1.12.2 | Añagaza bélica

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Maurice

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Maurice.

—¿Pasaste? —Cuestionó la morsa sonando por el parlante.

—Sin problema —contesté egocéntrico.

El suelo terroso pasó bajo mis pies. Audaz, me encaminé hacia el interior de la estructura. Eggman sabía de mi indeseada presencia, no solo había activado su sistema de defensa, sino que destinó un gran porcentaje de su ejército en evitar que me adentrara aún más.

Sin embargo, estaba acostumbrado a batallar con tropas más grandes. Y, debido al simultáneo ataque en Mercia, Eggman se hallaba en desventaja numérica.

Una sonrisa confiada invadió mi rostro, mis reflejos eran tan veloces que las agresiones de las torretas y swatbots de Robotnik no representaban el menor óbice.

—¿Necesitas ayuda con las hordas?

—Nah, puedo manejarlo —aceleré—. Rambo se me queda corto —modulé engreído.

Me lancé hacia el swatbot que encabezaba el grupo, causé una explosión con el solo impacto de mi spin dash contra él. Desde el aire, centré mi mirada en un segundo robot y me impulsé hacia él, repitiendo la técnica con todo el conjunto de robóticos.

Al terminar, caí flexionando mis rodillas, sonreí y sacudí mis manos, golpeando las palmas entre sí.

Mmm... Me gustó, es rápido y eficiente... Creo que lo llamaré homing attack.

Reanudé mi carrera, continué moviéndome intrépido por los pasillos señalados en la ruta que Rotor me había seleccionado. A diferencia del resto de misiones, el cargamento explosivo de hoy consistía en una sola pieza, pequeña, pero con la energía suficiente como para destruir otra instalación más.

—Estoy llegando al centro de la fábrica —pregoné pulsando el botón situado en el dispositivo de mi muñeca.

—¿Ya? ¿Tan rápido? —Indagó Rotor.

—Tch —troné la lengua con presunción—. ¿Por qué lo dudas?

—¡Ay! —Chilló— El café está muy caliente.

—¿Te fuiste a preparar un café mientras yo estaba peleando contra toda una tropa? —Interrogué ofendido.

—¡Tú dijiste que podías manejarlo! —defendió— Me lo tomé en serio cuando mencionaste a Rambo, nadie bromea comparándose a Rambo —entorné los ojos—. En fin, ésta es la ruta más corta y conveniente después de que coloques la bomba.

Efecto DopplerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora