Capítulo 7

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Ya había oscurecido cuando ayude a Pablo cerrar el gimnasio. Era una noche cerrada sin estrellas y tranquila. Como si fuese la calma que anticipa una tormenta. Miré atentamente a ambos lados de la calle y no había ni un alma.

-Bueno, ya está - suspiró Pablo.

Le miré y me fijé que unas manchas oscuras le teñían la parte baja de los hombros y que sus arrugas parecían más pronunciadas.

-Mañana tómate la mañana libre y descansa - le sonreí con cariño-. Ya me encargo yo de todo.

-¿Segura? Recuerda que mañana se abre una hora antes, que algunos tienen pelea en la tarde y tienen que entrenar por la mañana un poco.

-No te preocupes - ¡Mierda! Ni me acordaba. Con lo que a mí me gusta madrugar....

-Bien, ¡Nos vemos el lunes! - se despidió.

Me gire para ir donde había aparcado esta mañana mi Jeep Renegade. A mucha gente no le gusta pero se podría decir que lo mío fue amor a primera vista... Aunque casi siempre que veo un Jeep es amor a primera vista. La gente es adicta a cosas, yo a los Jeeps y a las motos, sobre todo si son de la vieja escuela... Aunque de mecánica no tengo ni idea. Desbloqueé el coche mientras me acercaba y sus faros destellaron en medio de la oscuridad. Me senté en los cómodos asientos de cuero y respiré tranquilamente. Por fin se acabó otro día, aunque el siguiente amenazase con empezar demasiado pronto. La verdad es que nunca creí que llevar un gimnasio cansase tanto. Pero entre los números, contratos, problemas que surgen aquí y allá, la mente acaba molida. Y después de toda una semana sin descanso era matador y sobre todo si era la primera semana. Menos mal que mañana es domingo. Además, si pudiese llegar a casa y relajarme tranquilamente en la bañera o con un buen libro sería otra cosa, pero al llegar tan cansada me daba pereza deshacer todas las cajas de la mudanza, ¡porque solo a mí se me ocurre mudarme en la primera semana! Maldito día en que tuve la idea. La casa me encantaba, la adoraba, pero en estos momentos era algo superior a mí y mi vivienda parecía un laberinto de cajas y cosas sin colocar... Un caos.

El tráfico en esta zona era casi inexistente, pero cuando me tocó atravesar las calles principales de la ciudad todo iba a cámara lenta o eso me parecía a mí. En fin, después de media hora, enfilé el coche en la calzada de entrada al garaje de casa. Pulsé el botón del mando a distancia y la puerta se fue abriendo poco a poco. El garaje fue uno de los atractivos para comprar la casa, era enorme y cabían mi Jeep y mi Harley Davidson FLS negra (el otro amor de mi vida) y aun así sobra espacio para otro coche. Aparqué con cuidado mientras volvía a cerrar la puerta del garaje. Salí y saqué mis llaves para abrir la puerta que conecta con la cocina de la casa. Una cocina estilo americano grande, rústico, con su encimera en L y su isla central con fregadero. También una pequeña mesa a juego. Encendí la luz y pude disfrutar de la única estancia de la casa sin cajas por medio. Me serví un vaso de agua fría y me dirigí a mi habitación. Para ello tuve que atravesar el salón-comedor convertido en un laberinto, salir al pasillo de la puerta principal y subir el tramo de escalera que llevan a la segunda planta, la cual estaba constituida por un baño, dos habitaciones decentes en tamaño y mi habitación, la cual había unido a la habitación de al lado para hacer un vestidor; y al otro lado con el segundo baño de la planta para tener un baño privado. Otra de las razones que compre la casa es que no tenían ni sótano ni desván, demasiadas películas de miedo me hicieron prometerme que nunca tendría algo de eso en casa. Demasiado miedica para eso.

Mi habitación tenía una decena de cajas apiladas contra una pared para dejar algo de espacio hasta que las quitase y una cama enorme con cabecero de forja estaba contra una pared, con dos mesitas de noche. Dejé el vaso en una y fui directa al baño. Después de lavarme los dientes y todo lo demás me puse mi pijama que consistía en un camisón de seda beige y me fui directa a la cama.

Me arrebuje debajo de mi nórdico y caí dormida al instante de poner el despertador. Pero como en todos los días después del incidente del vestuario, mi cabeza no dejaba de pensar en el beso y en ese magro cuerpo apretado contra el mío. Con un gruñido me di media vuelta e intenté pensar en otras cosas, pero mi cabeza no quería. Después de unos eternos minutos intentando dormir, pensé que si leía algo a lo mejor me quitaría esos pensamientos de la cabeza. Elevé el brazo y tire de la cadena que encendía la lamparilla de noche y me pude cómoda entre las almohadas y mantas. moví la mano hacia el cajón de la mesilla y saque el último libro que he comprado. Empecé a leer, pero para mí desgracia soy adicta a las novelas románticas de cualquier tipo y esta noche el guapo hombre la de historia cobraba la forma de William en mi mente y yo la protagonista. ¡Esto es un jodido infierno! Solo fue un estúpido beso, por el amor de dios... Dejé con un fuerte golpe el libro en la mesilla y miré fijamente el techo, pensando en todo y en nada. Intentando relajarme y dormir tranquilamente.

Eres Mía Pequeña (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora