—Entonces... bueno, fue un poco gracioso, ya sabes, firmaron el contrato esta tarde —Chan hablaba cosas raras como esa mientras cenaban juntos en un restaurante a las afueras de la ciudad. No era gracioso pero él no dejaba de reír con nervios ante la atenta mirada del omega.
—Me alegra mucho que hayas conseguido que firmaran, Chan. Yo sabía que lo lograrías —Ya habían pasado un par de meses desde que Chan lo había ayudado con su celo, y aunque en aquel entonces estuvieron preocupados por un embarazo no planeado, Lino recibió ayuda médica para impedirlo. Claro que Chan se encargó de todo ello y continuó cuidándolo cada día.
—Ehm... —El rubio miró el plato vacío del omega y susurró —¿Quieres algún postre? Voy a pedir la carta otra vez y...
—Oh, no, no, no. Ya estoy demasiado lleno, comimos mucho hoy. Además, ya es tarde, tenemos que irnos, ¿no crees?
—Déjame llevarte a tu casa, por favor.
—No hace falta, le pediré al chófer de mi madre que venga por mí y...
—¡Lino! —Casi como un ruego, Chan lo llamó. Y el mencionado se sorprendió de verlo bajar la mirada mientras apretaba una servilleta en sus manos —Sólo... por favor, quédate un rato más...
Cuando salieron del restaurante, Chan tomó la mano de Lino, entrelazando los dedos con él tan suavemente que el omega estaba bastante nervioso también, seguro que en ese estado, juntos parecían un par de colegiales en una primera cita.
Subieron al auto del alfa y éste condujo hasta un pequeño parque no tan concurrido y hermosamente iluminado, sitio que recorrieron juntos hablando de un montón de cosas simples.
Seguro que siendo un empresario pudo haber hecho algo espectacular y lujoso pero sabía que Lino no era un omega interesado en esas cosas.
Le compró un pequeño anillo valuado en miles de dólares, aunque no le contaría esa parte, sólo quería escuchar una sola palabra de su parte, la respuesta a la pregunta que hizo cuando finalmente se arrodilló ante él.
—Lino... ¿aceptarías ser mi novio?
—Oh, dios... ¡Sí! ¡Sí quiero!
Un abrazo, un beso, el deslizar del aro por su dedo, esa noche sería inolvidable para los dos.
Sobre todo porque el contacto entre ambos aceleraba el ciclo de celo de Lino e inevitablemente terminaron en una habitación de hotel, con una tira de condones para el alfa y un pequeño Lino usando nada más que su nuevo anillo y... su collar antimordidas.
Durante su noviazgo Chan sólo tuvo un pequeño problema y era ese collar.
Porque cada vez que le hacía el amor a su lindo omega, su propio celo lo hacia portarse como un alfa egoísta, ansioso por marcar a Lino y reclamarlo como suyo.
Mientras lo penetraba de forma bestial, lo abrazaba por la espalda y aferraba sus dientes al collar metálico.
Quería morderlo, quería morderlo, quería morderlo. Era todo lo que estaba en su mente.
Se moriría si alguien más mordía a Lino, se moriría si el omega elegía a otro para ser su pareja en lugar de elegirlo a él.
Tenía tanto miedo de perderlo que chupaba y mordisqueaba alrededor del collar deseando que esa cosa se rompiera un día y le permitiera marcar a su pequeño.
—Quítatelo... por favor, quítatelo... —Alcanzaba a gruñir mientras Lino, corriéndose y gimiendo aún tenía voluntad y se negaba.
—Aún no... es muy pronto, ¡mgh!
Cada vez que tenían sexo, era lo mismo, Chan rogaba y Lino lo rechazaba. Así, lentamente, con el pasar de los meses, Chan dejó de insistir.
Lino en cambio, le demostraba su amor de una forma distinta cada día. Al inicio era demasiado tímido pero poco a poco tomó confianza y comenzó a darle pequeñas sorpresas.
Un día, dejó en uno de los cajones del escritorio del mayor, un dibujo hecho por él mismo. Eran ellos dos abrazados y sonrientes.
Otro día, le envió un audio. Le cantó un par de estrofas de una de las canciones románticas que a ambos más les gustaba. Y Lino tenía una voz tan angelical que Chan puso aquel audio como tono en su celular.
Después, Lino aprendió algo de cocina. Y a la hora del almuerzo, llevaba pequeñas cajas de comida a la oficina del mayor.
—Lo siento... creo que los huevos fritos se quemaron un poco y...
—Para nada. Está delicioso —Chan lo hizo sentarse en su regazo y ahí, escondidos en la oficina del mayor, compartieron el almuerzo que Lino preparó.
Incluso si era cierto que la cocina de Lino no era perfecta, Chan amaba imaginar el tiempo y la dedicación con la que Lino lo preparaba y lo consentía.
El omega siempre estaba ideando algo para hacer sentir amado a su alfa; poemas, canciones, bailes juntos, regalos, cualquier cosa que reflejara cuánto amaba a su alfa y cuánto amaba ser su omega.
Y por supuesto, Chan también se encargaba de darle algunas sorpresas. Sus cenas se convirtieron en citas por toda la ciudad. Fueron a sitios de atracciones, centros turísticos como museos, restaurantes para parejas, clubes nocturnos, siempre lo llenaba de regalos y su dosis sin fin de besos.
Hasta que seis años después, cuando fueron juntos a acampar y bajo la lluvia de estrellas que Chan se había encargado de investigar cuándo sería, el alfa le pidió matrimonio al omega.
—Lino, yo no sé de tiempos, yo no sé cuánto tendría que esperar para pertenecernos mucho más el uno al otro, pero ya no quiero esperar... por eso... —Chan se puso de rodillas notando con una pequeña sonrisa que Lino ya no estaba mirando la lluvia de estrellas sino a él y al anillo que mostraba como símbolo de su amor. Y Lino podía ver la lluvia de estrellas reflejándose hermosamente en los ojos de su amado Chan —¿Aceptarías casarte conmigo, Lino?
—Tú... eres simplemente perfecto —El omega comenzó a llorar de alegría y se lanzó a sus brazos para besarlo hasta que su alfa conociera cuánta felicidad le provocaba —¡Sí quiero, acepto!
Los planes para la boda comenzaron esa misma noche.
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Lazo Roto [ MinChan | Banginho | ChanHo ]
FanfictionAlfa y omega, una marca única, hijos, un lazo eterno... todas las historias sobre destinados tienen un final feliz, ¿no es así? ¿Pero qué pasa cuando el amor no es suficiente y el lazo que se creía eterno se rompe? Angst, capítulos cortos.