Capítulo 8. Quidditch

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Llegó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas adquirieron un tono gris de hielo, y el lago lucía de acero congelado. Cada mañana el parque amanecía lleno de escarcha, y podía ver a Hagrid descongelando las escobas del campo de Quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de piel de conejo y enormes botas de piel de castor.

La temporada de quidditch daría su inicio este sábado, y Harry y yo estábamos impacientes. Aunque parecía el sueño más raro del mundo, Snape me regaló una Nimbus 2.000. Ese profesor me tenía que apreciar de verdad, porque no creo que vaya regalando escobas tan caras a sus alumnos. Hermione, Harry y Ron fliparon cuando se lo conté y no era para menos.

Gryffindor estaba muy animado, si ganaban pasarían a ser segundos en el campeonato.

Me sentía mal jugando en el equipo contrario más fuerte de la casa con la que estaba ahora, pero eso no me quitaba las ganas de ganar y regodearme de Malfoy en el campo.

Realmente odiaba a ese chico, siempre insultándome, encima ahora más, ya que estaba en el equipo y sabía que él quería estar también.

En mis entrenamientos todo el mundo ya me había visto jugar, pero sólo unos pocos sabíamos que Harry era buscador de Gryffindor. Yo no dije nada a mi equipo, quería ganar, sí, pero sin traicionar la confianza de mis amigos.

Harry tenía suerte de tener a Hermione, porque con los entrenamientos no le daban las horas para los trabajos de las clases, yo sin embargo lo tenía todo bien organizado.

Ella nos dio también un libro llamado Quidditch a través de los tiempos, que resultó ser muy interesante. Descubrí que había setecientas formas de cometer una falta y que todas se habían escrito en los Mundiales de 1473; que los buscadores solían ser los más pequeños y veloces y que los accidentes más graves le sucedían a ellos.

Hermione se había vuelto más flexible respecto a quebrantar las normas, desde lo del monstruo, se llevaba mucho mejor con los chicos.

Un día antes del partido estábamos los cuatro fuera en la hora del recreo, Hermione encendió un fuego azul, que podíamos llevar con nosotros en un frasco de mermelada. Estábamos al lado del fuego cuando Snape cruzó el patio.

Inmediatamente me di cuenta de que el profesor cojeaba.

Intentamos tapar el fuego, ya que no sabíamos si estaba permitido. Este no había visto el fuego, pero miraba a Harry buscando algo para poder regañarlo.

-¿Qué tienes ahí Potter?-le preguntó el profesor con una mirada de odio.

Se refería al libro sobre el Quidditch. Él se lo enseñó.

-Los libros de la biblioteca no se pueden sacar fuera, cinco puntos menos para Gryffindor, y me llevo el libro-dijo Snape y Harry le entregó el libro.

-Seguro que se ha inventado esa norma-murmuró Ron con furia, mientras Snape se alejaba cojeando.

-¿Qué le ha pasado en la pierna?-pregunté yo.

-No sé, pero espero que le duela mucho-me contestó el pelirrojo con amargura.

Como cada noche la sala común era un cúmulo de ruido. Los cuatros estábamos sentados cerca de la ventana.

Hermione y yo repasamos los deberes de Encantamiento de Harry y Ron. No les dejábamos que copiaran, pero si les explicábamos las respuestas correctas.

-Voy a pedirle a Snape el libro-decidió Harry después de estar largo tiempo moviendo sus piernas con inquietud.

-Yo no lo haría-le dijimos Hermione, Ron y yo a la vez.

La Chica Muggle //1// (Draco Malfoy y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora