La verdad.

833 116 64
                                    

—¡No quiero que te acerques a mi hijo nunca más!

—Señora Lee, ¡por favor, escúcheme! ¡Déjeme explicarle todo!

—¡No! ¡Nada de lo que digas reparará lo que provocaste! ¡Largo de mi casa! ¡Sáquenlo de aquí! —Los guardias de seguridad sacaron a Chan a la fuerza y lo amenazaron con llamar a la policía si seguía molestando cerca de la casa.


Sólo esa amenaza lo hizo retirarse de la zona. Iba a pie porque su auto había quedado destrozado en el estacionamiento de un edificio.

Su cabello iba alborotado, le había crecido algo de barba y tenía grandes bolsas bajo los ojos. Hacía mucho que no se ejercitaba, por lo que incluso la ropa parecia quedarle algo grande. Y por alguna razón, con el pasar de los días, se sentía cada vez más enfermo.


—¿Cómo puedo hacerla entender? Yo... ¿cómo puedo verte... Lino? ¡Maldición, ¿por qué soy tan idiota?!







Unos meses atrás, Chan tenía una importante reunión al otro lado de la ciudad.

Se arregló muy temprano, desayunó con su amado Lino, le dio un beso a él y otro a su pequeñito en el vientre de su omega.


—Deseenme suerte. Si conseguimos este contrato, les llevaré a una linda cita en Japón. Lo prometo.

—También prometiste pensar un nombre para nuestro bebé, no lo olvides.

—No lo haré, lo juro.


Era una mañana dulce, tranquila y emocionante para los tres. Lino se había quedado en casa, estudiando un poco más de cocina para sorprender a su esposo esa noche.


—Bienvenido, señor presidente —Un hombre bastante mayor le ofreció un asiento al rubio, frente a un gran escritorio —Espero que no le moleste pero mi hijo se unirá a nuestra reunión. Él es quien se quedará en mi lugar el próximo año.


Chan de pronto sintió en cada poro de su ser cómo entraba el aroma de alguien a quien ni siquiera había tocado. El chico que entró y quien era el hijo del anciano, olía demasiado fuerte, tanto que pasaba por sobre el lazo que Chan ya tenía con su pequeño Lino.

Como si fuera obvio o ya lo supiera, el anciano se retiró para dejarlos a solas aunque Chan quería salir corriendo de ahí. 

La voz no le salía, su mente se nublaba, todo su cuerpo sólo ansiaba poder tocar a aquel chico desconocido.

Y lentamente la imagen de su amado Lino, se desvaneció.



—Oh, dios, estos jóvenes... ¿Quién diría que ellos dos serían "destinados"?



Para cuando Chan recuperó los sentidos, estaba completamente desnudo, sentado en el mismo sofá donde se suponía que debía de tener una importante reunión.

A su lado estaba aquel chico, desnudo y obviamente follado.


—No... no... esto no pasó... Yo no... mi Lino... mi hijo... —Chan estaba en shock. Sentía tanto asco y miedo que ni siquiera corrió lejos sino que vomitó en la pequeña mesa frente a él.

Lazo Roto [ MinChan | Banginho | ChanHo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora