Capítulo 4

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Me cambie a unos shorts de deporte y una camiseta ancha, para poder entrenar un poco. He comprendido que estando solo en el despacho los chicos no me van a coger confianza, así que mi plan de entrenar o antes de abrir o después de cerrar tendrá que esperar... Y lo peor es que solo hay un vestuario en todo el gimnasio, y no estoy por la labor de ducharme con ellos, así que otra de las decisiones que había tomado, ha sido construirme un servicio privado en el despacho. Pero tendría que cerrar el gimnasio durante una semana y no creo que a los chicos les haga gracia. Así que me tocará echarles de los baños cuando me vaya a duchar. Porque no me pienso pasar el día oliendo ha sudado, eso no va a pasar. 

Me até los lazos de las playeras y salí al gimnasio. No había mucha gente entrenando. Estaba Nick, que está luchando en una liga inferior, y está a ver si este año subía de categoría, a la que sería una segunda división. Es el único que me tiene confianza, toda la que se puede tener después de una semana. Los demás todavía estaban recelosos, no sé si todavía creen que voy a poner todo rosa y cosas así. 

-¡Eh, jefa! - me grito Nick mirándome de arriba a bajo - ¿te enseño?

-Claro - dije divertida mientras me acercaba. ¿De verdad creía que era dueña de un gym de boxeo sin saber boxear? Pobre infeliz - me encantaría. 

-Veo que te has puesto bien las cintas. 

"No te rías, Anna. No te rías... "

-Suerte, supongo... 

-Empecemos con el saco.

Miré alrededor y vi el asqueroso saco de William... No sé por qué lo sigue conservando, si todos los días tiene que volver a llenarlo.. Pero bueno, el sabrá. Elegí el saco de al lado. 

-Recuerda que la muñeca tiene que estar firme y no metas el pulgar dentro del puño que te le romperás... 

Me giré a pegar el saco y así evitar que viese como ponía los ojos en blanco... ¡Como si fuese gilipollas! Cualquier persona con dos dedos enfrente lo sabe, ¡hasta los de uno! 

Después de que diese unos cuantos puñetazos, ya me canse de sus "bien hecho" y "no se te da nada mal, jefa".

-Nick, esto me aburre... ¿No podemos hacer algo más de cuerpo a cuerpo?

Su mirada me recorrió de arriba a bajo, y sonrío de lado. Si me dijesen que voy provocativa... Pero una camiseta varias tallas más grandes no es que sea lo mas caliente del mundo. Pero bueno, son hombres, para ellos lo de "en tiempo de guerra cualquier trinchera es buena" se les aplica a la perfección.  

-Vamos - dijo dirigiéndose a uno de los dos cuadriláteros que solo se componían del cuadrado de colchoneta en el suelo y nada más. El grande de cuerdas se encontraba en el centro de la sala. 

-Lo primero es tener las piernas un poco separadas, para el equilibrio... - lo hice, pareciendo un poco nerviosa - Muy bien y ahora golpea con el puño - dijo levantando una palma hacia mi. 

Me di cuenta de que Bigball, el boxeador que era como cuatro veces yo a lo ancho y no de músculo exactamente... Lo que más me gusta es su risa fácil; y algunos más se habían girado.

-Vale - le sonreí, justo antes de darle un puñetazo flojo.

-¡Otra! 

Esta vez le di un poco más fuerte, pero no sólo ese, aproveche y le di uno fuerte en el estomago, otro en la mandíbula y una patada en la parte de atrás de la rodilla. Su rodilla se doblo y calló al suelo, junto el ruido de los vítores que sonaban.

-¿¡Qué cojones!? - dijo un Nick sorprendido mientras se masajeaba la mandíbula. 

-¿En serio creías que dirijo éste local y no se nada de boxeo? - me reí fuertemente. Yo y el resto del gimnasio.

-Buen derechazo - suspiró derrotado. 

-Gracias - le ofrecí la mano para levantarse, el la aceptó, pero antes de que me diese cuenta mi espalda tocaba la colchoneta y Nick se sostenía contra ésta.

-Regla fundamental: nunca bajes la guardia - dijo con una gran sonrisa. 

-Touché. 

Nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos, hasta que rompimos a reír. 

-¿Desde hace cuanto que luchas? -dijo mientras se sentaba a mi lado. 

-Se podría decir que lo he mamado desde la cuna, ya sabes, mi padre y todo eso - me encogí de hombros. 

-Cierto - dijo como si lo acabase de recordar -. Tienes un buen derechazo - dijo frotándose donde mi puño había impactado con su cara.

-Gracias, tú tampoco lo haces tan mal para ser un hombre -bromeo. 

-Lo sé - río. 

-Necesito la colchoneta - nos interrumpió una voz ronca. Elevé la mirada y encontré unos profundos ojos azules. 

-Unos minutos - le dije fríamente, aunque en el fondo con solo ver su cuerpo cubierto con los pantalones de boxeo me calentaba por todos los sitios -, voy a dar otra oportunidad al caballero aquí presente para que pueda recuperar su hombría - dije mientras me levantaba. 

-¿Preparada para morder el polvo?

Eres Mía Pequeña (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora