Capítulo 14. El hombre de dos caras

172 20 4
                                    

Era Quirrell.

Desde el principio había sido él.

—¡Usted!—exclamó Harry.

Su rostro sonrió, no tenía ni rastro del tic.

—Yo. Me preguntaba si me iba a encontrar contigo aquí, Potter—dijo con calma.

—Pero yo pensé... Snape...—Harry intentaba procesar lo que acababa de descubrir.

—¿Severus? Sí, parecía ser el indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme. Al lado de él, ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tartamudo p-profesor Quirrell?—el profesor rió, pero esa vez su voz era fría y aguda.

—¡Pero él intentó matarme!—exclamó Harry.

*No seas tonto Harry, ya dije que los contra hechizos también son así. Acéptalo.*

—No, no, no. Yo traté de matarte. Tu amiga, la señorita Granger, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle fuego a Snape, en ese partido de Quidditch. Y rompió el contacto visual que yo tenía contigo. Unos segundos más y lo habría conseguido, aún con Snape conjurando un contramaleficio, tratando de salvarte—Quirrell parecía bastante enfadado con el profesor de pociones.

*Ahora entiendo lo que le pasaba a la escoba...*

—¿Snape trataba de salvarme a mí?—dijo Harry, yo estaba detrás de él.

Poco a poco, fui levantando la mano hacia el bolsillo de mi túnica donde tenía la varita, preparada para atacar cuando tuviera ocasión.

—Por supuesto. ¿Por qué crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido? Estaba tratando de asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no necesitaba molestarse. No podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los demás profesores creyeron que era para impedir que Gryffindor ganase, se ha vuelto bastante impopular... Y que pérdida de tiempo cuando voy a matarte esta noche—de nuevo una sonrisa se formó en su rostro.

Antes de que pudiera atacar, chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron del aire y se enroscaron en nuestros cuerpos, sujetándonos con fuerza.

—Eres demasiado molesto para vivir, Potter. Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubriste cuando iba a ver que protegía la Piedra—Quirrell paseó a nuestro alrededor.

—¿Usted fue quién dejó entrar al trol?—Harry no conseguía procesar la información, yo me dedicaba a echarle miradas de asco a ese hombre.

—Claro. Yo tengo un don especial para esos monstruos, ¿no viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación? Desgraciadamente, cuando todos andaban por ahí para buscarte, Snape fue directo al tercer piso para ganarme de mano, y no sólo impidió que mi trol pudiera matarte sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la manera en la que debería haberlo hecho...—Quirrell hizo una pausa, y posó sus ojos en mí.

Luchaba contra las sogas, arañando con mis uñas y dientes, hacía todo lo que podía para soltarme. Tenía unas ganas inmensas de matar a mi profesor de DCAO.

—Potter, tu eres molesto, pero esta chica te da mil vueltas. No se cómo lo hiciste, pero me descubriste casi a la primera, asquerosa sangre sucia. No tenía sentido fingir contigo, me hacía gracia ver como tus amigos no hacían caso a tus acusaciones contra mí. Cuando tenga la Piedra en mi poder, tú serás a la primera que mataré—un escalofrío recorrió mi cuerpo, hasta ahora no me había dado cuenta del dolor de mi cuello.

—Ahora esperad tranquilos. Necesito examinar este interesante espejo—detrás de Quirrell estaba el espejo de Oesed.

—Este espejo es la llave para poder encontrar la Piedra, era de esperar que Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando pueda volver, yo ya estaré muy lejos—decía dando golpecitos al marco.

La Chica Muggle //1// (Draco Malfoy y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora