2.26 | Elucidación psíquica

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Sonic.

—Vámonos —exclamé dándole un sutil toque en el hombro a Tails.

Corrí regresando por la ruta que ya conocía, el zorro me seguía de cerca. Los alrededores temblaban de manera continua, la vegetación que había alcanzado el techo caía casi tan desenfrenadamente como las estalactitas.

La electricidad del lugar tampoco se encontraba incólume, los focos parpadeaban constantemente, convirtiendo en toda una proeza conseguir salir de allí a propio pie.

Segundos antes de que cruzara uno de los puentes, las luces se apagaron. Continué desplazándome en línea recta, para cuando la iluminación regresó, la estructura de madera que tenía frente a mí se derrumbó.

No alcancé a frenar, salté en un intento desesperado por salvarme de las estalagmitas del fondo. Tails aceleró, sujetó mis manos y nos elevó al nivel superior.

Volteé hacia arriba y le dediqué una sonrisa abierta mostrándole mi agradecimiento. Llevé mis piernas a la altura de mi tórax, posteriormente estiré los músculos de mi abdomen balanceando mis extremidades hacia atrás; cuando consideré tener la velocidad óptima, dejé de columpiarme y rompí el agarre del zorro.

Caí sobre los raíles, me coloqué lateralmente y separé mis pies. Miré el camino con sorpresa, conservar mi velocidad sin tener que correr era una sensación rara pero agradable, posicioné mis plantas adecuadamente, me deslicé por el riel utilizando mis mediopies.

Logramos abandonar la caverna, el exterior se hallaba consumido en oscuridad, pero me bastó con observar dos brillantes faros moviéndose a varios metros de altura, para saber hacia dónde tenía que ir.

—Agárrate —extendí mi mano en la dirección de Tails, él la asió—, tenemos que llegar hasta El Tornado lo más rápido posible.

Incrementé mi velocidad en gran medida, me desplazaba lo más veloz que me era posible sin llegar a perjudicar a mi compañero, le esperaba una tarea sumamente difícil, lo óptimo es no estar mareado. A mis oídos llegaban los sonidos agrupados, ramas rompiéndose, hojas secas crujiendo, pequeñas piedrecillas chocando entre ellas con cada paso que daba y las ramas de los arbustos y grama impactando contra mi cuerpo.

Aparté la vegetación de enfrente mía, frené al notar que habíamos llegado a nuestro destino. Solté a Tails y subí a las alas del biplano.

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