El cambio del alfa.

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El lazo que ambos compartían gracias a la mordida era realmente fuerte. Tanto así que cuando uno estaba feliz, el otro también lo sentía. Si alguno estaba triste, el otro podía enviar un poquito de sus feromonas para tranquilizar al otro. Estaban tan conectados que cuando compartían el mismo espacio, casi podían ver las emociones del otro en el ambiente.

Por eso, una tarde, mientras Lino hablaba por teléfono con uno de sus mejores amigos, se sorprendió al sentir que Chan estaba asustado, realmente aterrado.

Su alfa debía estar trabajando a esa hora, así que rápidamente le llamó pero ni bien timbró dos veces, Chan desvió la llamada.




—¿Hoy... pasó algo en el trabajo? —Esa noche, Lino se sentó en el sofá junto a Chan. El rubio cambiaba de canales una y otra vez con el mando del televisor, y manteniendo una expresión seria hasta que escuchó a su omega.

—¿Uhm? No, para nada, ¿por qué la pregunta?

—Bueno... es sólo que, esta tarde cuando te llamé, presentí que algo te había asustado mucho.

—¿Qué? Oh, ¿eso? No era nada. Sólo que... uhm, fui a ver un cliente y este como que tenía una mascota rara, un cocodrilo, lagarto, algo así. Me llevé un gran susto.

—¿Ah, sí?

—Sí... bueno, ven aquí, hora de los mimos —Y Chan lo sujetó por el brazo para que se acercara, lo sentó en sus piernas y se acurrucó pegando su oreja en el vientre de Lino.





Una noche, el constante ruido en la habitación, hizo que Lino abriera sus ojos lentamente.

Estaba recostado de un lado porque su vientre grande ya no le permitía hacerlo de otra manera, y mientras se incorporaba en la realidad, vio a Chan agachado en el suelo.

Lino se había quedado dormido mientras esperaba al mayor, no podía creerlo, ya era hora de la cena. Pero se detuvo cuando notó que Chan estaba haciendo una maleta muy grande.


—¿Chan? ¿Irás a un viaje de negocios?

—¿Qué? Oh, sí, y voy retrasado... ¿te desperté? Lo siento —Lino vio hacia la ventana y notó que era de noche. Cosa extraña porque Chan nunca salía de viaje a esa hora, siempre se iba en las mañanas.

—Iré a calentar la cena —Estaba a punto de ponerse de pie pero Chan lo interrumpió.

—No, no. Ya cené, estuvo delicioso, gracias —Pero el rubio no lo miró en ningún momento, tampoco le dio un beso como solía hacerlo.

—¿Todo está bien? Te ves un poco... —"Nervioso".

—¿Cansado? Es por tanto trabajo, tú entiendes. Bueno, creo que ya tengo todo. Mi chófer me espera abajo, así que luego te llamo —Chan tomó la maleta y salió de la habitación.


No lo miró ni una vez, no se despidió con un beso, ni siquiera le dijo su nombre. Lino sintió un frío extraño por su nuca y aunque sus pies estaban algo hinchados, bajó de la cama y trató de seguirlo. Pero mientras bajaba las escaleras escuchó la puerta principal cerrarse, no lo alcanzó.

Con cuidado, Lino fue a la cocina por un vaso con agua. Sabía que a veces se ponía extraño debido al embarazo, su instinto lo hacía volverse celoso o territorial pero no le gustaba eso. Luchaba mucho contra su lado omega y se repetía constantemente que debía confiar en Chan.

Debía...

Pero fue tan difícil hacerlo cuando se dio cuenta de que la olla con la cena seguía tapada sobre la estufa, intacta, completa... Chan no la había probado... le mintió.





El rubio volvió a casa tres días después. Días en los que sólo envió un único mensaje a su omega y no le respondió ninguna llamada.


—¿Chan? No avisaste que volverías, ¿estás bien? —Lino caminó con dificultad hacia la puerta, queriendo correr a los brazos de Chan. Era muy tarde por la noche cuando el mayor se apareció y no llevaba su maleta consigo.

—Lino... —Se miraron a los ojos y entonces el omega lo sintió en el aire. Duda, preocupación, miedo y una tristeza insoportable llenaron el ambiente.

—Chan... pero, ¡¿q-qué te pasó en la mano?! —El menor se acercó un poco más al notar que su alfa llevaba una mano vendada y justo cuando iba a tocarlo, sintió un aroma distinto. Ese no era el aroma de su alfa, era el de otro omega. La sola idea hirió su corazón y su nuca punzó tan profundo que hasta su cabeza pesó.

—¿Esto? Oh, n-no es nada... el... el cocodrilo de aquel cliente pues como que perdió el control el otro día y... bueno, por suerte es algo pequeño y... —Mientras Chan hablaba, Lino notó algo más... El mayor no entraba a la casa. El ambiente se llenaba del aroma del otro omega y los ojos de Lino comenzaron a picar.

—Yo... haré la cena y... —Sus labios temblaron porque al verlo a la cara, notó que Chan no pensaba entrar —¿Curo tu mano primero? ¿O prefieres que vayamos a cenar a algún lugar?

—Lino... yo...

—Va-váyamos a tu lugar favorito, ¿sí?

—Lino, escucha...

—Luego tienes que ver lo que mis amigos nos mandaron para decorar la habitación del bebé y...

—Lino, terminemos... Mis abogados vendrán después para que firmes el acta de divorcio... adiós.

—¿... Qué? —El menor se quedó boquiabierto, mirando cómo el rubio se daba vuelta y sin decir nada más, caminaba lejos.


Vio a Chan subir a su auto, el mayor se fue lo más rápido que pudo ignorando que Lino había caído de rodillas al suelo.

Por supuesto que una ruptura dolía mucho, dolia tanto como si Chan le hubiera arrancado el corazón a Lino muy lentamente.

Las lágrimas del omega no reflejaban ni una mísera parte del dolor que sentía por perder a su alfa. Su llanto inconsolable no era nada ante la tristeza que estaba sintiendo por saber que todo había terminado.

Lino estaba de rodillas en la puerta de su casa, llorando cual niño y repitiendo el nombre de su alfa. Llamándolo y enviando feromonas que nunca pudieron alcanzarlo pues el omega ya estaba demasiado débil como para lograrlo.

Lazo Roto [ MinChan | Banginho | ChanHo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora