Con cada paso que daba hasta mi escritorio, la habitación parecía encoger. Su gran cuerpo musculoso se movía con gracia felina mientras su mirada estaba fija en mí.
-¿Quién cojones eres tú? Y ¿dónde está mi saco? -dijo cabreado con su voz tosca.
-Soy Andrea, la nueva propietaria y como te has podido imaginar, "tu" saco se encuentra en la basura.
Sus ojos azules como un profundo pozo se estrecharon.
-Vuelve a ponerlo en su sitio.
-Eh, no.
-Creo que no me has oído, no era una pregunta sino una...
-Orden - completé -. Pero lo que pasa es que yo no acato ordenes de otros en MI gimnasio.
-Mi saco. Yo decido.
Hice todo mi esfuerzo por no decirle la frase de: "Nosotras parimos, nosotras decidimos".
-Mi gimnasio - dije mientras me levantaba y apoyaba mis puños en la mesa-, mis reglas. No creo que sea tan difícil de entender.
El sólo se cabreo más, se dio la vuelta y salió cerrando de un portazo.
Por lo menos ha cerrado la puerta, aunque me da a mí que esto no se ha quedado así. Y todo por un jodido sacó, ¡Un saco! Estos hombres están como cabras con sus malditas manías y esas cosas... Mierda. Si es una de sus manías la he jodido. Pero después de que entrase exigiéndome como si él fuese el amo del lugar, no puedo echarme para atrás o perderé el poco respeto que haya ganado. Y eso no. Así que volví a sentarme en la silla y cerré los ojos intentando relajarme.
Lo estaba consiguiendo cuando la puerta se volvió a abrir de un portazo. ¿¡Es que a todos les gustaba golpear mi puerta o qué!? Abrí un ojo tranquilamente para ver al zopenco que me había interrumpido. Pero cuando vi a William ocupando todo el umbral con el saco viejo entre sus brazos, abrí Ambos ojos como platos. ¡¿WTF?!
-Mi saco - dijo posesivo antes de irse.
Dejé que mi cabeza cayese golpeando la mesa dolorosamente. ¿En qué casa de locos me he metido? Porque lo de ese chico no era normal, pero para nada.
-Jefa... - me llamo Nick. Elevé la cabeza para verle mientras me frotaba la parte dolorida-, te dije que no era buena idea. Es muy posesivo con sus cosas o con lo que cree suyo...
-Ya me he dado cuenta - resople- ¿Se puede saber que ha hecho con el saco?
-Volverlo a colgar y tirar el otro a la basura.
-¿¡QUÉ!? - me levanté de la silla para salir rápidamente por su lado. Pero antes de ir a ver al maniático tengo que ir a ver a Steve.
Caminé rápidamente el pequeño pasillo.
-Steve, recoge el nuevo saco que William ha tirado y guárdalo.
-Ese loco bastardo - rió al escucharme.
-Por lo menos veo que a alguien le hace gracia - dije cabreándome- pero, ¡ve a por el jodido saco!
-Sí, sí - contestó rápidamente y salió.
Y ahora a conversar con el otro. Me dirigí con pasos rápidos pero seguros donde William estaba golpeando el saco viejo.
-William - le llame, pero él prefirió ignorarme - ¡WILLIAM! - le grite pero nada.
Nadie me ignoraba, no señor. Cuando vi que iba a golpear otra vez, le di una patada al saco con todas mis fuerzas para que él no pudiese golpearlo y lo conseguí. Él se desequilibrio y yo tuve que parar el saco o sino me llevaría un buen moretón.
-¡Estás loca o qué! - me gritó.
-¿Qué hace esto aquí?
-Lo volví a colgar - dijo encogiéndose de hombros.
-¡No me digas! -dije exasperada - ¿Me puedes explicar el porqué de tanto cariño al saco?
-No te importa - dijo volviendo a golpear fuertemente el saco - ¿Por qué no vuelves a tu despacho y sigues cotorreando por el móvil y así no te rompes una jodida uña?
-Y después me llamas loca a mí - le dije - ¡A mí! Yo que no soy la que va llorando por un maltrecho saco. ¿Te habla o algo? Porque si no, no me lo explico...
-Cállate de una vez, mujer - me ordenó el rubio dejando de golpear -. Por eso no dejamos que una mujer pise el gimnasio, todas son unas...
-Ahora - le interrumpí-, el que se debería callar eres tú. Además deberías ir a mirarte el problemilla de tu obsesión co...
-Tú hablas - me interrumpió el esta vez -, pero yo solo oigo bla bla bla bla... - dijo mirándome con sus mares pozos antes de girarse.
-¡NO TE VA...
-Bla bla bla bla...
No me puedo creer que este teniendo esta conversación con una persona que se supone que es adulta y tiene buena cabeza... Solo de pensar en todo lo que me va a tocar a aguantar ya me duele la cabeza, ¡agh! Además de tener que soportar las risas de Georgie y Kelly cuando se enteren, todo perfecto... Con un suspiro me gire para mi despecho y me di cuenta que un inquietante silencio reinaba en el gimnasio y que yo era el centro de toda la atención. Lo que me faltaba para mejorar el día.
-¡QUÉ COJONES MIRÁIS! ¿NO TENÉIS ALGO MEJOR QUE HACER? - dije mientras iba a grandes zancadas a mi despacho y cerraba la puerta de un gran golpe. A este paso la puerta no va a durar mucho.
Sabía que me iba a costar que los chicos confiaran en mí, pero no me esperan esto. Es tan surrealista... ¿Quién diría que un chico de 28-29 años sería tan inmaduro? Yo no y menos que fuese un boxeador. Pero claro con mi mala suerte...
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Eres Mía Pequeña (Pausada)
Teen Fiction¿Quieres saber lo que pasa cuando una mujer se hace cargo de un gimnasio de boxeo sólo para hombres? Esto es lo que le ocurrió a nuestra protagonista, Anna Popplewell. Entra y descúbrelo. Muchos ya lo han hecho, ¿vas a ser tu el único que no? Act...