2.27.2 | Angel Island

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Sonic.

—Sigo sin entender cómo es que pudo escaparse la última vez, estaba entre la espada y la pared —retomó Tails, carraspeé incomodado.

Desvié la mirada al camino cubierto de hojas, aún me era complicado procesar todo lo de aquel día.

Dijo no recordar nada de lo ocurrido en Acorn, ¿habrá fingido para salirse con la suya? Realmente parecía asustado, ¿estará jugando conmigo?

—Esta vez será diferente —eludí.

Avanzamos por los pastizales verdes de Angel Island, los paisajes se hallaban colmados de flores coloridas siendo visitadas por abejas, y libélulas revoloteando en los nenúfares que flotaban en las lentas corrientes del lago. Mis oídos eran bombardeados por la orquesta del ecosistema, el sonido de las ventiscas fluyendo entre los árboles me resultaba muy relajante.

Me encontraba tan concentrado en el ambiente que no me fue difícil notar las alteraciones de éste. Frené repentinamente, Tails, quien iba delante mío, paró a verme.

¿Qué pasa?

—Escuché algo.

Moví mi cabeza de izquierda a derecha con lentitud, buscando alguna anomalía, no encontré nada al momento.

—Creo que son ideas mías.

Inmediatamente, una figura rojiza emergió de entre los arbustos, corrió hasta Tails, arremetió contra él usando el espacio comprendido entre su hombro y antebrazo derecho.

Avanzó ferviente por metro y medio, hasta frenar de manera repentina, consiguiendo que la espalda de Miles chocara contra el tronco de un árbol.

Nada grave, pero mañana se pasará todo el día adolorido.

—Métete con alguien de tu tamaño —protestó el zorro.

Y esa es mi entrada.

Escuchó mis pasos acelerados acercándose a él, se giró alarmado pero no reaccionó a tiempo. Le propicié un puñetazo en la boca del estómago.

El equidna retrocedió intentando controlar su respiración, Tails se incorporó aprovechando su lejanía, se posicionó detrás de mí.

El pelirrojo dio una profunda bocanada de aire, apretó la mandíbula y me miró frunciendo el ceño. Corrió hacia mí intentando devolverme el golpe.

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