Simplemente no había nada que interrumpiera su merecido descanso.

—¡Sonic! —Gritaron del otro lado de la puerta— ¡Despierta antes de que se vaya más lejos!

     El escándalo logró fusilar su ensoñación. Abrió los ojos aún sin comprender nada.

—¡Sonic!

     El erizo observó el firmamento nocturno por la ventana, tronó la lengua y se giró al otro lado de la cama con molestia volviendo a cerrar sus ojos. El único ser capaz de hacerlo levantarse temprano había sido su padre para llevarlo a la base militar, no esperaba menos.

     Colocó sus manos sobre sus orejas, negándose rotundamente a atender a Rotor a altas horas de la madrugada. La morsa era noctívago, él no. Extendió las piernas en busca de una pose más cómoda.

      Permaneció inmóvil tratando de comprender la situación, tenía el espacio suficiente para acomodarse, un hecho inédito en lo que llevaba siendo compañero de Miles. Separó sus párpados con preocupación, para su sorpresa, estaba completamente solo.

—¡Son-.

—¡Ya voy!

Maurice.

Me incorporé rápidamente de la cama, mis piernas se enredaron con las sábanas, resultando en una torpe caída contra el suelo de madera. Abrí la puerta con brusquedad, Rotor estaba frente a ella.

—¡¿Dónde está Miles?!

La morsa no formuló frase alguna; enmudecido, apuntó al cielo con su dedo índice. Viré mi visión hacia el sitio indicado.

Llevé mi mano a mi cabeza, jalé mis púas con estupor. El zorro no solo no estaba adentro de casa, tampoco estaba despierto. Volaba por el cielo con su par de colas.

—¡Por una noche que duermo bien y tienes que echarlo a perder con tu sonambulismo! —Proferí al cielo.

Salté hacia él desde el voladizo, no obtuve un resultado positivo. Corrí detrás suyo a lo largo de Knothole, notando cómo, a causa de mis gritos, todos los habitantes de la villa encendían sus luces, salían de sus casas o me observaban desde la ventana.

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