No me había dado cuenta de que el vestuario tenía unos altavoces incrustados en el techo de esos redondos desde donde se podía escuchar una cadena de música local. Sin darle una mayor importancia deje mi bolsa de deporte en uno de los bancos que se encontraban en el centro y me empecé a desnudar dejando mi ropa sudada tirada en el suelo. Agarré mi toalla, el champú y el gel de ducha me giré hacia donde estaban las duchas al final de la rectangular sala. Cada ducha separada de la de al lado por un muro y con una puerta transparente para que el agua no salpicase todo el suelo, porque a la hora de proteger de las miradas no servía para nada, era como si no hubiese nada. Colgué la toalla en los ganchos de fuera de las duchas y entré a una.
Mientras que enjabonaba mi pelo me deje llevar por el ritmo de la canción que sonaba y empecé a mover mis caderas al son. Relajándome. Cuando me sentí limpia de nuevo, fui a salir de la ducha cuando vi como la puerta se abría y por ella entraba un William muy sudado. No me daba tiempo a salir y coger la toalla por lo que me tape como pude con los brazos. Él al verme se quedó de piedra y me recorrió lentamente con la mirada.
-¿¡Qué haces ahí parado!?- le grité - ¡Sal!
Giró para mirar la puerta desconcertado.
-¿Desde cuándo tenemos un vestuario femenino?
-¿No sabes leer o qué? - dije preocupada de que me viese, bueno, que viese más.
-¿Lo dices por el cartel de la puerta? Pensé que sería una gilipollez...
-Claro, ves un cartel con letras rojas enormes y pasas de ello. Lo más normal, si...
-Yo que sabía que te iba a encontrar desnuda y mojada... - dijo volviendo a recorrer mi cuerpo con la mirada.
-¡Si lo hubiese leído, lo sabrías! - dije cabreándome. Parece que solo puedo estar de mal humor cuando está cerca. ¿Qué hago hablando con él? - ¡JODER, SAL!
-Mmmh, si mal no recuerdo es un vestuario masculino - dijo mirando mi zona baja más atentamente, como si buscase algo - y por lo que veo tu no lo eres, así que...
-¡Ugggh! - dije de forma nada femenina - Ya que no te vas, pásame la jodida toalla...
-Uy, esa boca. ¿Tu padre sabe que hablas así? - dijo riéndose mientras pasaba al lado de mi ropa sudada hacia la toalla.
-William, deja de joder y dame la toalla - dije más que cabreada.
-Si te estuviese jodiendo, ya lo habrías notado - dijo mientras que me la pasaba.
-Date la vuelta - sino tendría que descubrir alguna parte de mi cuerpo a él. Y no pensaba hacerlo y menos estando el tan cerca.
Me obedeció por una vez y se dio la vuelta, con un brazo echado hacia atrás por encima del hombro con la toalla. Estiré rápidamente el brazo sin fiarme de él y me tape lo más rápido que pude. Lo jodidamente malo es que la toalla me cubría desde un poco más arriba del pezón y justo por debajo de mi culo. Pero por lo menos se veía menos piel, no mucha, pero algo es algo.
-Por cierto - dijo todavía de espalda -, bonita ropa interior.
Miré el montón de ropa sudada en el suelo y allí estaban, mis bragas coulotte negras, las más cómodas para hacer deporte pero por suerte no son feas solo... simples.
No pude aguantarlo más y comprobando que mi toalla no se caería, empecé a empujar su espalda hacia la puerta y gracias a pillarlo desprevenido conseguí moverlo unos metros.
-¡Largo!
-Si me lo pides así... - río.
¡Urggg! Es insoportable...
Por suerte abrió la puerta y fue a salir. Cuando para mi desgracia dio un paso atrás haciendo que trastabillase y cerró la puerta.
-¿Qué cojones...
-¡Calla!
-¡Largo!
-Me encantaría, pero esta la pesada de Jennifer fuera...
-¿Y a mí qué? - pregunté justo cuando la puerta se volvió a abrir.
Sólo llegué a ver un zapato de tacón rosa brillante porque al segundo me encontraba contra unos de los casilleros: la boca y manos de William sobre mí. Al principio me quede anonadada. Primero por el golpe contra el casillero y segundo por los suaves labios de él. Con sus manos en marco mi cara para elevarla y hacer el beso más fácil. Yo todavía sin saber que hacer dejé mis manos en mis costados, pero parecían que mis labios tenían vida propia. Cuando fui a apartarlo, él lo hizo primero.
-¡Oh, Jennifer! No sabía que estabas aquí - Dijo con toda tranquilidad el muy gilipollas haciendo que mi sangre hirviera de furia.
-¿Quién es esa puta? - dijo mirándome.
-¿Perdón? - dije girándole hacia ella.
La chica era mujer alta y delgada, vestida completamente de rosa y rosa... Con un bolso súper grande del que juraría que salió un gruñido. La cara como la de una Barbie y el pelo rubio platino cayendo por sus hombros con un corte recto e impoluto. Vamos, una niña de papá.
-Jennifer- dijo con tono de advertencia el hombre -. Ella es Anna, mi novia - a lo que yo gire la cara con asombro para mirarle. Él parecía tan tranquilo, que solo me entraron ganas de golpearle...
-¿Eso - dijo señalándome - es tu nueva amiguita? Bueno...
-De bueno nada. No sé qué haces aquí, ni lo quiero saber. Así que fuera.
-¡Ya verás cuando lo sepa tu madre...! - dijo dándose la vuelta con dramatismo y saliendo por la puerta haciendo un movimiento marcado de caderas.
En el vestuario reino el silencio. No me podía creer lo que había pasado. Cuando lo asumí pude reaccionar.
-William...
-¿Si? - dijo girando para mirarme.
Sin decir nada más, impacte mi puño contra su nariz, haciendo que su cabeza se echase para atrás.
Cuando volvió a mirarme, un hilillo de sangre le salía de la nariz y su mirada era de incredulidad.
-No vuelvas a entrar cuando está el cartel, ni a no hacerme caso, ¡estás en mi gimnasio, joder! Tampoco ni me vuelvas a besar y sobre todo no me metas en tus líos de faldas, ¡si sabes meterte en ellas solito, también salir!
-Primero, buen derechazo - dijo limpiándose la sangre con el dorso de la mano y luego mirando la sangre en ella -. Segundo, admite que te ha gustado que te bese.
¿Estamos tontos o qué? Me ha ignorado todo lo que le he dicho. Y me dice eso... Que vale que sepa cómo mover los labios y eso, pero no tiene nada que ver con el cosquilleo que recorre mi cuerpo ni nada. Eso es por la adrenalina del puñetazo, seguro.
-¡Ja! Más te gustaría...
- Es la verdad - dijo acercándose a la puerta -. Y ahora voy a curarme la nariz.
Salió cerrando la puerta y yo me apoye en el casillero pero esta vez sin un cuerpo duro y sudado contra el mío. Flexione la mano derecha para el que entumecimiento se suavizase. Me había quedado a gusto al pegarle. Creo que es una buena forma de quitar tensión, buscar a William y pegarle bien fuerte. Sí, no me parece mala idea.
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Eres Mía Pequeña (Pausada)
Teen Fiction¿Quieres saber lo que pasa cuando una mujer se hace cargo de un gimnasio de boxeo sólo para hombres? Esto es lo que le ocurrió a nuestra protagonista, Anna Popplewell. Entra y descúbrelo. Muchos ya lo han hecho, ¿vas a ser tu el único que no? Act...