Nuestra familia.

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Lino miró su vientre nuevamente luego de vomitar en el baño y lavarse los dientes. Hacía ya un mes desde que Chan lo había marcado, dejando doce marcas de dientes perfectamente impresas en su nuca.

Claro, que eso sólo había avivado la llama entre ambos y ahora follaban mucho más que cuando eran novios. Y ni siquiera usaban condones porque querían ser padres, además de que Lino se excitaba mucho más cuando Chan descargaba todos sus líquidos en lo más profundo.

Lo malo era que últimamente, en las mañanas, Lino sentía náuseas y terminaba vomitando hasta que Chan lograba escucharlo y corría en su auxilio.


—¿Quieres que vayamos a ver a un doctor? Seguro esto pasa porque no has estado comiendo bien. Tu mamá me va a matar si se entera que te consiento demasiado hasta que... —Chan seguía hablando de cosas como esa, causando que Lino riera al acurrucarse contra su pecho. Le sorprendía que Chan no supiera de qué se trataba pero le parecía sumamente tierno.

—Si realmente quieres saber qué tengo, sí debemos ir al doctor.


Sintió los besos de Chan por todo su rostro, y se sentía muy pequeño y amado entre sus brazos. No quería alejarse jamás de ahí pero finalmente tuvieron que ir al médico.




—Felicidades, señores, van a ser padres.


El médico soltó eso luego de revisar los resultados del análisis de sangre de Lino.

Chan no supo hacer otra cosa más que comenzar a llorar de felicidad. Lino lo abrazó enseguida, lo cubrió de besos, incluso le agradeció por tan hermoso momento.

Y por supuesto, en privado fueron a celebrar.

Acordaron comenzar por volver a usar preservativos y hacerlo despacio para no lastimar a Lino o al bebé. Tal vez más adelante dejarían de hacerlo pero para ambos era inevitable celebrar de esa manera.

Su amor seguía creciendo, sobre todo ahora que sus citas se habían convertido en salidas para comprar los muebles, ropa y juguetes para su bebé.

Se miraban en silencio, sonreían e incluso en público se robaban cortos besos.

Aprovecharon que el vientre de Lino aún no era muy grande para decorar juntos la habitación que sería del bebé aunque Chan procuraba que descansarán cada dos horas para evitar que se sobreesforzara.

Vivir juntos era lo más bonito para ambos. Verse al despertar y acurrucarse juntos al anochecer, era un promesa no escrita que mantenían siempre.

Se compartían las labores de la casa aunque Lino ya no podía trabajar. Y éste se esforzaba mucho por seguir aprendiendo a cocinar porque amaba las expresiones que Chan hacía cada vez que comían juntos. Sabía que no era bueno en la cocina pero aún le preparaba el almuerzo para que llevara al trabajo.

Ambos habían decidido que era mejor que Lino permaneciera en casa durante todo el embarazo o tal vez más allá.

Y es que el cuerpo de un omega era débil, y el de Lino lo fue mucho más de lo común. Vomitaba en las mañanas y en las noches, estuvo a punto de desmayarse algunas veces, dejó de comer tanto como antes y se cansaba demasiado pronto.

Mientras su vientre crecía, él se debilitaba. Y no importaba cuántas vitaminas o inyecciones le dieran, su cuerpo de a poco parecía irse marchitando.

Lino se esforzaba mucho por mantenerse sonriente, por mantener la casa impecable, por prepararle el almuerzo y cocinar la cena para él, por estar despierto hasta la hora en que Chan llegaba a casa, por escuchar de su día en el trabajo, acompañarlo a cenar y probar algo de comida para no preocuparlo.


—Lino, déjame contratar a un doctor privado y una enfermera, ademas alguien que limpie y cocine, eso sería de mucha ayuda para ti.

—No... por favor, no... te prometo que sí puedo. Al menos déjame hacer esto.


Chan no sabía qué clase de complejo de inferioridad padecía Lino, pero siempre estaba ahí muy presente cuando su chico insistía diciendo que él podía hacer todo, incluso cuando apenas podía mantenerse en pie.

Los omegas sufrían mucho toda su vida, no sólo por las personas que los llamaban "inútiles", sino por el acoso sexual y la presión de que su única función en la vida era tener hijos y atender a los alfas.

Chan sabía que Lino seguramente también pensaba que eso era todo para lo que había llegado al mundo y no era así. El alfa quería que su omega se sintiera amado, apreciado y protegido. Sólo quería que cuidara más de su salud pero no había manera de hacerlo entender que cada vez se veía más enfermo.

Chan sólo podía sentarse en el sofá a acariciar el vientre de su pequeño esposo, hablarle a su bebé y esperar lo mejor. Los meses pasaban así, lentos y dolorosos para la pareja que rogaba porque el bebé también estuviera bien.







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Bueno, a partir de aquí preparen los pañuelos. 

¿Me dan sus opiniones? Es mi primera vez escribiendo una historia corta.

Les dejo estas imágenes porque yo también creo que se parecen al Banginho.

Les dejo estas imágenes porque yo también creo que se parecen al Banginho

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Lazo Roto [ MinChan | Banginho | ChanHo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora